Nos controlan, constantemente, a todos, dos vigilantes.
Nuestra conducta viene siendo inspeccionada, constantemente, por un control interior (nuestra conciencia moral) que te habla diciendo:”debes hacer/no hacer eso que estás pensando”, y luego te felicita, con la tranquilidad de conciencia, o te lo reprocha, con el remordimiento de conciencia y por un control exterior que te dice: “debes/no debes hacer eso” y, si no, atente a las consecuencias (económicas, sociales, políticas, penales…) o a no molestarte.
La ilusión de todo gobernante, civil o religioso, es que el control externo lo interioricemos, lo hagamos nuestro y, así, nosotros, solitos, actuaremos como ellos quieren que obremos.
Para que la convivencia (clima ideal humano) funcione, la sociedad impone ciertas normas de comportamiento, si las interiorizamos estaremos insuflando aire puro y todos, yo incluido, nos lo aprobarán, nos felicitarán, de lo contrario…
Ya la Biblia decía: “Ay, de los solitarios”, porque es un obstáculo a su crecimiento.
J.A. Marina lanza la tesis de: “No es el hombre quien ha creado la moral, es la sociedad la que ha creado al hombre”.
Una vez más aparecen las dos Inteligencias, la Social y la Individual. Y en medio, la Educación, el Aprendizaje.
¿Lo manda Dios, la Sociedad, el individuo?. Siempre hay que partir, para una correcta explicación, desde el principio, de la Sociedad. Sin ella ni habría ontológicamente individuo, ni epistemológicamente Dios.
Primero fue la Heteronomía Social, de aquí a la Autonomía Individual, para todos y, de ésta, a la Teología divina, para los creyentes.
La conciencia individual exhala sentimientos, de satisfacción o de vergüenza, de remordimiento (de conciencia) o de tranquilidad (de conciencia), de indignación, de…
Estos sentimientos han sido aceleradores o frenos, aunque siempre suaves, a nuestras acciones, que te impulsaban a… o te cohibían de…
Pero este mundo de los sentimientos, o ya no cotiza en bolsa o cotiza a la baja. Ya casi todo nos da igual. Y solemos mirar para otro lado. Ya sólo nos reprime la coacción penal (la multa, la pena, la cárcel…).
Cuando estos dos mundos, el emocional-sentimental, individual, y el normativo-externo, social, van de la mano, se incrementa el capital social. Si no, la sociedad va degradándose.
Observad la mente en ciernes, inmadurez total, de un bebé y observad la vuestra/nuestra, la de una persona madura, adulta.
Entre ambas sólo media la educación. Cuyas cuatro patas (como he dicho en otros lugares) son: los padres/la familia, el maestro/profesor/la escuela, el grupo de pares/los amigos y los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, Internet, redes sociales,…)
Si hay descoordinación entre ellas, peor para la estructuración personal del individuo.
De la Inteligencia pleistocénica del niño a la del hombre actual se llega a través de la cultura.
El recorrido que la humanidad ha hecho en millones de años lo recorremos, con el niño, en unos años.
De ahí la fragilidad en el salto y las posibles vueltas atrás (guerras, barbarie, caza,…).
Ya no sólo es que “la ontogenia recapitula la filogenia” (a nivel biológico-animal), sino que la mente primitiva se muta en actual a través de la cultura, concentración de soluciones positivas, para no tener que recorrer el calvario de los errores cometidos durante miles/millones de años.
Eso es la cultura, un concentrado de soluciones a poner en practica y que posibilita nuevas soluciones.
Es, la cultura, ese combustible que, viniendo de fuera, pero internalizándolo, te impulsa a seguir por la senda segura.
Es toda una ventaja, pero sabiendo que, en cualquier momento, la marcha puede pararse, incluso retroceder, por no haber sido capaz de asimilarlo, de digerirlo.
“Somos una especie no fijada” –Nietzsche dixit- al ser seres híbridos de biología y cultura.
Somos “una especie no terminada”, pero sin camino trazado.
Primero fue la Religión la que medió en nuestra humanización.
Luego el iusnaturalismo, la naturaleza humana, que exige derechos y deberes para desarrollarse, para desenrollarse.
Hoy son los Derechos Humanos los que nos guían en esta peregrinación hacia una mayor y mejor humanidad.
Pero los Derechos Humanos son un ideal a conseguir, son una ficción necesaria, no es una práctica habitual y diaria, mundialmente conseguida.
Los Derechos Humanos, la lucha por su imposición, en todo el mundo, es un capital social.
Debemos estar de acuerdo con el filósofo ético que sentencia: “No existen Derechos Humanos, como no existen las brujas ni los unicornios”.
Y es verdad.
La diferencia es que mientras los Derechos Humanos son un proyecto a convertirse en realidad, y que sería bueno que así fuera, que es una buena herramienta social para la humanización de la humanidad, las brujas y los unicornios, NO.
Los Derechos Humanos son una creación de la Inteligencia Social, pero que las otras Inteligencias (Individual, Tribal, Étnica…) pueden impedir su realización por una inadecuada interpretación.
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