jueves, 20 de enero de 2011

OCCIDENTE Y EL ISLAM

Cuando leo y oigo, a tanta gente “culta” lo mucho que la cultura occidental-española-andaluza le debe al Islam, me cabreo.
Cuando repaso la trayectoria personal-cultural del “Padre de la patria andaluza”, Blas infante, me cabreo, ante tanto “pelota” que no sabe o no quiere saber, nada, de la conversión de Blas Infante al islamismo y cómo el lema del escudo andaluz refleja el ideal islámico o islamista.
Cuando leo que el gran Santo Tomás de Aquino tomó, del filósofo Averroes, la doctrina aristotélica, me cabreo aun más.
Hay una marea de un multiculturalismo rampante que prende en las mente de tanto ignaro.
Hay tantas mitificaciones, ajenas a la racionalidad científica, que tomamos la creencia como ciencia.
“Creemos que algo es así” y damos el insensato salto de, sin contrastarlo siquiera, afirmar que “eso es así”.

Hace no tanto tiempo reflexionaba (yo) sobre el jamón y la panceta, sobre el vino, sobre la jarana de tanta romería y tanta feria “festiva”, sobre la igualdad de mujeres y varones, sobre la concepción del sexo como comunicación y placer, y no sólo como reproducción, la consideración, cada vez mayor, del matrimonio como un contrato entre dos personas mayores de edad, más que como un sacramento religioso, la concepción laica y lúdica de la vida, el placer de exhibir el cuerpo, el placer de tenderlo en la playa y en el agua, el ámbito de la vida privada como lugar para la creencia y la vivencia religiosa, las procesiones semanasanteras como fenómenos sociales, festivos, artísticos, musicales, ornamentales,…. más que como un fenómeno religioso.
¿Qué mérito puede tener el dolor?. ¿Cómo puede ensalzarse la pasión?.

¿Dónde hay rastro de la influencia musulmana en todo esto y más?

En la Edad Media el Islam no se helenizó; del mismo modo que Occidente no se islamizó. Y la fuente del agua clara, racional, es helena, no para repetirla, sino para superarla, pero ahí está la fuente.

El gran Santo Tomás no sabía griego y tuvo que recurrir a un compañero/hermano de la orden dominicana, Guillermo de Moërbecke, para que le tradujera a Aristóteles, a fin de poder conocerlo y, si era “aprovechable”, asimilarlo, hacerlo propio y ponerlo al servicio de la religión y de la teología cristiana.
Pero es que los filósofos islámicos Alfarabi, Avicena y Averroes tampoco sabían o no dominaban el griego, y tuvieron que utilizar traducciones de Aristóteles vertidas del griego al siríaco.

La lengua árabe, al contrario que la griega, carecía del aparato conceptual y lingüístico necesario para poder verter en ella, fielmente, el contenido de la sabiduría griega.

Hay lenguas que usan, sobre todo, el verbo, mientras que el griego usa sobre todo el substantivo (“la substancia”), mientras que el verbo, tanto en “activa” como en “pasiva”, son accidentes de la “substancia”.

En la proposición “Pedro mata” o Pedro “es matado”, “matar” y “ser matado” son accidentes que se predican, que se dicen, de “Pedro”, el “sujeto”, la “substancia”, el “substantivo”.
“Pedro” puede existir sin “matar” ni “ser matado”. Lo contrario no.

La lengua árabe no es la lengua griega.

Es más. El Oriente musulmán se lo debe, prácticamente todo, al Oriente, tanto al cercano Oriente cristiano como al más lejano Oriente indio.

Occidente es el resultado de la Sabiduría griega, de la Tradición y Religión judeo-cristiana y de la Razón Ilustrada.

¡A ver si nos vamos enterando¡

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