Aquí comenzó todo, con los
griegos.
Ellos inauguraron una forma
racional de ver el mundo y el hombre, la fisis, una visión integral del hombre
y de la naturaleza, frente a la concepción mítica, lo que se conoce,
generalmente, como el “paso o salto del “mito” al “logos”
Y ahí comenzó a fraguarse
Nietzsche, en contacto con el mundo griego.
1.- La formación del alumno
Nietzsche en la Escuela
de Pforta, responde a unas exigencias académicas (imposibles hoy) en la que el
estudio de los Griegos y de los Latinos aparece como prioritario.
Fueron 6 años en Pforta,
donde consiguió tal conocimiento y comprensión filológica que sólo faltaba
complementarlos en la
Universidad.
Sin embargo, en idiomas
modernos apenas se exigía, todo quedaba a la voluntad y al esfuerzo voluntario.
Su pasión por los griegos y
por lo griego se acrecentará con el contacto con su maestro en Leipzig, Ritschl,
posteriormente en la
Universidad de Basilea y en el Pedagógico de la misma ciudad,
proponiendo temas de autores latinos y griegos, desde Homero a Salustio, o
desde Hesíodo hasta Horacio.
Leyó con los alumnos, en el
Pedagógico, las Euménides de Esquilo, el Protágoras de Platón, el libro X de la Ilíada , el Edipo Rey de
Sófocles, la Primera
y Segunda filípica de Demóstenes, sobre retórica griega y romana.
Este interés por la antigüedad
clásica ya nunca desparecería y la citaría muy a menudo.
En Basilea participa en la
polémica generada por su libro “El nacimiento de la tragedia”, que produjo una
gran conmoción en el mundo académico, sobre todo en el mundo filológico alemán.
Uno de los ataques más
fuertes a esta obra fue la de Wilamowitz, arremetiendo contra el joven profesor
con la obra “!Filología del futuro¡ una réplica al Nacimiento de la Tragedia de F.
Nietzsche”.
“…que baje de su cátedra
donde debe enseñar ciencia; que reúna tigres y panteras a sus pies, pero no a
la juventud filológica alemana…”
Naturalmente la cosa no paró
aquí, porque respondieron a la obra de Wilamowitz el amigo de Nietzsche, Rhode,
incluso Wagner.
También el poeta Hölderlin
alababa el mundo griego.
“La grandeza de los antiguos,
como una tempestad, me hizo doblegar la cerviz, eliminó la sangre de mi
rostro…(y hacía de mí) como un abeto derribado que yace junto al arroyo y
esconde en la corriente su copa marchita”.
El Idealismo parece invadir
toda la filosofía alemana del XIX (Fichte, Schelling, Hegel) y toda la
filosofía en general.
Fue tanta la fascinación por
lo griego, y sobre todo por Platón, que hasta Alfred North Whitehead,
matemático y filósofo inglés dijo que "toda la
filosofía occidental no es más que una serie de notas a pie de
página de la filosofía platónica".
Todo el idealismo alemán
estaba obsesionado por lo griego y por los griegos, también Nietzsche, pero
éste, leyendo lo mismo, lo leía, lo interpretaba, de otra manera: “Yo fui el
primero que, para conocer el instinto helénico más antiguo, todavía rico,
incluso desbordante, tomé en serio aquel maravilloso fenómeno que lleva el
nombre de Dioniso: el cual sólo es explicable por una demasía de fuerza….juzgar
a los griegos por sus filósofos, a la manera alemana, utilizar, por ejemplo, la
mojigatería de las escuelas socráticas para explicar qué es, en el fondo
helénico…los filósofos son, en efecto, los decadentes del mundo griego, el
movimiento de oposición al gusto antiguo, aristocrático…”( “Lo que debo a los
antiguos”.
Los tres grandes faros de la
filosofía griega, Sócrates, Platón y Aristóteles, considerados el culmen de la
filosofía griega son, para Nietzsche los grandes corruptores del espíritu
griego.
Para los tres Apolo (la Razón ) no sólo ha
debilitado, sino matado y enterrado al otro dios, a Dioniso (la Vida )
Según Nietzsche la sangre que
corre por la Filosofía
griega es la lucha entre estos dos dioses, Apolo y Dioniso, el Razonar y el Vivir,
lo serio y lo festivo,…y con Sócrates y su racionalismo comienza a desvirtuarse
el espíritu griego.
La gran y auténtica Filosofía
griega es la anterior a Sócrates, la de los presocráticos (la de algunos
presocráticos, entre los que no está, ni puede estar, Parménides)
La mediocridad se ha impuesto
a la excelencia.
¿A quien se le puede ocurrir,
sino a Sócrates, preferir la muerte (la No
Vida ) por tener Razón?.
¿Subordinar la Vida (lo fundamental) a la Razón (lo accesorio?
Y todo arranca, en Nietzsche,
en Pforta, que es la que le da la clave para leer, y leer bien, a los griegos y
a los latinos.
Combinando sus estudios de la
lengua con el estudio del latín y del griego será reconocida, hasta por los
profesores, la brillantez de un joven estudiante.
Su increíble autodisciplina,
incluso superior a la de la escuela, a pesar de la enfermedad que ya empezaba a
manifestarse con los dolores de cabeza, las jaquecas, la fiebre y la gripe, que
ya no lo abandonarían a lo largo de su vida, sus lecturas no se detienen, ni
sus ejercicios, siempre con el pequeño círculo de amigos a los que se mantendrá
fiel, sobre todo a Paul Deussen y Erwin Rhode y durante su no dilatada
experiencia docente universitaria en Basilea.
Aunque, como sabemos, irá
descendiendo, cuesta abajo, hacia la soledad y la locura.
Mucho tema tanto griego como
latino.
¿Pero qué busca Nietzsche en
los antiguos?
La primera respuesta es “El
nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música”.
Lo dionisíaco en la cultura
griega (frente a lo sólo apolíneo que han visto toda la filosofía hasta su
tiempo), el simbolismo de Dionisos en la Tragedia antigua y la Música como elemento
sustancial en los trágicos.
“El decir SÍ a la vida
incluso en sus problemas más extraños y duros; la voluntad de vida,
regocijándose de su propia inagotabilidad al sacrificar a sus tipos más altos,
eso fue a lo que yo llamé “dionisíaco”, eso fue lo que yo adiviné como puente
que lleva a la psicología del poeta trágico. No para desembarazarse del espanto
y la compasión (Aristóteles), sino para, más allá del espanto y la compasión,
ser nosotros mismo el eterno placer del devenir, ese placer que incluye en sí
también el placer de destruir…”
Lo que Nietzsche estaba
buscando lo encuentra en los griegos, que justifican la visión que él tenía del
mundo: la transformación de la cultura y de la civilización, la salida del
nihilismo y el nuevo sol que ilumine un mundo sin Dios.
Ya “nada” de o anterior nos
vale porque todo había estado ligado a la presencia de Dios, que todo lo
coloreaba, pero “Dios ha muerto” y hay que salir de ese nihilismo, consecuencia
de “la muerte de Dios” y poner un nuevo sol que ilumine el nuevo panorama que
se nos presenta, “un mundo sin Dios”.
Dios, bajo distintas
advocaciones, lo había iluminado todo, pero como ese Dios ha muerto, tenemos
que seguir viviendo con otro faro que ilumine el nuevo mundo sin Dios.
Lo dionisíaco simboliza la
nueva vida que aparece.
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