Aunque diga Aristóteles que
“todo lo que el hombre hace, lo hace para ser feliz”, lo cierto es que sólo hay
un país, llamado EEUU en el que la felicidad es un derecho, sancionado por la Constitución (aunque
luego, quizá sea el país con más desigualdad. Porque una cosa es tener “derecho
a” y otra muy distinta “poder ejercer dicho derecho”.
Y nuestros pedagogos,
psicólogos, psicopedagogos,…no hacen más que recalcar que la escuela debe ser,
para el niño, un jardín por el que pasear con sus amigos, un parque en el que
divertirse, un paraíso terrestre en el que ser feliz.
Y se les infunde a los niños
la idea de que tienen que ser felices a toda costa y como para ellos “ser
felices” es, casi siempre, lo contrario o, al menos, distinto, a lo que los
padres entienden por “ser felices”, por eso, luego PASA LO QUE PASA.
Para ningún niño, a su edad,
se es feliz trabajando, esforzándose, sino jugando. Y jugando a los juegos que
ellos eligen, no a los que queremos imponerles los adultos.
El buen maestro es aquel que
es capaz de hacer que el niño vea el trabajo como un juego y juegue trabajando
y/o trabaje jugando.
Los niños viven el presente,
el futuro está muy lejos, mientras los adultos vivimos más el mañana que el
hoy, y nos adelantamos al futuro del niño, pero cargados con nuestro pasado a
cuestas. Y su futuro será distinto a lo que fue nuestro futuro, que es nuestro
presente.
Se les está imponiendo, a los
niños, como una “dictadura de la felicidad”.
Dictadura inútil, además de
perjudicial, porque no van a conseguirlo ya que la vida los irá ajustando. Y
estamos creando en ellos a candidatos a futuros trastornos psíquicos.
Porque la vida, la vida real,
no es un paseo sino una carrera de obstáculos, para lo que hay que estar
preparándose para poder superarlos.
Si felicidad es sólo fruición
de todo lo que deseamos conseguir a cualquier precio estamos condenados a una
perenne frustración e infelicidad en el 99% del tiempo.
Ya mismo comenzarán a
bombardearnos, en todos los medios de comunicación, con la campaña de Navidad
(así de rápidos son los Grandes Almacenes) y van a seguir ofreciendo
felicidades instantáneas, creándote la necesidad y, a continuación, “las cosas”
con que satisfacerla (colonias, desodorantes, juegos, tecnología,…),
consumismo.
“Sea Ud. Feliz consumiendo”.
La “felicidad” es “consumir”
(ver – desear – comprar – pagar – gastar – desaparecer) y vuelta a empezar.
Los Grandes Almacenes son los
nuevos templos laicos cuyos dioses conseguidores son los padres “paganos”.
Y los padres volverán con sus
chantajes: “si apruebas….si estudias….si te portas bien…si….si…) entonces….
Por lo que el niño no lee por
el placer de leer, ni estudia por el placer de saber,… sino que esos son los
únicos medios que conducen al fin (el móvil de última generación, el Ipad, el
Iphone…)
Los nuevos templos (más bien
catedrales, con sus nuevos dioses, sus nuevas oraciones,… el Shopping como
nuevo y único sacramento sin el que la felicidad es imposible.
Pero esas felicidades de
materiales, visibles, tienen una fecha de caducidad muy corta. Pronto
desaparecen. Y volveremos a sentirnos infelices, y volverán a crearnos
dependencia de… y necesitaremos que…
Y la rueda no para.
No se trata de beber agua al
instante, se trata de descubrir y llegar al pozo artesiano, al manantial.
Y los manantiales son
“felicidades invisibles”, que no se ven, pero que están ahí por si, en
cualquier momento, necesitamos agua.
Es que a esas edades, se es feliz viendo aquello con lo que tus padres son felices, y de paso te ayudan a ti también a serlo - juegos, diversiones, menos clases, menos obligaciones, etc. -, y con esas premisas difícilmente podrás sacar de la mente del niño su actual pensamiento de felicidad.
ResponderEliminar