Porque mal se puede filosofar estando muerto.
Pero para vivir (para sobrevivir) es necesario trabajar,
pero no por un castigo divino, sino porque tenemos que arrancarle a la tierra
los alimentos.
Esa es el primer objetivo del trabajo, comer, beber,
cobijarse, descansar,… satisfacer las necesidades básicas.
Pero una vez cubiertas y satisfechas uno puede descansar,
ociar, o puede dedicar el trabajo a la creatividad de formas bellas, que de
poco o nada le sirven al cuerpo, pero que es el alimento de un alma cultivada.
Desde Altamira hasta el arte contemporáneo el arte es el
fruto de una sobreabundancia en el trabajo.
La creatividad poco o nada tiene que ver con la
supervivencia.
La “experiencia estética” es sentir la belleza, pensarla,
plasmarla, extasiarse ante ella, crearla.
De muchas formas se manifiesta el placer estético.
“Estética” proviene de “aiscesis” = sensación.
Pero no sensación sin más, visual, auditiva, táctil,…sino
que, a través de ellas, sentir la belleza de las vidrieras de la Catedral de
León, de la quinta sinfonía,… Es la experiencia estética que no todos la
captan, ante los mismos objetos (una poesía, una escultura, una pintura,…)
Los sentidos necesitan ser educados para captar lo más allá
de los estímulos sensibles.
La belleza vive con nosotros.
Entre los hombres el amor surge ante la presencia, real o
intuida, de la belleza en el otro.
Una mujer/un varón nos llama la atención, la enfocamos como
centro del paisaje, nos atrae, nos es grata,…y nos acercamos a él/ella para
conocerlo/a y después, quizás, amarla/o.
La atracción es el pistoletazo para el amor. La belleza pone
en funcionamiento al corazón.
Bello es el orden, el cosmos, la verdad, el bien, la
conducta correcta,…
Para los griegos el ideal de la conducta humana era la
“Kalocagathia” (ß
“kalon” (hermoso) y de “agathon” (bueno)).
La “kalocagathía” es la conducta humana ideal, es la
excelencia humana.
Kierkegaard describe tres tipos de existencia: la estética,
la ética y la religiosa.
El objetivo de la vida estética es conseguir el placer y
evitar el dolor.
Pero el placer puede ser sensible y puede ser suprasensible.
El placer de contemplar un cuadro no es el placer de comerse
un bocadillo. Ambos son placeres, pero habitan en niveles distintos. Sancho
Panza no es Don Quijote.
El placer cumple los deseos básicos de la comida,
bebida,…pero la conducta correcta también produce placer, otro tipo de placer,
distinto y superior.
La belleza de una conducta correcta se nos impone racionalmente
y no podemos por menos de aceptarla como la más digna, porque con ella tratamos
a las personas como fines y no como medios.
La sensación estética de quien escucha un concierto de piano
es un placer espiritual.
Belleza puede haber en un paisaje natural (en el Torcal de
Antequera) o en una catedral artificial (hecha por un artista) (en la Catedral
de Santiago de Compostela), en un cuerpo humano (de una actriz) o en una acción
humana (como el perdón o el compartir).
La llamada de la belleza no parece responder a ninguna
necesidad concreta.
Es verdad que en el Neolítico aparece la cerámica, para
cocinar o para transportar alimentos o agua, pero ¿por qué se la adorna con
cenefas geométricas? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para algo práctico, utilitario?
Esa primera decoración no sirve para nada que tenga que ver
con finalidad biológica alguna.
¿Las pinturas de Altamira son estética pura o tienen una
finalidad venatoria?
Pero ¿qué es la belleza? ¿Es algo objetivo, que está ahí,
pero que hay que educar a los sentidos para poder captarla o es sólo subjetiva?
¿Es un sentimiento subjetivo autocreado o viene provocado por lo bello objetivo?
¿Es un resplandor del objeto o es una creación subjetiva?
Porque no todos coincidimos en estimar hermosas las mismas
cosas, sino que llamamos bello a lo que sentimos que debe ser considerado así
por todo el mundo.
Una jugada maestra de un futbolista es hermosa para un
entendido de fútbol y algo neutro para el lego futbolístico.
¿Es hermoso el cielo estrellado o una noche de luna llena?
¿Por qué? ¿Lo es para todos?
No hay una regla, no hay un canon que nos permita establecer
si son hermosos o no, o en qué modo lo son, o por qué lo son.
¿Procede de la mirada que pone la belleza en la cosa, porque
“le gusta” o procede de la cosa, que gusta, una vez mirada?
¿Es subjetiva u objetiva?
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