Información no es sinónimo de conocimiento y, menos aún, de
sabiduría.
Entras en una biblioteca, entras en Internet y hay tanta
información que te abruma, te ahoga, te asfixia. Ahí está todo (o casi todo),
porque cada día hay algo más, mucho más.
Pero Información sin reflexión es algo que te resbala, algo
epidérmico, son contenidos superficiales.
Tomemos una guía telefónica y comprobaremos cuánta
Información hay. ¿Se imaginan, por un momento, a alguien aprendiéndose de
memoria dicha guía telefónica?
Imagínense que se la aprende. ¿Es, eso, conocimiento? ¿Qué
diferencia hay con un C.D.? Sólo son datos sueltos, contenido superficial. No
digo que la guía telefónica no valga para nada, no digo que salve, con ello, la
vida porque su verdugo la ha puesto en la balanza.
Puedo ir buscando el número de teléfono de un amigo o de una
ambulancia, pero puedo llegar a ellos sin tener que aprenderme la guía de
memoria, basta poner en práctica el método correcto, siguiendo el alfabeto.
Saber buscar y usar la información. No tenerla ocupando
inútilmente un espacio mental que puede ser ocupado por cosas más interesantes.
Pero, para liarlo más. Imagínense que eso que dice ser una
guía telefónica está escrito en chino o en japonés. Y yo no sé ninguna de las
dos lenguas. ¿Es Información lo que allí hay? CREO que sí, no lo SÉ. Porque
pudiera ser que un “cachondo mental” haya puesto en caracteres chinos o
japoneses cosas tales como: mdhrtefac
porgehjjudy. Hgheurta…… 7564835463829.
Información sin reflexión es algo artificial. Es como el que
repite las cosas mecánicamente, como un loro, palabras-palabras-palabras,
continentes-continentes-continentes, pero que no hay o no sabe o no percibe
contenidos, significados.
Estamos saturados de información. Como carezcamos de
estrategias intelectuales para procesar esa información, separar el grano de la
paja, lo necesario de lo contingente, lo substancial de lo accidental, dándole
un sentido en un sistema cognitivo integrado, viviremos en algo así como la
“ciberburricie”, aplastados, inútilmente, por tanta información sin sentido.
Ahora el problema, pues,
no es tanto tener información como saber prescindir de la no necesaria.
Imagínense este problema: “¿Cuántos € tiene Juanito,
teniendo en cuenta que es hijo de la
Sr ª Juliana, que vive en la calle La latina, nº 456, escalera
4ª, piso 3º, que pesa 98 Kilos, mide 1,45, tiene 43 años, está casado con
Engracia Domínguez Bilbao, de 39 años, enfermera de profesión, cuyo padre fue
Delegado Provincial de Educación en Cuenca, que quedó 3º en un concurso de
cuentos en Aravaca de la Cruz
y que sólo confiesa por Pascua florida siempre que sea D. Bonifacio de la Calle Artigas el
confesor, que iba para cura pero que colgó los hábitos por culpa de una
estudiante de Derecho que, luego, lo dejó porque se enamoró de un conductor de
autobuses…. Y sigue…… y sigue…… y sigue…. ¿Cuántos € tiene Juanito?
No lo sabemos, todo ha sido información, mucha información,
pero información inútil, todo ha sido paja. Uno no puede quedar preso en la
maraña. Hay que saber poner entre paréntesis lo no necesario, (en el problema
propuesto, todo, porque nada hay substancial para el problema propuesto).
Conocimiento es otra cosa. Es reflexión sobre información.
Tratarla, comprenderla, integrarla, sacar conclusiones.
El ejemplo que pone
Bacon es muy ilustrativo.
Hay tres tipos de hombres: el hombre-hormiga, el hombre-araña
y el hombre-abeja.
El hombre-hormiga es el que almacena y almacena, cada vez
más, hasta que llena el granero. Es el que almacena información. Es el que se
aprende cosas y más cosas de memoria. El de la lista de los reyes godos
El hombre-araña es el que sin tener en cuenta la información
exterior, todo lo saca de sí mismo, de su imaginación. Como la araña saca la
tela de sí misma, así él se lo inventa todo, cree real el producto de su
imaginación.
El hombre-abeja es el que toma del exterior información (polen), se la traga, la elabora, poniendo
algo de sí mismo y, finalmente, saca la miel (que antes no estaba) o saca la
ciencia, información tratada.
El científico parte de la experiencia, como punto de
partida, y tiene que ser la experiencia, como punto de llegada, la que confirme
o falle los resultados a los que ha llegado, darle el “visto bueno” o rechazarlo.
En medio de los puntos de partida y de llegada está la
razón, que actúa sobre la información. Es el método hipotético deductivo el
método de las ciencias experimentales. Sólo lo usa quien sabe hacerlo.
¿Qué sería de nuestra sociedad sin el conocimiento (la
ciencia) y sin su consecuencia, la
tecnología?
El Sabio busca Ser, no Tener. Ser feliz, no tener cosas.
El sabio sabe qué debe hacer, cómo debe obrar, para ser
feliz. Y, para ello, no es necesario ser científico.
El sabio “se conoce” a sí mismo, sabe cuáles son sus
necesidades, las satisface y, una vez satisfechas, es feliz.
Saber vivir es infinitamente superior a conocer cosas.
De ahí que “filo-sofía” sea “amar, desear, buscar la
sabiduría” para ser feliz.
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