domingo, 2 de marzo de 2014

7.- 16- LA EXPERIENCIA ESTÉTICA.


 
Lo hemos dicho, y repetido, en entradas anteriores.

Unamuno afirma que la diferencia específica entre el hombre y el animal habría que buscarla, más que en el orden de la “racionalidad”, en el ámbito del “sentimiento”

El hombre como “animal sentimental” más que (aunque también) como “animal racional”.

Y, entre los sentimientos, tiene especial relevancia el “sentimiento estético”.

La esfera de lo “estético” coincide con la esfera de lo “sensible” y con el sentimiento de placer y displacer que produce en la persona la contemplación de los objetos bellos, tanto los de la Naturaleza (el Torcal de Antequera) como del Arte (Las Meninas de Velázquez, las vidrieras de la catedral de León o el Romancero Gitano).

Aunque ya los griegos reflexionaron sobre la belleza, fue en el siglo XVIII, con Baumgarter, cuando empezó a estudiar la “experiencia estética”, diferenciándola de otros tipos de experiencias (moral, científica, religiosa,…)

El acceso al “sentimiento estético” puede hacerse por tres vías distintas:
1.- Como CREADOR.
2.- Como CONTEMPLADOR.
3.- Como PENSADOR O CRÍTICO.


De las tres vías, en la que mejor se desenvuelve el filósofo es en la 3ª, sin desdeñar las otras dos.

1.- El hombre como CREADOR de belleza, tanto en el ámbito del Arte como en el ámbito de la Ciencia.

Arte y Ciencia son el fruto de intensos trabajos de la mente humana, sean las pinturas de Velázquez como las ecuaciones de Newton o de Einstein.

Que tienen en su origen procesos mentales muy similares y ambas expresan, cada uno a su modo, objetivaciones de la realidad.

Dice Einstein: “La Lógica (la Razón) te llevará del punto A al punto B. La Imaginación te llevará adonde sea”

Arte y Ciencia sólo se diferencian en su contenido y desarrollo, pero no en su origen y finalidad, que es la capacidad que tiene la mente humana para inventar “modelos” (teorías científicas) y obras artísticas mediante los que puede interpretar la realidad.

Ambas son formas de expresión y lenguaje de la realidad.

2.- El hombre como CONTEMPLADOR.

Es una “contemplación desinteresada”, desatendiendo todo elemento material e interesado.

La “contemplación estética” no tiene un fin más allá de ella misma. Se agota en el placer que produce la “experiencia estética”.

¿Para qué? para nada ajeno a ella misma. El placer y disfrute de contemplar lo bello, con la vista o con la mente, en un paisaje o en un poema.

3.- El hombre como PENSADOR, como CRÍTICO.

Es el ámbito de la Filosofía, el de la reflexión sobre la capacidad humana, tanto de Crear como de Contemplar.

A lo largo del tiempo la Historia de la Filosofía también ha sido un tratado sobre el arte y la belleza.

Las tres vías (la Creativa, la Contemplativa y la Crítica o Reflexiva) tienen en común el “componente lúdico”.

El hombre es un “animal estético” porque, ante todo, tiene la capacidad de ser un animal lúdico y desinteresado.

“El placer de disfrutar”, más allá de las urgencias vitales.

(P.D. Nada que ver con los COMPRADORES de Arte, que suelen hacerlo como INVERSIÓN, aunque sean “ciegos artísticos”).

Platón y Aristóteles reflexionan sobre la belleza pero tienen, de ella, concepciones distintas.

PLATÓN. El Arte como “Mímesis” o Imitación.

La Belleza es una de las Ideas principales (si no la principal, junto a la idea de Bien) del mundo Ideal, su mundo de las Ideas.

Tiene una realidad objetiva, independientemente de las opiniones y sentimientos de los hombres.

Las cosas sensibles son bellas en tanto participan de la belleza en sí.

Ésta no forma parte de ellas, sino que se encuentra en ellas como de prestado.

En este mundo hay caballos, pero todos son imitaciones, mejores o peores, de la Idea Perfecta, Ideal de “caballo”.

Nada que ver estos “caballos reales” con el “caballo Ideal”, hacia el que tienden todos los caballos y que cuanto más perfectos sean más cercanos a la Idea de Caballo estarán.

Y luego está el cuadro de un caballo pintado por un Artista.

Tendríamos, pues, Tres caballos: El Ideal (el del mundo de las Ideas), el real (el que pace en el prado) y el pintado (el del cuadro).

Igualmente respecto a algo hecho por la mano del hombre: la Idea perfecta de Catedral (la catedral Ideal), las catedrales de nuestra España (por ejemplo) y las catedrales pintadas.

Para Platón, pues, el artista no ocupa un lugar destacado en la sociedad, porque el Arte es considerado “copia de copia”

El origen de este mundo material y sensible, del Universo es el Demiurgo, no un dios-creador, sino un dios-artista, inferior al Mundo de la Ideas y que lo único que hace es generar este mundo material y sensible, a imitación de aquel otro Ideal e Inteligible.

Pero el Demiurgo es inferior a las Ideas y, a su pesar, por los materiales que tuvo que utilizar, este mundo le salió como le salió, imperfecto.

Lo que hace, después, un artista es “copia (cuadro) de copia (de la naturaleza) de copia (Idea)”

La obra del artista humano es una “reduplicación” un tanto inútil (a no ser como estímulo) porque la verdadera y genuina tarea humana es la contemplación de los modelos o Ideas de los que se sirvió el Demiurgo.

Las Artes, pues, en una gradación, serán inferiores a la Filosofía, y los Artistas (“copiadores-imitadores”) inferiores a los Filósofos.

Para Platón, y para los griegos, en general, el Arte es la “técnica de imitar rectamente con el fin de producir objetos bellos”

El “amor platónico” o “eros” es el deseo, el anhelo, la aspiración a algo que no se tiene pero cuya falta se siente.

¿Qué es la “filo-sofía” sino un anhelo, un deseo, un amor a la sabiduría, porque se sabe que no se tiene, por eso se la desea?

El “eros” es la fuerza de atracción que ejerce las ideas superiores (Bien, Belleza) sobre todas las demás e ideas y que, también, se encuentra en el fondo de todo hombre.

El deseo de lo “bello” espolea en nosotros la búsqueda de la belleza y comienza buscándola en lo que tiene más a mano, en los cuerpos bellos, de aquí a las almas bellas, en las obras bellas, en las creaciones bellas (como la ciencia) para finalmente llegar a la meta: la idea de belleza, donde se encuentra en estado puro, sin mezclarse ya con nada.

Para Platón el arte es, sobre todo, “mímesis” (imitación) y nace de la capacidad de imitar los productos de la naturaleza.

Pero hay dos tipos de imitaciones:

.- Imitación Mediata (la que se realiza gracias a materiales ajenos al artista y de los que se sirve (barro, mármol, madera,…)

.- Imitación Inmediata (la que ejecuta el artista mediante su cuerpo y su alma: como la sabiduría, la música, el mimo,…)

La Sabiduría es, para los griegos, el arte principal y consiste en “el Arte de Vivir”.

Sabio es aquel que sabe vivir.

Y la Prudencia sería la virtud que más coincide con ese ideal de vida.

“Sabiduría”, “Prudencia” y “Belleza” se identifican

Igualmente la Música y el Mimo (gestos sin mediar palabras) sólo pueden ser realizadas en el momento en que el actor-artista las interpreta

Las Imitaciones Mediatas (Arquitectura, Escultura y Pintura) si bien tienen la ventaja de perdurar después de la acción del artista, son consideradas, sin embargo, más lejanas a ese ideal de belleza.

ARISTÓTELES.

Para Aristóteles, sin embargo, la belleza es “armonía”, “medida”, “orden”, es decir, acuerdo, encaje de las partes en/con el todo.

Lo bello es algo más que lo útil, porque si esto es bueno para un solo individuo, aquello es bueno para todos.

La teoría estética de Aristóteles aparece expuesta en la Poética, en la que reflexiona sobre los géneros literarios y analiza la comedia, la epopeya y, sobre todo la tragedia, géneros que engloba bajo la denominación general de “poesía”.

Sostiene que de la imitación el hombre obtiene tres beneficios: placer, conocimiento y purificación (catarsis) de las emociones penosas.

Placer: si un animal muerto, al verlo, nos produce desagrado o dolor, un cuadro bien pintado o una escultura perfecta de un animal muerto nos produce placer dicha imitación, su buena factura, su perfección.

Conocimiento: también, a través de la imitación, podemos aprender, conocer cosas imitadas que no hemos sentido en la realidad. Además de que en la poesía no se nos narra algo, sucesos históricos concretos, sino que, más bien, describe “tipos humanos” y prototipos de acción con lo que nos proporciona cierto tipo de conocimiento universal acerca del hombre.

En la tragedia el artista imita las pasiones humanas y les da forma.

Catarsis o purificación. Ya que el arte al que dedica Aristóteles más estudio es a la “tragedia”: “imitación de una acción elevada y completa, de cierta amplitud, realizada por medio de un lenguaje enriquecido con todos los recursos ornamentales”

Imitación que se efectúa con personajes que obran, y no narrativamente, y que, con el recurso a la piedad y al terror logra la expurgación de tales pasiones.

“Seis son, por necesidad, los elementos constitutivos de toda tragedia: el argumento, los caracteres, el lenguaje, el pensamiento, el espectáculo y la música”.

¿Cómo es posible que el hombre disfrute contemplando escenas de horror y destrucción?. ¿Escena que, a todo hombre normal, le provocaría emociones penosas, miedos, angustia,…?

Aristóteles explica este enigma: la tragedia muestra escenas de horror, pero al ser meramente representadas el espectador puede mantener un cierto distanciamiento frente a ellas.

Este distanciamiento permite que, por un lado el espectador se sienta a salvo de la situación trágica pero, al mismo tiempo, introduce al espectador en la representación lo suficiente para que suscite emociones en él.

Y la función de la tragedia se halla aquí: al suscitar emociones penosas en un contexto inofensivo el espectador se purga de esas emociones.

La tragedia provoca así una catarsis de las emociones.

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