Recordemos el Astete.
P.: ¿El Padre
es Dios? R: Sí, Padre.
P.: ¿El Hijo
es Dios? R: Sí, Padre.
P.: ¿El
Espíritu Santo es Dios? R.: Sí, Padre.
P.: ¿Son tres
Dioses? R: No, sino un solo Dios
verdadero, como también un solo
Omnipotente, un solo Eterno y un solo Señor.
P.: ¿El Padre
es el Hijo? R:: No, Padre.
P.: ¿El
Espíritu Santo es el Padre o el Hijo? R:
No, Padre.
P.: ¿Por qué? R.: Porque
las personas son distintas, aunque es un solo Dios verdadero.
P.: Según
esto, ¿cuantas Naturalezas, Entendimientos y Voluntades hay en Dios? R: Una
sola Naturaleza, un solo Entendimiento y una sola Voluntad.
P.: ¿Y cuantas
personas? R: Tres distintas, que son: Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
El
Trinitarismo nada tiene que ver con el Judaísmo y mucho con Egipto.
De las tres
Religiones del Libro, dos de ellas son monoteístas, la otra es trinitaria
(todos sabemos a cuales estoy refiriéndome)
En otros
lugares he dejado escrito que una (si no la principal) causa de la invasión árabe en España, el 711, fue luchar
contra la herejía cristiana de “los tres dioses”.
Quizá Mahoma
no hubiera predicado una nueva religión si no hubiera sido porque el
cristianismo no era monoteísta.
El
cristianismo, por su parte, creyó que el Islam
era una herejía más del cristianismo, análoga a la de Arrio.
El
Trinitarismo viene de Oriente, tanto del simbolismo ternario hindú (Shiva,
Vishnu y Brahma) como de Hermes Trismegisto (“el tres veces grande”, personaje
mitológico, síntesis del dios egipcio Tot y del dios griego Hermes) (Escritos
herméticos, en la
Literatura ocultista).
En la Biblia Cristiana la única
referencia a la Trinidad
aparece en la 1ª Epístola de San Juan, versículo 7: “Tres son los que dan
testimonio (de Cristo) en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo.
En 1.806,
Miguel Servet sería llevado a la hoguera al desmentir que ese versículo no
figuraba en ninguno de los manuscritos griegos
anteriores al siglo IV.
Se trataba/se
trata de interpolaciones, datadas en el siglo IV, y seguramente por el español
Prisciliano.
El 13 de Enero
de 1.897, el Índice, con la venia del papa León XIII (que se las daba de
“intelectual”) prohibió poner en duda la autenticidad de dicho versículo.
Tenemos, pues,
así el Dogma de la Santísima Trinidad ,
cuya creencia será obligatoria para no tener que pagar peaje de entrada y pasar
la aduana que desemboca en el cielo eterno.
¡Hay que ver
las argucias, piruetas lingüísticas, sofismas, laberintos mentales, coartadas
filosóficas, regates dialécticos,..¡, para defender el dogma.
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