¿Que el individualismo moral, no sólo está presente sino que
es el dominante en el mundo actual?, es algo incuestionable e indiscutible.
Uno se acerca a la Universidad y lo que contempla es estudiantes
(todos) con el único objetivo de conseguir un título que (creen) va a
posibilitarles y facilitarles el acceso a un puesto socialmente mejor
considerado y, por lo general, mejor retribuido (aunque, luego, no sea así).
Ese título (cree) le reportará condiciones ventajosas (y por
lo general exclusivas. Nadie que no tenga el título de Licenciado en Medicina
podrá optar al MIR y, posteriormente, a la especialización).
Desde tener un mejor expediente para conseguir ventajas,
desde obtener el título en una Universidad de renombre, hasta colmar el
currículum con Masters, dominio de idiomas, manejo de la Informática ,… y, todo
y sólo, para competir mejor y acceder a una de esas pocas plazas ofertadas.
Cuando un candidato se acerca a una entrevista para acceder
a un puesto de trabajo intenta aparentar su mejor cara y hacerse creíble.
No prima la sinceridad, sino el ventajismo.
Cuando uno se presenta a oposiciones (y el que esto escribe
se presentó, como opositor, a varias y como miembro de tribunales también
varias veces) lo que se respira en el ambiente de los opositores es, en primer
lugar, que haya pocos aspirantes, para tocar a una mayor proporción y/o que les
salga a los contrincantes alguno de esos temas endiablados que nadie querría
que le tocaran a él, que le haga, pues, mal y, así, un competidor menos.
No reina/no puede reinar la solidaridad, y menos la caridad.
Felicitar al otro porque “le ha hecho muy bien”, aunque sea
un amigo, no deja de ser un competidor y suele haber bastante hipocresía,
generalmente latente.
En caso de alternativa uno querría haber sido el otro.
Se habla de “individualismo responsable”, de “individualismo
exigente”, de “individualismo posesivo”, de “individualismo ético”,…
Pero los adjetivos son adjetivos y el substantivo es “yo,
mi, me, conmigo, para mí y, si sobra algo, para mí también”
Y cuando digo “yo”, digo “los míos” (mis hijos, mi mujer,
mis nietos, mis familiares, mis amigos,…)
Incluso en nuestra democracia, en que el poder reside en el
pueblo y los políticos son los representantes legítimos de los ciudadanos, son
individuos y practican más el individualismo propio o del partido que el de la
comunidad, el universalismo de todos, aunque no los hayan votado.
Y bajo una pátina de búsqueda y sacrificio por el Bien
Común, buscan que algo/bastante caiga y se quede en sus manos.
Pero individualismo no sólo personal o familiar, también el
individualismo autonómico, nacional, de clase, europeo, racial, incluso
individualismo específico (los lobos y las ovejas, los leones y los ciervos,
las ranas y los mosquitos, las arañas y las moscas,…)
¿Qué puede importarle a las arañas las moscas sino como
comida?
Los modelos colectivos o colectivistas, los modelos
estatales, nacionalistas,…el todo frente a los individuos, han sido
fracasos a lo largo de la Historia (con las mínimas
excepciones de colectivos muy restringidos).
El individuo narcisista, que nos cerca por todas partes, es
el que pretende satisfacer los deseos psicológicos (que son, casi, infinitos) y
no sólo sus necesidades biológicas (que son limitadas).
Y como los recursos son siempre escasos, los fastos para
unos son recortes para los demás.
Mientras las Instituciones no se nutran de Ética, no sean
Éticas (y no sólo legales) el individualismo rampante habitará entre nosotros.
Me gusta que la gente reclame sus derechos, pero me
gustaría, también, que considerara y tuviera en cuenta los derechos de los
demás.
Cuando no hay suficiente, acaparar es un pecado, pero
debería, además ser considerado delito.
¡Ojalá fuéramos capaces de practicar la sentencia agustiniana,
de hace más de 1.500 años, de “ama y, luego, haz lo que quieras” porque quien
ha optado por la actitud amorosa no necesita obligaciones impuestas, ni actúa
por temor a sanciones, porque al amar no sólo da, se da.
Por desgracia, este “Humanismo Ético” es un canto de
sirenas, que suena muy bien, pero que…
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