jueves, 4 de febrero de 2010

CRISIS DE VALORES (2)

Es un tópico de nuestros días, "crisis de valores", y sobre todo cuando uno se refiere a la juventud.

En sí mismo el concepto "crisis" no denota ni algo negativo ni algo positivo. Una crisis puede ser beneficiosa o dañina. Lo que sí indica la crisis es que lo que antes sí valía ahora está dejando de valer, es el prólogo, puesto en marcha, de una inminente ruptura con lo que había, pero si lo que había no era bueno, entonces, !bendita crisis¡.

Hoy están en crisis los valores morales de tiempos pasados y no tan pasados. Es verdad.

Hoy las parejas conviven, sin matrimonio previo, de cualquier tipo, y tienen hijos,... Es verdad. Está en crisis el matrimonio tradicional, y sobre todo el religioso, que lo considera como un sacramento, que "imprime carácter" (¿y eso qué es') y es que está en crisis la mentalidad religiosa.

El matrimonio heterosexual, monógamo, con finalidad reproductiva, para toda la vida ("lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre") está en crisis.

Nada es indisoluble, sino totalmente disoluble, desatable por parte de los mismos que se ataron.

No tiene como finalidad primera y primaria la reproducción, sino la convivencia, el placer sexual, el compartir el espacio y el tiempo y también, si así ambos lo quieren, pueden tener hijos, los que quieran y cuando quieran, pero no siempre y aunque no quieran.

No tiene por qué ser necesariamente heterosexual, hay muchos martrimonios homosexuales, tanto entre varones como entre mujeres.

En muchas personas que viven entre nosotros, de otra religión y cultura, se da la poligamia, sin que, por eso, se caiga el cielo.

Es verdad. Están en crisis los valores tradicionales que acompañaban al matrimonio.

Los que han pisado tierra firme, durante toda la vida, sienten que se remueve el suelo que tiene bajo sus pies.

¿No vivió, predicó y propició Jesús de Nazaret una crisis de valores al proponer y darle otro sentido a la vida, alterando los valores firmemente establecidos en el pueblo judío, de tal manera que hasta su familia (la de Jesús) creía que se había vuelto loco?.


Las crisis son necesarias, porque te zarandean, para que no te duermas.


En la época moderna la revolución industrial desencadenó una crisis social y laboral, brutales, porque la máquina substituyó al trabajo manual, artesanal.

Se producía más, más de prissa, de mejor calidad, era más productivo. Y la mano de obra tuvo que adaptarse a las nuevas circunstancias.

Hoy el conocimiento tecnológico, apoyado y con base en la informática, está no necesitando tanta mano de obra, la cual tiene que desviarse a otra actividad.

La teconología actual es el fruto maduro de la ruptura con el modo de conocimiento anterior. El contable clásico ha dejado de ser necesario, sobra, los programas informáticos de contabilidad sólo exige que se le introduzcan los dato, luego, la máquina lo hace todo, ella sola.


Cambios en la forma de producir, en las relaciones humanas, en la manera de consumir. Ha entrado en crisis todo lo anterior. El individualismo está imponiéndose, aunque luego tengan que ensamblarse las partes para dar lugar al todo.

¿Quién no se acuerda de los "moqueros", que, tras sonarnos, los metíamos otra vez en el bolsillo, con la "mercancía" dentro? o con los servilleteros de colores para las servilletas de algodón, en las mesa a la hora de comer? (el mío era, era, siempre, el del color verde. Como ahora lo es el cepillo de dientes).

¿Quién emplea, hoy, moqueros, en el bolsillo y servilletas de tela, en la mesa?.

Crisis de productos, crisis de las relaciones humanas.


Crisis de los contenidos, cada vez más relativizados. Los conocimientos valen provisionalmente, hasta que dejen de valer, que es pasado mañana, superados por otros superiores.


Crisis en las instituciones socializadoras.


Los curas, los padres y la guardia civil, han dejado de tener la autoridad que, en otro tiempo, detentaban.

Las instituciones creadoras y transmisoras de valores también han entrado en crisis. Ahora los valores son otros y las fuentes de los mismos también han cambiado.


¿Y nosotros?. ¿Ya nadie se acuerda que en los años 60-70 llevábamos el pelo largo, la barba salvaje o las patillas a media cara, y los pantalones campana, y la música de Beatles o Rollings, con esos conciertos multitudinarios?.
Crisis musical, con la irrupción de música de alto voltaje e ininteligible, y que la gente madura, con Manolo Escobar y compañía de compañeros, alucinaba en colores que pudiera gustarle una cosa así a alguien, y que, sin embargo, hoy son clásicos.
Rompedores entonces, clásicos hoy.

"Crisis de la juventud" -proclamaban nuestros padres, los curas, los policías...

Pero hoy vemos a jóvenes con la cabeza rapada o con corte raro de pelo, en cresta de gallo, de varios colores, cabellera "desestructurada", con pendientes, con piercings (o como se diga) por las partes más raras del cuerpo (ombligo, lengua, cejas, clítoris, ...) o con tatuajes en la rabadilla o por cualquier parte del cuerpo, con los pantalones que se les caen, enseñando un calzoncillo de color o estampado, de Calvin Klein, que te dan ganas de....

Crisis en las modas. ¿Nos atrevemos nosotros a ir así?.


¡Y no pasa nada¡


¿Está en crisis la juventud?.

¿Y la crisis financiera, económica y, sobre todo, laboral?. ¿Qué oportunidades de trabajar tienen los más jóvenes?. Acaban las carreras, hacen másters para tener un mejor curriculum y, así, tener más oportunidades de encontrar trabajo, retrasando la incorporación al mundo laboral, y, cuando a los 28 años lo intentan, ¿está, lo que le ofrecen, en consonancia con su vocación y para lo que han estado preparándose?.


Y cuando luego, en la tele (una de las fuentes axiológicas, sino la principal) ven cómo los sinvergüenzas de turno y variados se llevan el dinero fácil, ¿nos extraña, aún, su frustración y la violencia que en ellos se genera?.

La delincuencia, el alcohol, las drogas, las bandas,... ¿qué son?.

La sociedad ha hecho de ellos meros consumidores, sin darle oportunidad a ser productores. ¿Qué podemos, pues, esperar si siempre se encuentran en el umbral de la esperanza, con el alma a la intemperie y luchando por la mínima autonomía y la supervivencia?

Pero los jóvenes no son unos extraterrestres que pululen por el aire y manchen el paisaje. Los jóvenes son "nuestros jóvenes", fruto y manifestación de "nuestra sociedad", que los ha amamantado así.

Dime cómo es "esa" sociedad y te diré cómo son "sus" jóvenes.
La competitividad social aparece como rebeldía y violencia juvenil.
La exclusión de la cadena productiva o el maltrato laboral y económico se manifiesta como frustración y desánimo.
¡El gigante leviatán Estado y Empresa contra el débil y debilitado David juvenil¡

La huida de la luz diurna, como corsé social, y la fascinación por la noche como espacio de libertad y autonomía, con esa violencia invisible contra los mayores, que no comprenden cómo puede haber placer en beber y beber, durante horas y horas, sin parar de hablar y hablar, pero hablar de nada, parloteando de todo.
Fascinación por la noche como la máscara que esconde y camufla el miedo al futuro, que siempre es futuro.

Lo lúdico y lo deportivo (incluso rompiendo papeleras y bancos municipales, con la noche como cómplice) y el alcohol como combustible.

La tolerancia como denominación del pasotismo y el relativismo como absoluto.

El sentimiento de inseguridad y, ante la dificultad de identificación, la integración en el grupo protector, como teniendo miedo de enfrentarse a sí mismo como individuo.
Triunfo de la personalidad colectiva en la que se diluye la personalidad individual, llenar el vacío con nubes, derramarse en marcas comerciales y en aparatos electrónicos como tarjetas de presentación.

Sólo los amigos lo ratifican como existente y en ellos se refugia.

La sociedad vertiginosa hace que su vida sea vista como pura provisionalidad, su futuro como una incógnita imposible de despejar ante la falta de datos, sembrando pragmatismo para recoger utilidad instantánea, conformando una personalidad inconsistente psicológicamente, un carácter débil que, ante el sacrificio y el esfuerzo, cede.

La búsqueda de gratificación inmediata, del placer sin culpa, del tiempo sin reloj.

Cuando un joven ingresa en un grupo religioso, lo hace por pertenencia, por sentirse bien, por aceptación, no por creencia.


¿Crisis de la juventud?

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