Una de las diferencias entre
el hombre y el animal es que éste suele lograr todo lo que pretende, porque
sólo pretende cosas naturales que les satisfagan.
El hombre, en cambio, siendo
limitado, tiene hambre de infinito.
¿Qué es lo que se propone?.
Se propone, por ejemplo, ser
sabio o ser justo o ser amante. Y todos estos proyectos, y otros por el estilo,
son extranaturales.
Sólo conseguirá realizarlos
en una mínima parte.
El hombre, pues, está
condenado a la insatisfacción constante, al fracaso.
Ser hombre, de verdad, es,
pues, fracasar, morir agotado de correr, sin llegar, jamás, a la meta.
Pero lo importante no es
llegar, sino caminar y ser feliz caminando y mientras se camina.
Eso es vivir, caminar
disfrutando.
¡Maldita la hora en que la
“temible” te eche del camino¡.
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