Mientras la enfermedad, el
hambre, las guerras,…. (Las plagas de Egipto) azotan, constantemente a medio
mundo, al mismo medio mundo, al más necesitado y precario, el otro medio mundo,
el más rico, el que no tiene que preocuparse por su vivir porque tiene la vida
asegurada, la salud y la educación cubiertas más los servicios sociales para
imprevistos….
Mientras el primero malvive
agobiado, el segundo vive bien pero aburrido.
Mientras el primero está
instalado en la tragedia y en la épica para sobrellevar su vida y sobrevivir,
el segundo ni siquiera está en la lírica, sino en la prosa.
Y la Iglesia oficial, nunca
arriesgándose y siempre con el espejo retrovisor puesto y mirándolo, añorando
tiempos mejores, cuando Política y Religión eran compañeros de mesa y cama.
¿Qué será de la Religión en este siglo
XXI?
Porque los economistas, los
sociólogos, los políticos,…al pronosticar el futuro les ocurre como a ti y a
mí, que cuando aciertan no se equivocan, y cuando se equivocan no aciertan.
Y no es que ahora la Iglesia haya perdido el
aprecio del que en otro tiempo disfrutaba, es que el desprecio hacia ella está
ya generalizado.
No es que la feligresía haya
pasado del amor al odio, sino que ha pasado a la indiferencia.
Ya lo dice la Biblia : “porque no eres
frío ni caliente, porque eres “tibio”, te vomitaré de mi boca con asco” y es
que la indiferencia religiosa está instalada en el corazón de la sociedad, que
es lo peor que podía pasarle, la “tibieza”.
¿Y qué puede hacer ella
contra la tibieza, contra la indiferencia?, ¿Cuando la gente ya ni la piropeo
ni la insulta, sino que la ignora?
¿Qué decir de la condena del
Santo Oficio a San José de Calasanz y a San Ignacio de Loyola, el
encarcelamiento de Fray Luis de León o el encierro carcelario de, nada menos
que, San Juan de la Cruz ,
por sus compañeros y superiores?.
Y el miedo al Santo Oficio,
aunque haya cambiado de nombre, con un eufemismo, está pendiendo sobre las
cabezas de los teólogos hoy más avanzados.
Cuando uno lee las
trayectorias vitales de casi todos los papas, desde el que, en el siglo XVI,
Gregorio XVII se oponía “al nefando invento del ferrocarril”, hasta hoy en el
que, muchas veces, el desconocimiento los lanza a despotricar contra la Biología , la Genética , la Fecundación in Vitro,
las parejas homosexuales, la eutanasia activa, el aborto, el divorcio (como si
la novia vestida de blanco, al casarse en la Catedral , con traje
blanco, fuera in-maculada al matrimonio, sabiendo que es un sacramento y que
“lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”),….
Recuerdo mis tiempos jóvenes
cuando se comenzaron los transplantes de corazón y sus soflamas.
Pero este Papa, Francisco, me
desconcierta, y para bien.
Espero que dure mucho (y no
como otras recientes promesas de modernidad, que abandonaron este mundo de
manera sospechosa)
Otra cosa es los que le
rodean le ayuden o no.
Desde la tierra como “valle
de lágrimas” al “permaneced fieles a la tierra”.
Siempre a remolque, siempre
perdiendo el tren y siempre llegando tarde a los sitios.
En vez de un dirigirse a lo
novedoso, un quietismo perezoso.
¡Que diferencia con la
velocidad de crucero, velocidad de vértigo, la que imprimió la Reforma Protestante ¡.
Tanto que obligó a la
Contrarreforma para no perder el lugar de privilegio.
Sin la Reforma Protestante
Europa habría perdido el hábito de pensar, porque no había pensadores y porque
era peligroso hacerlo.
Ya Santo Tomás veía al hombre
ideal como un “ser pensante”, mientras Lutero ya empezó a verlo como un “ser
trabajador”, ayudante de Dios en la creación.
Ellos fueron el Descartes y
el Marx modernos.
Mientras que para la Iglesia la Religión
siempre olía a muerto, el hombre era sólo un “ser para la muerte”
heideggeriana, un vivir la muerte en vida, una preparación para la muerte, para
la Reforma la
misión del hombre en este mundo no era salir de él, sino construir en él el
paraíso en el que instalarse.
Recuerdo en mis tiempos de
adolescencia cuando se nos ponían como ejemplos a imitar a unos
adolescentes-jóvenes que calificaría de tristes, abúlicos, desnatados, como
Luis Gonzaga o Estanislao de Kostka.
El católico auténtico en vez
de ser un rumiante del “pasto vaticano”, una oveja muda y obediente a la voz de
su amo, debe seguir su conciencia, siendo mejor, más humano, más auténtico,
antes exponerse a la excomunión que dejar de seguir la propia conciencia, esto
sí que es un pecado, y mortal, además,
Chesterton ya lo sentenciaba:
“la Iglesia
no puede pedirnos, al entrar en ella, que nos quitemos la cabeza, que
prescindamos de ella, sólo nos pide que nos quitemos el sombrero”.
Pero acostumbrados, durante
tanto tiempo en la historia que “ni César sin Papa, ni Papa sin César”, con la “cruz”
a la que seguir y con la “espada” a la que temer y de la que huir o con la que
matar, acostumbrados al temor de las mazmorras, en esta vida, y a las calderas
de Pedro Botero, en la otra, cuando asomó la democracia y los curas dejaron de
ser perseguidores y tampoco perseguidos, por la indiferencia religiosa y por el
laicismo, han perdido su lugar en este mundo.
Ni “tronos despóticos” ni
“altares tiránicos”
¡Adiós al Cesaro-Papismo”¡
Aunque algunos, todavía,
practiquen la “papolatría”
Ni machacar el hierro frío ni
predicar en el desierto.
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