lunes, 8 de septiembre de 2014

EL CONTEXTO CONDICIONA.



El contexto condiciona, pero posibilita. Se vive dentro de un ambiente como se piensa desde un contexto de verdad y la “verdad contextualizada” no es la “verdad divina, eterna, perfecta, pura,…”.

El filósofo no es una excepción, está respirando el aire cultural que sopla a su alrededor y lo envuelve. Si no lo respira se muere y si lo respira se contagia de la mayor o menor impureza del mismo. No tiene escapatoria.

El filósofo no es un pensador en una burbuja virgen sino el que piensa, como cualquier hombre, en esa atmósfera contaminada, común, y afectada por el tiempo y por el espacio.

Ni nace ni vive virgen. Viene pertrechado con los mismos esquemas mentales y la misma herencia cultural que los demás hombres y, desde su infancia es alimentado con la misma papilla cultural que todos los demás.

Pero es consciente de que tendrá que ir desnudándose, depurándose, descontaminándose, porque sabe que sus pensamientos paridos en esas circunstancias estarán tintados por el contexto mismo que lo limita pero que lo posibilita.

Es/tiene que ser un quijote voluntario que, sin tener que socorrer viudas, debe enderezar entuertos, comenzando por el suyo.

Pero está condenado a ser/es “pasión inútil sartreana”, siempre intentando desnudarse, sabiendo que no se puede estar, vivir, ni pensar desnudo.

Siempre habrá un contexto que lo envuelva, siempre llevará un ropaje que tape y disimule sus carencias.

La pretensión de descontextualizar ya es un contexto

Si la virginidad nunca ha sido superior a la maternidad (a pesar de que la Iglesia lo haya mantenido históricamente y, así, lo siga haciendo) ¿por qué el pensamiento mestizo, contextualizado, va a ser de inferior calidad que el pensamiento pretendidamente libre de gérmenes? ¿Es éste posible? ¿Sería humano?

El filósofo, como persona normal, pero consciente de su esclavitud de la sociedad ambiental y de su propia afectividad, no lo hace menos Dios, sino más hombre.

No hay persona más sabia que el que sabe que no lo es y que, nunca, podrá serlo.

Estamos condenados, desde que nacemos, a respirar el aire que nos rodea, como estamos condenados, desde que nacemos, a pensar en el contexto socio-cultural que, en suerte o en desgracia, nos ha tocado.

Descontextualiza a un pensador y sus pensamientos y estás maltratando la verdad, que siempre es histórica.
Juzga a Cervantes, a Descartes, a Newton, a…. con los esquemas mentales y culturales del siglo XXI y estarás condenado y condenando a tus seguidores a no entender nada.

El contexto condiciona, pero posibilita. Se vive dentro de un ambiente como se piensa desde un contexto de verdad y la “verdad contextualizada” no es la “verdad divina, eterna, perfecta, pura,…”.

El filósofo no es una excepción, está respirando el aire cultural que sopla a su alrededor y lo envuelve. Si no lo respira se muere y si lo respira se contagia de la mayor o menor impureza del mismo. No tiene escapatoria.

El filósofo no es un pensador en una burbuja virgen sino el que piensa, como cualquier hombre, en esa atmósfera contaminada, común, y afectada por el tiempo y por el espacio.

Ni nace ni vive virgen. Viene pertrechado con los mismos esquemas mentales y la misma herencia cultural que los demás hombres y, desde su infancia es alimentado con la misma papilla cultural que todos los demás.

Pero es consciente de que tendrá que ir desnudándose, depurándose, descontaminándose, porque sabe que sus pensamientos paridos en esas circunstancias estarán tintados por el contexto mismo que lo limita pero que lo posibilita.

Es/tiene que ser un quijote voluntario que, sin tener que socorrer viudas, debe enderezar entuertos, comenzando por el suyo.

Pero está condenado a ser/es “pasión inútil sartreana”, siempre intentando desnudarse, sabiendo que no se puede estar, vivir, ni pensar desnudo.

Siempre habrá un contexto que lo envuelva, siempre llevará un ropaje que tape y disimule sus carencias.

La pretensión de descontextualizar ya es un contexto

Si la virginidad nunca ha sido superior a la maternidad (a pesar de que la Iglesia lo haya mantenido históricamente y, así, lo siga haciendo) ¿por qué el pensamiento mestizo, contextualizado, va a ser de inferior calidad que el pensamiento pretendidamente libre de gérmenes? ¿Es éste posible? ¿Sería humano?

El filósofo, como persona normal, pero consciente de su esclavitud de la sociedad ambiental y de su propia afectividad, no lo hace menos Dios, sino más hombre.

No hay persona más sabia que el que sabe que no lo es y que, nunca, podrá serlo.

Estamos condenados, desde que nacemos, a respirar el aire que nos rodea, como estamos condenados, desde que nacemos, a pensar en el contexto socio-cultural que, en suerte o en desgracia, nos ha tocado.

Descontextualiza a un pensador y sus pensamientos y estás maltratando la verdad, que siempre es histórica.

Juzga a Cervantes, a Descartes, a Newton, a…. con los esquemas mentales y culturales del siglo XXI y estarás condenado y condenando a tus seguidores a no entender nada.

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