Me han llegado, varios correos, con el mismo contenido, el pensamiento de A. Rogers (y, en todos, con la fecha de 1.931) que termina afirmando que “….eso es el fin de cualquier nación. No se puede multiplicar la riqueza de un país, dividiéndola”.
Todos los comentarios que he leído son alabanzas de la verdad y de la realidad de dicho pensamiento.
Teniendo en cuenta que Adrian Rogers no es un economista, sino un pastor religioso, bautista, convincente predicador,… me extrañaba que, siendo norteamericano y teniendo tan reciente el desplome de la bolsa neoyorquina (1.929), con las consecuencias económicas que produjo, me extrañaba (digo) ese pensamiento en fechas tan cercanas.
Resulta que la fecha de 1.931 es la fecha de su nacimiento, muy distinta y distante de la de su muerte (2.005).
El pensamiento, conciso y claro, es de 1.996. Aquí ya sí me encaja todo.
Pero Adrian Rogers es un conservador que afirma la necesidad de que los cristianos se involucren en los gobiernos de sus países, de tal modo que considera un pecado mortal el no votar.
El mensaje es equívoco, porque lo que en realidad afirma es que como los “pobres parados”, no pueden producir riqueza, tendrá que cometerse la injusticia de tener que quitársela a los ricos, que ni son pobres ni están parados.
Todo se ve más claro cuando se distingue la “emergencia”, transitoria, de la “normalidad”, pertinaz.
La “emergencia”, puntual (una riada, una ola de calor,…) debe ser atendida y solucionada, de manera inmediata. Lo malo es cuando el sistema en el que eso ocurre lo normal es que “esté instalada, permanentemente, la emergencia”.
Si una emergencia se prolonga demasiado en el tiempo y en la intensidad, algo está fallando y no funciona.
Y esto es lo que está ocurriendo, a nivel mundial.
La emergencia de tener que comer, a diario, sin disponer de qué llevarse a la boca, deviene en la necesidad de tener que agarrarse a la teta de papá-estado, que no puede/ni debe dejarte morir.
Pero la teta tiene unos límites. Pasados éstos hay que masticar y, para ello, ya hay que trabajar.
No se debe confundir la “solución transitoria” (obligada) con la “solución definitiva” (deseada y aspirada).
Ningún país tiene riqueza en stock que repartir. La riqueza se incrementa a diario, creándola, o se la disminuye, destruyéndola.
Marx proclamaba que era el “capital variable” (la mano de obra) la que producía e incrementaba el valor (plusvalía) al convertir el capital constante en productos para el mercado.
Pero la crisis económica y laboral se nos ha quedado, instalada, a vivir entre nosotros y nos sentimos incapaces de echarla de la casa, con la creación de empleo, que es el que produce la creación de riqueza.
Nadie está convencido de que “no tiene que trabajar”. La realidad es que está, por desgracia, convencido de que “no puede trabajar”
Las preguntas, reales, y las respuestas, teóricas, serían:
P.- ¿cómo podemos ayudar/qué podemos hacer para incrementar la riqueza?.
R.- Creando empleo.
P.-¿Y cómo se hace eso?
R.- Dando confianza a los mercados financieros.
P.- ¿Luego la crisis económica, que nos tiene cogidos por los h… se reduce a una crisis de confianza?
R.- Sí.
P.- ¿Luego la Economía depende de la Psicología?.
R. Sí
¡¡¡¡¡Quién lo diría!!!!!!
En el año 2009, en un artículo publicado en mi blog, hablaba precisamente de eso. De que estabamos ante una crisis de confianza. Pero lo peor es que hemos llegado a esa crisis porque "alguien" se ha empeñado en que esa misma gente que ahora ve sus miserias (y pierde la esperanza de quitarserlas de encima) en un tiempo pasado se le ha hecho ver que era imposible llegar a verse en esas circunstancias porque tenía tanta riqueza ante sí, y contaba con tantas posibilidades de conseguirla, que cuando ha descubierto la verdad, ha despertado de ese alucinamiento, ha visto que ya no es posible crear esa riqueza necesaria para crear empleo (a corto plazo)y que los mismos que debían crearla (y que antes incitaban a gastarla) ahora han desaparecido. Que la "solución definitiva" no solo es inviable, sino que la "transitoria" también es costosa de recuperar.
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