jueves, 24 de enero de 2013

SEAMOS TOLERANTES.

¿Con qué?, ¿con todo?, ¿hasta con lo intolerable?, ¿con la pederastia?, ¿con la discriminación de la mujer?, ¿con su infravaloración a nivel de animal placentero e intercambiable por una televisión?, ¿con la explotación sexual?

Habrá que ser tolerante con lo tolerable, pero intolerante con lo intolerable.

Hay conductas, modas, creencias, gastronomía, vestimenta,…. con las que no estoy de acuerdo, porque no coinciden con las mías, pero no puedo/no debo ser intolerante con ellas, sólo por eso.

Hay formas de pensar (sobre el sexo, por ejemplo, o sobre la religión), ideologías políticas, valores morales,…que, en una sociedad democrática, deben ser tolerados por todos, aunque no todos lo compartan, por ser distintas, incluso contrarias a mí.

Su derecho a expresarse y a expresar sus opciones prevalece sobre mis opciones.

La tolerancia quizá sea la virtud democrática por excelencia, al tiempo que una virtud civil y moral.

Pero la tolerancia no es ilimitada, tiene lindes que no debe sobrepasar.

Ocurre, sin embargo, que muchas veces se defiende la tolerancia no con ni por razones, sino por vagancia intelectual, o por indiferencia, o por dejadez, o, lo que es peor, por ignorancia.

Una cosa, pues, es la “tolerancia verdadera, racional” y otra muy distinta la “tonta o boba tolerancia”, la del que no distingue lo tolerable de lo intolerable, por lo que puede ser intolerante con lo tolerable y tolerante con lo intolerable, sobrepasando los límites, por arriba o por abajo, por no llegar o por pasarse.

El tolerante verdadero no renuncia a conocer la verdad y, mientras tanto, es capaz de convivir con el diferente, de manera normal.

Suelen ser los héroes, los genios, los santos, los sabios,…(seres excepcionales) los más intolerantes con la masa.

Ellos distinguen la valentía de la temeridad y de la cobardía, la sabiduría de la ignorancia, del analfabetismo, la santidad del mal vivir,…por eso suelen condenar acremente, desabridamente, a los contrarios a ellos.

No tengo la menor duda: hoy abundan más los “bobos tolerantes o intolerantes” que los “verdaderos intolerantes justamente indignados”.

Cuando las élites y las masas ejercitan la musculatura cerebral de manera tan distinta, unos sestean mientras los otros razonan, echando luz sobre lo tolerable y lo intolerable, para darle a cada uno lo suyo, para ser justos.

Sólo así surge, en algunos, la “indignación moral”, la de los que van de la mano de la justicia, mientras los bobos tolerantes son de anchas espaldas y cegatos para los valores.

Mientras unos se escandalizan y protestan, los otros sestean, tragan y callan.

Quienes consienten el mal es porque son incapaces de distinguir bien el bien.

La única convicción del tolerante bobo es la simple y mera tolerancia, porque sí, tolerándolo todo, sin reparar en qué.

Mientras que la convicción del verdadero tolerante, del tolerante racional, es analizar primero para, después, tras haber reflexionado y distinguido, apostar por la intolerancia de lo intolerable, y la tolerancia con lo tolerable.

Por ejemplo, el terrorismo, o la corrupción, o el maltrato, o la pederastia, o la explotación infantil, o la explotación sexual,…

¿Es un mérito “dejar de matar” cuando ni siquiera es meritorio el no haber matado nunca?

No es mérito conducir correctamente, cumpliendo estrictamente el código de circulación y respetando las señales. Es el deber de todo conductor. Pero sí es un demérito moral y delito su incumplimiento.

Lo que considero enormemente Intolerable es la “tolerancia por ignorancia”.

¿Tolerar lo desconocido por vagancia a conocer?

Quien todo lo consiente, ante nada se sorprende, porque a la ausencia de curiosidad intelectual le sigue la ausencia de inquietud moral y de indignación.

El “laissez faire, laissez passer” del capitalismo se traslada a la vida diaria.

Del fanatismo de la fe, en otros tiempos, se ha pasado a cerrar los ojos ante cualquier cosa, sea la que sea. Se ha pasado al dogmatismo de la “tolerancia tonta”, para la que hasta el mismo “tolerante racional” será declarado intolerante.

Cuando oigo a algún político de relevancia, español, declarar que a él no le gustan las prohibiciones, me dan ganas de echar a correr y autoextraditarme.

¿Es que todo va a ser campo abierto y sin lindes? La degradación y el abuso están  servidos.

¿Recuerdan a Maquiavelo y sus consejos al príncipe, de que “es mejor ser amado que ser temido, pero que si fuera necesario….?

¿Recuerdan la “educación boba” en la que “sólo” se aplica el premio, el estímulo y nunca el castigo ante la mala conducta?

¿”Prohibido prohibir” del utópico Mayo del 68?

¡Mentalidades angelicales¡

Pero no somos ni ángeles ni bestias, sino hombres que nos equivocamos, pero que, al reconocer el error, rectificamos, y así vamos avanzando y mejorando.

La historia de la humanidad no es la historia de la verdad, sino la historia de los errores que hemos cometido pero que, una vez reconocidos, hemos rectificado.

Lo normal es equivocarse. Y lo normal en el hombre es rectificar.

El “tolerante tonto” es hasta capaz de dejarse robar la cartera antes que prohibir el robo. ¿También dejarse matar antes que prohibir el asesinato?

¡Chalados¡

VACÍO MORAL IRRESPONSABLE.

1 comentario:

  1. Efectivamente, no todo es tolerable.
    Los límites deben ser claramente fijados por los tolerantes. Aquel mayo del 68, que citas, partía con algunos errores, posteriormente reconocidos, y entre elllos estaba la prohibición de prohibir. Error.

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