Es una falacia. No se puede hacer con el cuerpo lo que a uno
le dé la gana.
No puede uno tirarse desde el quinto piso y querer no
cumplir la ley de la gravedad. Aunque no te dé la gana, el guarrazo, mortal o
no, te lo pegas.
Puedes hacer con tu cuerpo muchas cosas, desde cortarte el
pelo o las uñas, hasta hacer gimnasia o masturbarte, pero no “hacer lo que
quiero”.
Es el lema o grito de los años 60. De ayer mismo. E iba
ligado l reclamar el Derecho a usar métodos anticonceptivos y a elegir
libremente la maternidad o no maternidad. Porque durante casi toda la historia,
con el patriarcado, las mujeres (no sólo su cuerpo) sólo existían como
“instrumentos u objetos” para servir y agradar a los varones. Para provocarle
placer (estaba hasta mal visto, como algo vicioso y pecaminoso, el orgasmo
femenino) y para la reproducción y darle hijos “legítimos”.
La decisión de usar, no usar, o abusar, de las mujeres era
potestad del varón.
Entonces, luego, incluso ahora, tanto los Estados como las
Iglesias han establecido normas para controlar el cuerpo de las mujeres, de lo
contrario reinaría el desenfreno.
Si ese lema o grito quiere decir “recuperación del propio
cuerpo, sin servir de objeto para el varón”, bienvenido sea su cumplimiento.
Una vez recuperado su cuerpo, la mujer puede decidir cómo
vestirlo, cómo curarlo, cómo cuidarlo, con quién compartir el placer sexual,
con quién, cómo y cuándo ser madre o no serlo.
El lema o grito no es una incitación o invitación al libertinaje,
a tener libertad para drogarse o tener sexo de una manera irresponsable.
Lo que se reivindicaba y se reivindica es la autonomía del
propio cuerpo, así como la valía del mismo.
Porque utilizar el propio cuerpo para seducir, para
manipular, para obtener ventajas, para escalar puestos,…. es convertirlo, otra
vez, en objeto.
La mujer seguiría en el patriarcado, aunque de otra manera,
de manera autónoma.
Me gusta la pancarta: “MI CUERPO ES MÍO y no de mi Padre, ni
del Estado, ni de Rajoy, ni de la O.N.U,, ni de mi Marido, ni de la Iglesia, ni
de mi Novio, ni de los Tribunales, ni de mi Médico, ni de las Multinacionales,
ni del Proxeneta, ni del Patriarcado, (“ni de Dios” – añadiría yo). MI CUERPO
ES MÍO.
Pero no puedes (ni moral ni físicamente) hacer con él lo que
te dé la gana.
No puedes darme una patada (con una parte de tu cuerpo)
porque te dé la gana.
No puedes lanzarte sin paracaídas, porque te dé la gana (a
no ser que lo que quieras es suicidarte).
No puedes esperar a que pase yo, leyendo a Kant, y lanzarte
sobre mí en ese momento.
No puedes mutilar tu cuerpo voluntariamente, porque te dé la
gana. Está penado.
Aunque es un tópico generalmente aceptado y proclamado por
las feministas, en referencia a la “interrupción voluntaria del embarazo”, (pirueta
semántica edulcorada para designar al “aborto”).
Pero es que “no tenemos” cuerpo como tenemos una casa, un
coche o un bolígrafo. “Somos” cuerpo.
El cuerpo que “somos” es el que nos identifica. De hecho, en
nuestro Documento Nacional de Identidad (D.N.I.) quien aparece fotografiado es
nuestro cuerpo.
Venimos identificados por “lo que somos”, no por “cómo
somos”.
La inteligencia, las aptitudes, las actitudes, los deseos,
las aspiraciones, las habilidades, las capacidades, la capacidad o incapacidad
amatoria…..(“cómo somos” cada uno, no se manifiesta en “lo que somos”, cuerpo).
“No tenemos cuerpo”, “somos seres corpóreos”.
Los filósofos solían definir al ser vivo, en general, y al
hombre, en particular, como “cuerpo animado” o “alma corporeizada” (diferenciando
los tres tipos de alma (vida). Todo en una pieza.
Sin este cuerpo esbelto “yo no sería yo”.
Si voy al médico el intentará curar mi cuerpo o evitar que
éste enferme. Para ello se vale de la Medicina y de la Cirugía, teniendo como
aliadas a la Dietética, a la Gimnasia, a la Higiene, a la Cosmética,….
A los poderes económicos sólo les interesamos como “cuerpos
productores de bienes y servicios”, nuestro rendimiento, no nuestra moralidad,
ni nuestras creencias, ni nuestra honradez, ni nuestros valores estéticos,…
Al poder político, (por desgracia), sólo les interesamos en
cuanto “votantes”, aunque nuestro voto huela a podrido, y en cuanto “paganos”,
aunque lo hagamos a disgusto. Intentarán bañar y barnizar nuestra alma con
“ideología” para que nuestra “intención” coincida con nuestro “voto”, pero, en
caso de elección exclusiva, apostarán por nuestro “voto” y por nuestro “pago”, por
el hecho, no por nuestro ideal.
Si al Empresario le interesa nuestro “cuerpo en cuanto
productor de riqueza”, al Estado le interesa que seamos sumisos, integrados,
obedientes,…., Esto, para ellos, es la definición de “ciudadano”. Obedientes
(con nuestro cuerpo), no críticos (con nuestra alma).
¿Qué es la educación con la “consecución de objetivos”,
“metodología a aplicar”….?. (Criterios productivistas, como los de una
empresa,) como si la madurez y la formación humana pudiera cuantificarse cada
tres meses.
La escuela, por desgracia, no promociona la crítica (aunque
“criticar”, no es “echar abajo”, “oponerse”…. Sino “querer ver claro” para
alabar lo loable y vituperar lo vituperable.
Nuestros centros escolares están orientados a la
“integración”, no a la “rebelión”.
No estamos compuestos de dos partes distintas, incluso
opuestas, “cuerpo” y “alma”, como la ideología cristiana nos ha inculcado
durante tantos siglos, con la clara sumisión de aquel respecto a ésta. Hay que “Salvar
el alma”.
Aunque, posteriormente, cuando empezaron, los cristianos, a
manifestar que: “mi alma” no soy yo”, y que si mi alma era la que iba a ser inmortal,
y no sentirse identificados con ella, la
Iglesia no tuvo más remedio que proclamar el misterio de “la resurrección de la
carne (de los muertos)” que se juntarían, de nuevo, al final de los tiempos, y
para toda la eternidad (con la dificultad aneja de concebir un “cuerpo, que es
material, inmortal”, porque si es “el cuerpo glorioso”…….no sé cómo pueden
conciliarse ambos conceptos.
Aristóteles defendía la “unión hilemórfica”, que es lo que
nos identificaría como individuos.
No es “mi cuerpo” el que trabaja, soy “yo” el trabajador.
De hecho, cuando un bestia-hijoputa es un violador, ¿viola
un cuerpo o a una persona?. Porque si sólo fuera abuso de un cuerpo, de un
objeto, sería algo así como una “apropiación indebida por la fuerza”.
Aplíquese esto a la pederastia o a la tortura.
Yo, con mi bolígrafo, con esta silla,….puedo hacer con ellos
lo que quiera,.
Pero ¿con mi cuerpo?.
Soy un cuerpo, luego nadie puede usarme contra mi voluntad,
porque no soy un objeto. Ni yo mismo puedo usar mi cuerpo como objeto, para
poder prestarlo, venderlo,…
¿Quién muere, mi cuerpo o yo?.
El grito feminista iba y va por otro camino. Por el abandono
del servilismo patriarcal y la posesión y autonomía del propio cuerpo, por la
mujer.
Respecto a poder abortar cuando quiera, como quiera y porque
me da la gana, no tengo una opinión definida ni definitiva formada (como he
expuesto varias veces, en otros lugares).
Cuando sabemos cómo evitar un embarazo, a quien no quiera
evitarlo habría que pedirle responsabilidades de no haberlo evitado.
Pero una cosa es la ley, que permite el aborto en ciertos
casos específicos, y otra cosa es la moral.
Ni todo lo moral es legal, ni todo lo legal es moral. Son
dos ámbitos que no siempre coinciden.
Los tres casos previstos, que se concretaban en la ley,
sería una buena práctica.
Pero la gente es proclive a las Prohibiciones y a la
Obligaciones PARA TODOS. Cuando, en casos como éstos, lo ideal serían LEYES
PERMISIVA, para el que quiera y para el que no quiera.
Pero soy de la opinión que deshacerse de un feto, aún en
estado embrionario, que podía haberse evitado, no es como sacarse una
espinilla.
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