domingo, 18 de septiembre de 2011

AÑOS MÁGICOS



Ha habido, a lo largo de nuestra historia, “DOS AÑOS MÁGICOS”.
“Mágicos” porque no fueron normales, de 365 días.

Al año 46 (a.C) le tocó la lotería, sin echarle, y le tocaron 85 días extras. Ese año, “mágico”, duró 450 Días.
Al año 1.582 (d.C.), en cambio, le robaron la cartera y le sustrajeron, nada menos que, 10 días. También fue un año “mágico”, sólo duró 355 días.

Estamos hablando de “calendarios”.

El Calendario Cristiano Occidental se ha convertido en el Calendario Internacional de referencia.
Pero no siempre fue así.

El pueblo egipcio era esencialmente agrícola (todos sabemos, desde la escuela, aquello de las inundaciones anuales del río Nilo y, como consecuencia, la necesidad, anual, de la agrimensura).

Es por ello por lo que el calendario egipcio, que fue el primer calendario solar del que se tiene noticia, fue, sin embargo, en realidad, un calendario agrícola.

Para los egipcios el año tenía 365 días, divididos en 12 meses de 30 días cada uno. Y, como sobraban 5 días, éstos estaban dedicados a festejar el nacimiento de sus dioses: Osiris, Isis, Horus, Set y Neftis.

Los 12 meses se agrupaban en 3 estaciones: 1.- La de las inundaciones; 2.- La del invierno o de la germinación, y 3.- La del verano o estación del calor.

A su vez, cada mes se dividía en 3 semanas, de 10 días cada una; y el día se dividía en 24 horas.

El problema era que ese 0,25 días, no contabilizado, de cada año, se iba acumulando, por lo que el error también iba creciendo.

El calendario babilónico (pueblo de grandes astrónomos y matemáticos), en cambio, sí fue astronómico. Medían los años mediante calendarios lunares. Y ello creaba un problema. Y es que la duración de una lunación es variable, está entre los 29 días y 6 horas y los 29 días y 20 horas, siendo el mes lunar, medio, de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2 segundos, con lo cual, bastaba con ponerle a los meses lunares 29 y 30 días para que el desajuste fuera mínimo, bastaría con añadirle 1 día a un mes de 29 (y tendría 30) cada 30 meses.

Los romanos contaban los años desde la fundación de Roma (ab Urbe condita).

El calendario Juliano, elaborado por Sosígenes de Alejandría fue difundido e impuesto por Julio César, a lo largo y a lo ancho, en todo el imperio romano, el año 46 a.C. “el año de la confusión”, porque hubo que añadirle, nada menos que, 85 días a ese “mágico año”, para compensar y ajustar los errores acumulados.

El “año de la confusión” duró 365 + 85 = 450 días. Hubo que meter dos meses entre Noviembre y Diciembre.
También volvieron al calendario egipcio en cuanto al inicio del año, que pasó del 1 de Marzo (en memoria del Dios Marte) al 1 de Enero (“Januarius”, la puerta o entrada y también el dios Jano, de doble cara, la que mira para atrás, al año que se va, y la que mira hacia adelante, al año que entra).

Para no volver a tropezar en el mismo error se ordenó que cada 4 años se contabilizase 1 día más, ese 4º año era el “año bisiesto”.
Serían “bisiestos” todos los años “divisibles por 4”, incluso los años terminados en 00, por lo que se cometía, de nuevo, un error de 1 día cada 125 años, o 7 días cada 1.000 años.

Pero el año “bisiesto” no es que Febrero tuviese 29 días, seguía teniendo 28, pero el 23 de Febrero se repetía, ese día era el “23Fbis”, y como el 23 F era el sexto (“sextilis”) día antes de las calendas de Marzo, “el 23 F bis” fue el “bisiesto”.

Llamar a los días de la semana: Domingo, Lunes, Martes, etc…fue, ya, posterior, en el 321 d.C., con el emperador Constantino y el Concilio de Nicea, en 325 (d.C).

El Domingo era el “día del sol” (anterior al Lunes “día de la luna”), y era el día de descanso, para adorar a Dios, en vez de serlo el Sábado (“día de Saturno”), que era el día de descanso de judíos y gentiles.

Y como Jesús de Nazaret, el “Cristo”, había muerto el sexto día de la semana judía, había resucitado el “Domingo”, llamado Domingo de Resurrección. Y como “domingo” viene de “dominus” y “dominus” significa Señor, el domingo es “el día del Señor”.

Así, al mismo tiempo, se satisfacía también a otra religión muy popular, la del culto a Mitra, en que se adoraba al sol.

Pero al mundo occidental, una vez cristianizado, poco le importaba la fundación de Roma y sí, y mucho, la venida de Jesucristo. Así que se acordó contar los años “ab incarnatione Domini” (desde la Encarnación del Señor).
Esta labor fue encomendada a un monje escita, de la Escitia Menor (hoy Rumanía), llamado “Domingo el Exiguo”, bien porque era enano o muy bajito comparado con los demás, bien por su humildad. Corría el año 527, aunque no sería oficialmente asumida hasta el año 607, por el Papa Bonifacio VIII.

El inicio del año debía ser, pues, el 25 de Marzo, fiesta de la Anunciación del Ángel a María (9 meses (el embarazo) antes de la Natividad o Navidad), fiesta, por la tanto de la Encarnación, que se correspondía con el año 753 de la Fundación de Roma.

(Ya es sumamente conocido el error de Dionisio el Exiguo a la hora de calcular el nacimiento de Jesús, unos 5 años de error).

Pero ese inicio del año luego se desplazó al 25 de Diciembre, día del nacimiento, para terminar empezando el 1 de Enero (algo incongruente con el criterio cristiano, ¿por qué retrasarlo al día 1 de Enero, que nada tiene que ver ni con la Anunciación, ni con el Nacimiento?.

(También es sumamente conocido el interés de la Iglesia en hacer coincidir las fechas cristianas con las fiestas paganas. El solsticio de invierno viene a coincidir con la Navidad o, mejor, ésta con aquel).

El Calendario Gregoriano se impuso tras más de 1.600 años del Calendario Juliano, fue en al año 1.582 y ya, para entonces, los desajustes eran ya demasiado notorios.

Uno de los acuerdos del gran Concilio de Trento (1.545 – 1.563) fue, precisamente, el nuevo calendario, a través de la bula “Inter gravisimas”.

Fue por eso que el Papa Gregorio XIII, para corregir el error acumulado desde el Concilio de Nicea, decretó que del día 5 de Octubre se saltara al día 15 (o sea, que uno se acostó el día 5 y se despertó el 15 de Octubre).

Ese mes de Octubre de 1582 sólo tuvo 21 días (“31 – 10”).

Este calendario gregoriano es el hoy vigente. Los días se enumeran (desde que los visigodos introdujeron la costumbre de numerarlos, aunque esa numeración no fue oficial hasta que la adoptó Carlomagno) desde el 1 en adelante y, además, cada día, se conmemora a uno o a varios santos.

Pero, no nos engañemos, los motivos que tenía la Iglesia para el nuevo Calendario, eran motivos religiosos, era la regularidad del año litúrgico, por lo que hubo que introducir determinadas correcciones en el calendario civil, y todo para saber en qué día, exactamente, debía celebrarse la Pascua de Resurrección y demás fiestas religiosas móviles.

Yo quería celebrar mi onomástica en Diciembre, el día de Santo Tomás Apóstol, pero me dijeron que no podía, que el santo que me correspondía era el más cercano a la fecha de mi nacimiento, y como éste era Santo Tomás de Aquino, también tuve que renunciar tanto al monje trinitario Santo Tomás de Villanueva como al utópico Santo Tomás Moro como al desconfiado Santo Tomás Apóstol.

El año tenía 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos, es decir, 365, 2425 días, basándose, entre otros, en las Tablas Alfonsíes, de nuestro Alfonso el Sabio.

Los años seculares (los terminados en 00) se convertirían en bisiestos sólo si resultaban divisibles por 400, de lo contrario se irían acumulando, otra vez, desajustes.

Cada 4 años, pues, el 4º era el bisiesto, menos los años múltiples de 100, pero sí los múltiples de 400.

La norma decía así: “La duración básica del año es de 365 días, pero serán bisiestos aquellos años cuyas dos últimas cifras sean divisibles por 4, exceptuando los años que expresen el número exacto del siglo (100, 200,….700…1.800, 1.900…), de los que, a su vez, se exceptúan aquellos años cuyo número de siglo sea divisible por 4 (400, 800, …2000…”

Pero como la orden venía de Roma, los países cristianos pero no romanos, no la aceptaron, de momento.

Como era natural y de esperar, los primeros países que adoptaron el nuevo calendario fueron Italia, España y sus colonias y Portugal, el mismo día, mes y año, el 5 de Octubre de 1.582
También en 1.582, pero ya en Diciembre, lo harían Francia y los Países Bajos.
Prusia, por ejemplo, no lo adoptó hasta Agosto de 1.610.
Noruega, Dinamarca y Estados alemanes protestantes lo hicieron en 1.700.
Hasta 1.752 no lo adoptan Reino Unido y sus Colonias.
Japón lo hará ya en siglo XIX, en 1873.
Y hay que esperar al siglo XX a que lo hagan China (1.911), Bulgaria (1.917), Rumania y Yugoslavia (1,919), Rusia (1.923), igual que Grecia.
La última fue Turquía, en 1.926.

Ya todo el mundo, en general, por motivos pragmáticos, ha adoptado el cómputo cristiano del tiempo.

Y no sólo contar los años, lo meses y los días. Las campanas, en lo más alto de las torres de iglesias y catedrales, señalaban las horas de la oración. Los toques de campana para los oficios religiosos, el toque del ángelus, al mediodía, para el rosario vespertino…

También el clero regular y secular cronometraban el día según las oraciones a rezar: maitines y laudes, vísperas y completas, prima, tercia, sexta y nona.

El monopolio del sonido y el monopolio de la vista estaban en poder de la Iglesia. La torre era vista desde cualquier parte del pueblo y su campana era, igualmente, oída.

Cuando aparecieron los relojes individuales, cuando el tiempo se democratizó, cada uno se programaba su vida.

Siguen, no obstante, repicando las campanas que ¡maldita la gracia que le hará al que ha estado trabajando en el turno de noche¡.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

DEMOCRACIA Y RELIGIÓN.


Sigo, a diario, la ola revolucionaria norteafricana y en Oriente Medio, islámicos, destronando a líderes sempiternos, auténticos sátrapas, y proclamando que quieren vivir en democracia, como Occidente.
Y me pregunto qué concepto tendrán de “democracia” estando, como están, empapados de religión islámica.
Porque la democracia, como buen fruto que es, necesita un suelo y un abono adecuados. Y no creo que ese sea el caso.
Igual que los científicos, aunque sean creyentes, no deben meter a Dios en sus investigaciones y buscar sólo las causas naturales. No pueden prescindir de la razón, como no pueden prescindir de su sombra, porque llevan en su mente el pegamento de la causalidad.
Solo la laicidad puede permitir nacer y dejar crecer la democracia, porque sólo ella permite y garantiza la diversidad de creencias.
Pero es que estas naciones revolucionarias viven con el pegamento de su religión en su cabeza y en su corazón, coloreándolo todo, tintando toda la vida, (personal, familiar, social,…).
Para la religión islámica un homosexual y una mujer casada que tenga relaciones con alguien que no sea su marido, no merecen vivir.
Su religión los condena a la horca o a la lapidación. Y esto es, sencillamente, monstruoso.
La democracia no puede llevar adjetivos, y menos, religiosos. Las fenecidas “democracias populares” no eran democracias, como no lo era nuestra “democracia orgánica” franquista. Ni la “democracia cristiana” occidental era “cristiana” y sí democracia.
Una “democracia islámica” no puede ser “democracia” porque sería, “per se” discriminatoria.
Una “democracia islámica radical” es una “teocracia”, por lo tanto “odio” a las costumbres ajenas, ateas, laicas o de otros dioses distintos al suyo, y por lo tanto, falsos, ídolos contaminantes de sus vidas, y su jefe es más un predicador de la pureza de la fe que un administrador de unos recursos nacionales.
Si la Verdad Absoluta viene de arriba, y es la suya, debe ser impuesta. Contraria a la verdad relativa, la que viene de abajo, que siempre será provisional y debe llevar al consenso.
¿Democracia desde la Fe?.
Yo sólo considero “democracia” a la “democracia de las razones” en la que, dialogando, puede llegarse a consensos, al no detentar ni persona ni institución alguna el monopolio de la verdad.
La verdad siempre está muy repartida entre los hombres, como las razones.

Estar “libres de” el dictador político, es la condición necesaria, pero no suficiente para ejercer la “libertad para”, sobre todo si ésta viene secuestrada por la creencia religiosa.

En la mentalidad religiosa antigua, entre los hombres y los dioses corrían unas autopistas en sentidos ascendente y descendente.
Entre los hombres y los dioses estaban los intercesores, empezando por los vivos, los sacerdotes, luego seguían los santos, vírgenes, ángeles, arcángeles, querubines, serafines,….
Entre los dioses y los hombres siempre estaban los profetas, que aconsejaban, ordenaban, condenaban, amenazaban.

En la mentalidad moderna democrática, tales autovías, entre poder gobernante y los ciudadanos gobernados, son un espejismo. Durante cuatro años los políticos se someten al partido en vez de dar cuenta de su labor a los ciudadanos.

Pero ¿y cuando los únicos gobernantes posibles son todos ellos religiosos y son los sacerdotes/imanes, desde los púlpitos de las mezquitas, los únicos interlocutores entre el poder y los ciudadanos?.

Los 10 mandamientos son religiosos, no civiles, y no pueden estar en una Constitución, como no lo puede estar el Corán, ni la Biblia.
Aunque yo robe y desee a la vecina del 5º, no por eso merezco morir. El primero sólo sería un “delito”, que conlleva una pena a cumplir, pero no la muerte. El segundo un “pecado de pensamiento”, no sancionable por vía civil.
Equiparar “delito” (incumplimiento de una ley) y “pecado” (incumplimiento de un precepto religioso) es adulterar la democracia.
Discriminar a la mujer, como un ser inferior, o no permitir que cada uno viva su sexualidad libremente, o prohibir otras creencias, o concertar los matrimonios sin dar libertad de elección a los contrayentes, o…. no merece la pena ni tan siquiera detenerse a discutirlo y dar explicaciones.

¡Pobre Israel!.

Se las van a dar por el Norte, por el Sur, por el Este y hasta por el Oeste, por el mar, con las “flotillas de la libertad”, ocupadas por antisemitas.
¡Qué curioso¡. ¿no?. ¿Por qué no piden “libertad” en los países islámicos, no democráticos?
La única nación democrática en el Oriente, como una isla rodeada, no de agua, sino de dictaduras islámicas destronadas y que, ahora, quieren ser “democracias islámicas”.

¡Como si éstas fueran posibles¡ ¡Como si esa expresión no fuera un oxímoron¡

P.D. Estoy de acuerdo con el que sentenció que “la democracia es el peor de los regímenes políticos posibles, exceptuados todos los demás”, pero de manera relativa, no siempre tiene que ser así.
En otras, opuestas, determinadas circunstancias (económicas, sociales, históricas,….) puede ser el peor régimen político posible, por aquello de la “demagogia” y la ausencia, en los políticos, de una auténtica visión de estado, cuando están más atentos a las próximas elecciones que a las postelecciones.

martes, 13 de septiembre de 2011

NO ME GUSTAN


Una de las mayores tonterías escritas y que, continuamente se repite, es la de “sobre gustos nada hay escrito”.
Mentira. Sobre gustos hay escrito lo habido y por haber. A mi me gusta pasear por la Carihuela y ver salir el sol (lo que hago siempre que puedo) y no me gusta ni el Opus, ni los Legionarios de Cristo, ni los Kikos.
¿Qué quiere esto decir?. Sencillamente eso, que NO me gustan.
¿Los prohibiría yo?. Por supuesto que no. A nadie prohibiría que…. ni a nadie obligaría a….. Sencillamente, como no me gustan no ingreso en ninguna de esas comunidades o sectas.
Allá el gusto de cada uno. A mí no me gustan. Si alguien es feliz perteneciendo a una, a las dos o las tres, simultánea o sucesivamente, allá él. Que sea feliz, que es lo importante.
Y que nadie me diga que cómo lo sé “si no he experimentado”. Tampoco he experimentado la homosexualidad. Y no necesito ni tan siquiera probarlo, porque no me gusta.
¿Odio, pues, a los homosexuales?. ¡¡¡Por Dios!!!, NO. He sido, soy y seguiré siendo tolerante con las ideas y respetuoso con las personas. Pero que no me obliguen a…
Yo soy un agnóstico religioso, filosóficamente libre, moralmente responsable, políticamente demócrata, ideológicamente tolerante, un ilustrado en el sentido pleno de la palabra, amante de mi trabajo, un abuelo empedernido, amigo de mis amigos y enemigo de nadie.
Soy alguien que busca, pide, expone y exige razones, argumentos, a quien quiera dialogar conmigo, para que puedan ser confrontados.
Soy respetuoso con las creencias, con todas las creencias, pero que no se me las presente como argumentos.

El que a mí no me gusten ciertas cosas, ideas o creencias, sólo quiere decir eso, que “no me gustan”, pero como volteriano, que me considero, yo también “daría mi vida para que tú, con quien no las comparto, puedas ejercer tu derecho a tenerlas y practicarlas”.

Lo que sí me gustaría, de ellos, es que si alguien, que voluntaria o forzosamente entró, pueda, también, voluntariamente, salir sin chantajearlo y haciéndole la vida imposible (y son muchos casos los que conozco, empezando por el arquitecto cuya obra he admirado, el catalán Miguel Fisac.

Libertad para entrar, para estar y para salir. Por supuesto que SÍ.

Yo no sería feliz vistiendo traje y corbata, practicando la endogamia, viendo a los de fuera como peligrosos demonios disfrazados de personas y cantando salmos, a coro, en los retiros dominicales. Soy más feliz en la playa, oyendo las olas, sintiendo el mar, pisando la arena, y disfrutando, sólo con la mirada, casi lúbrica, de los desafiantes pechos limonáceos de jovencitas venusinas, pecando de pensamiento. Hasta ahí llega mi condición pecaminosa (no delictiva)

Son varias las parábolas que nunca he tragado, y una de ellas era la del Pastor y las ovejas. No me gustan los borregos que a la voz del pastor… Ni me gusta gritar, ni que me griten.
Prefiero más a los líderes que se desviven por los que malviven, pero que son callados y ejemplos a seguir (llámese Vicente Ferrer o Teresa de Calcuta) que a telepredicadores como Escribá de Balaguer, Maciel o Kiko Argüello.

No me gustan las masivas afluencias de cientos de miles de personas que aplauden y vitorean a quien no considero meritorio.

No sé si Kiko Argüello es el nuevo “Aguirre, la cólera de Dios”, pero sí que “Camino” era una visión fidedigna del Opus Dei, y “no me gusta”.
Quien sea feliz en la jaula, cantando, y libre del peligro de ser cazado por el gato, ¡mi enhorabuena¡. Yo prefiero la libertad de volar y cantar, si me apetece, el “Asturias, patria querida”, tras haber dado cuenta, con mis amigos, de un buen Rioja.

domingo, 11 de septiembre de 2011

LA ENSEÑANZA.



Para parar el imparable deterioro de la Enseñanza son necesarios varios principios.
(Quien esto escribe es alguien que se ha dedicado, por vocación y como profesión, durante 36 años, a la enseñanza del Bachillerato y que, aunque juró por todos los dioses no jubilarse hasta los 70 años, solicitó, voluntariamente, la prejubilación, ofertada por la Junta de Andalucía, antes de cumplir los 60.(Quedo, sin embargo, libre del juramento, al ser agnóstico)).

1.-El Bachillerato debe ser de 3 años y dejar de ser, como hasta ahora, el 5º y 6º de la E.S.O. Debe ser, realmente, un escalón superior que habilite, realmente, al alumno que lo curse, un acceso, con garantía, a la Universidad y no ser, como hasta ahora, “para no discriminar a los malos estudiantes”, sin tener presente el perjuicio que se le hace a los buenos estudiantes.
El Bachillerato debe ser optativo, para quienes quieran acceder a la Universidad, y no semi-obligatorio, para quienes no tienen donde ir, tras terminar la E.S.O. con regular fortuna.

2.- El Bachillerato debe ser considerado, por los estudiantes, como un lugar de trabajo y no como un mero lugar de permanencia. Hay que olvidarse del P.I.L. (Pasa por Imperativo Legal) de la E.S.O., aunque apenas sepa algo y haya sido casi nulo el interés mostrado y el esfuerzo realizado.

3.- Debería haber una Prueba de Suficiencia, al finalizar la E.S.O. y ser desviados, obligatoriamente, a la F.P. quienes no la superen.
Igualmente debería haber una Prueba de Suficiencia, al finalizar el Bachillerato, para quienes quieran obtener el título del mismo.
Además, debe seguir siendo obligatoria la Prueba de Selectividad.

4.- Debe volver la disciplina a las aulas, priorizando el derecho a aprender de quienes quieran hacerlo sobre quienes boicotean el desarrollo de las clases.
El profesor debe estar investido de autoridad pública, siendo el director, y no mero animador, de la clase.

5.- La vuelta a sus cuarteles de las tribus P-. y Psi-., que demasiado daño han hecho ya a la enseñanza, con su autohalo de sabedores del secreto de la enseñanza.

6.- El profesorado debe ser valorado por su hacer y su saber, y no por la cantidad de cursillos, casi siempre inútiles para una buena práctica de la docencia, impartidos, general e interesadamente, por los Sindicatos, puntuando más, como méritos, la suma de unos cuantos cursillos que el Doctorado o las publicaciones.

7.- Que la enseñanza sea un Pacto de Estado y no estar al albur del partido político de turno, ganador, apoyado, generalmente, por algún partido nacionalista, para obtener la mayoría absoluta.
Debe elaborarse, de una vez, y con el objetivo de permanencia, una Nueva Ley de Educación, cuya elaboración estaría a cargo de los profesionales de la enseñanza, de los representantes de los partidos políticos, según su valía profesional más que por su fidelidad al partido y los representantes de los sindicatos del sector de la enseñanza (pero que no esté, ni los Ps. Ni los Psis.)







martes, 6 de septiembre de 2011

MEDICINA: DE LA “NECESIDAD” AL “DESEO”.


¡Medicina, siempre tan deseada para satisfacer necesidades y hoy tan necesaria para satisfacer nuestros deseos¡.

La Medicina siempre fue el arte de curar y, en la época moderna, se convirtió en Ciencia con el objetivo terapéutico de vencer la enfermedad y restablecer la salud perdida.
Así ha sido a lo largo de casi toda la historia, siempre al servicio de “la necesidad” de recuperar la salud perdida.
Pero en la época contemporánea la medicina (sin perder esa finalidad terapéutica) está poniéndose al servicio del “deseo”, de las “fantasías”, de las “preferencias personales”.

La medicina, siempre tan ligada a la filosofía del “equilibrio”, de la “armonía” y a la religión, con su Dios, sus dioses o con sus creencias, se ha secularizado y puesto al servicio de los “caprichos” de quien pueda pagársela.

Deseos (no necesidad):

1.- Al inicio de la vida.
.- Deseos de no engendrar un hijo después de un coito consentido y disfrutado o de una violación y abuso sexual (contracepción de emergencia, la píldora del día después que, al menos en Andalucía, te la regalan en cualquier Centro de Salud).
.- La determinación del sexo de la criatura antes de la implantación.
.- Deseo de engendrar un hijo (ser madre) sin la participación de una pareja masculina (adquiriendo el semen de un Banco de Ídem).
.- Programación de la fecha del parto (cesárea programada, como la de mi chiquitín, Alberto).

2.- En la infancia, adolescencia, juventud.
.- Corrección de la dentadura.
.- Alcanzar mayor estatura (con hormonas de crecimiento).
.- Reducción o aumento de pechos.
.- Reducción o aumento de nalgas.
.- Operaciones varias (de nariz, de mentón, de orejas,….

3.- En la edad adulta.
.- Reasignación de sexo.
.- Cirugía estética variada.
.- Mayor rendimiento físico (sobre todo en el deporte (esteroides anabólicos), pero también en el trabajo).
.- Tratamientos antienvejecimiento (estiramientos de la piel, las patas de gallo,…).
.- Liposuciones.
.- Viagra.
.- Pastillas anticonceptivas.
.-Ligaduras de trompas o vasectomías.
.- Aborto de fetos femeninos (en muchas partes del mundo)
.- D.I.U.

4.- En la vejez.
.- Deseo de morir sin sufrimiento.
.- Eutanasia activa.
.- Suicidio asistido.
.- Técnicas de inmortalidad (criogénesis).

Toda esta acción modificadora de la Medicina actual, más allá de la “necesidad” y que se desenvuelve en el campo del “deseo”, lleva a calificar a sus demandantes de estos servicios, más como “clientes” que como “pacientes”, pues incrementar la “mejora” es cosa distinta a reestablecer el “equilibrio” perdido.

A veces, estos deseos o caprichos plantean problemas éticos que requieren la intervención de Comités de Ética, pluridisciplinares, para una mejor resolución.

domingo, 4 de septiembre de 2011

FECHAS

Si hiciéramos una encuesta, en el mundo occidental, y preguntáramos que nos dijeran 4 ó 5 fechas históricas, saldrían, mayoritariamente (con las debidas excepciones, religiosas, nacionales, filosóficas, sociales,..): el nacimiento de Jesucristo, la caída del Imperio Romano, la caída de Constantinopla, el descubrimiento de América, la Revolución francesa, (en España, la guerra civil española, la francesada y la Pepa)… (y pare Ud. de contar).

Si preguntáramos a la gente qué opina, qué le sugiere, la fecha del “25 de Abril de 1.953”, muy pocos sabrían responder o la respuesta sería: “nada”.
Y esa es la fecha, crucial, en que la Revista científica, inglesa, “Nature” publicó un artículo, de apenas UNA página, firmado por Francis Crick y James Watson, con el título de: “Estructura molecular de los ácidos nucleicos. Una estructura para el ácido desoxirribonucleico”.

Esa fecha es, nada menos que, el año 0 de la Nueva Era Científica, el estallido de la Revolución Biológico-Molecular.

Ford, el empresario americano, afirmaba que el año 0 era el 1.908, año en que salió de sus fábricas el Ford, primer modelo T. Tiempo antes de F (a.F) y tiempo d.F.
El mismo que (“auténtico espíritu empresarial”) afirmaba “no busques el fallo, encuentra el remedio” o “el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia” y que estaba empeñado en “que sus trabajadores, con su sueldo, fueran capaces de adquirir el modelo T, de cualquier color, siempre que ese color fuera el “negro”.

Pero nuestra formación es más de “memoria histórica” (pasado) que de “atención a la actualidad” (presente).
Aunque, quizá, sin base firme, no pueden construirse estructuras sólidas.

viernes, 2 de septiembre de 2011

ROMANTICISMO NACIONALISTA.



Mis escarceos culturales, adolescentes, románticos, se esfumaron apenas entré en contacto, ya de joven, con la Ilustración.
La Ilustración, entronizando a la Diosa Razón Universal, aspiraba al consenso de toda la humanidad acentuando, precisamente, eso que es común a todos los hombres, la Razón, la misma Razón, las leyes Racionales.
Cada uno razonamos desde nuestra Razón, pero todos razonamos de la misma manera, desde las premisas hasta la conclusión, de manera correcta, sin falacias interpuestas.

El Romanticismo, en cambio, antiilustrado, desdeñaba la Razón y la Ciencia. Enfatizaba en aquello que separaba a los hombres: la nación, la etnia, la raza, la religión, el folklore, la tradición, las artes populares, las costumbres,….., en una palabra, lo singular, lo intransferible, lo propio y exclusivo de cada comunidad.

Estoy viendo un reportaje sobre la adhesión de España a la O.T.A.N., años 80, y cómo los nacionalismos votaron mayoritariamente NO, como si el formar parte de una Organización mundial supusiera un robo de su identidad.

Los Nacionalismos son unos románticos, sin perspectivas de futuro real a largo plazo. Miran el pasado, que consideran glorioso, y lo que quieren es recuperarlo, revivirlo y, si puede ser, imponerlo.
Rechazan, de entrada, los modelos extraños, las normas universales.

Incluso ahora mismo, en España, mientras estoy escribiendo esto, cuando los nacionalismos, haciendo de bisagras, votan a favor del Gobierno Central, me cabreo, sobre todo porque sé que, aunque cínicamente, afirmen que lo hacen “por la gobernabilidad de España”, y “como un acto de responsabilidad política”, siempre lo hacen después de un chantaje al gobierno de turno y haber pasado por caja para cobrar, en especie, el apoyo a prestar.

Ahora mismo estoy viendo el “cabreo” nacionalista porque los dos partidos nacionales, mayoritarios, se han puesto de acuerdo para reformar la Constitución y poner un techo al endeudamiento de los variados gobiernos.
Cuando ellos, con su apoyo al gobierno de turno, suman algo más del 50% de los votos de la Cámara, todo es maravilloso, todo está muy bien. Pero cuando entre los dos partidos, de acuerdo en algo, suman más del 80 % entonces echan sapos y culebras por la boca en sus declaraciones.

Mientras un Ilustrado hace un discurso racional, apoyable o rebatible pero con razones, basado en argumentos, aunque no tengan por qué ser los más firmes, un Romántico está más cerca de un predicador que ha encandilado a las masas y éstas lo han apoyado, y como, en democracia, lo que cuenta es la cantidad de votos que uno tiene detrás….
Pero están obsesionados por imponer sus anteojeras nacionalistas a los no nacionalistas (el esperpento del Senado, con los pinganillos y traductores, supera a Valle Inclán); es como para “correrlos a gorrazos”, pues en su vida diaria se manejan con el lenguaje común, español o castellano.

¿Deben conservarse las culturas particulares?. Por supuesto que sí, son una riqueza, pero no a costa de empobrecer a los suyos no permitiéndoles acceder u obstaculizando el acceso a la cultura universal.

Yo brindo con bebidas autonómicas distintas a la mía, me encanta el pulpo autonómico, alabo y disfruto con especialidades autonómicas varias,… pero no por lo que tengan de nacionalistas, sino por su calidad.

Jamás querré imponer el baile de sevillanas o malagueñas, pero que no se me obligue a la sardana o a la muñeira.
Para consumo interno está muy bien.

La cultura general, científica, se expresa con y por la razón, mientras las peculiaridades de las culturas nacionalistas se expresan con el sentimiento, la emoción, la intuición.
La razón es un campo abierto, un terreno neutral, de encuentro, en el que pueden exponerse razones a discutir. Con el sentimiento y la emoción no ocurre esto, porque ellos habitan en otro campo.

Oponerse a los valores universales es un contrasentido. Encerrarse en los particularismos es apostar por el empobrecimiento. Despreciar y sentir cierta repugnancia por los modelos exteriores, manifestar, incluso, odio y hostilidad, por el prejuicio de considerarlo una amenaza,….

Un ilustrado no se “casa” con nadie porque se “casa” con todo el que exponga razones, a debatir, con lo universal, con lo humano, y no con sentimientos a los que, necesariamente, adherirse.

Alentar las diferencias, menospreciar las similitudes, sobrevalorar la identidad cultural,… provienen de supersticiones y prejuicios que enraízan en las tradiciones ancestrales, una vez depuradas, coloreadas, interesadamente interpretadas, vestidas de fiesta, …
¿Dónde está, aquí, la razón argumentativa que demuestre ser juicios y no prejuicios, realidades y no supersticiones?.

¿Y si una cultura se niega a reconocer la igualdad de “todos los hombres” (varones y mujeres), independientemente de la raza, religión, nación, lengua,…y defiende la superioridad de unos sobre otros, con exclusión social,…. habrá, también, que defenderla?.

¿Habrá que tolerar a las culturas intolerantes?.
¿Habrá que tratar, democráticamente, a quienes tienen como un objetivo prioritario la destrucción de la democracia?.
¿Habrá que respetar a las culturas racistas porque “como siempre han sido así”….

No bailo este tipo de músicas.

Soy más de Kant, racional y universalista, que de Herder, sentimental, ombliguista, exclusivista.
Soy más de Ernest Cassirer que de Heidegger.
Soy más de Sartre que de Levi Straus.