"ESO ES LO QUE TU ERES, UN MORALISTA".
Si alguien se opone a un tópico, aunque sea esgrimiendo
razones morales, para refutarlo o matizarlo, será, automáticamente, calificado
negativamente con “tú lo que eres es un moralista”.
¿Por qué recriminar a alguien porque su conciencia moral le
lleve a desentonar con la mayoría?.
Tendrá o no tendrá razones de peso para ello, pero ¿por qué
recriminar su actitud por el simple hecho de oponerse al tópico generalmente
admitido?.
Pero ¡cuidado¡. Estoy hablando de “razones morales”. Porque,
también, muchas veces, ese moralismo puede venir propiciado por una creencia
religiosa que se apoya en un dogma y que, sin razones, (sólo por creencia), es
admitido como “Verdad Absoluta”.
Recriminar la opinión y/o la conducta ajena amparándose en
un dogma no es de recibo.
No es igual que recriminar lo anterior esgrimiendo razones.
Un “moralista”, racional, apostará por lo regular frente a
lo malo, por lo bueno frente a lo regular, por lo mejor frente a la bueno.
No es que el “moralista” tenga razón, por el hecho de serlo.
Lo que afirmo es que no por serlo no tenga razón. Habrá que escuchar sus
razones, para matizarlas o para refutarlas, pero con otras razones de más peso,
no con el falso argumento de que “todos opinan….”
Ni el argumento de la mayoría ni el de la unanimidad son
argumentos válidos para refutar otro argumento (que se lo pregunten a Galileo,
en su defensa del heliocentrismo, frente al mundo mundial).
Ni la opinión diferente o contraria es válida, en sí misma,
por serlo, ni lo es la opinión universal. Habrá que analizar y reflexionar
sobre ello.
Yo, que soy reacio a las “verdades absolutas” también lo
soy, y tengo mis temores, frente a lo que hoy se estila, “el relativismo” mal
entendido, el “todo vale”.
En primer lugar, que “no todo vale”. Y, en segundo lugar,
que “no todo vale igual”.
Nada vale la falsa moneda y más valen 10 euros que 5, aunque
los dos valgan.
Lo que nunca puede ni debe hacer un “moralista crítico” es
delegar sus funciones para que diluciden sobre la moralidad o inmoralidad de
una conducta las autoridades religiosas, ajenas a la racionalidad y negadoras
de la crítica, aceptando el dogma como criterio moral (que es lo que hacen
muchos creyentes).
Naturalmente, el “moralista crítico”, el que antepone el
punto de vista moral a otro punto de vista cualquiera, debe ser consecuente, en
su vida, en sus obras, con lo que su razón le dicte. Debe ser coherente en su
“obrar” con su “pensar y decir”.
Lo contrario sería practicar la hipocresía.
¿Ventajas de ello frente a los seguidores del tópico
correspondiente?.
Seguramente ninguna, incluso desventaja, al ser señalado. A no ser la satisfacción de pensarlo, de decirlo y de hacerlo.
Porque al valor de utilidad antepone el valor moral.
Mejor “ser bueno” que “ser sabio”. Preferible la “bondad” a
la “verdad”. Aunque no tienen por qué excluirse.
Mejor ser una “buena persona” que un “buen mecanógrafo”, un
“buen atleta”, un “buen músico”,…..aunque no tienen por qué excluirse.
Vivir con la cabeza bien alta y con la conciencia tranquila,
al ser justo, respetuoso, tolerante, dadivoso,…..aunque sea oponiéndose al
tópico.
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