En tiempos de confusión, como los que vivimos, bien está poner un poco de orden.
Estamos asistiendo a la convivencia de personas, procedentes de varios países y con muy variadas y distintas culturas.
Las culturas son como la ropa con que nos cubrimos el cuerpo, son los esquemas mentales y axiológicos que nos van introduciendo, desde el primer momento del nacimiento y que, posteriormente, nosotros maduramos, incrementamos, cambiamos,… pero “la ropa sigue puesta”, aunque podamos modificarla, estirarla, encogerla,…
Cambiar de ropa, no es imposible, pero es difícil, muy difícil.
Aristóteles decía que los hábitos adquiridos formaban “como una segunda naturaleza”.
Está de moda la afirmación de que “todas las culturas valen”, y es verdad, “todas valen”, pero “no todas valen igual”.
Los “pedagogistas buenistas” creen en el contagio de la inteligencia, por lo tanto, si estudian juntos los más inteligentes y los menos inteligentes, éstos se desarrollarán más rápidamente.
El “efecto contagio” puede entenderse en una doble dirección, que se contagien los peores de los mejores (¡bendito y bienvenido sea el contagio¡) o que los mejores se contagien de los peores (y ya no es tan bendito ni tan bienvenido).
Lo cierto es que en las aulas, los menos inteligentes “frenan” el desarrollo de la clase y contagian tanto su no querer, como su no poder, como su no interés. No “aceleran”, sino que “frenan” la excelencia, tanto la intelectual como la moral o de comportamiento.
Cuando la edad prima sobre la madurez mental los alumnos, normalmente, quedan contaminados negativamente. Todos pierden y nadie gana. Es la puesta en práctica del “dogma del igualitarismo”, “a igual edad, igual madurez y capacidad”. Y no es verdad.
Estos “pedagogistas buenistas” son los impulsores de que es la escuela la que tiene que adaptarse al alumno, cuando tiene que ser al revés, ya que la escuela no sólo tiene en cuenta la sociedad del momento, sino la sociedad del mañana, por la que se debe luchar y a la que hay que tender.
Estos “pedagogistas buenistas” son los que desculpabilizan la ignorancia, por lo que el ignorante, al no sentirse culpable, seguirá en su ignorancia o no estará motivado para salir de ella.
En nuestras aulas, por la presencia de personas venidas de otros lugares y otras culturas, están mezclados los niños. Pero es la Enseñanza Pública la que sostiene la mayor carga de niños hijos de emigrantes (la privada, incluso la concertada, si pueden se evitan el problema). Distintas razas, lenguas, religiones,…
Estos “pedagogistas buenistas” son los que abogan por el “multiculturalismo” y por el “interculturalismo”.
Aclarémosnos.
1.- Multiculturalismo.
Es un puzzle de culturas variopintas, de visiones, a veces, contradictorias, y que sostiene que todas las culturas son igualmente valiosas.
En este nivel multicultural deben protegerse y valorarse aquellas creaciones culturales que se mueven dentro del campo ético.
No todo vale, ni siquiera la tradición tiene que valer.
Si así fuera, como la mujer siempre ha sido inferior al varón… como el varón, impunemente, podía maltratar a la mujer….como la separación y el divorcio era un estigma de por vida para la mujer…como la iglesia siempre ha ido de la mano del estado….¿debemos seguir manteniendo e impulsando estos valores tradicionales?.
Hay valores culturales que, en realidad, son “disvalores”.
Como hay ideas intolerables que no pueden ni deben ser toleradas (y está en las mentes de todos a lo que estoy refiriéndome), sean de dentro de la cultura propia o de otras culturas.
“No todo vale” y, más aún, “no todo vale igual”.
“Respeto” a las personas, siempre y a todas. “Tolerancia” de las ideas, ni siempre ni a todas.
En el mercadillo del multiculturalismo hay mucha morralla, junto a cosas de valor.
2.- Interculturalismo.
El interculturalismo es, más que un contenido, un método lógico, es un diálogo entre culturas.
Si ese diálogo se mantuviera en “terreno de nadie” y no en campo propio desde el que se ve lo otro, y estuviera traspasado, únicamente, por la razón, obviando la tradición, se produciría una polinización, siempre deseable y fructífera. Se daría una contaminación de lo excelente.
En este nivel intercultural se produciría un mestizaje de culturas, siempre positivo.
3.- Transculturalismo o Supraculturalismo.
Este nivel cultural está habitado por las Verdades Científicas, por los Poderes Tecnológicos y por los Valores Éticos.
a.-La ciencia debe imponerse a la tradición. La verdad del genoma debe imponerse a la opinión del brujo de la tribu. El sol como estrella debe imponerse a la visión religiosa de un dios sol. La transfusión de sangre, compatible, entre personas, nada tiene que ver con el alma. El cerebro es el nudo de comunicaciones del ser humano y el encefalograma plano, la muerte cerebral, es la muerte de la persona…..
Las Verdades Científicas no son negociables. Toda cultura, digna de tal nombre, debe admitirlas y aceptarlas porque ellas representan las mejores aproximaciones a la realidad.
b.- El tractor debe obligar a esconder la azada, como la grúa a la polea o garrucha, como la cirugía a la intervención del curandero. El automóvil y el avión deben desplazar a la caminata entre lugares apartados. La luz eléctrica debe sustituir al candil. La lavadora, el frigorífico, la placa de cocina, los móviles…. Y las 20.000 cosas más, que estás pensando, deben imponerse a la manera de actuar del pasado.
La tecnología no es negociable.
c.- La libertad como valor fundamental. La responsabilidad, como consecuencia de la libertad. La igualdad de todas las personas, independientemente de su raza, sexo, religión, lugar de nacimiento, …
Los Derechos Humanos no son negociables. Deben imponerse en todas las sociedades y todas las culturas deben hacerlos suyos.
Esto es lo que siempre he defendido y, mientras nadie false mis tesis, seguiré defendiéndolas.
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