En democracia tenemos la obligación, legal y moral, de cumplir las leyes que nosotros mismos nos hemos dado y estamos dándonos, a través de nuestros representantes, legítimamente elegidos, y que componen el poder legislativo que es, entre los tres Poderes del Estado, el primero y principal.
Porque el Poder Ejecutivo tendrá que aplicar, poner en práctica y cumplir, las leyes del Poder Legislativo, le guste o no.
Y el Poder Judicial, libre e independiente, tendrá que juzgar, si se han cumplido o no, las leyes del Poder Legislativo, le gusten las leyes o no.
Luego podríamos discutir si la forma de elegir a los parlamentarios en el Congreso es o no es la mejor y que deberían ser listas abiertas y no cerradas….
O podríamos discutir cómo se elige a los miembros del máximo organismo del Poder Judicial.
O podremos discutir si el partido político ganador ha nombrado, para ocupar los puestos claves, a los mejores ministros o no.
Pero, mientras tanto, “hay que cumplir las leyes”, nos gusten o no nos gusten.
En democracia no se habla de “gustos” sino de “legalidad”.
Como me gustan estas leyes….entonces sí, pero como estas otras no me gustan…entonces no.
Cumplirlas.
Y recordemos que las leyes pueden ser obligatorias (para todos), prohibitivas (para todos) o permisivas (para quienes quieran).
Luego, a posteriori, si no nos gustan podemos intentar cambiarlas, anularlas, modificarlas,… pero, siempre, por vía legal, como ellas fueron promulgadas, legalmente, nunca por la fuerza.
Igual que hicieron ésas y así, pueden deshacerse o hacerse de otra manera.
El partido ganador (o la mayoría parlamentaria) encargado/a de gobernar sabe que debe legislar, no sólo para los que lo han votado, también para los que votaron a otro partido, para los que no votaron, para los que votaron en blanco, para lo que se abstuvieron y para los que pintaron en la papeleta a Alicia en el país de las maravillas y su voto fue nulo.
En democracia, el gobierno debe legislar en vistas al bien común y para todos los ciudadanos. Nunca privilegiando a un grupo, a una comunidad, a una ideología,… Para TODOS.
Si creemos que no lo hace así, ya sabemos lo que tenemos que hacer en las próximas elecciones, mandarlos a la oposición.
Y si crees que la oposición va a ser peor que el gobierno, debes actuar en consecuencia.
La democracia es un sistema de gobierno que nos hemos dado y que hemos considerado el mejor modo de convivir o, al menos, el menos malo.
Eso sí, cualquier sistema de gobierno (y la democracia también) es “manifiestamente mejorable”.
Pero mientras se mejora o no, no podemos actuar según el “sabor” de las leyes.
Las “leyes” y los “sabores” habitan en mundos distintos, pertenecen a categorías distintas.
Las leyes no son ni sabrosas ni amargas, son órdenes a cumplir, son prohibiciones a evitar, o son permisos para actuar.
¡¡¡¡Y "san se acabó"¡¡¡¡¡
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