lunes, 15 de octubre de 2012

DIGO YO QUE....


 
Un hijoputa Coherente sigue siendo un hijoputa.

Si, además, es Sincero, es doblemente hijoputa.

Ni la COHERENCIA, ni la SINCERIDAD son, necesariamente Virtudes.

La Coherencia es la consecuencia lógica derivada de unos principios o premisas, pero moralmente neutra. Si los principios de que parte y en que se apoya fuesen los Derechos Humanos, la coherencia sería una virtud, moral y socialmente loable.

Pero si las premisas de las que se sigue la coherencia fueran la xenofobia, el machismo, la discriminación,… indudablemente, la coherencia sería un vicio nefando.

Ser Coherente, pues, no es, en sí, algo loable.

Igual ocurre con la Sinceridad. Si es para resaltar una virtud ajena es conveniente, pero tampoco es necesaria y a exigir.

Pero si es para recalcar un defecto es un insulto innecesario, una bofetada moral, una impostura.

La sinceridad tiene que ver con la “mentira”, no con la “falsedad”.

Hay verdades que duelen y no es necesario ni exigible mostrarlas (la belleza de la Duquesa de Alba, la estatura de una persona enana o el rostro deformado de alguien).

Ser Coherente, Consecuente, cuando se está equivocado, es incidir, aún más, en el error y en la falsedad, aunque se sea exquisitamente Sincero.

Cuando oigo y/o leo la Coherencia y Sinceridad de Rajoy, me pongo de los nervios.

¿Es que no hay otros Principios?. ¿No hay Premisas Alternativas de las que partir que las que tiene mi Presidente del Gobierno?.

¿Es que no era Coherente y Sincero Hitler?.

Otra cosa hubiera sido si sus Principios hubieran sido la defensa de los Derechos Humanos en vez del Antisemitismo.

Partir de ciertas Fobias sociales, como premisas, (homofobia, etnofobia, sociofobia, islamofobia, cristofobia,…) y ser coherente es “delito” si se practica y “pecado” siempre. Moralmente reprobables.

Nada que ver con otro tipo de fobias (aracnofobia, ofidiofobia, aerofobia, agorafobia, claustrofobia, carcinofobia, necrofobia,….) que sólo perjudican, psicológicamente, a quienes las padecen y a su reducido entrono.

Los Principios, siempre los Principios.

 

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