“DÉJATE DE FILOSOFÍAS”
Ni puto caso a este tonto tópico
¿Qué coñ… es la Filosofía?.
.- “Cada uno tiene su Filosofía”.
.- “Déjate de Filosofías”..- “Vivir la vida con Filosofía”.
.- “Tomarse las cosas con Filosofía”.
.- “La Filosofía no sirve para nada”.
.- “Las Filosofías del Real Madrid y del Barcelona son muy distintas”.
.- “La Filosofía del Corte Inglés”.
.- “La Filosofía del Quijote”.
.- “La Filosofía del Gobierno de Rajoy”.
.- “Todo eso que estás diciendo no son más que Filosofías”.
.-
.-
.-
¡DIOS¡ Esto es para volverse loco.
¿Pero qué coñ… es la Filosofía?.
¿Es que Mouriño y Rajoy saben Filosofía? (porque si la
tienen, sabrán qué es).
¿Es, la Filosofía, un puro y mero relativismo?
¿Es un conjunto de pre-juicios (y nada más)?.
¿Es una palabra que se usa, en el lenguaje ordinario, como
pretexto para aparentar profundidad, simulando y que nadie se fije en su
superficialidad y mediocridad?.
¿Es, sólo, el punto de vista particular que cada uno tiene y
como cada persona ocupa un lugar y un tiempo que nadie más que él puede ocupar
(en eso cada uno de nosotros somos únicos, irremplazables, y nadie, nunca podrá
ocupar el lugar y el tiempo que cada uno ocupa, por lo que mi perspectiva es
única) y, entonces, la filosofía es el conjunto ilimitado de perspectivas de la
verdad, es decir, un conjunto de opiniones individuales?.
Las palabras son como las monedas que, a base de
manosearlas, usarlas, maltratarlas, abusar de ellas… las primeras pierden su
significado y las segundas su valor.
¿Pueden decir, los no filósofos, que “la Filosofía no sirve
para nada”, si nada saben de ella?.
¿Cómo puedo decir, yo, que “nada valen los goniertabos”, si
no sé qué coñ…. es un goniertabo?.
Filosofar es sospechar de todo, empezando por el lenguaje
que usa.
¿Puede el leguaje, hablado o escrito (algo externo), audible
o visible, reflejar fielmente el pensamiento (algo interno)?.
El lenguaje es un instrumento múltiple de comunicación, que
puede servir para ordenar, preguntar, enunciar, explayarse,…
Pero ¿es un buen instrumento?. ¿Sirve para lo que está
diseñado?. ¿Qué es, pues, “engañar” y “mentir”?.
¿No es el lenguaje sospechoso de ser camaleónico?.
¿Para decir lo que sentía habré usado las palabras
adecuadas?.
¿Habrá captado/entendido el lector u oyente lo que yo he
intentado vaciar en esas y no en otras palabras?.
¿Debería haber usado otras expresiones?.
Porque usar el término no garantiza que el concepto vaya
encerrado o preso en él.
¿Es de extrañar que una de las ramas de la filosofía sea la
¿Filosofía del lenguaje”?
Preguntas que todo estudiante adolescente me han hecho, en
mis tiempos de educador/enseñante: ¿Para qué sirven el Latín y la Filosofía?
Solía responder, para mis adentros, lo que el Filósofo
Aranguren le espetó a un periodista novato, en una de aquellas manifestaciones
universitarias, en los estertores del franquismo: “al menos sirve para una
cosa: para no hacer preguntas estúpidas?.
Por supuesto que para nada productivo sirve, así que no
tiene demanda alguna en el Mercado Laboral.
Así que, si se te ocurre, en una reunión, decir que eres
filósofo, fruncirán el ceño, te mirarán de reojo, sentirán lástima por ti, te
acompañarán en el sentimiento, dirán o pensarán que hay cosas peores, o “que
hay gente pa-tó” –como dijo el torero El Guerra cuando se enteró de quién era ese
Ortega que quería charlar con él.
Porque para nada productivo sirve la Filosofía, es por lo
que, entre otras cosas, la Enseñanza está encarrilada hacia el Mercado Laboral,
y su objetivo es intentar/conseguir que el educando adquiera
habilidades-destrezas para poder ofrecérselas a los mercados compradores de
mano de obra, que las pondrán en movimiento para producir más cosas, mejores
cosas y en menos tiempo.
Todos tienen necesidad de pan, de agua, de casa, de ropa,…y,
como todo esto se consigue con dinero……pero ¿alguien tiene necesidad de
Filosofía?.
La Filosofía, como el amor verdadero, “ni se compra ni se vende”. Nada cuesta. Pero ¿quién ha dicho que lo que no tiene precio no tiene valor?.
Como si “valor” y “precio” fuesen siameses.
Ya lo decía Machado: “sólo el necio confunde “valor” y
“precio”.
Hubo un tiempo en que, en clase, estudiábamos a J. Habermas
(un representante de la Escuela de Frankfurt). Distinguía, Habermas, entres
tres tipos de Razones: Razón Instrumental (útil), para dominar la naturaleza y
producir; Razón Comunicativa (útil), pata comunicarse con los demás en la
sociedad, y Razón Crítica o Filosofía (¿para qué sirve?).
Si de algo huye el filósofo es de los tópicos. De admitir
como verdades lo que sóo puede ser prejuicio, superstición, creencia,…y, en
esto, cada uno tiene los suyos.
Pero ¿razones objetivas?.
Filosofar es preguntar y preguntarse, constantemente; un
impenitente preguntón (auto o hétero). Filosofar no es otra cosa que “exigir
razones”. Y si alguien te pregunta debes exponer tus razones, pero con la
disposición previa de que pueden ser refutadas, matizadas, ampliadas,…
Pero preguntar y preguntarse no garantiza respuestas
verdaderas.
El filósofo es un “viator”, siempre en camino; el eterno y
contumaz caminante, que morirá preguntando, sin posada de verdad en la que
descansar.
El placer de viajar, no de haber llegado.
Un filósofo “dogmático” es una contradicción.
El filósofo tiene que ser escéptico (por supuesto, agnóstico
también), estar tambaleándose en la cuerda floja, dispuesto a bajar del burro
si el otro le demuestra la fragilidad y debilidad de sus razones,
El modelo de filósofo, el gran “preguntón” de la historia,
fue Sócrates, “el tábano” de Atenas, siempre preguntando a todos con la sana
intención de que reconocieran su ignorancia como paso previo a querer saber lo
que se ignora.
Filósofo no por lo que respondía, sino por lo mucho y bien
que preguntaba.
Su semi- o pseudo-suicidio vendría propiciado por la presión
de la clase aristocrática, que no soportaba esa manía de sacarlos de sus
casillas, de zarandearlos para bajarlos de sus pretendidas firmes verdades.
Y es que los griegos entendían la filosofía como el camino
seguro a la felicidad.
“Sólo el sabio es feliz” –decían.
¿Cada cual tiene su filosofía?. ¿También cada cual tiene su
Física, su Matemática, su Astronomía,….? Porque lo que en todas se buscan y se
dan son razones.
Si “filosofar” es “razonar” nadie debería decir “ésta es mi
filosofía” sino “éstas son mis razones”, con las que cualquiera pueda entrar en
contacto para corroborarlas, matizarlas, refutarlas, ….
He contado muchas veces la analogía entre la Filosofía y la
Frutería.
Imaginarse la escena: Una persona entra en la frutería y,
cuando llega su turno, le dice al dependiente que le ponga cinco kilos de
fruta.
Imaginaos la cara del dependiente.
.- ¿De qué
fruta, Sr/ª?.
.- ¿De qué
fruta?. ¿No pone en el letrero “frutería”?. Pues déme fruta..- ¿Desea naranjas o manzanas, melón o sandía, melocotones o plátanos,….?.
.- Yo quiero “fruta”.
.- Es que “fruta” no existe. Lo que existen son distintos “tipos de fruta”. “Fruta” es el nombre común con que se le designa a manzanas, peras, melones,….Éstas son las que realmente existen.
Igual ocurre con la Filosofía.
E igual que ocurre con las frutas, que hay muchas, pero no
son ilimitadas, lo mismo ocurre con la filosofía.
En mis muchos años de educación/enseñanza me he encontrado
con alumnos que, en un primer momento, me pedían que les enseñara “filosofía”.
A lo que les respondía si deseaban la Filosofía aristotélica o la platónica, si
la tomista o la cartesiana, o tal vez la kantiana o la marxista, o la del
enorme Nietzsche, o….
Porque una cosa es “filosofar”, que es “una actividad,
consistente en buscar razones” y otra cosa son las “filosofías” que son “las
razones que, a lo largo de la historia han dado ciertos intelectuales, tras
mucho preguntar y preguntarse.
Imitando a Gramsci diré que uno puede imaginarse a un
Entomólogo, pero que no todos lo sean; o a un Ingeniero Genético, pero no todos
lo sean; o a un Topógrafo, pero que no todos los sean; o a un Físico Quántico y
que….Pero lo que no es imaginable es que alguien no sea filósofo, porque
“filosofar es pensar”, “buscar y dar razones de lo que se dice y se hace y por
qué dice lo que dice y hace lo que hace?
Si el hombre es el “ser racional”, todo hombre debe ser
filósofo, para ser una persona digna de tal definición.
Sabiendo que es y será, siempre, un ser insatisfecho.
Apenas da con la respuesta a una pregunta se preguntará por
qué ésa y no otra, que será distinta y puede ser hasta mejor. Siempre un
inconformista con lo encontrado, para seguir buscando.
Los griegos decían que para Filosofar eran necesarias, al
menos, tres condiciones:
.- ADMIRACIÓN, extrañeza de algo, qué será, por qué, cómo es
que,…..sólo así te pone en el disparadero de buscar respuestas a ese porqué.
.- IGNORANCIA, ser consciente de no saber ese porqué, de no
tener respuesta, sólo así….
.- TIEMPO LIBRE (OCIO) para poder dedicarse a buscar ese
porqué. Disponer de tiempo libre, no tener que trabajar para no morir de
hambre,…
La pregunta es: ¿de qué nos admiramos, hoy?. Porque parece
que sólo nos admiramos de lo espectacular, de lo novedoso, de lo monstruoso, de
los artefactos que pueden llegar a Marte,….No de la belleza de una salida o
puesta del sol, como los antiguos, de ahí la búsqueda de los porqués de esas
entradas y salidas, o por qué llueve, o por qué se muere uno,….
Hoy, la búsqueda del “cómo” (científico) ha suplantado al
“qué” de los filósofos.
Además, hoy nos creemos saber de todo. Uno se cree capaz de
arreglar la economía (“bastaría con que…), el paro (“bastaría con que…), la
enseñanza…. la sanidad,…… Nadie reconoce su ignorancia y, si se cree que ya lo
sabe no va a ser tan tonto como para intentar saber (lo que ya cree saber)
Y lo del OCIO, tener tiempo libre para reflexionar….
Estamos, todos, contagiados del virus de la prisa y “no
tengo tiempo de “ná””
Preguntar y preguntarse por eso que te ha llamado la
atención, que te ha “admirado” lleva a la reacción inmediata de buscar el
“porqué”, es el inicio del filosofar.
Pero me asomo a la Televisión o a la realidad, a la calle, y
lo que me encuentro son masas enardecidas por el deporte, en general, y por el
fútbol, en particular.
Contemplo los índices de audiencia de ciertos programas de
televisión, y alucino en colores al comprobar el poco tiempo que resta para
dedicarse a la lectura formativa y reflexiva.
Veo a la juventud con inquietudes calcáreas, apenas
comprometida con la mejora de la realidad y con la protesta como única arma.
Generaciones cada vez más ni-nis. ¿Hasta cuándo?.
El “panem et circenses” romano sigue vivo, aunque sea otro
tipo de pan y otros tipos de entretenimiento (entre tener esto o lo otro, pero
ubicados en el “tener”). A fin de cuentas, “comer y divertirse” (y si puede ser
gratis eso es ya la re-hostia) como objetivo de vida.
No apreciar, o despreciar la filosofía es estar con los
nudillos llamando (si no se ha entrado ya) a las puertas de la “ideología”.
¡Con lo difícil que es, después, ver otra cosa fuera del campo de la visión de
las “orejeras”¡.
Y habría que empezar por la escuela a la que, por desgracia,
se le está aplicando baremos de productividad industrial, no de formación
humana.
Es verdad que al empresario le interesa que sus obreros sean
autómatas obedientes, pero la sociedad debería interesarse porque los niños
comenzasen a reflexionar y a ser críticos.
No se trata tanto de opinar (las opiniones son subjetivas)
como de tratar de buscar la verdad intersubjetiva, en compañía, esgrimiendo y
escuchando razones.
No se trata de entre-tener sino de enseñar y aprender. Y
esto requiere vocación, dedicación, esfuerzo, trabajo. Sin aplicarle baremos
cuantitativos (porque estamos en el ámbito de la formación, cualitativa).
La masa es el triunfo de la mediocridad (¡qué genial
artículo, del siempre genial Forges, sobre “el triunfo de los mediocres en
nuestra España¡)
La masa es borreguil, heterónoma, siempre buscando pastores
que la pastoreen.
Sólo la levadura, la excelencia, hará fermentar y esponjar a
esa masa bruta y apelmazada, desde la autonomía reflexiva.
La masa ni pregunta ni se pregunta. Va al supermercado
social de las respuestas y toma, de él, respuestas ya contestadas por otros y
enlatadas por ellos, interesados en que
te las lleves, pero que nunca deberíamos
apropiárnoslas porque las vivencias son personales, como las inquietudes, como
las respuestas.
La masa acude al supermercado de la opinión como, a veces,
nosotros entramos en “un chino o en un moro” a ver qué necesitamos. ¡Qué
barbaridad¡. Lo suyo sería acudir necesitados de un utensilio, buscarlo y
comprarlo. Pero ¿ir a buscar respuestas a algo de lo que no sentíamos necesidad
y hemos entrado a creárnosla?.
La masa está sedienta de ídolos a quienes vitorear y seguir (sean ídolos religiosos o políticos, deportivos o económicos,…), siempre dependiente, necesitada de muletas para caminar.
En cambio, la excelencia sólo idolatra su propio proyecto.
Renunciar a la Diosa Razón es exponerse a caer en manos de
otros dioses menores (el dinero, el estado, el mercado, la democracia, el
trabajo, la independencia, el bienestar, la seguridad,…).
Mientras no seamos capaces, con el bisturí de la razón, de
desenmascarar y de desmantelas estos y otros ídolos, seguiremos siendo esclavos,
dispuestos a dar la vida o dejárnosla a jirones por ellos. ¡Como si ser
mártires de tales dioses no consistiera en una impostura.
Si no los sometemos y los ponemos a nuestro servicio serán
ellos los que nos comerán el coco, se instalarán en nuestra conciencia,
convivirán con nosotros y gobernarán nuestra vida, como así ha sido durante
gran parte de la historia.
¿DÉJEME EN PAZ DE FILOSOFÍAS?
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