jueves, 31 de enero de 2013

JUZGO, PORQUE QUIERO SER JUZGADO.


Al contrario de lo que dice el Evangelio: “no juzguéis y no seréis juzgados”, yo quiero ser juzgado, por eso juzgo.

¿Por qué no puedo/no debo yo juzgar y recriminar una acción inmoral e injusta? No para despellejar al autor de la acción, sino para que sea consciente de ella y rectifique.

¿Por qué debería parecerme mal al ser juzgado por una acción mía, por una conducta,…que a alguien le ha parecido y calificado como inmoral, o deshonesta, o injusta?

Sólo así me pararé a reflexionar y volver sobre la acción criticada, me juzgaré yo mismo. Sólo así podré afirmar que el equivocado era yo, y me corregiré, o que el equivocado es él, y que rectifique.

Sólo podré defender mis ideas o mi conducta, con criterio, cuando sean atacadas. Y me daré por vencido si las razones del otro tienen más peso que las mías.

Leo en un correo de un amigo: “¿Hablas mal de mí? Pues si supieras lo que yo pienso de ti, hablarías aún peor”.

Parece que la maledicencia, cuando el otro está ausente, se ha convertido en un deporte. Todos criticamos al que está ausente. Como una rueda maldita.

O, a veces, hacemos lo contrario, le espetamos: “¿Y quién eres tú para juzgarme a mí?”

Cuando repetimos que quiénes somos nosotros para juzgar a nadie, estamos abdicando de la obligación moral que tenemos de distinguir, ante cualquiera, lo moral, de lo inmoral, lo justo, de lo injusto, optando por la indiferencia, y. de aquí, sin quererlo o queriéndolo, alimentamos el prejuicio.

La opción por la que he optado sólo así podré defenderla, cuando alguien me la cuestione.

Si sólo pensamos, y no decimos lo que pensamos, estamos negándonos a conocer la verdad, pues la información sólo puede ser detectada cuando la juzgamos y la sacamos a la luz. Sólo así lo pensado se enfrenta a la realidad.

¿Cuántas veces por no hablar, por no manifestarlo, hemos pensado mal de alguien o hemos sido mal interpretados, porque todo ha sido un “mal-entendido”?

         -Tú dijiste que…

         - Yo no dije eso, lo que dije fue que…

         - Pues yo entendí que lo dijiste por…

         - ¿No te acuerdas que…?

         - ¡Ah!, sí.

         -Pues eso.

El malentendido ha sido disuelto.

Al sacar a pasear el juicio hemos imposibilitado que se nos incruste el prejuicio.

El que juzga sabe que se dispone a luchar y a defender su juicio. Y, a la vez, el enjuiciado intentará acabar con él, entablándose una lucha de juicios. A ver cuál tiene más peso, cual puede más, cuál vence. Sólo así el vencedor, con el peso de la razón, convencerá al vencido.

Sacar a pasear los pensamientos es exponerlos a que sean falsados o verificados. Sólo así entraremos en el campo del conocer.

El que sólo “piensa”, y se guarda sus pensamientos, no “conoce” nada, sólo piensa.

El pensar se dirime en el interior, dando vueltas, como una lavadora, a sus propios pensamientos.

Mientras pensamos, es verdad que estamos pensando, pero mientras no saquemos a pasear los pensamientos nunca sabremos si son verdaderos, si concuerdan o no con la realidad.

Estar yo convencido de algo es sólo eso, estar convencido. Mientras no saque mi convencimiento a la realidad, mientras no lo contraste con ella, nunca sabré si estoy en la verdad o en el error.

El enclaustrado sólo imagina la realidad, el que sale a la luz la ve.

Opinar, que es juzgar, es ponerse en el camino del conocer, al exponerse al contraste de opiniones ajenas.

Opinar es luchar, es debatir con los otros y sus opiniones. Sólo así, del contraste de pareceres, van delimitándose y conformándose la mejor verdad, beneficiosa para todos.

Negarse a opinar, a exponer los pensamientos, a expresar lo pensado, es señal de cobardía, no vaya a ser que esté equivocado, por lo que, si estaba en el error, quedaré instalado en él.

El Vicente no pregunta, él va donde todos van, sin criterio propio. ¿Y si todos han sido tocados por la locura y van derechos al precipicio?

¿Por qué no expresa la pregunta?: “¿dónde vais?, ¿Por qué vais allí?

El Vicente ha abdicado de pensar, quiere ahorrarse el penoso esfuerzo de pensar y de expresar lo pensado.

¿Puede Vicente reclamar su inocencia, agarrándose al como “Todos”….?

¿No es esa abdicación de pensar una manera de sacudirse la responsabilidad, al tiempo de ahorrarse energías de tener que decidir?

Y es verdad que no es igual juzgar “algo” (una idea, una acción, una conducta)  que juzgar a “alguien”. Porque el “alguien” nunca se agota en esos “algos”, porque, también, tiene otros “algos”.

No podemos/no debemos llamar, definir, a alguien como “mataperros” al que sólo ha matado un perro, pero sí podemos echarle en cara, juzgar y calificar negativamente la matanza de ese perro, abogando por la no crueldad con los animales.

Todos soportamos muchos roles y porque uno de ellos no….no debemos dejar de juzgar ese rol mal desempeñado, sin tener que machacar  a la persona toda.

Cuando yo, Tomás, tántas veces, he juzgado y juzgo otras culturas (compruebo que una de las entradas de mi blog más visitadas es la de “Culturas superiores y culturas inferiores”) no estoy enrocándome, estoy pidiendo argumentos que me demuestren que estoy equivocado, para poder salir del error.

Solemos decir: “Yo no he dicho nada”, “Yo no he juzgado ni a ti ni lo que has hecho”, “yo no te he reprochado nada, no vayas, ahora, tú, a…”, “me callo para que calles”… y sentencias por el estilo.

Pero cuando un ciego guía a otro ciego, ambos caerán al precipicio.

Y llamo ciego, no al que no ve, sino al que no quiere ver si está en lo cierto o en el error, no juzgando para no ser juzgado.

No se trata de arrogancia de quien juzga, sino del combatiente que quiere sacar a la luz la bondad o maldad de una acción o de una conducta continuada.

La divisa debería ser, por el contrario, y contra el evangelio, “juzga para que seas juzgado”, por el bien de todos y por el tuyo propio.

Cuando juzgo estoy pidiendo a gritos, reclamando, que venga alguien a sacarme del error (si es que estoy en él) para no quedarme en él instalado, en el convencimiento de que estaba en la verdad.

¿No estaremos alimentando la maldad, no seremos, al menos algo, responsables por la cobardía de no juzgar la maldad de algo o de alguien?

¿Cómo podemos compartir un valor si no juzgamos si una acción es valiosa o no lo es?

¿Abstenerse de juzgar?

Pero no basta con juzgar lo abstracto y lo general, sino bajar a la arena de lo concreto y particular

¿Cómo vas a actuar si no juzgas? ¿Cómo puedes disparar sin pólvora? ¿Cómo puedes andar sin levantarte?

Si no juzgas la maldad de una acción estás propiciando que continúe, estamos reforzando la conducta al no encontrar oposición, siendo cómplice de su permanencia en el error.

Negarse a mal-decir la maldad es considerarla como bondad.

Es nuestra obligación moral, como personas responsables y como ciudadanos estar, constantemente, examinando y examinándose, para sacar, cada vez, mejor nota en la aventura del vivir.

Si Kant clamaba, para sacar al hombre de su minoría de edad: “SAPERE AUDE” (atrévete a pensar), también nosotros deberíamos, ya, por nuestro bien y por el de la sociedad: “IUDICARE AUDE” (atrévete a juzgar)

 

martes, 29 de enero de 2013

LAS PÉRDIDAS Y ORGULLO DE PROFESOR.


 
Somos, mientras vivimos, seres “perdedizos”, no necesariamente “perdedores”, excepto en la jugada final, donde la guadaña “nos gana y nos pierde”.
 
Hace unos días colgué, en Facebook, unas reflexiones sobre las “Pérdidas”.

Escribía sobre tres pérdidas que nos afectan sobremanera, a todos.

1.- La Pérdida de la Riqueza. No digo de la sobreabundancia ni de la ostentación, sino de la capacidad de satisfacer las necesidades vitales, tanto propias como las de lo que rodean a uno. Y es que la riqueza, aunque no dé la felicidad –como generalmente se dice- tampoco es un obstáculo para ella. Porque con ella, con la riqueza, pueden adquirirse muchas cosas que alegran la vida, desde un viaje de placer hasta un regalo amoroso. Y esa riqueza o solvencia económica puede perderse por una mala gestión, por una previsión equivocada, por una precipitación, por azar, por un E.R.E. de la empresa que te manda al paro, por….

2.- Pérdida de la Salud. Que ya no es una pérdida de algo externo, sino que afecta a lo interno, tanto fisiológica como psicológicamente, afecta a uno mismo, que sufre, y a los que le rodean, que sufren contigo. Y sobre todo cuando la enfermedad es grave, suponiendo un deterioro orgánico o una posible muerte. Tener que depender y tener que agarrarte a la medicina, a la analítica, a la cirugía, a los tratamientos agresivos (quimio, radio,…). Pierdes vida y, sobre todo, calidad de vida. A goteo, temporalmente o a largo plazo.

3.- La Pérdida de Sí Mismo. Vaciarse por dentro, crear el vacío interno, perder la personalidad, la vida interior e íntima, ser un deambulante. Perderse como persona. Quedarse en nada de sí. ¿Y para qué sirve la nada? Para nada. Ya no es que pierdas cosas, ya no es que pierdas calidad de vida, es que te pierdes como persona, te “nadificas”

Apenas colgada esta reflexión, un antiguo alumno, de hace muchos años, matiza mis “pèrdidas”.

“Estimado Tomás, si bien todas estas pérdidas son dolosas (unas más que otras), también hay que decir que cabe dentro de lo posible el volver a encontrar (al menos en parte) la riqueza, restablecer la salud (aunque fuere parcialmente), y recuperar la paz interior/la intimidad/la personalidad. Lo importante es, cuando uno se caiga, tener la capacidad de remontar y levantarse de nuevo... Y en relación a las pérdidas, hay una dimensión de pérdida que no ha reflejado, y que para mí también resulta muy significativa: Perder el "tiempo", ya que tiempo pasado no vuelve (sólo en nuestro recuerdo), con el coste de oportunidad que conlleva no aprovechar las ocasiones/eventos favorables.

!Chapeau¡ Cristóbal.

Yo, con mis negatividades, mis pérdidas, y tú con tu espíritu positivo de que “todo eso tiene arreglo” y terminas con la Pérdida irrecuperable, la Pérdida de Tiempo.

 Yo, con mis temores, con mis prevenciones de adulto/jubilado/viejo y tú con la energía juvenil de disponer de todo el tiempo del mundo por delante.

A tu edad (estoy seguro que) sin problemas de salud (por la vitalidad juvenil), sin problemas de vaciamiento (porque lo llenas con personas y proyectos a corto y largo plazo) y sospecho que sin la obsesión de la riqueza contada en euros, sino preocupado por esa otra mayor y mejor riqueza, como lo es El Tiempo, es una de tus preocupaciones: el no perderlo, el invertirlo bien, el hacerlo formativo y productivo,..

Gracias por recordarme que somos, además de “perdedizos”, “elevadizos”.

A mis tres “P” (Pérdidas, negativas), tus tres “R” (Recuperaciones, positivas).

La Riqueza puede volver a ser Recuperada (otro puesto de trabajo, otra inversión positiva, la suerte,…..) y volver a tener satisfechas las necesidades.

La Salud puede volver a ser Restablecida y volver a estar sano.

El Vacío puede llegar a ser Rellenado y volver a ser uno mismo.

Pero remata, Cristóbal, con su P, su Pérdida, la Pérdida de Tiempo, para la que ya no hay R, porque es “irrecuperable”.

Yo no voy a decir que “todo tiempo pasado fue mejor” (porque puede serlo, o ser igual o parecido, o ser (lo más seguro) peor). Pero nuestra memoria selectiva juega sus cartas, apartando los recuerdos de situaciones incómodas y sólo guarda lo positivo.

Lo cierto y verdad es que “todo tiempo pasado fue anterior”

Decía San Agustín que, a pesar de que decimos que existen tres tiempos: el pasado, el presente y el futuro, el pasado “ya no es”, el futuro “todavía no es” y que el único que, realmente, “es” es el presente, pero que éste puede ser: 1.- El presente de las cosas pasadas que se llama Recuerdo (que no es fotografía exacta de lo ocurrido, sino pasado por el colador del interés). 2.- El presente de las cosas presentes, que se llama Visión, Atención, Actualidad; y el presente de las cosas futuras, que se denomina Espera, Esperanza, Expectación.

Pasar de un “todavía no ser” (futuro) a otro “ya no ser” (pasado), ese es el presente, el límite entre ambos, el instante, un ser instantáneo que, realmente, es otro “no ser” porque no se deja atrapar. Llega y, sin pararse, se va.

Menos más que el alma retiene el pasado, no dejándolo ir del todo, adelanta el futuro, anticipándolo y dilata, estira, el presente, no el presente cronológico, sino el presente psicológico, que es en el que nos movemos.

Ya hemos perdido el tiempo pasado, que “ya no es”, por lo tanto, irrecuperable. No podemos perder el tiempo futuro, porque “todavía no es”. ¿Podemos perder el “tiempo presente”, que lo estiramos para que no deje de ser ya?.

Hemos oído muchas veces que somos el efecto de nuestro pasado y la causa de nuestro futuro.

Y cuando uno (yo mismo)  mira hacia atrás y recuerda a aquellos alumnos que te llamaban de Ud. por respeto a la autoridad del profesor (no del autoritarismo), una especie de autoridad moral que representaba el profesor, pero que infundía proximidad y confianza, y que, en su andar de madurez, te seguían, no solo en los conocimientos, también en el comportamiento….

Y compruebas que, a los pocos años, se han puesto a tu altura en la escalera del saber y, amablemente, te dicen “hola”, “qué tal profesor”,…

Y que, unos años más que pasan y ves cómo te sobrepasan, y se alejan, pero que, con la mirada atrás, te dicen: “hasta luego”, “adiós, profesor” y “gracias por todo”.

Es cuando el alma se te llena de gozo y (a mí, al menos) se me saltan las lágrimas.

Ese tardío “gracias” es una compensación, es la mejor y mayor paga extraordinaria que puede recibir un maestro/profesor/enseñante, porque es una paga valorativa, no pecuniaria.

!DIOS¡

 ¡Qué orgullo de haber sido profesor, pero sobre todo enseñante¡ Ver en ellos tu impulso materializado. Algo tuyo hay en ellos.

No creo que haya otra actividad laboral más gratificante, cuando van de la mano “vocación” y “profesión”,

Mientras estás allí (presente), después de haber estado allí (pasado), porque seguirás estando allí (futuro)

ORGULLO DE HABER SIDO PROFESOR/ENSEÑANTE.

 

 

 

domingo, 27 de enero de 2013

LA MEDIOCRIDAD.


Lo normal y lo anormal. La oveja negra en el rebaño blanco.

Un varón acaba de asesinar a su pareja y cada uno de los vecinos, interrogados, responden: “No me lo creo. Parecía una persona muy normal”.

¿Qué es eso de “normal”?.

Pues como tú, normal, o como yo, normal. Es decir como, estadísticamente, la gran mayoría.

¿Cómo describirías a fulano?.. “Como una persona normal”, es decir, del montón, uno más, sin destacar en nada, casi como intercambiable.

Como si, describir por lo común a todos, fuera una buena definición de una persona.

¿Es lo más propio de cada uno, lo que lo identifica como tal, lo que vale, igualmente, para casi todos?

En sentido sociológico “normal” es la afirmación de “nada extraordinario, nada raro, nada extraño, nada extravagante”

El sociólogo describe con la regla estadística y describe quienes sí y quienes no mean fuera del tiesto. Porque lo “normal” es mear dentro de él.

Lo “normal es lo “ordinario”, lo que se ajusta a la media, lo que no destaca por encima ni por debajo, lo no extra-ordinario.

El “normal” es el Vicente del adagio, el que va, piensa, dice, hace,….lo que todo el mundo.

Incluso, decirle a alguien que no es “normal” puede tomárselo como un insulto, porque él no hace, dice,….  lo que hacen los demás. Él es totalmente imprevisible.

Pero ¿estar en la media, ser mediocre, del montón, uno más, “normal”,… es un valor?

Pero si sociológicamente eso es ser normal. ¿Qué es “normal” médicamente o clínicamente?

-Doctor: ¿cómo tengo el colesterol malo, la presión arterial, la glucemia,…?

Y tras unos análisis el doctor dictamina: “todo está normal”.

¿Qué es lo normal? Lo que está entre unos límites, máximo y mínimo, así considerados por las autoridades sanitarias.

“Normal”, entonces, equivale a “sano”. Y lo “anormal” es “estar enfermo”, lo patológico.

¿Qué es “normal” en Política?: “el no extremista”, el que no se ubica en los extremos, ni extrema derecha ni extrema izquierda.

¿Qué es “normal” en Moral? El que se ajusta al comportamiento aprobado por la sociedad en que vive.

Mientras el sociólogo “describe” un hecho, dónde se ubica la persona, el médico, el político y el moralista “prescriben” (cada uno a su manera) qué hacer para estar sano, para ser ciudadano, para no ser delincuente o pecador.

Lo que “es” y lo que “debe ser”, lo que “hay” y lo que “debe haber”

Lo “normal” es lo bueno y lo “anormal” o extra-ordinario es lo alejado del centro, lo orillado, lo no deseable por la mayoría.

Pero ¿eran Alejandro Magno, César, Jesús, Marx, Voltaire, Picasso, Vicente Ferrer,…”normales”, del montón,….? ¿O eran “anormales”, orillados,…?.

Y es que hay dos tipos de anormalidad: por exceso, los que sobre-salen de la media (todos los anteriores) y por defecto, los que no llegan a la media (imbéciles, idiotas, bordelines, asesinos, maltratadores, pederastas…)

El “anormal” por exceso no se aviene ni se somete a las “normas”, las rompe, las sobrepasa, son rebeldes. Estadísticamente pocos y mal entendidos, no dignos de confianza para los del montón que los rodea.

¿Habrá algún político “anormal por exceso”?  (Omito mi opinión de nuestros políticos para no herir susceptibilidades. Pero ya me dirán Uds. si no es la confesión de corruptos intentar firmar “un pacto para dejar de serlo”).

Porque el ciudadano “normal” es el ordinario, el que cumple con todas las obligaciones legales. Si fuera más allá de lo legal, por exceso, entraría en el ámbito de la moral (desde Los Ángeles de la Noche a las distintas ONGs humanitarias) o de lo religioso (Caritas,….)

Lo “normal” sociológico (descriptivo) no es, pues, lo “normal” sanitario ni moral.

Dice el filósofo Adorno: “La normalidad es la enfermedad de nuestro siglo”.

¿Es la “mediocridad”, el no sobresalir por exceso, ser una oveja blanca más, el no destacar,…un valor, un ideal?

“Todos los hombres somos iguales”

Y, de nuevo, confundimos la “Igualdad de Derechos” de todos los ciudadanos con la “Igualdad de Capacidades”.

¿Qué tendrá que ver lo común a todos, como ciudadanos, con lo privativo de cada uno, sus capacidades?

Todos debemos ser iguales. Que nadie sobresalga, sobre todo por arriba. El lecho de Procusto, el fatídico catre igualador.

¡Guerra a la excelencia¡

Si vemos a qué límites de pobreza, de la mayoría, nos está llevando la “competitividad” capitalista, productiva y mercantil, beneficiosa para unos pocos, ¿también vamos a denigrar, a no permitir, el desarrollo superior de las capacidades intelectuales y morales de las personas, ajustándolas al catre de Procusto?

El rebaño, el querer ser admitido en el grupo, el ser considerado por los demás como uno más, el no sobresalir, el negarse a ser la oveja distinta y distante de la manada…
 
LA MEDIOCRIDAD.

Preferir “estar arropado” a “ser libre”.

Señalar con el dedo acusador al excelente, calificándolo de “engreído”, “creído”, “prepotente”,…

Quien no quiere/no puede ascender por la escalera de la excelencia, removiéndosela a quien intenta trepar por ella.

El acusador y resentido, el incapaz de admirar al superior.

En vez de modelo a imitar, rebajarlo al nivel de la mediocridad.

El mísero que proclama la miseria general como norma, para no tener que pasar por el trance de la comparación.

Que no se le ocurra al excelente mostrar su excelencia, recibirá disparos desde el montón mayoritario de los mediocres.

El mediocre valorando la mediocridad y dictando normas para que todos sean “normales”.

El mediocre no sólo como juez del excelente sino como legislador para todos,

El conformismo como norma

Y que nadie exija al “normal, ordinario” nada extraordinario

El deber del hombre “normal” (de seguir siendo “normal”) versus el deber moral del hombre (de ser mejor, de ser excelente)

El ideal del hombre “normal” es lo menos ideal que pensarse se puede.

Si el hombre, comparado con los demás seres vivos”, es un “ser anormal por exceso” parece que una vez establecida esa “anormalidad” como “norma” ya no debe salirse, sino sólo mantenerse en ella

Si la excepción confirma la regla, el mediocre no quiere reglas, sino “leyes”, para todos, sin excepción.

TODOS IGUALES. TODOS MEDIOCRES.

Piedad para el “anormal por defecto”, que no llega, pero sospecha y crítica al “anormal por exceso”, al excelente...

Se impone la dictadura de “los más”, no de “los mejores”. Y “como somos mayoría, lo queremos de Almería”. Y si el de Almería es ciego o cegato se cumple el Evangelio: “cuando un ciego guía la manada….”  Al precipicio social.

Y me llega a la mente la frase bíblica: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueres frío o caliente!. Pero, por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:15).

jueves, 24 de enero de 2013

SEAMOS TOLERANTES.

¿Con qué?, ¿con todo?, ¿hasta con lo intolerable?, ¿con la pederastia?, ¿con la discriminación de la mujer?, ¿con su infravaloración a nivel de animal placentero e intercambiable por una televisión?, ¿con la explotación sexual?

Habrá que ser tolerante con lo tolerable, pero intolerante con lo intolerable.

Hay conductas, modas, creencias, gastronomía, vestimenta,…. con las que no estoy de acuerdo, porque no coinciden con las mías, pero no puedo/no debo ser intolerante con ellas, sólo por eso.

Hay formas de pensar (sobre el sexo, por ejemplo, o sobre la religión), ideologías políticas, valores morales,…que, en una sociedad democrática, deben ser tolerados por todos, aunque no todos lo compartan, por ser distintas, incluso contrarias a mí.

Su derecho a expresarse y a expresar sus opciones prevalece sobre mis opciones.

La tolerancia quizá sea la virtud democrática por excelencia, al tiempo que una virtud civil y moral.

Pero la tolerancia no es ilimitada, tiene lindes que no debe sobrepasar.

Ocurre, sin embargo, que muchas veces se defiende la tolerancia no con ni por razones, sino por vagancia intelectual, o por indiferencia, o por dejadez, o, lo que es peor, por ignorancia.

Una cosa, pues, es la “tolerancia verdadera, racional” y otra muy distinta la “tonta o boba tolerancia”, la del que no distingue lo tolerable de lo intolerable, por lo que puede ser intolerante con lo tolerable y tolerante con lo intolerable, sobrepasando los límites, por arriba o por abajo, por no llegar o por pasarse.

El tolerante verdadero no renuncia a conocer la verdad y, mientras tanto, es capaz de convivir con el diferente, de manera normal.

Suelen ser los héroes, los genios, los santos, los sabios,…(seres excepcionales) los más intolerantes con la masa.

Ellos distinguen la valentía de la temeridad y de la cobardía, la sabiduría de la ignorancia, del analfabetismo, la santidad del mal vivir,…por eso suelen condenar acremente, desabridamente, a los contrarios a ellos.

No tengo la menor duda: hoy abundan más los “bobos tolerantes o intolerantes” que los “verdaderos intolerantes justamente indignados”.

Cuando las élites y las masas ejercitan la musculatura cerebral de manera tan distinta, unos sestean mientras los otros razonan, echando luz sobre lo tolerable y lo intolerable, para darle a cada uno lo suyo, para ser justos.

Sólo así surge, en algunos, la “indignación moral”, la de los que van de la mano de la justicia, mientras los bobos tolerantes son de anchas espaldas y cegatos para los valores.

Mientras unos se escandalizan y protestan, los otros sestean, tragan y callan.

Quienes consienten el mal es porque son incapaces de distinguir bien el bien.

La única convicción del tolerante bobo es la simple y mera tolerancia, porque sí, tolerándolo todo, sin reparar en qué.

Mientras que la convicción del verdadero tolerante, del tolerante racional, es analizar primero para, después, tras haber reflexionado y distinguido, apostar por la intolerancia de lo intolerable, y la tolerancia con lo tolerable.

Por ejemplo, el terrorismo, o la corrupción, o el maltrato, o la pederastia, o la explotación infantil, o la explotación sexual,…

¿Es un mérito “dejar de matar” cuando ni siquiera es meritorio el no haber matado nunca?

No es mérito conducir correctamente, cumpliendo estrictamente el código de circulación y respetando las señales. Es el deber de todo conductor. Pero sí es un demérito moral y delito su incumplimiento.

Lo que considero enormemente Intolerable es la “tolerancia por ignorancia”.

¿Tolerar lo desconocido por vagancia a conocer?

Quien todo lo consiente, ante nada se sorprende, porque a la ausencia de curiosidad intelectual le sigue la ausencia de inquietud moral y de indignación.

El “laissez faire, laissez passer” del capitalismo se traslada a la vida diaria.

Del fanatismo de la fe, en otros tiempos, se ha pasado a cerrar los ojos ante cualquier cosa, sea la que sea. Se ha pasado al dogmatismo de la “tolerancia tonta”, para la que hasta el mismo “tolerante racional” será declarado intolerante.

Cuando oigo a algún político de relevancia, español, declarar que a él no le gustan las prohibiciones, me dan ganas de echar a correr y autoextraditarme.

¿Es que todo va a ser campo abierto y sin lindes? La degradación y el abuso están  servidos.

¿Recuerdan a Maquiavelo y sus consejos al príncipe, de que “es mejor ser amado que ser temido, pero que si fuera necesario….?

¿Recuerdan la “educación boba” en la que “sólo” se aplica el premio, el estímulo y nunca el castigo ante la mala conducta?

¿”Prohibido prohibir” del utópico Mayo del 68?

¡Mentalidades angelicales¡

Pero no somos ni ángeles ni bestias, sino hombres que nos equivocamos, pero que, al reconocer el error, rectificamos, y así vamos avanzando y mejorando.

La historia de la humanidad no es la historia de la verdad, sino la historia de los errores que hemos cometido pero que, una vez reconocidos, hemos rectificado.

Lo normal es equivocarse. Y lo normal en el hombre es rectificar.

El “tolerante tonto” es hasta capaz de dejarse robar la cartera antes que prohibir el robo. ¿También dejarse matar antes que prohibir el asesinato?

¡Chalados¡

VACÍO MORAL IRRESPONSABLE.

martes, 22 de enero de 2013

NACIDO DE UNA VIRGEN.


Nacido de una virgen.

El pesebre.

Una vaca.

La estrella anunciadora.

Su padre se llamaba José.

Carpintero.

25 de Diciembre.

Pastores.

3 hombres sabios (Reyes Magos) le llevaros regalos.

Regalo de oro.

Bautizado en un río.

12 apóstoles.

Anduvo por el agua.

Expulsión (exorcismo) de demonio.

Milagros con sordos, ciegos, leprosos,…

Niño prodigio.

Predicar en el templo.

Multiplicación de los panes.

Conversión de agua en vino.

Montado en un burro.

El buen pastor, Maestro, Verbo hecho carne, Oveja (cordero) de Dios, La Verdad, La Luz, El Ungido, Rey de Reyes, Alfa y Omega, Príncipe de la Paz, Redentor, Salvador, Luz del mundo, Unigénito. Hijo de Dios, Mesías.

Tentado por el demonio en el desierto.

Parte de una Trinidad.

A los 30 años comenzó su vida pública.

Su carne se comía en forma de pan.

Comida Eucarística.

Traicionado.

Crucificado, muerto y sepultado.

Resucitó al tercer día.

Bajó a los infiernos.

Subió a los cielos.

¿De quién estamos escribiendo/hablando?

NO de Jesús de Nazaret (seguramente una persona histórica), judío, creyente, reformador de la religión judía (contra la letra de la ley y los fariseos), denunciado por el Sanedrín (jerarquía eclesiástica) porque les “jodía” el negocio del Templo, en el que se compraban-vendían animales para el sacrificio y se cambiaban monedas, pero que como no podían mancharse las manos de sangre, se lo mandan al poder civil (Pilatos) para que lo mate (como nuestra Santa (¿) Inquisición), crucificado para que sirviera de ejemplo a los futuros delincuentes.

Es el Jesús de la historia.

SÍ de Cristo (el Jesús de la fe), que poco o nada tiene que ver con el anterior Jesús de la Historia.

El Cristo es el ropaje con el que sus seguidores fueron adornando a Jesús, a lo largo del tiempo (de ahí el Jesús-Cristo).

Nunca debemos confundir, sino distinguir, entre Jesús, Cristo, Cristianismo, Iglesia como Institución (Jerarquía eclesiástica, desde el Papa hasta el último cura), Iglesia como Comunidad (Iglesia militante)

PERO

Si Uds. repasan las biografías/Leyendas (los mitos) de muchos/muchísimos dioses anteriores, de todo el mundo conocido, comprobarán que TODAS las características que hemos señalado al comienzo de este artículo, se encuentran repartidas en éstos (entre otros dioses). Sobre todo el “nacido de una virgen”.

(Porque lo normal era nacer de un hombre y una mujer, pero si la mujer es “virgen” (sin “conocer varón”) el fruto es un ser “milagroso”, si es del Espíritu Santo….

Además, si hubiera un varón, el hijo sería 100% del varón, nada de la mujer. Por lo que no podría ser Hijo de Dios.

Recordemos que a San José se le denomina Padre Putativo (P.P.), no padre real.

Por lo que he leído, de María no se decía que era “virgen” sino “muchacha joven”)

Y me asalta otra duda: Si era costumbre de los antiguos apellidar (¿) a las personas, con el nombre del lugar de nacimiento (de ahí “Jesús de Nazaret”, o “nazareno”). ¿Nació/pudo nacer en Belén si, además, no hubo en ese momento, ningún edicto imperial de empadronamiento?

Creo que todo fue para que “se cumplieran las escrituras”, que decían: “y tú, Belén, tierra de Judá……”.

Sólo naciendo en Judá sería descendiente de la estirpe de David. Si hubiera nacido en Nazaret, no.

Soy de la opinión de que “todo fue un amaño, para que se cumplieran las Escrituras).

Hagan Uds. la prueba y recorran las distintas mitologías (egipcia, mesopotámica, griega, romana, fenicia,…...) y lo comprobarán.

OSIRIS – Egipto.  (3.000 a.C.)

HORUS – Egipto. (3.000 a.C.)

KRISHNA – India. (1.400 a.C.)

ZARATUSTRA (ZOROASTRO) – Asia Menor (1.000 a.C.)

MITHRA – Persia-India (600 a.C).

ATTIS –Fenicia.

BUDDHA –India (563 a.C.).

HERACLES –Grecia (800 a.C).

DIONISIO O BACO–Grecia

TAMMUZ –Babilonia (400 a.C.).

ADONIS –Fenicia (200 a.C.)

HERMES –Grecia.

PROMETEO –Grecia.


¿Es CRISTO un resumen de todos los dioses anteriores a Él?

domingo, 20 de enero de 2013

EL RATONCITO PÉREZ.

La creencia enquistada y la razón: la difícil convivencia.

Contra el convencimiento arraigado poco puede la razón. Porque no se trata de “vencer” con argumentos.

Como dice el refrán: “mal riñen dos, como uno no quiera”.

El “convencido” nunca “vence”, porque no lucha; y el lógico no puede “vencer” porque el contrincante no lucha.

(Diálogo adelantado y previsto de aquí a unos años)

(Como saben todo el mundo mundial y parte del universo, SANTI y ALBERTO son mis “chiquitines”, mis nietecillos. Mi Santi tiene siete años y pico y mi Alberto dos y pico)

ALBERTO.- Se me ha caído un diente. Esta noche el Ratoncito Pérez vendrá a cogerlo y me dejará 20 euros debajo de la almohada.

SANTI.- Es mentira. El Ratoncito Pérez no existe. Son los padres.

A.- Mentira la tuya. Sí existe.

S.- Y en Navidades también los Reyes Magos te trajeron regalos. ¿No es verdad?

A.- Sí, es verdad. Me trajeron un Mac, un Ferrari, una moto y un tren con vías y todo, que funciona con un mando a distancia.

S.- Los Reyes Magos también son los padres.

A.- Mentira.

S.- Verdad.

A.- Me lo han dicho mis padres y ellos nunca me mienten.

S.- Lo dicen para que te lo creas, pero no es verdad. Son ellos. Créeme a mí, primo.

A.- Pues yo creo a mis padres y creo que sí existe el Ratoncito Pérez y los Reyes Magos.

S.- Pues yo sé que no existen.

A.- Demuéstramelo.

S.- Te lo demostraré.

A.- Porque si fueran los padres yo me habría despertado cuando hubieran entrado en mi habitación y hubieran levantado la almohada.

S.- Es que tus padres lo hacen con mucho cuidado, para que no te despiertes. Además, si tus padres no saben que se te ha caído un diente y tú lo has puesto debajo de la almohada ellos no entran, levantan la almohada con mucho cuidado, cogen el diente y dejan el dinero. Si ellos no lo supieran el diente estaría, al despertarte, debajo de la almohada, tal y como tú lo dejaste. ¿A que tú se lo dices a tus padres cuando se te cae un diente?

A.- Es que si los padres no lo saben el Ratoncito Pérez no actúa. Él es tan listo que no quiere que lo pongan a prueba. Funciona así: yo se lo digo a mis padres y, luego, el Ratoncito Pérez entra en funcionamiento.


(Santi va a intentar demostrarle que son los padres).

S.- ¿Ves esta caja, con estos polvos, la brocha y la lupa? Son de mi juego de detective. Toco esta mesa, echo estos polvos, le paso la brocha, le aplico la lupa y….”ahí tienes mis huellas, en la mesa”. S lo que hacen los detectives para identificar a los ladrones. Vamos a hacerlo con ese billete que tú dices que anoche te echó el Ratoncito Pérez y verás que en el billete aparecen las huellas, no de un ratón, sino las de una o dos personas, tu padre, o tu madre, o los dos.

(Hacen el experimento y….efectivamente, allí estaban las huellas)

S.- ¿Y ahora, qué? ¿Te convences de que son los padres?

A.- Eso no prueba nada. Porque el Ratoncito Pérez tiene muchos trucos para abrirle la cartera de mi padre, cogerle el dinero, entrar en mi habitación, cuando yo estoy dormido, meterse por debajo de la almohada, coger el diente y dejar el dinero. Por eso están en el billete las huellas de mis padres. Pero el dinero me lo ha puesto el Ratoncito Pérez y el se ha llevado el diente para hacerse su casita. Las huellas no demuestran nada. El Ratoncito Pérez es mágico.

(A los pocos días, la caída de otro diente).

S.- Mira, Alberto. Vamos a hacer lo siguiente. Esta noche, cuando te acuestes y pongas el diente debajo de la almohada, voy a echar harina por el suelo de toda la habitación y así, cuando tus padres, por la noche, entren a hacerte el cambio de diente por dinero, sus huellas, de uno o de los dos, quedarán grabadas en el suelo, sobre la harina. ¿De acuerdo?

A.- De acuerdo.

(Y a la mañana siguiente, allí estaban las huellas).

S.- ¿Y ahora, qué, Alberto? ¿Son los padres o no son los padres?

A.- Pero eso no prueba nada. Lo que ha ocurrido es lo siguiente: mis padres, antes de acostarse, han entrado en mi habitación, para ver si estaba destapado, luego se han marchado y, a continuación ha entrado el Ratoncito Pérez a coger el diente y dejar el dinero.

S.- ¿Y dónde están las huellas del ratón ese?

A.- Es que el Ratoncito Pérez es mágico, y no deja huellas.

(A los pocos días, otro diente que se cae)

S.- Mira, Alberto. ¿Tú te acuerdas que nuestros padres ponían una cámara que nos enfocaba en la cuna y que, en cuanto nos movíamos o llorábamos, nuestros padres, en el salón, nos veían y oían, porque la pantalla sonaba?

A.- Sí, lo recuerdo.

S.- Vamos a ponerla y verás cómo entran, por la noche, tus padres. Grabamos todo lo que pase en tu dormitorio, por la noche y, a la mañana siguiente, lo comprobamos. ¿Vale?

A.- Vale.

(Y, a la mañana siguiente, efectivamente, se grabó a su padre entrando en la habitación y…..)

S.- ¿Y ahora, qué?

A.- Eso tampoco  prueba nada. Lo que ha ocurrido es que el Ratoncito Pérez que es listo, muy listo, listísimo, si ve que hay una cámara grabando no actúa como Ratoncito Pérez, sino que se disfraza de una persona, esa que hemos visto en la grabación.

O, a lo mejor, le pidió a mi padre que, sólo por esa noche, lo sustituyera, porque él estaba demasiado ocupado y tenía que acudir a muchos sitios y le dijo a mi padre: “porfa…pero sólo por esta noche” Eso es lo que puede haber pasado.

(Santi cogió a Alberto de la mano. Fueron a la habitación de sus padres. Abrieron el armario. Y en el cajón de abajo estaban todos los dientes de Alberto, además con las fechas de cuándo se le habían caído).

S.- ¿Y ahora, Alberto, qué? ¿Qué me dices? ¿Sí o no?

A.-  Eso lo que quiere decir es que el Ratoncito Pérez ha hecho un trato con mi padre. Yo te doy los dientes y tú me das el dinero. Así el Ratoncito Pérez dispone de más dinero para seguir poniéndolo debajo de la almohada la próxima vez.

Además, Santi, eso explica por qué en los billetes están las huellas de mi padre. Así se entiende todo. ¿O no, Santi? Eso es lo que ha pasado.

(Santi ya estaba desesperado de cómo demostrarle a su primo Alberto que el Ratoncito Pérez son los padres, así apuró el último recurso).

S.- ¿Quieres, estás de acuerdo en que se lo preguntemos, directamente a tus padres?

A.- Vale. Preguntémoselo.

S.- ¿No es verdad, titos, que vosotros sois el Ratoncito Pérez y que cuando a Alberto se le cae un diente y lo pone debajo de la almohada, sois vosotros los que entráis en la habitación  y….?


(Los padres dijeron que Sí, que, efectivamente, eran ellos los que….)

S.- ¿Y? ¿Alberto?

A.- Es que mis padres están mintiendo porque el Ratoncito Pérez, con su magia, los ha convencido para que dijeran lo que han dicho. Pero no es verdad. ¿Por qué tengo yo que creerlos a ellos y no al Ratoncito Pérez, que es mágico y….?

Yo lo que sé es que creyendo en el Ratoncito Pérez funciona lo del diente caído, puesto debajo de la almohada y, a la mañana siguiente, los veinte euros a cambio.

(Santi, desesperado, ya no sabía qué hacer. Se enfadó consigo mismo. Se fue a la cama no sin antes dar un portazo. Allí empezó a pegarle puñetazos a la almohada, se pellizcó, se mordió el dedo gordo de la mano derecha, mordió hasta el catre de la cama, se miró en el espejo y por poco lo rompe de otro puñetazo, juró en arameo, se tiró de los pelos. Se arrancó un montón de pelos y los metió debajo de la almohada, Y a la mañana siguiente….

ALLÍ ESTABAN LOS PELOS.

Como no creía en el Ratoncito Pérez éste no había ido a su habitación a cambiarlos por dinero para poder hacer el tejado de la casita hecha con los dientes de Alberto.

Y. COLORÍN COLORADO……..

(Recreación personal e interesada de otra recreación sobre el cuento El Ratoncito Pérez, que vivía en la Cll/ Arenal, nº. 8, no lejos del Palacio Real. Cuento del año 1.902, del Padre Coloma, jesuita, profesor, andaluz, de Jerez de la Frontera, regalo al Rey Alfonso XIII cuando éste tenía 8 años y al que se le había caído el primer diente.

Allí, en el nº 8 de la calle Arenal, de Madrid, podéis ver la placa: “Aquí vivía, en una caja de galletas, Ratón Pérez…..”)

miércoles, 9 de enero de 2013

¿VIVIR?. ¿PARA QUÉ?


 
¿Quién no ha leído a Khalil Gibran y su poema sobre los hijos?:

“Tus hijos no son tus hijos // son hijos e hijas de la vida // deseosa de sí misma // No vienen de ti, sino a través de ti // y, aunque estén contigo // no te pertenecen //….

¿De qué vida? ¿de la “vida biológica” o de la “vida biográfica”?

¿Cuál es el “sentido de la vida”?. ¿De qué vida?

El sentido de la “vida biológica” es la permanencia de la especie y ella es la que continúa “a través de ti”, como instrumento. La “vida biológica” nos utiliza como instrumentos, con el caramelo del orgasmo, para ella seguir, aunque nosotros ya no estemos. ¿Os imagináis que la cópula conllevara dolor? ¡Adiós, especie¡

¿Y el sentido de la “vida biográfica”?. Allá cada uno. La vida de cada uno, la biografía, tiene el sentido individual que cada uno quiera darle.

Si todos somos iguales, biológicamente, todos somos totalmente distintos, biográficamente.

Abre el cuerpo de un hombre y verás todos los cuerpos de todos los hombres, con apenas diferencias.

Pero analiza a una persona y nunca verás otra igual.

Según K. Gibran, ¿a quien pertenecen los hijos? Por una parte, a la vida (biología), por otra a sí mismos (biografía).

Mi filósofo de cabecera, F. Nietzsche, (a quien cita Viktor Frankl en su libro: “El hombre, en busca de sentido”), afirma, en un aforismo: “quien tiene un PORQUÉ para vivir, encontrará, casi siempre, un CÓMO” (“quien tiene algo por qué vivir es capaz de soportar, casi, cualquier cómo”).

Si alguien tiene y está convencido de “por qué vivir”, si cree que, aún, le espera y tiene pendiente una tarea a realizar, ya buscará cómo hacerlo, soportando hasta lo insoportable.

Pero ¿y si no? ¿Si cree que nada le falta por hacer y que ya lo tiene hecho todo, ante el abandono y la falta de amor, ante la enfermedad incurable, ante el miedo a un futuro que no se ve,…si ya no tiene sentido seguir viviendo, si, constantemente, ya anciano, no hace más que repetir: “¿qué pinto yo ya en esta vida”? ¿”Por qué no me recoge ya Dios”?

Si no hace mal a nadie, sigilosamente, ¿puede apartarse a la cuneta? ¿Puede irse, voluntaria y plácidamente?

No digo que alguien se arrogue el Derecho a apartarte de la vida, hablo del Deber de seguir reptando por la vida si ya cree que nada tiene que hacer en ella.

(Comprendo, aunque no comparto, la interpretación que de esta vida tienen los cristianos, como un don de Dios, único propietario de ella)

La vida, así, a secas, es un “bien”, pero poco “vale” si no es “humana” (libre, digna, social, culta, veraz, amigable,…)

La vida, por tanto, que es un “bien”, sólo es “valiosa” cuando es soporte de “valores”, (tales, como la libertad, la igualdad, la justicia,…). Si es “valiosa” es por los “valores” con los que la vestimos.

La “vida biológica” es un “bien” (siempre mejor que el “mal” de los “muertos”), pero sólo la “vida humana” es un “valor”, por sus acompañantes.

No es igual “sobre-vivir” (no morir) que “supra-vivir” (vida plena, superior, por actualización y cumplimiento de posibilidades que descubre en la sociedad “rica” en que se desenvuelve).

Mientras la “vida biológica” se rige por la “necesidad”, en la “vida humana” reina la “libertad”.

La vida, a secas, pues es un “bien”, no un “valor real”, sino un “valor potencial” porque, sin ella nada podríamos, pero sólo con ella seríamos unos “animales” más, entre otros, en la escala zoológica.

La vida nos posibilita inventar valores, pero también disvalores, aceptarlos, incorporarlos, hacerlos nuestros. Así tendremos una “vida digna” o “indigna”.

Todos somos conscientes de que, con la vida, sólo estando vivos, podemos crear valores y apropiárnoslos, pero también podemos perderlos, podemos recuperarlos, podemos incrementarlos.

Primer requisito de una “vida humana”: vivir. Sólo así estaremos en condiciones de alimentar esa vida con los alimentos de los valores.

Estoy de acuerdo, plenamente, con Malraux cuando afirma: “la vida no es nada, pero nada vale más que una vida”, porque ella es la que posibilita la “vida buena”, la “vida humana”.

La vida, a secas, pues, sin adjetivo, no es un valor absoluto, pero la vida como potencia o posibilidad de una supra-vida, sí lo es.

La mera existencia es a lo que aspiran todos los animales, en eso nos parecemos, pero nosotros no podemos quedarnos en ese nivel animal. El animal no crecerá en animalidad, el hombre sí puede crecer en humanidad, según actualice más y mejores valores.

Si en los animales lo que prima es la supervivencia propia y la reproducción, para la supervivencia de la especie, en el hombre no es así, no debe ser así.

Como tantas veces he repetido, gracias a la libertad, el hombre es el único animal que es capaz de ponerse en huelga de hambre y morir y de hacer un voto de castidad y renunciar al sexo, a la reproducción, por una idea, por una creencia, por un valor, por la libertad, por la justicia,…

Aquello de “tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro” como metas de todo hombre en este mundo, para no morir del todo y seguir vivo en la especie, en la naturaleza, en la mente y en la memoria de los hombres, es una falacia.

Hasta de un polvo mal echado, con tan sólo diez segundos, incluso con desgana, puede “fabricarse”(¿) un hijo. Lo fácil es engendrarlo, tenerlo, basta y sobra con el uso de los genitales (algo biológico y placentero); lo difícil, lo meritorio, es criarlo, educarlo, … lo que requiere toda una vida de sacrificio (es lo humano).

Lo fácil es plantar un árbol (bastan unos minutos), lo difícil es regarlo, cuidarlo, mantenerlo, podarlo, abonarlo, responder de él (cuyo proceso requiere mucho tiempo).

Lo fácil es escribir un libro (basta con juntar letras y palabras para, luego, encuadernarlo). Incluso puedes publicarlo tú, a tu costa. Lo difícil es tener lectores, gente a la que le guste lo que el libro diga. Lo que del libro vale no es “ser libro” sino su contenido y su forma.

¿Vivir a toda costa?

Son muchas las personas que han afirmado que es preferible morir a vivir en aquellos campos de concentración alemanes.

Para vivir así, es preferible morir, porque no es vivir humanamente.

Preferible morir de una vez a ir perdiendo, poco a poco, la vida, a chorros, famélicamente, con el resultado de muerte tras tánto sufrimiento.

¿Vivir, para qué? ¿Sólo para ir perdiendo vida y desembocar en la muerte?

Accidentarse en el camino, con siniestro total, preferible a la carrera hacia el despeñamiento, con total siniestro, al final.

¿Era algo de vida humana la de los judíos en los campos de exterminio?

¿Defender, como valor supremo, el mero vivir, el sobre-vivir, el no morir, al margen de todos los valores?

¿Vida vegetativa y/o animal, a cualquier precio?

¿Merece la pena ese vivir? ¿Queda algo de valor en esos tipos de vida?

Es el momento de traer a Viktor Frankl, superviviente de cuatro campos de concentración nazis, incluido Auschwitz, en los que perdió a su mujer, a sus padres, a otros familiares. Y, a pesar del hambre y el frío, a pesar del trato inhumano, estando varias veces al borde de la muerte, defiende en “El hombre en busca de sentido”, sobre la capacidad humana para superar la adversidad y el sufrimiento del holocausto, proclamando que la vida es digna de ser vivida.

Como dando un salto en el aire, en vez de preguntarse: ¿”qué esperas tú de la vida”? se pregunta: ¿”qué espera la vida de ti”? Y, entre otras cosas, la vida espera que respondas correctamente a los problemas que ella va planteándote.

Él encuentra el sentido ayudando a los más necesitados, ayudando, amparando, resistiendo, con la desesperada (¿) esperanza de…

El “porqué” son los otros, el “cómo” lo pone uno mismo.

Amar a los otros, como amar una actividad, una profesión, una afición,…son “motivos”, son “porqués” para vivir.

Pero también está la otra opción, no querer luchar, no querer resistir, no aguantar, darse por vencido ante la enormidad de la desgracia, abdicar de la vida, sin perjudicar a nadie.

¡Qué bien lo resume Confucio¡: “me preguntas por qué compro arroz y flores. Compro arroz para vivir (vida biológica) y flores para tener algo por lo que vivir (vida biográfica, actividad, jardinero”

El terrorista, no es que desprecie la “vida humana” de los otros (que también). Primero los cosifica. Esos otros son obstáculos, son piedras en el camino (no son personas como ellos y los suyos), que imposibilitan la realización de sus ideas.

Lo malo sería, también, que ello provocara en nosotros la creencia de que el valor máximo es la super-vivencia.

SÍ a la vida como fundamento de valores. NO a la mera vida biológica como valor fundamental.

“Vivir sí, pero…..” es muy distinto a “vivir sin condiciones, a toda costa”.

El primer derecho es el Derecho a la Vida, porque sin él no podría haber, no podrían existir, los demás derechos, que son los que convierten en “digna” esa vida.

Cuando decimos, pues, Derecho a la Vida estamos diciendo “Derecho a una vida digna”, más allá del mínimo vital, que es el mero vivir.

El Derecho a la Vida, en tanto humana y digna, incluye la posibilidad de arriesgar y aceptar la propia muerte para salvaguardar los valores que la hacían digna.

Somos muchos (no sé si todos) los que arriesgaríamos y daríamos nuestra vida por la de nuestros hijos. Preferimos retirarnos del camino, dignamente, y permitir, facilitar, que sean ellos los que sigan.

Quizá en una sociedad de mentalidad cosmopolita todos fuésemos capaces de hacerlo por todos, y no sólo por los propios hijos, una vez recorrido cierto trecho de la vida.

Quien siempre ha vivido en libertad quizá no sea capaz de valorar adecuadamente el valor de la libertad.

Sólo los que han luchado por ella, los que  han conseguido conquistarla y vivirla, gozarla, disfrutarla,… son los capaces de arriesgar su vida por la libertad propia y la de los demás.

Hay valores superiores al mero vivir, a la vida lánguida, apenas humana, sacrificable, en ara de valores superiores.

¿MORIR DE PIE, PERO DIGNAMENTE, O VIVIR, INDIGNAMENTE, DE RODILLAS?

martes, 8 de enero de 2013

LA ENSEÑANZA EN JAPÓN


Está probándose, en Japón, un revolucionario plan piloto de enseñanza, denominado: “Cambio Valiente”.

Se trata de una educación cosmopolita, de formar a los niños como “ciudadanos del mundo” y no como japoneses.

Por lo tanto, ni se rinde culto a la bandera, ni se canta el himno nacional, ni se admira a héroes japoneses, del pasado, muchas veces inventados e hipertrofiados.

No creen que su país sea el mejor ni superior a otros, sino uno más, al lado de otros.

No quieren saber nada de guerras que, siempre (o casi siempre) son por causas económicas y de dominio de clases o colectivos interesados.

Cero de patriotismo. No existe para ellos.

Entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales (y eso que Japón es uno de los países más tradicionales).

El programa dura 12 años (desde los 6 a los 18 años).

Sólo tienen 5 materias:

1.- ARITMÉTICA DE NEGOCIOS (La operaciones básicas y uso de calculadoras de negocios).

2.- LECTURA (Se empieza leyendo una hoja diaria del libro que cada niño elija y terminarán leyendo un libro a la semana)

3.- CIVISMO (Respeto total a las leyes, Valor civil, Comportamiento ético, Respeto a las normas de convivencia, Tolerancia, Altruismo, Respeto a la ecología.

4.- COMPUTACIÓN (Office, Internet, Redes sociales, Negocios on line).

5.- CUATRO IDIOMAS ALFABETOS, CULTURAS Y RELIGIONES (Japonesa, Americana, China y Árabe. Con vistas de intercambios con familias de cada país, durante el verano).


RESULTADOS ESPERADOS.

1.- Un adolescente-joven japonés, a los 18 años, hablará 4 idiomas, conocerá 4 culturas, 4 alfabetos y 4 religiones.

2.- Serán expertos en el uso de computadoras.

3.- Leerán 52 libros al año.

4.- Respetarán la ley, la convivencia y la ecología.

5.- Manejo de la Aritmética de Negocios.

En el mundo global en el que estamos y en el que cada vez estaremos más, sin fronteras económicas….

¿Contra ellos van a competir nuestros hijos?


Pero la pregunta debe ser otra: ¿serán más felices que nuestros hijos, que se equivocarán, pero que rectificarán?

Porque no se trata tanto de ganar en el mundo de las finanzas, del comercio,…como de ser felices en la vida diaria.

¿Les absorberá tánto el dominio científico-tecnológico, sentirán tántos orgasmos intelectuales, subiendo a los cajones de los ganadores, una y otra vez, como para despreciar los orgasmos sexuales?

¿Serán, sus orgasmos ganadores, orgasmos castrantes de otros tipos de orgasmos?

¿Qué diferencia hay entre esos futuros japoneses y sus robots última generación?

 

¡ES LA FELICIDAD, IMBÉCILES¡

Y LOS REYES MAGOS LLORARON EN MÁLAGA.


.
(Vaya por delante mis “sin palabras” de que un caramelo rebotado o mal tirado haya cortado, de raíz, la vida de un niño de 6 años.

Es fácil, desde la frialdad alejada de que ese niño no haya sido de uno, afirmar que todos los demás niños malagueños no podían ser privados de la ilusión anual de los Reyes Magos.

TRAGEDIA Y DESPROPORCIÓN.

UN NIÑO POR UN CARAMELO.

UN CARAMELO POR UN NIÑO.


TRAGEDIA DESPROPORCIONADA).

Pero la “noche de Reyes”…

Es el único día del año en que los niños, como actores, mejor se lo pasan, ilusionados, y es el día, también, en que más disfrutan los padres, espectadores, alucinados contemplando la cara de sus hijos, a pesar del dolor de hombros.

Además de esos tres días de luto oficial, ese niño, ausente, se merece que todos los días 5 de cada mes, de este año, todos los niños malagueños lo recordaran compartiendo, en su recuerdo, la alegría, real, de que estaba disfrutando ese niño en el momento de su ida.

Merece la pena estar esperando todo un año para mirar, no las carrozas reales, sino los ojos y las sonrisas infantiles.

Los Reyes serán los Padres cuando tenga que serlo, pero, ahora, los Reyes son los Reyes Magos.

La Imaginación Infantil versus la Lógica Adulta

Mientras los niños no se pregunten cómo los camellos pueden subir a una 5ª planta para beber leche y agua y comer galletas y zanahorias… HAY QUE SEGUIRLES EL JUEGO.

Los niños, por ser niños, se lo merecen.

Porque lo que importa no es la Verdad sino la Felicidad.

¿Desde cuándo una mentalidad lógica adulta contribuye a la felicidad  más que una mente imaginativa desbordante infantil?

Tiempos vendrán en que los esquemas lógicos vayan esquinando, orillando, los esquemas imaginativos y el niño deje de ser niño.

La Verdad nos hará libres a los mayores, mientras la imaginación desbordada hará felices a los niños.

No asesinemos antes de tiempo, a destiempo, el tiempo infantil. Se morirá él solo cuando tenga que morirse.

Es la noche del 5 de Enero, de cada año, cuando ateos, agnósticos e indiferentes se confunden con los creyentes, porque lo que importa no es la fe sino la felicidad de todos los niños de todos los padres.

Es la noche en que no se dirimen cuestiones ni religiosas ni teológicas sino momentos de felicidad. Y tan niños son unos como otros.

Si es un error “no responder” adecuadamente, pero dosificadamente, a las preguntas de un niño, es un “pecado humano” darles respuestas por anticipado, antes de que el niño pregunte.

Ni llegar “antes de”, ni llegar “después de” es llegar “a tiempo”, porque la verdad nunca puede digerirse cruda, sino cocinada.

¿Cómo comparar el sabor del caramelo de propaganda de El Corte Inglés, lanzado desde una carroza real, con el que a diario se compra en el kiosco del parque?

Ese espectáculo, único e irrepetible, sólo cada año, de ver romper el papel de regalo la mañana del día 6, tras comprobar, absorto, cómo ya no hay leche, ni galletas,…porque son “mágicos” y han subido a la 5ª planta….

Nunca, durante toda la vida, se borrará de la memoria del padre, que se precie de serlo, esos ojos, esa sonrisa, esos gritos de alegría,… al ver cómo Los Reyes Magos han leído su carta y le han traído Todo lo que le había pedido.

Se me ha caído el alma al suelo, y he sentido tristeza, ante la cruda realidad de oírles decir a varios niños, en Televisión, que lo que le han pedido a los Reyes Magos ha sido “un trabajo para sus papás”.

TRISTE, PERO REAL.

REAL, PERO TRISTE.


LA CRUDA REALIDAD.