Hasta el Concilio Vaticano II no era posible un fundamentalismo religioso, católico, porque entre el Libro Sagrado y los fieles se interponía la cúspide de la jerarquía eclesiástica, encargada de interpretar la palabra de Dios, nunca en contacto directo con los creyentes en ella.
El Papa era el filtro de Dios.
En el siglo XIX, el modernismo (Véase otra reflexión en mi blog) es percibido por la iglesia como un enemigo de la religión, por lo que hay que condenarlo y rechazarlo por ser, estructuralmente, ateo y anticlerical.
Así surge el integrismo católico, como un proyecto de refundar la sociedad sobre bases católicas, siendo la doctrina social de la iglesia la nueva savia de esa nueva sociedad.
Este integrismo aparece como una mediación cultural y política entre la revelación religiosa y sus aplicaciones históricas y sociales, garantizada por la autoridad carismática del papa.
El fundamentalismo es otra cosa. Es cuando son los líderes carismáticos (y no sólo el papa) los que interrogan el texto sagrado, reinterpretándolo y, remitiéndose a él, reescribiendo las reglas fundamentales del juego social y político.
El Concilio Vaticano II cierra el integrismo, reconoce autonomía a esferas de la vida social y política y le asigna un papel al laicado.
Se puede acudir al texto sagrado y preguntarle, sacerdotes y laicos. Lo fundamental, lo central, es el texto, no el papa, intermediario, intérprete y filtro.
Surgen, pues, movimientos y grupos de católicos, inconcebibles antes del Concilio, y que reivindican autonomía de pensamiento y de acción.
Incluso hay un acercamiento, por parte de la iglesia, al espíritu del mundo moderno, como cuando se acepta la superioridad del sistema democrático o la filosofía de los derechos humanos.
No es de extrañar que, en el seno mismo de la iglesia, surjan los dos movimientos opuestos: 1.- Los nostálgicos del integrismo, los reivindicadores de la tradición, que la priorizan sobre el texto sagrado, y que se escandalizan de la bajada de pantalones de la Iglesia (es, por ejemplo, la postura de Lefebvre, con su Sociedad de San Pío X, sus muchos sacerdotes, sus seminarios, con presencia en 23 países) y 2.- Los avanzados, que interpretan la reconversión, basándose en la biblia, y casi secularizándose (“la teología de la liberación” (inconcebible sin el Concilio), con la prioridad de gritar contra la injusticia de la sociedad capitalista y poniéndose al lado de los hambrientos, de los pobres, de los perseguidos,… de los “bienaventurados” evangélicos que son los “malaventurados” terrenales).
La “palabra de Dios” prevalece sobre la “palabra de la autoridad eclesiástica”, y se involucran en la lucha social y política (los curas guerrilleros y curas obreros), cuestionando el papel religioso de la Iglesia, incluso, cuestionando el poder mismo de la Iglesia, cómplice de dictaduras y dictadores.
Otros grupos surgidos, tras el Concilio, excluyen su intromisión en el campo político, por ejemplo los Neocatecumenales (los Kikos), del madrileño Kiko Argüello y su entusiasta voluntariado social en las “villas miseria” de la periferia madrileña, ayudándoles materialmente y acercándoles la renovada, la redescubierta, la nueva, palabra de Dios.
Desde Madrid a Roma y a todo el mundo (más de 50 países), creándose nuevas Comunidades Neocatecumenales.
Su mensaje es: “llevar a la práctica, traducir en la vida lo que, teóricamente, se lee y se descubre en la Palabra de Dios”, “la palabra hecha vida”. Pero no sólo a nivel individual o familiar, sino a nivel comunitario. Es despertar el sentido de la fraternidad desde la conversión o “reconversión” religiosa. Nada que ver con el frío ritual religioso, insignificativo, en la parroquia.
Esta lectura fundamentalista de la Biblia no se manifiesta en un interés por la política sino en la reconstrucción de una microsociedad, empapada en valores religiosos y opuesta a la sociedad del consumismo, de la secularización, de la indiferencia religiosa.
Por eso, el precepto bíblico “creced y multiplicaos”, “sin poner límites a la providencia”, es tomado al pie de la letra, y las familias numerosas abundan en ellos.
Se consideran el pelotón destacado y elegido, llamado a refundar las bases de una futura iglesia, y no la agotada y debilitada Iglesia actual.
Uno de estos movimientos neocatecumenales, con mucha fuerza, fue, el italiano, Comunión y Liberación, movimiento contra la modernidad, haciendo una llamada a los católicos a despertar el orgullo religioso, en medio de la sociedad civil, creando escuelas confesionales, empresas económicas inspiradas en la doctrina social de la Iglesia, estando presente en los medios de comunicación de masas, creando editoriales católicas, llegando al centro del Partido Democracia Cristiana para neutralizar, desde dentro, las tendencias secularizadoras presentes en la sociedad.
Aunque más que basarse en el texto sagrado, lo que lo convertiría en “fundamentalista”, se basaba en las palabras y sermones de su fundador y líder carismático Luigi Güisani.
Era un grupo de presión religioso y político, que, como otros, actualmente, se encontraba detrás de la “defensa de la vida” (antiaborto), “no al matrimonio homosexual”, “defensa de la familia en la educación de los hijos”, “financiación pública de sus escuelas confesionales”, al desarrollar un servicio público, “contra el laicismo”…..
Otros movimientos fundamentalistas, además de los Kikos y de Comunión y Liberación, son: La comunidad de San Egidio (de Andrea Ricardi), que, si mal no recuerdo, se ofreció al gobierno de Felipe González para mediar con ETA, en las conversaciones de Argel. Renovación Carismática (de Manuel Carracedo), Acción Católica (de Francisco Ayuga), Asociación Católica de Propagandistas (de Alfredo Daquino), el Movimiento Focolar (de Chiara Lubich), el Foro Español de la Familia (de Benigno Blanco), Mensajeros de la Paz (del Padre Ángel).
Casi todos ellos son los que nutren las multitudes asistentes a las manifestaciones cuando el Papa peregrina a un país, para hablar de “la Juventud”, de “la familia”, de “la presencia de la religión en la escuela”,…
El movimiento más fuerte del integrismo católico es el Opus Dei, junto a Los Legionarios de Cristo, del Padre Maciel, de tan triste memoria tras haber salido a la luz su pederastia continuada.
En estos dos es en los que se ha apoyado (¿sigue apoyándose?) el Vaticano.
El post me parece muy bueno, yo soy Católica pero hay cosas de la iglesia Católica que me echan para atrás. Por ejemplo cuando vino el Papa a Madrid me gustó su mensaje, el ambiente, los peregrinos y la acogida por parte de muchas familias, me sentí con una fe renovada....., pero cuando el Papa se fue, en Cibeles organizaron junto con el Cardenal Rouco algo que no me gustó y me causó un rechazo interno y fue la participación de los kikos llamando a la gente para que se hiciesen sacerdotes o religiosas, me pareció como un teatro, o como una captación de personas, tipo secta. Cuando lo hablé con algunas personas me decían ! el Papa aprueba a los kikos!, no te debe de causar ese rechazo, pero internamente me lo causa.
ResponderEliminarTambién veo mal que dentro del matrimonio no podamos usar por ejemplo preservativo porque es pecado (el sacerdote de mi parroquia me dijo que es pecado), y me dijo que el método de la temperatura basal es la única permitida por la iglesia Católica. A mí me causa rechazo que me digan esto porque ese método hace que solo puedas tener relaciones sexuales con tu marido unos días al mes determinados es un método antiguo y que a mi parecer tiene muchos fallos. Yo no quiero tener más hijos.
También me causa rechazo cuando algunos sacerdotes trasmiten a los jóvenes que masturbarse es un pecado, porque yo no lo creo. Yo quiero seguir a Cristo, creo que hay que seguirlo en comunidad y creo que el Papa es el sucesor de Pedro en la tierra y soy Católica practicante pero no me entra en la cabeza la opinión que tienen sobre el sexo. Yo cuando confieso, confieso lo que yo considero pecado, no lo que lo consideran ellos, esto me está causando mucha confusión, culpa cuando comulgo, confusión que me atormenta..., yo que se... ¿usted qué opina sobre mi forma de pensar?
Ana Rosa.
Es justamente lo que hacemos la inmensa mayoría de los creyentes, Desde el Cocilio Vaticano II, lo que prima es la conciencia. Hay un mensaje FUNDAMENTAL que recoge muy bien el evangelio en lo que se refiere a lo que Jesús nos pide para ser seguidores suyos. Lo demás es la tradición de la iglesia y su interpretación del mensaje de Jesús. Yo no pondría en duda su tradición si a lo largo de la historia no hubiera sido tan antievangélica. ¡La historia es la historia! Y esta nos enseña que los que la han dirigido no siempre ha sido un modelos de virtud. Nada malo hay en la masturbación, como nada malo hay en la utilización de los anticonceptivos: Jesús no nos llamó al sufrimiento, sino a la caridad y hacia la felicidad.
EliminarAna Rosa, una cosa es el Jesús Histórico y otra cosa es el Jesús de la fe (Cristo). Una cosa es el Cristianismo y otra muy distinta es La Jerarquía Eclesiástica.
ResponderEliminarConfundir a ésta con el Cristianismo es uno de los grandes errores.
Vive tu sexualidad a tope con tu marido o compañero.
¿Cómo puede ser pecado el placer de dos personas que se quieren y que no quieren tener más hijos, pero que quieren seguir disfrutando del sexo?.
Si Cristo volviera y fuera al Vaticano... ¿recuerdas la escena de Jesús en el templo?.
Pues algo así.
Un saludo.
Tomás
Este post es antiguo pero me lo acabo de encontrar buscando información al respecto por la red Yo creo que cada cual tiene que actuar según su conciencia, mientras eso no perjudique a los demás. Es absurdo y dañino sentirse culpable cuando uno no ve la culpa por ninguna parte. Creo que la religión católica no es la verdadera, como ninguna de las otras: son vías de intentar ser mejores, pero que algunos (demasiados) llevan al extremo y las convierten en asfixiantes porque todo son preceptos y pecados. Hay que vivir con más naturalidad y tranquilidad, sin angustia.
ResponderEliminarMe he criado con una madre para la que todo lo que dice la jerarquía de la Iglesia es "palabra de Dios", por aquello de la infalibilidad, y eso está por encima de las personas, de los afectos, de las leyes humanas y de lo que se tercie. He tardado muchos años en darme cuenta de que no hay nada que hacer ni forma de cambiar su forma de pensar: está bien entrenada (programada) desde su juventud. Para mí es un ejemplo del daño que puede hacer la religión mal entendida. Así las cosas, prefiero a muchos ateos sensatos.
Sin embargo, ámala con locura. No tuvo otras fuentes de información crítica.
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