Es una de las mayores obsesiones de todo nacionalismo, la “inmersión
lingüística” (“ahogo, asfixia lingüística” –Unamuno, vasco, dixit) y si a ello
le añadimos el “derecho a decidir” (independizarnos) es una peligrosa
justificación para la exclusión de los no conversos, de los escépticos,…, a los
que, una vez “cerrada la puerta” les será difícil/imposible restablecer lazos
con los anteriores.
Si estamos donde estamos es por las varias revoluciones
surgidas y dirigidas por la razón, en su lucha por sacudirse la tutela de la
fe, soltarse de la tradición y del poder absoluto, tanto político como
religioso.
Este Racionalismo, que inaugura la Filosofía Moderna, es,
unido al Empirismo, el padre de la Ciencia Moderna, de la Tecnología
consiguiente, y de las varias y variadas revoluciones.
Este progreso tiende a la universalización, a la expansión,
para todo tiempo y lugar.
Y es, dentro de este movimiento expansivo, cuando surge la
añoranza de lo próximo, de lo cercano.
Los nacionalismos surgen en la época del romanticismo,
posterior a la Ilustración.
Es como decir que surge “contra la revolución del
pensamiento (universalista), la revolución del sentimiento (particularista)”,
como para no sentirse diluido en la corriente universalista.
Los nacionalismos surgen como las ideologías de las
burguesías locales, de corto vuelo, que optan, como todas las burguesías, por
la productividad y la ganancia (plusvalías) pero que optan por ser cabeza de
ratón más que cola de león.
La manera de no competir, por miedo a perder, con otras
burguesías más enérgicas y expansivas, es sembrar la “ideología nacionalista”
para monopolizar el territorio.
La estrategia, teóricamente, es fácil.
Basta que un pueblo esté sometido a otra potencia superior
para sembrar la discordia en el pueblo y luchar por la independencia. Pero
basta, también, que un país esté medianamente dividido para intentar separar la
parte del todo.
Se usa y se abusa del discurso del miedo a perder la
identidad, con el discurso altisonante (como si la potencia de la voz fuera
pareja a la potencia de los argumentos), rememorando una historia, casi siempre
falsa, inventada e idealizada, recurriendo al sentimiento, con los ingredientes
de “raza”, “lengua”, “cultura”, religión”, “tradiciones”…
Pero en el fondo-en el fondo, lo que subyace tras esos
movimientos nacionalistas, es crear un mercado nacional, una especie de coto
privado, en el que beneficiarse industrialmente, sin competencia,
obstaculizando y gravando la importación, al tiempo que se intenta favorecer la
exportación.
Pero esa burguesía nacionalista sabe que no podrá oponerse a
la riada universalista, intentando obviar las desventajas e incidir en las
ventajas. Sabe que no podrá sobrevivir, asfixiándose, sin un mercado exterior,
tanto de importación de materias primas como de exportación de sus productos.
Esta burguesía nacionalista, revolucionaria contra la
revolución expansiva, se trocará en “conservadora” en cuanto surjan los
movimientos obreros internacionales.
El simple hecho de las Internacionales Obreras y del grito
“proletarios de todos los países, uníos”, los amedrenta, teniendo que recurrir
a la fuerza policial para evitar las huelgas y a la Iglesia.
“Si “unto” al Gobierno de turno, con sus fuerzas de
seguridad, para considerar “ilegal” una huelga, y a la Jerarquía Eclesiástica
para que la considere “inmoral”, ocupando su conciencia. Si desde fuera y desde
dentro apoyan, “será bueno para la sociedad entera”.
Si la huelga, al ser una “desobediencia”, es considerada
“delito” y “pecado”….
La Iglesia, que debería ser “católica” (universal) también
le echa una mano a los nacionalismos.
¿Alguien ha visto u oído a las Jerarquías Eclesiásticas, en
los territorios nacionalistas, criticando “el nacionalismo”?
Hoy todos sabemos que la autosuficiencia de una nación es
incompatible con el modelo económico vigente, donde el capital va donde más
productividad espera conseguir y la mano de obra es más barata.
Igualmente, la espada de Damocles de la “desdomiciliación”
de grandes empresas, que van a lo suyo y si se arriman a los nacionalismos no
es para entregarse, sino para echar un cable y pasar la gorra,
La miopía a largo plazo (siempre van con la luz corta) de
los líderes nacionalistas contaminan al pueblo con la propaganda de que “nos
roban”, “quieren acabar con nuestra identidad como pueblo”, “estamos siendo
perjudicados”…
Cualquier país, recientemente separado o histórico, no es
libre para contaminar “su” agua, ni “su” aire”, ni “su subsuelo”,….
Sencillamente porque NO son suyos y los países limítrofes no tienen que sufrir
las consecuencias.
Como no es libre para pescar, lo que quiera, como quiera,
cuando quiera y cuanto quiera.
La lluvia ácida y el “efecto invernadero” están sufriéndolo,
más que ningún otro, los países que no los han desencadenado.
Los fenómenos perjudiciales tienen carácter global, y
siempre será necesario un poder global, superior a las raquíticas fronteras de
los nacionalismos.
Si el nacionalismo independentista tuvo su razón de ser
contra el colonialismo, no podemos/no debemos olvidar que han sido los
nacionalismos expansionistas los causantes de las dos guerras mundiales.
Los nacionalismos, en otro tiempo centrípetos (unificaciones
de Italia y Alemania), hoy son centrífugos y disgregadores, autóctonos y
ombliguistas, meras teselas de un puzzle.
Fijémonos en los barrios residenciales de la burguesía bilbaína
(Neguri y sus palacetes) y catalana (Eixample
(vivienda habitual) y Sarrià (segunda residencia y veraniega)) y en los barrios
obreros (la margen izquierda de la ría del Nervión) o ciudades dormitorios
catalanas.
Fijémonos en los manifestantes reivindicadores de la Díada
Catalana (día 11 de Septiembre) o del Día del País Vasco (25 de Octubre).
Parecer ser el primer y principal "promotor" el idioma. Y veo lógico que quieran mantenerlo como primer objetivo. Su conservación.
ResponderEliminarLo de la historia viene después. Antes hay que inventarla y modificar los hechosque puedieran dar lugar a su recreación.
Y su lugar de nacimiento o crianza. Alguien decía que la ETA nació en las sacristías...