MARÍA EN LOS MUSULMANES
Pocos saben del puesto de
honor del que María goza en el Islam y en el Corán.
Por lo pronto, María es el
único nombre de mujer que aparece en el Corán, y nada menos que 35 veces,
aunque 20 de ellas por su relación con Jesús (considerado un profeta).
Se la presenta como la “madre
de Jesús” o, mejor, como “el hijo de María”
Fátima, la hija de Mahoma,
llega a decir de sí: “supero a toda mujer, excepto a María”.
Y el mismo Mahoma,
dirigiéndose a Fátima, dice: “tú serás la más bendita entre todas las mujeres,
después de María”
El Islam es una religión
hermana del judaísmo y del cristianismo (¿de una herejía cristiana?) y María
podría ser la base del diálogo interreligioso Islam-Cristianismo, siempre que
el Islam fuera respetado y no considerado como una herejía.
El auge del Islam es tal que
su crecimiento pronto llegará a alcanzar al Cristianismo (hoy la que más fieles
tiene)
He dicho muchas veces, y en
muchos lugares, que ninguna religión es verdadera, porque ninguna es falsa, ya
que las categorías de Verdad y Falsedad son ajenas a las religiones, porque los
criterios por los que se rigen son otros.
Aunque las Iglesias
Cristianas parecen estar convencidas de ser las detentadoras del monopolio de
la verdad y cuando hablan de diálogo con las demás religiones es con la
equivocada razón e insana intención de traerlas, de atraerlas, para incorporarlas
al camino verdadero, ese es su error de inicio.
Todos sabemos que uno de los
santuarios más famosos de la Virgen María
es el que lleva el nombre de la hija de Mahoma, Fátima.
Santuario de la Virgen de Fátima, con
mensajes transmitidos por la vidente Lucía, en el que se anunciaba la
conversión de la Rusia
comunista, así como terribles catástrofes para la humanidad.
Tras siglos de invasión
musulmana en la Península Ibérica ,
el último jefe musulmán tenía una hija muy bella, de nombre Fátima, como la
hija de Mahoma.
Un joven cristiano se enamoró
de ella y ella, por amor, se hizo cristiana.
Como recompensa o detalle,
por amor a Fátima, cambió el nombre de su pueblo y lo llamó “Fátima”, donde se
aparecería la Virgen María.
Lo de la “concepción virginal
y milagrosa de María”, lo relatan muy poéticamente.
Cuentan, recogido
probablemente de algún apócrifo, que Joaquín y Ana, los padres de María,
llevaban una vida tranquila en Nazaret y habían llegado a la vejez sin tener
hijos.
Una mañana, estaba Ana en su
jardín y vio que, en un árbol, un pájaro daba de comer con su pico a unas crías
en el nido.
Emocionada, la futura madre
de María sintió dentro de sí un estremecimiento maternal y el deseo de tener un
hijo que consagraría a Dios. Y, enseguida, se quedó en cinta.
No interesa al Islam si Ana
concibió o no con la ayuda de su marido.
Lo importante es que Dios
escuchó su deseo y le concedió un hijo en su vejez.
La sexualidad, esa obsesión
católica con María, es lo de menos.
El Corán dice que en ese
momento Ana dijo en oración: “Señor, yo te consagro lo que está en mi seno.
Acéptalo de mi parte. Tú eres en verdad Aquel que escucha y sabe” (Corán, 3,
34)
Igualmente milagroso y
poético es el nacimiento de Jesús
Una vez que María sintió la
presencia de su hijo en sus entrañas, se retiró a un lugar alejado. Contaba 13
años. Los dolores del parto la sorprendieron cerca de un tronco de palmera.
María se entristece, pero se
le aparece el arcángel Gabriel y la tranquiliza diciéndole que el Señor ha
hecho brotar un arroyo a sus pies. Le pide que sacuda el tronco de la palmera y
comienzan a caer de ella dátiles frescos y maduros. Y le pide que coma y beba.
Tras dar a luz a Jesús María
regresa con el niño a su casa y la gente le dice que ha hecho algo indebido:
“tu padre no era un hombre malo y tu madre no era una prostituta”, le reprochan
acusándola de haber tenido un hijo ilegítimo.
María les pide que
interroguen al niño, que les contará la verdad.
Los suyos le preguntan: ¿Cómo
vamos a pedirle que hable un niño recién nacido?
Y ahí viene el milagro: el
niño habla y dice: “Yo soy en verdad el servidor de Dios. Él me ha dado el
Libro. Él ha hecho de mí un profeta. Él me ha bendecido dondequiera que yo
esté. Él me ha prescrito la plegaria y la limosna mientras viva, así como la
bondad hacia mi madre. Él no me ha hecho ni violento ni malvado. ¡Que la paz
venga a mí el día en que nací, el día en que moriré y el día en que resucitaré¡”.
En otra de las
tradiciones sobre la concepción
milagrosa de María, el milagro es todo un poema.
La jovencita, con 13 años, acude con su botijo en busca de agua a un manantial.
La jovencita, con 13 años, acude con su botijo en busca de agua a un manantial.
Se le aparece en el camino un
joven hermoso, que debería de ser el arcángel Gabriel, el cual “sopló en un
pliegue de su túnica, haciéndola concebir”.
Ni Jesús de Nazaret ni María
son seres divinos para el Islam, porque es una religión monoteísta, como el
judaísmo y el cristianismo.
Para el Islamismo sólo existe
un Dios, Alá y sólo Mahoma es su profeta
La mayoría de los islámicos
ven a María como “la de mayor santidad”, pero no una profetisa (sólo Mahoma lo
es)
Pero los místicos sufíes
dicen de ella que “en su perfección, no está separada de la esencia divina”
Por eso suelen ser
perseguidos por el fundamentalismo ortodoxo, que los considera casi como
herejes, algo parecido a lo que le ocurrió en el cristianismo a los místicos
Juan de la Cruz ,
Teresa de Ávila o Catalina de Siena, considerados rebeldes por la ortodoxia católica,
a pesar de haber sido los que más y mejor han buceado en el misterio insondable
del Dios oculto.
María es vista, en el Islam,
no como protectora y hacedora de milagros, de manera mercantilista e
instrumentalista, alguien a quien pedirle favores, una especie de diosa a
quien invocar en las necesidades, sino
como una mujer santa a quien admirar.
Es curiosa su exposición.
Así como Eva (ser femenino)
vino a la vida por medio de Adán (un ser masculino, de su costilla), Dios envió
al mundo a un hijo sin padre, lo mismo que Eva vino al mundo sin padre.
Así, pues, Jesús y Eva son
como hermano y hermana, y Dios y María sus padres.
Para el Islam María es la
“Mujer perfecta”
Como sabemos, la Biblia fue “revelada e
inspirada”, pero es que el Corán fue “dictado” por Alá a su profeta Mahoma. Lo
que se dice es “pura palabra de Dios”.
Creo que lo que muchos
cristianos ven en María, la de las apariciones y milagros, la que anuncia
mensajes de castigo, catástrofes y anatemas, está más lejos de ella que lo que
dice el Corán, la “Mujer perfecta”, la “reveladora del silencio de Dios”, la
mujer a imitar.
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