lunes, 29 de febrero de 2016

LA MUJER EN EN RÉGIMEN NAZI (9)

Esta política tomó su forma más radical en 1936 cuando los líderes de las SS crearon el programa “Fuente de Vida”, dirigido por el gobierno.

Como extensión de la “Orden sobre el Matrimonio de las SS de 1932-1933”, una ordenanza de 1936 prescribía que, absolutamente, cada miembro de las SS debía dar ejemplo y tener al menos cuatro hijos, dentro o fuera del matrimonio.
Los hogares de dicho programa ofrecían refugio a los descendientes ilegítimos y a sus madres, les proveían con todos los documentos y seguridades así como les ofrecían apoyo económico.
También se ocupaban de reclutar padres adoptivos para los niños que no pudiesen vivir con sus padres biológicos por cualquier razón.

La política poblacional Nazi, sin embargo, se concentró más en la familia y el matrimonio. 

El estado instaba al matrimonio a través de los préstamos, suplementos en la paga para los padres con el nacimiento de cada hijo, el reconocimiento público y honroso de ser una familia «rica en hijos», e incluso se creó una condecoración para las mujeres que diesen a luz a cuatro o más hijos, La Cruz de la Maternidad. 
Ésta se entregaba el 12 de Agosto por ser la fecha del cumpleaños de la madre de Hitler.
La cruz “dorada” de la maternidad se entregaba con honores a las mujeres que hubiesen «producido» una descendencia de 8 hijos, la cruz “de plata” para aquellas que hubiesen tenido 6 y la “de bronce”, para las madres de cuatro hijos.

Por otro lado, el aborto estaba penalizado cada vez más duramente para las mujeres alemanas consideradas de raza aria.
Si ésta llevaba en su vientre el producto de una relación mixta, sin embargo, sí se practicaba el aborto, a la par que se castigaba a los responsables de tal deshonrosa unión.

La nueva Alemania, al crecer y desarrollarse, necesitaría cada vez más soldados y madres, en opinión de Hitler. Por lo tanto, una población en auge era necesaria, con chicos preparados para convertirse en soldados amantes de su país y chicas deseosas de convertirse en madres jóvenes.

Hitler necesitaba que la población alemana ocupase los territorios de Europa oriental.
Esta actitud de estimular deliberadamente el crecimiento de la población de las naciones estaba bien considerada en Europa Occidental en estos momentos también, no solo en Alemania.
Era una idea popular la de que una nación muy poblada era una nación grande y poderosa.
Francia, particularmente, temía que su población estuviese reduciéndose muy rápidamente y empezó a poner impedimentos y prohibiciones en abortos y anticonceptivos.

La Unión de Mujeres Nacional Socialistas” y “La Agencia de Mujeres Alemanas” usaban la propaganda para incitar a las mujeres a concentrarse en el papel de esposas y madres. 

Además de aumentar la población el régimen también buscaba conseguir la pureza racial a través de la mejora de la especie.

No solo se prohibían los matrimonios o uniones mixtas de todo tipo, también se evitaba que aquellos con discapacidades y ciertas enfermedades se casasen o tuviesen descendencia en absoluto.
Las mujeres eran entrenadas para reconocer quién podía o no ser un compañero apropiado y acorde con la raza sin problemas de salud que debilitasen a su descendencia.
Para asegurarse de que todas las chicas aprendiesen los valores y habilidades necesarias, así como el entrenamiento ideológico, ser miembro de “La Liga Nazi de Mujeres Alemanas” era obligatoria.

De todos modos, el rearme seguido del estallido de la guerra acabó obligando a los nazis a abandonar la publicidad del ideal doméstico femenino. 

Al principio no se esperaba que las mujeres trabajasen fuera del hogar en la Alemania Nazi. Al fin y al cabo el puesto de ama de casa, de hecho, ya se había reconocido como profesión como tal y no había labor más importante que realizar en el mundo que la de ser madre.

Durante la República de Weimar hubo un número aproximado de 100.000 profesoras y maestras, 3000 doctoras y unas 13000 músicas.
En el transcurso de unos meses, desde la llegada al poder de Hitler, muchas doctoras y funcionarias fueron despedidas.
A éstas les siguieron las docentes y las abogadas.
Al comienzo de la II Guerra Mundial la cantidad de mujeres que realizaban un empleo a tiempo completo era ridícula.

Como amas de casa y madres las vidas de las mujeres podían ser controladas.
La mujer nazi ideal no debería llevar ni maquillaje ni pantalones.
Teñirse el pelo o usar una permanente era censurado gravemente.
Los zapatos de tacón eran demasiado sexualizantes.
La delgadez tampoco estaba bien vista, puesto que se consideraba que podía causar problemas en el embarazo.
Lo mismo ocurría con el consumo de tabaco.

Sin embargo, la necesidad hizo que se abriesen brechas en el férreo plan de estilo de vida femenino cuando se establece un año de servicio obligatorio para todas las mujeres en 1937.
Las mujeres podían trabajar «patrióticamente» en una fábrica para ayudar al milagro económico nazi.
El préstamo a los matrimonios fue abolido ese año también.
La necesidad de mano de obra obligó al estado a integrar a las mujeres en la fuerza de trabajo e incluso en el cuerpo militar (el número de auxiliares femeninos en las fuerzas armadas alemanas llegó a acercarse a 500.000 en 1945).

Por otro lado, en la Alemania nazi no se consideraba un problema social que una mujer soltera tuviese hijos.
De hecho, se favorecía.

El estado construyó edificios a los que las mujeres solteras que pasasen una selección podían acudir para quedarse encinta de un agente de las SS racialmente puro.
Estas mujeres recibían ayudas para hacer cómoda su condición de madres solteras. Eran publicitadas por el gobierno y visibles para la población.

Una cancioncilla popular en la época rezaba:

Agarra bien el hervidor, la escoba y la sartén.
De ese modo seguro encontrarás un hombre.
Deja la tienda y la oficina,

Tu verdadera labor está en casa.

domingo, 28 de febrero de 2016

LA MUJER EN EL RÉGIMEN NAZI (8)

El poder masculino era celebrado como fuerza impulsora del ideario nazi. 
El partido nazi celebraba los valores de la fuerza, la juventud, la virilidad, la violencia y la defensa de la patria.
Su extremo patriotismo tuvo consecuencias bastante dispares, algunas de las cuales pueden parecer bastante progresistas a los ojos de hoy: la preservación de los recursos naturales, la protección de la diversidad natural, la defensa y protección de la naturaleza, etc. Se convierten en los primeros ecologistas. 

Del mismo modo, en lo que respecta a la mujer, recibe una posición a la par poderosa y sumisa.

Las mujeres eran presentadas con una identidad femenina de «portadoras de la cultura de la nueva generación». 
El modelo nazi era encarnado por Magda Goebbels, la mujer del ministro de Propaganda y madre de seis hijos.
Las mujeres nazis veían la maternidad proclamada como su más alto deber, y por primera vez, el rol de ama de casa fue reconocido como una profesión.
Aparentemente puede parecer que haya algunos avances respecto a la situación anterior, ya que las mujeres podían también en el seno del partido alcanzar ciertas posiciones de poder y podían participar en la vida pública, pero su lugar debía estar siempre por detrás del hombre.

Las mujeres conformaban la espina dorsal del Tercer Reich al conformar el ideal Nazi y ser responsables de dar a luz y criar a las nuevas generaciones de la raza aria. 
Las mujeres debían aprender todo lo que había que saber sobre tareas del hogar, cuidado de los niños, la enseñanza de los valores del partido, etc. Así como debían estudiar higiene, alimentación para una vida saludable, deporte, eugenesia, y el funcionamiento del cuerpo femenino.
La “Escuela para las «novias» del Reich” se ocupaba de formar a las jóvenes en el modelo femenino nazi.

La Liga de Muchachas Alemanas tomaba el lugar de la Juventud Hitleriana para los chicos.
Las llevaban de campamento, viajaban para conocer la grandiosa nación alemana, se les enseñaba historia, ideología nazi y se celebraba un modo de vida saludable.
A menudo se instaba la relación con los varones, aunque no con cualquier varón.
Desde una edad muy temprana las niñas aprendían que las buenas alemanas se casaban jóvenes con un buen alemán y que el deber de la mujer era el de mantener un hogar decente y correcto y criar tantos niños sanos arios como fuese posible.

Las mujeres jugaban un papel vital en el plan de Adolf Hitler de crear una comunidad ideal en la nación alemana...
Hitler creía en una población más numerosa y racialmente pura que reforzaría a la larga el poder militar alemán y proveería además de colonos para ocupar el territorio conquistado en Europa oriental. 

La agresiva política poblacional del Tercer Reich animaba a las mujeres «racialmente puras» a tener tantos hijos «arios» como fuese posible. 
Los matrimonios mixtos con otros colectivos no arios considerados de una raza inferior no estaban permitidos y podían ser castigados con penas de prisión y multas.
En consecuencia, las mujeres estaban a cargo de un trabajo vital, dar a luz a alemanes puros, extender sus buenos genes puros y educar a sus hijos desde su más tierna edad acorde con los ideales nacional-socialistas.

Para estimular el incremento poblacional, una de las primeras leyes aprobadas por Hitler una vez alcanzado el poder en 1933 fue la “Ley para el estímulo del matrimonio”, aprobada el 5 de julio de 1933.
Esta ley establecía que todas las nuevas parejas casadas podrían recibir un préstamo de 1000 marcos, lo que representaba alrededor de unas 9 veces el salario medio de la época.
800.000 nuevos matrimonios se acogieron a esta oferta.
Este préstamo, además, no se devolvía simplemente.
El nacimiento del primer hijo suponía una reducción del 25% de la cantidad a devolver, dos hijos suponían el 50%. Si la pareja daba a luz a cuatro hijos el préstamo no debía devolverse en absoluto.




9

viernes, 26 de febrero de 2016

LA MUJER EN EL RÉGIMEN NAZI (7)


En Mein Kampf se afirma que “en la educación de las muchachas hay que insistir, sobre todo, en el adiestramiento físico, luego en la promoción de los valores espirituales y, en último lugar, de los intelectuales.
La meta de la educación femenina ha de ser, invariablemente, la de futura madre”

Para conseguir este objetivo se empleó la propaganda, las ayudas a las familias que decidían tener más hijos, importantes exenciones de impuestos a las familias numerosas, la prohibición del aborto, la ilegalización de la venta de anticonceptivos destinados a los arios.
Para el régimen nazi tener hijos era el mayor servicio que las mujeres arias podían prestar.
La madre alemana era equiparable al soldado en campaña.
De hecho, ya en 1.938 se estableció “La Cruz de Honor” de la madre alemana para reconocer y recompensar estos servicios.

Pero no sólo la cantidad de hijos, también la pureza de la raza.
Por eso no sólo se prohibieron las relaciones sexuales entre arios y no arios sino que se condenaba la práctica del amor libre al considerarlo una vía para la mezcla, incluso se llegó a la esterilización y aniquilamiento sistemático de las personas de otras razas consideradas inferiores.

La selección racial

Es más las SS no estaban concebidas únicamente para desarrollar funciones policiales. Sino que también constituían un instrumento de selección racial por lo que los miembros de las SS necesitaban una autorización para casarse, autorización en base a consideraciones raciales y de salud.
También las mujeres debían reunir unas determinadas características para obtener dicha autorización.

El estereotipo del aspecto físico de la mujer alemana era el cabello rubio y los ojos azules, signos, ambos, de pureza racial a lo que había que añadir la sencillez, el no uso de barras de labios ni maquillajes, sustitutos artificiales de “la naturalidad genuina de la raza aria”.

Diversas organizaciones se encargaban de controlar a las mujeres, desde las niñas a las amas de casa y demás segmentos de población femenina, aunque se resistieran, sin ser especialmente perseguidas por ello, pero siempre con menos esfuerzo que con los niños, jóvenes, hombres maduros,…

Respecto a la educación, tanto para chicos como para chicas, se huía de la cultura y se insistía en la educación física, como una forma de educar el cuerpo  y, a través de él, la mente.
Se restringió el acceso de las chicas a los Institutos de Enseñanza Media, estudios requeridos para poder acceder a la Universidad, fijándoles un cupo del 10%, cerrándoles el camino no sólo al mundo de la cultura, también al mundo laboral.

“Muchacha estudiante: ¿a qué aspiras en el Tercer Reich? Después de todo tu sitio está en la cocina. El Führer no necesita que tú estudies. El trabajo intelectual es vergonzoso para las mujeres”

Estaban obsesionados por retirar a las mujeres casadas del mundo del trabajo y sólo los avatares de la guerra y las necesidades derivadas de ella devolvieron a la mujer al mercado de trabajo aunque, eso sí, mano de obra poco cualificada.

Por supuesto “ninguna mujer política”, campo exclusivo del varón. El lugar natural de la mujer es la familia y las labores dentro de ella como esposa y como madre.

Nunca fueron movilizadas para la guerra, como ocurría en otros países, lo que significaría una disminución de su dignidad como mujer.
Ella era la camarada del varón y la cooperadora en la fundación de su familia, capaz de traer hijos al mundo, porque esa función es su forma máxima de beneficiar al pueblo alemán.

“Si hoy una mujer jurista lleva a cabo una tarea loable y junto a ella vive una madre de cinco, seis o siete hijos, y todos sanos y bien educados, yo tengo que decir: desde el punto de vista del valor eterno de nuestro pueblo, la mujer que ha parido hijos  los ha educado ha asegurado la permanencia de nuestra raza más y mejor que la mujer jurista”.


Igual que ocurrió en el régimen fascista italiano, y en el franquista, (en eso se parecían) se insistía en la potenciación de una política natalista y en el intento de mantener controlada a la población mediante su encuadramiento en diversas organizaciones dependientes del Estado

jueves, 25 de febrero de 2016

LA MUJER EN EL RÉGIMEN NAZI (6)

¿Se inspiró Hitler, al menos parcialmente, a la hora de sentar las bases del nacional-socialismo, en el fascismo italiano?

En 1.920 Hitler fundó el Partido Obrero Nacional-Socialista Alemán, el 30 de Enero del 1.933 juró su cargo como canciller, ganando las elecciones en Marzo del mismo año y, tras la muerte de Hindenburg, en Agosto de 1.934, Hitler asumió la Presidencia de Alemania, lo que supondría un cambio en la vida de los varones y mujeres alemanas.

Pensaban los nazis que estaban persiguiendo los ideales de la raza alemana en los tiempos antiguos, que estaban volviendo y rescatando los orígenes de su pueblo pero, en realidad, la moral que el Nacional-Socialismo presentaba como típicamente germana era la moral propia de la mentalidad burguesa de finales del siglo XIX, es decir, la consideración de la santidad de la familia y del matrimonio, de la pureza de la vida sin ostentación dedicada al trabajo.
Es decir, la postura nazi respecto a la familia es tradicional y conservadora, aunque trate de explicarse a través de consideraciones raciales.

En cuanto a la mujer (como ya hemos indicado en otros lugares) el ideal femenino se centra en la exaltación de la sencilla ama de casa y madre que vive únicamente para su familia y se comporta dócilmente con su marido, siendo él el dueño y señor, el que determina el curso de la política, de las leyes, de todo lo público, quedando la mujer enclaustrada en el ámbito de lo privado, resumido en las llamadas tres “K” hitlerianas: Kinder (niños), Küche (cocina) y Kirche (iglesia), es decir, “procreación, servidumbre y rezo” como forma de escape de las dos funciones anteriores.
Familia (marido e hijos), cocina (casa) y, si sale de ésta, es sólo para ir a rezar a la iglesia.

Nada, pues, de igualdad de derechos entre varones y mujeres, nada de emancipación de la mujer, lo que sí existía en el pasado alemán, tanto en el socialismo como en el liberalismo, a los que tanto odiaban los nazis.
Incluso se calificaba de “producto del intelecto judío” lo relativo a los derechos de las mujeres.
Para ella el mundo era su marido, sus hijos, (su familia) y su hogar.

“La razón domina en el hombre –decía Hitler en 1.934-, él investiga, analiza,…pero todas las cosas que se abordan con la razón están sometidas a cambios, sin embargo, el sentimiento es mucho más sutil que la razón, y la mujer es sentimiento, y por tanto el elemento estable.
Estoy convencido de que nadie comprende mejor que la mujer alemana el Movimiento Nacional-Socialista….y sin la resistencia y la verdadera entrega amorosa de la mujer al Movimiento, yo nunca podría haber llevado al Partido a la victoria”.

Un año después, en 1.935, en un discurso al Congreso de Mujeres Nacional-Socialistas, dice Hitler:
“La pretendida garantía de los derechos de la mujer en un plano de igualdad a los del varón, que proclama el marxismo, no es, en realidad, sino una desviación y una privación de tales derechos, por cuanto limita a la mujer a un área en que, necesariamente, tiene que aparecer inferior. Coloca a la mujer en situaciones que, lejos de reforzar su posición, tanto ante el varón como ante la sociedad, la debilitan.
Yo me avergonzaría, de ser un hombre alemán, si en una guerra la mujer tuviera que ir al frente. Ella tiene su propio campo de batalla, donde libra su lucha con todos y cada uno de los hijos que ha traído al mundo.
El varón tiene su destino en el servicio al pueblo y la mujer en la salvaguarda de la familia”.

Una de las grandes preocupaciones del Régimen Nazi era incrementar la tasa de natalidad para luchas contra el envejecimiento de la población y asegurar un número suficiente de alemanes.
También lo sugería Himmler, que era necesario un fuerte incremento demográfico, porque un escaso número de descendientes debilitaba al pueblo para hacer frente a la guerra y sus consecuencias.



miércoles, 24 de febrero de 2016

LA MUJER EN LA HISTORIA (5) REPRESIÓN Y MEMORIA



REPRESIÓN

La mujer alemana, por encima de ancianos y niños, fue la parte de la sociedad que más sufrió con la derrota del Reich ante los Aliados y especialmente los soviéticos desde el este.

Muy a su pesar, porque la inmensa mayoría habían vivido en un régimen dictatorial y represivo, degradando su condición de ser humano.
Los nuevos “liberadores” soviéticos, llenos de rabia y odio ante las atrocidades cometidas por los alemanes anteriormente, tuvieron una sistemática política de violaciones y asesinatos de mujeres como eje de su actuación, la mayor parte de las veces aceptadas por los superiores, impotentes para impedir semejantes prácticas.

Las riadas de desplazados del frente, mujeres, ancianos, niños, soldados derrotados contemplaban con pánico la llegada de los rusos y trataban de pasar al lado controlado por los Aliados.
Con la definitiva finalización del conflicto, las minorías de población alemana en otros países como Polonia, Rumania, Ucrania o Checoslovaquia sufrirán el hostigamiento del resto, con muchas cuentas pendientes de saldar.

De nuevo las mujeres serán las víctimas preferidas de los exaltados.

Igual ocurrirá en el caso de las colaboracionistas: ante los ojos de la sociedad las mujeres que congeniaron con los nazis eran culpables y sufrieron las consecuencias en forma de ejecución o humillaciones públicas (como las de raparles el pelo al cero y expulsarlas de sus casas en Francia).
Sin embargo, estas represalias fueron injustas para aquellas mujeres que habían tenido que convivir con los alemanes por una mera cuestión de supervivencia.

RECUERDO.

 Miles de mujeres supervivientes del horror nazi quedaron permanentemente traumatizadas ante la experiencia vivida.
Sus relatos nos han llegado en forma de biografías, memorias, investigaciones o documentales.
Muchas tuvieron que reiniciar su vida tras haber perdido a toda su familia (padres, maridos, hijos, etc…), otras sufrieron las secuelas de los maltratos recibidos y jamás se recuperarían.
Muchas de ellas ya no podrían ser madres nunca, debido a los experimentos atroces efectuados, políticas de esterilización o las torturas recibidas.

Se descubren o reeditan diarios y escritos de víctimas.
El más famoso de ellos el diario de una joven judía asesinada en Bergen-Belsen: ANA FRANK (1929-1945), cuya emotividad y recreación de una vida escondida de la persecución ha llegado a los corazones de medio mundo.

Hubo también mujeres que se dedicaron a reflexionar sobre aquellos acontecimientos e incluso fueron autoridad importante a la hora de investigar y comprender la magnitud de lo que supuso el Holocausto, sus consecuencias y el carácter de víctimas y verdugos.
Tal es el caso especialmente de Hannah Arendt.

HANNAH ARENDT (1906-1975) fue una de las principales filósofas del siglo XX, pensadora y divulgadora de los estudios del Holocausto, del que ella misma se salvó al huir de Alemania en 1933 tras pasar un mes encarcelada por su condición de estudiante judía.
En 1951 se nacionalizó estadounidense, siendo por lo tanto apátrida durante casi veinte años (la Alemania nazi quitaba la ciudadanía a los judíos). Sus estudios sobre el totalitarismo y en general la filosofía existencial son manuales de cabecera hoy día.
Como fundamental también es su colección de artículos sobre el juicio a Adolf Eichmann en Israel (1961), al que asistió como reportera, reunidos en el volumen Eichamnn en Jerusalén.
En esta obra defiende lo que llama “la banalidad del mal”, posición atacada por otros pensadores e investigadores sobre el Holocausto.
Fue muy crítica también con el papel jugado por los propios judíos durante el Holocausto, en especial los consejos judíos de los guetos al servicio de los amos alemanes.
Escribió un gran número de ensayos filosóficos que giraron en torno al antisemitismo, la violencia o lo que constituye una democracia en una sociedad de masas. Ensayos todavía muy actuales.
Una película reciente (“Hannah Arendt”, dirigida por Margarthe Von Trotta, 2012) indaga en la vida de Arendt en los años sesenta, cuando asistió y reflexionó sobre el juicio a Eichmann



martes, 23 de febrero de 2016

LA MUJER EN LA HISTORIA (4) VÍCTIMAS Y DISIDENTES.



La cara opuesta al ideal de mujer nazi lo constituyeron aquellas que no encajaban en dicho canon.
Una ideología como la nacionalsocialista necesitaba la imagen de un enemigo permanente que justificara su radicalismo, segregación y, en suma, su demencia.

La visión sobre la mujer tampoco será ajena, persiguiendo a aquellas consideradas enemigas: las racialmente inferiores o infrahumanas: judías, gitanas, eslavas, etc…
En el caso de las judías, las Leyes de Nuremberg (1935) prohibían los matrimonios mixtos, prohibían a los judíos contratar doncellas alemanas menores de 45 años, penalizaban las cohabitaciones y relaciones entre mujeres judías y hombres arios –con fuertes multas, cárcel y hasta la muerte en caso de reincidencia, etc… 


Racialmente toleradas pero que, por disidencia política o ideológica, eran contrarias al régimen: izquierdistas, religiosas de diversas confesiones o simplemente antinazis.
Por supuesto el lesbianismo será perseguido y la atrocidad llegará a asesinar mediante un programa de eutanasia “por motivos humanitarios”, junto a niños malformados, a muchas mujeres discapacitadas o consideradas “improductivas”.

Con el estallido de la guerra la actitud de los nazis con las poblaciones vencidas será en su mayoría de absoluta inhumanidad.

Las mujeres serán consideradas el eslabón más bajo de los conquistados, por lo general, sobre todo en el este, aptas únicamente para trabajar para sus conquistadores, prostituirse y al final ser asesinadas.
Un corresponsal de guerra en el frente del este, nos habla de las redadas de los soldados alemanes en los pueblos para surtirse de jóvenes para el burdel.
Explotadas hasta la extenuación durante algunas semanas, eran liquidadas sin más y vuelta a otra redada.

Mientras, las mujeres de los alemanes vivían a todo lujo, en especial en el Gobierno General de Polonia, donde en sus palacetes recreaban sus Camelots entre la miseria y muerte del resto de la población.

En los campos de exterminio la selección del número de mujeres con el fin de ser directamente asesinadas en las cámaras de gas será superior al de varones, por la simple razón de que no podían trabajar al nivel de éstos y al mismo tiempo “acarreaban” a niños pequeños y ancianos, todo un estorbo en la mentalidad criminal nazi.

Hemos oído hablar de los campos de exterminio nazis en donde se asesinaba por igual a varones que a mujeres: Auschwitz, Birkenau, Treblinka, Majdanek, Chelmno, Bergen-Belsen y un desgraciado etcétera.
Ravensbrück, en cambio, aunque era un campo de exterminio más, tenía la peculiaridad de que sus verdugos y sus víctimas eran mayoritariamente mujres.

La idea era que fuera un centro para mujeres y llevado por mujeres, pero los comandantes del campo siempre fueron hombres de las SS.
Estaba situado 90 kilómetros al norte de Berlín y se calcula que llegó a acoger a unas 150.000 personas.
A finales de 1944 se construyeron las cámaras de gas.
En total fueron asesinadas en Ravensbrück más de 90.000 personas.

Dentro del campo la empresa Siemens tenía un taller donde trabajaba mano de obra esclava, que era la que sustentaba el sistema de producción nazi.

Palizas, torturas, sádicos asesinatos y atroces experimentos médicos eran comunes y diarios.
Finalmente el 30 de abril de 1945 el campo fue liberado por los soviéticos.



lunes, 22 de febrero de 2016

LA MUJER EN LA HISTORIA (3), MUJERES FANÁTICAS

.- FANÁTICAS

El lado propagandístico del papel de la mujer en la sociedad nazi lo van a ejercer, como hemos visto, las esposas y familiares de los jerarcas, empezando por Hitler y acabando por cualquier oficial SS anhelante de esa familia modelo custodiada por la mujer-madre.

Como ocurre en muchos órdenes de la vida, toda posición ideológica tendrá sus extremos y el nazismo no fue ajeno a ello.

Hablar del extremo del nazismo puede resultar chocante, pero las Eva Braun, Magda Goebbels o las Emma Göring eran las caras públicas, bonitas y civilizadas del régimen.

En otro estadio social estaban las clases medias y bajas, convencidas de mejorar su estatus con la llegada al poder de Hitler y fanáticamente contrarias a izquierdistas y judíos, fervientes nacionalistas.
Algunas de las mujeres pertenecientes a este segmento van a engrosar las filas de las SS –aquí sí aceptadas…- para realizar el trabajo más sucio posible: el del exterminio de sus semejantes.

Se calcula que más de 3.000 mujeres fueron guardianas de los campos de Auschwitz, Majdanek y principalmente Ravensbrück, campo reservado en su mayoría a las mujeres.

Muchas de estas guardianas desempeñarán su labor con crueldad, sadismo e inquina, rivalizando con sus homólogos masculinos.
A diferencia de estos, las guardianas eran en su mayor parte nacionalsocialistas voluntarias reclutadas mediante anuncios en la prensa.

La enseñanza para desempeñar tal labor duraba un mes aproximadamente, en cuatro bloques: 1.- Instrucción física, 2.- Ideario nacionalsocialista y denigración de la historia de Weimar, 3.- Tratamiento y castigo a prisioneros (lindando el sadismo en ocasiones) y 4.- Técnicas para prevenir sabotajes y boicots de producción.

Con la derrota alemana muchas fueron capturadas y juzgadas por los Aliados, pero un porcentaje más alto consiguió huir y esconder su pasado.




domingo, 21 de febrero de 2016

LA MUJER EN LA HISTORIA (2): KINDER, KÜCHE, KIRCHE



 KINDER, KÜCHE, KIRCHE

Niños, cocina e iglesia, las tres K que la sociedad conservadora alemana reservaba a la mujer.

Papel que Hitler y su movimiento harán suyos –al menos los dos primeros- como reacción a la libertad y emancipación de Weimar.

El nazismo será un pensamiento eminentemente masculino y misógino, pero explotará a la perfección la imagen de una mujer entregada a su ideal, englobando en su organización -sin ningún poder decisorio- a muchas de ellas, seducidas por la verborrea de sus líderes.

“Las respetamos demasiado para mantenerlas en contacto con las miasmas de la democracia parlamentaria” dirá el flamante Ministro de Propaganda, Goebbels.

Para los jerifaltes del partido la mujer ideal será aria, rubia, de ojos azules, sin apenas maquillaje y con anchas caderas que prometiesen una larga descendencia. No debía fumar para no perjudicar a sus hijos, pues ante todo su deber era el de ser madre:

Se oficializa el 12 de agosto como Día de la Maternidad y se premia a las familias numerosas que permiten, en palabras del Fürher, “la permanencia de nuestra raza”.

La mujer sale del mercado laboral y vuelve al hogar familiar, su educación se centra en labores como el bordado, la cocina, la limpieza, la administración y control de la casa, etc…

De la enseñanza, en especial de la universitaria, desaparecerán casi por completo o les estará prohibida.
Por el contrario, se encuadran en organizaciones como la Liga de Jóvenes Alemanas, Unión de Mujeres Nacionalsocialistas y Liga de Mujeres de Alemania.

En el amplio tiempo libre que la mujer tendrá tras atender a su familia y ordenar la casa, se fomenta la colaboración en tareas sociales, visitas a la iglesia o la lectura de una revista donde, como es de suponer, se ensalza a la mujer madre virtuosa y obediente.

La guerra –tras los primeros reveses nazis desde 1941- hizo que las mujeres volvieran a cobrar cierto protagonismo en tareas auxiliares, como había ocurrido en 1914-1918.

Carteras, camareras, secretarias e incluso obreras de fábricas de armamento suplirán la mano de obra que está en el frente.

No obstante, la propaganda siempre tuvo a la mujer en la creencia de que vivía en el mejor de los mundos posibles, abnegada frente al “sufrimiento” del hombre e incluso siendo más fanáticas que los propios nazis, como se demuestra en los casos extremos de guardianas de campos de exterminio o en los últimos meses de la conflagración, donde las mujeres contribuyeron muchas veces a mantener alta una moral ya tocada de muerte.

Con el inicio del nuevo régimen, las esposas de los jerarcas nazis debían ser como, según cuentan, dijo el César: “no sólo serlo, sino aparentarlo, parecerlo”.

De esta forma ante la mujer alemana ellas representaban el más alto grado de perfección del ideal ario: devoción, amor incondicional al esposo, hijos y furibunda militante de los principios del nazismo.

En palabras de Heinrich Himmler: “Una mujer es amada por un hombre de tres maneras:
1.- Como niña querida a la que hay que reñir y quizá también castigar por su sinrazón.
2.- Como esposa leal y comprensiva, que comparte la vida con uno luchando.
3.- Como diosa a la que se le deben besar los pies, con su sabiduría femenina y con su santidad cándida y pura”.

La ordenanza Lebensborn de 1936 prescribía que todos los miembros de las SS debían ser padres de cuatro hijos, dentro o fuera del matrimonio.

Se protegían a los hijos bastardos y a sus madres.
El propio Himmler, por ejemplo, adoptó a un niño de un oficial SS fallecido.


Dejando aparte a Hitler, de  complicadas relaciones con las mujeres, las mujeres de los mandatarios nazis y otras muy apegadas al régimen serían figuras relevantes de la propaganda del mismo, pero en general, como escribiría Goebbels: para los nazis “la mujer es compañera sexual y de trabajo del hombre”, nada más. 

viernes, 19 de febrero de 2016

LA MUJER EN LA HISTORIA (1)

HISTORIA DE LAS MUJERES.

Aunque más bien habría que hablar de la “historia de la misoginia”.

He escrito, y mucho, sobre ello.

Desde “La manzana de Eva y Lilith” a “Pandora”.
Desde “La mujer en Grecia” a “La mujer en Roma”.
Desde “La mujer en la Edad Media” a “La mujer en el Renacimiento”.
Desde “La mujer en la Ilustración” a “La mujer en el Islamismo”


Así que empiezo una tríada sobre la mujer en el siglo XX: “La mujer en el Nazismo”, “La mujer en el Fascismo” y “La mujer en el Franquismo”.

LA MUJER EN EL NAZISMO.

LA REPÚBLICA DE WEIMAR.

Desde 1911 en Alemania se pedía la igualdad de la mujer con el varón, derecho al voto, al trabajo y en definitiva derecho a no ser discriminada.

Sería un alemán, Friedrich Engels (1820-1895) el que había defendido, desde su pensamiento anarquista, la emancipación y total liberación de la mujer saliendo de la servidumbre del varón.

La República de Weimar (1918-1933) consiguió para la mujer muchas de las metas de justicia que perseguían, su constitución las equiparaba a los varones.
Y sin embargo fue en Alemania donde la mujer volvió a encontrarse arrinconada en el papel de madre y fiel esposa.

Con la subida al poder de Adolf Hitler, en enero de 1933, el destino de la mujer será unívoco: la madre como modelo, el adoctrinamiento más rancio como educación. Mientras en Weimar las mujeres habían alcanzado un estatus muy similar al del varón.

Durante la gran guerra habían tenido que ocuparse de labores hasta entonces reservadas a aquellos, fundamentalmente en la industria, comercio y servicios  por la necesidad de mano de obra.

El déficit de población masculina, tras la conflagración, hizo que muchas mujeres siguieran conservando su trabajo, consiguiendo recursos por sí mismas aún teniendo sueldos más bajos.

La nueva Constitución de Weimar les confería derecho al voto y acceso pleno a la educación.
Poco a poco parecía cumplirse el objetivo de la igualdad, salvo en algunas zonas rurales y católicas del sur, como Baviera –región donde nacerá el nazismo-, allí la mujer seguía supeditada al padre, al hermano, al marido.

Una nueva mujer había surgido en Weimar: trabajadoras y no sólo amas de casa, intelectuales, liberales, artistas de renombre internacional, desinhibidas, a la moda del momento y fumando en las calles.

En los cabarets berlineses de los años 20 son admiradas por miles de seguidores que se pliegan a su música, baile y encantos.
Incluso lo nunca visto durante el antiguo régimen prusiano: mujeres comprometidas, intelectuales y que sobresalen en política como Rosa Luxemburg (1871-1919), asesinada precisamente por aquellos que no toleraban sus dos condiciones: la de mujer y la de comunista. 

jueves, 18 de febrero de 2016

CON LOS AÑOS A CUESTAS (Y 21): EL VIEJO Y LA MUERTE

A los viejos se nos educó en “La Pastoral del miedo” aunque, luego, muchos la hayamos superado.
Yo, en concreto, leyendo y haciendo mío el pensamiento de aquel Emperador y Filósofo romano: “Si los dioses existen, no pueden ser malos y querer nuestro mal; y si no existen ¿para qué preocuparse?”

Y es que la muerte no es el “punto final” sino que, antes de presentarse, está preñada de incógnitas, de interrogaciones.
¿Habrá algo después, detrás, de ella?, ¿Y qué será? ¿Bueno o malo? ¿Creer que existe es afirmar que existe? ¿Es la creencia en algo causa de ese algo? ¿Querer que exista o que no exista implica su existencia o su no existencia? ¿Y si, luego, nada hay? ¿Pero y si sí hay? ¿Y qué será?..¿……?,  ¿……..?.

Además, la muerte para el viejo no es como la muerte para el joven.
Mientras éste la ve como un fracaso injusto, que le arrebata un derecho (el joven cree que tiene todos los derechos del mundo para vivir y seguir viviendo), el derecho a la existencia física el viejo la ve esperándolo a la puerta o a la vuelta de la esquina, sin saber de qué esquina.

Lees las necrológicas y ves que uno ha fallecido con 90 años y dices “¿qué iba a esperarse ya?, lo normal”; si el fallecido tiene 66 piensas “¡qué poco ha disfrutado de la jubilación¡”; si tiene 50 tu comentario es “¡qué pena, pero ¡bueno¡”. Ahora bien, como tenga 25 “¡qué desgracia, con toda la vida por delante¡”, como si no hubiera árboles de hoja perenne y árboles de hoja caduca, como si no hubiera flores que sólo duran un día y flores que aguantan más.

Tener 90 no es motivo para morirse (podría seguir hasta los 105), como tener 25 no es motivo para matarse en cualquier fin de semana en moto o en coche pero con alcohol.
Ninguna de las dos muertes es necesaria.

Yo no sé si cuando los curas hablan del más allá, de esa manera trágica y tétrica, de castigos eternos y de fuego que no se consume, se lo creen ellos mismos o es, más bien, un arma que tienen en sus manos para, entrando y saliendo en las conciencias de los hombres, seguir sometiendo a vasallaje a los vivos que les escuchan.

La Pastoral del Miedo.

¿Uds. creen que será una realidad real o es sólo un medio dialéctico para seguir detentando el poder?.
¿No es el “coco” de los niños un arma en mano de los padres?.

“ ¿Y ya qué pinto yo en este mundo?”, solía repetirme mi padre muchas veces, últimamente. Yo creía animarlo y convencerlo al decirle “hay que seguir vivo todo el tiempo posible” y quería hacerle ver que la vida es un fin en sí mismo.

Pero mi padre entendía la vida como felicidad y a él ya le dolía todo y le fallaban ya muchas de sus facultades y no era feliz. ¡Quién lo vio y quién lo ve¡.¡Con lo que el fue y lo que era ahora¡.

¿Sin calidad de vida merece la pena la vida?.

Cuando te falla la capacidad de moverte, y la vista y el oído se van apagando a diario, sin interés por la radio ni la TV ni la conversación, obligatoriamente encerrado en sí mismo, ensimismado, moviendo los labios no sé si rezando o musitando, mascullando recuerdos de tiempos mejores, con la vista perdida, sin control de orina y de… ¿Eso era vida?. Yo comprendía su deseo: “que me recoja pronto el Señor”.

La muerte para él fue un descanso. Se limitó a cerrar los ojos definitivamente, a sellarlos para no tener que abrirlos a la mañana siguiente y seguir sufriendo, cuesta abajo, sin freno y con movimiento uniformemente acelerado.

Quizás el mayor sufrimiento del moribundo sea ver y oír llorar a los familiares a su alrededor antes de morir definitivamente, cuando, para todos, el morirse es ya lo mejor.

Es incómodo morir así. Ya no digo nada cuando la medicina inicia una pugna encarnizada en la carne del moribundo para intentar mantenerlo en vida, sea la que sea, a toda costa.

¿Qué mejor que morir con los ojos abiertos, sin gente alrededor, despidiéndose del reloj, compañero de tantas horas y testigo durante tantos años, con la luz entrando por la ventana, apretando las pastas del último libro que estaba leyendo….?.

Plácidamente, serenamente, morirse yéndose, como paseando, sin alaridos ni alharacas, despidiéndose,…

¡Cuánto deberíamos aprender de los animales moribundos, que se apartan de la manada y, en soledad, se dejan morir, tranquilamente, dejando y permitiendo que la manada siga adelante con la vida¡.

Aquí no.
Rodeado de muchos, llorando, hablando, fumando en el pasillo, dándole ánimos a un exánime.

¡Absurda situación¡.

En vez de recogerse, concentrarse, rezar, entrar en comunicación con lo trascendente, en paz, en silencio, agarrando esa mano invisible. Y no que lo distraen con mentiras piadosas, como si al ser piadosas ya no fueran mentiras, molestándole, descolocándolo.

Yo creo que el moribundo, al cerrar los ojos, lo hace más por aislarse del mundo familiar que por otra cosa.

En esos momentos finales, cuando más debería ser respetado, menos lo hacemos, entrometiéndonos.

¿Qué es, realmente, la muerte para el que se muere?. ¿Es el final?. ¿Es el principio de no se sabe qué?. La INCERTIDUMBRE es lo que martiriza, pero es la que deja una puerta abierta o entreabierta.

Ni el creyente crédulo, ni el ateo recalcitrante lo tienen tan difícil como el hombre normal, como tú y como yo, que dudamos, tenemos esperanzas, sospechamos, deseamos, pero a los que nos falta la firme creencia de que sí o de que no.
Tú y yo, muchos, somos compañeros del “quizás”.

¿Datos fiables del más allá?. Absolutamente ninguno. Ningún rastro. Sólo deseos de que sí.

Intuiciones, emociones, sospechas, anhelos,….. muchísimos. Datos objetivos, absolutamente ninguno.

¿Será el final?. ¿Será pasar a otra dimensión?. ¿Es llegar al límite de un camino para empalmar con otro que te lleve a otra vida distinta y superior?. ¿Es chocar con el muro final y estrellarte contra él cayéndote muerto y que otros recojan tus restos?.

Todo es posible, nada es seguro.

Cuando queda muy poco de más acá es cuando los de aquí más ruido hacen entorpeciendo la posible llegada del más allá al moribundo.

Todo su cerebro poblado de vivencias pasadas, de recuerdos entremezclados que llegan en tropel.
Respetemos que el moribundo se recluya en sí mismo, disfrutándolos.

Entre el nacimiento y la muerte media la vida que empieza a ser y que, ahora, está acabando de ser.

Muchas veces me he preguntado por qué se alegra tanto la gente de la vida futura, que aún no es, que no se sabe cómo va a ser, si va a ser y no se va a ver truncada, que sea posiblemente peligrosa,…..y no alegrarse de que el moribundo se abrace a su vida ya vivida y pasada, con sus intensas y recordadas emociones.

¿Pensar en castigos eternos en el más allá?. Pero…¿a qué mente calenturienta se le puede haber ocurrido semejante insensatez?.

A mis nietecillos, cuando hacen algo mal, es el hada mala la que se lleva sus juguetes preferidos o les da un coscorrón contra la esquina de la mesa.
Luego llegará el hada buena a restituirle lo robado.

Tu, también, amigo que estos escuchas o lees ¿sigues creyendo en las hadas?.

Si “el hombre es malo”, como dijo aquel filósofo, “los hombres son buenos”, digo yo. Quedémonos con esa imagen del moribundo, una buena persona que se está despidiendo, respetémoslo.


No hay moribundo malo.

miércoles, 17 de febrero de 2016

CON LOS AÑOS A CUESTAS (20) LA RELIGIOSIDAD EN LA VEJEZ


Me confieso como visitador impenitente de iglesias.
Cada ciudad o pueblo que visito e iglesia que veo, iglesia en la que entro y, por lo general, sentado en el primer banco miro y veo la riqueza o la pobreza arquitectónica, escultórica, pictórica,…al tiempo que, lejos de la Iglesia como institución, remuevo mi fe, sin rezos, sin liturgias, sin…

Hace, poco más o menos, un mes, paseando por Salamanca, Rúa adelante y la puerta de la Catedral Nueva abierta.
Era temprano.
Sólo era posible asistir a misa.
Asomado a la capilla, maravillosa, y un cura celebrando misa.
Entramos y, solos, estábamos los dos, mi mujer y yo.
El cura pedía la bendición de Dios “para su pueblo, presente en la celebración de la Eucaristía
Me sentí a gusto.

Entro en cualquier iglesia y, si está celebrándose un culto religioso cotidiano (misa, rosario o novena) puedo contar cuántos son los asistentes y constato que todos son viejos, muy viejos.
Obvio bodas y bautizos, porque en ellos la masiva asistencia nada tiene que ver con la fe sino con el rito social de “hoy por ti, mañana por mí”.
Y sin contar a tanto turista hambriento de arte.

Y me acuerdo del soneto de Alberti.


“ENTRO, SEÑOR, EN TUS IGLESIAS...

Entro, Señor, en tus iglesias... Dime,

si tienes voz, ¿por qué siempre vacías?

Te lo pregunto por si no sabías

que ya a muy pocos tu pasión redime.


Respóndeme, Señor, si te deprime

decirme lo que a nadie le dirías:

si entre las sombras de esas naves frías

tu corazón anonadado gime.


Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles

hoy son esos anónimos tropeles

que en todo ven una lección de arte.
 

Miran acá, miran allá, asombrados:

ángeles, puertas, cúpulas, dorados...

y no te encuentran por ninguna parte.

GENIAL.

El ambiente post-cristiano, profundamente secularizado, tan presente hoy día y que tan genialmente describió y previó Rafael Alberti


El hombre perdió el paraíso, como hemos afirmado más arriba, al usar perversamente la razón para escalar el cielo por un atajo.
El viejo nunca es un blasfemo. Ha temido demasiado a Dios para tener ahora que ofenderlo, cuando no está tan lejos el encuentro con Él.
El más allá no es, para él, un problema sino una estación más de la vida, una meta sencilla y cercana, aunque sea un misterio.

El viejo es religioso, pero no se siente iglesia, sino pueblo de Dios. La iglesia es y representa el poder y él abomina del poder.
“Yo creo en Dios pero no en los curas” – frase que se repite insistentemente.

Un viejo con poder y aferrado al poder es un esperpento de persona y resulta perverso.

La religiosidad del viejo es una religiosidad de corazón, no necesariamente de iglesia. Demasiado lo ha amenazado la Iglesia, durante su vida, en tantos sermones y catequesis, con las penas eternas del infierno en la otra vida, como para seguir encadenado a sus amenazadores.

La religiosidad del viejo no es del cumpli-miento (cumplo y miento), sino una religiosidad íntima, de corazón, no liturgista, sentida, vivenciada.
Es normal que, incluso asistiendo al culto en la iglesia, ni atiende ni le hace caso a lo que el cura dice. Eso es ruido que a penas roza su preocupación y su fe.

El anciano calla y mira. Reza en  silencio profundo, sin oraciones canónicas, oraciones muertas, peticiones ininteligibles (perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores). ¿Qué son las deudas, las hipotecas?. ¿Te las va a perdonar Dios, si tú a quien se la debes es al del banco de la esquina?. ¿Y tú perdonas lo que se te debe?. Ya sé que ahora lo han cambiado por “ofensas”
El viejo masculla esas oraciones preestablecidas, exangües, secas, pero no las siente.

El viejo no trata a Dios de Señor sino de tú, y le guiña pidiéndole cualquier cosa y paseando o sentado en un banco o cuando levanta la vista de la prensa gratuita o cuando ve jugar a un niño y recuerda, con añoranza, su niñez.
Cumple el mandato de Jesús, de no tener que ir al templo para hablar con Dios y, si está en él, es como si no estuviera.
Aquí, directamente, sin intermediarios, es más barato y más fresco el producto, de tú a Tú, como un hijo con su padre y no como un súbdito con su señor.

Habla poco de religión porque en él hay mucho de fe y de religiosidad, siente más que razona, porque todo en él es religioso, no eclesiástico.

Es religioso como estar vivo. Siempre ve un final feliz.
A él, de esperarle algo, le espera la gloria. Se la merece, méritos tiene acumulados, siente esa seguridad interna y que nadie intente removérsela.
Es palabra viva, sin catecismo. Éste es letra escrita, lo otro es vida íntima y no suelen coincidir.

La existencia no es, para él, amenazante, ni llena de violencia.
Él ha sido luchador, rival, contrincante, pero nunca enemigo.
El fuego eterno, si existe, no está hecho para él.

¡Hay que ver lo que le ha tocado vivir en este mundo como para que en el otro, si existe, encima, le toque sufrir eternamente con los sufrimientos temporales que ha soportado en éste¡.

El viejo alimenta esperanzas.

El viejo siempre tiene esperanzas.

martes, 16 de febrero de 2016

CON LOS AÑOS A CUESTAS (19) ¿TACAÑO?, ¿RÁCANO? ¿AVARO?

Es ya un lugar común hablar o recordar lo rácano, lo tacaño, lo agarrado que es o era el abuelo.

¿Se habrá hecho avaricioso por haber sido o haberse sentido marginado o por pensar que pudiera serlo, al ver o recordar casos de los viejos cuando él no lo era?.

Suponiendo que lo fuera o que lo es, ¿sería por la posible inseguridad, por la posible intemperie que le esperaba si no tuviera esos ahorrillos ni ganas de molestar a los suyos?.

Teme la escasez posible futura al no poder ya hacerse con las cosas como antes.
Teme la posible soledad futura por la pobreza real simultánea.
Es su invalidez la que lo lleva al no despilfarrar nada.

No es que el anciano se despegue de sus aficiones y costumbres, es que se va despegando de ellas bien por la merma de sus facultades bien porque los otros temen que le pase algo malo si continúa con ellas.

Es que el viejo (al revés de lo que le ocurre al joven y al adulto) teme que lo que pierda ya es irrecuperable, que recobrar lo perdido lo ve muy difícil, de ahí su interés en no perderlo para no tener que intentar recuperarlo.

Perder algunos de sus poderes, perder algo de poder es, para él, como la presencia de un fragmento de muerte.
No algo pasajero, sino definitivo.
De ahí la tendencia al almacenamiento, al atesoramiento, para que el día de mañana no falte.
Desde recoger del suelo una cuerda o un alambre, una tabla, un palo,…
¿Quién sabe si le servirá mañana para algo?
Y tener, así, cada vez más, el cuarto trastero o una pieza de la casa llena de trastos.
Pero sobre todo tener ahorrado dinero: intermediario para todos, pero sobre todo para él, entre su posible necesidad y las cosas que la satisfagan.

Vivir pobremente y morir rico, con mucho dinero en la cartilla, es/era una cosa no rara.
Aquellos tiempos en que ni la pensión, ni la sanidad, ni….ni….

Desde el seguro de accidentes al seguro de vida, era capaz de cancelarlos, para así poder tener ahorrado algo más, porque no es que tema tenerlos, los accidentes, (que también) sino que por qué le va a ocurrir a él, con lo diligente y cuidadoso que es.
Eso siempre le àsa a los otros.

El dinero en la cartilla no es signo de avaricia, es un poder que tiene ahí, a su disposición, para poder adquirir cosas el día de mañana, por si hiciera falta.

Para el viejo, aunque tenga cien años, siempre existe el día de mañana, en cuanto se le pase esta pulmonía que lo mantiene en la cama.

Para el viejo el dinero no es dinero sino símbolo de dos cosas:

1.- De lo que es propio del que trabaja y que gana dinero (y él ya lo tiene sin tener que trabajar).
2.- Que sólo así su posible soledad futura nunca será, definitivamente un elemento perturbador y puede convertirla o sustituirla por un paraíso.

Ese celo por tener guardado el dinero no es ni avaricia ni tacañería sino un símbolo de poder que siempre esconde bajo la manga, es una arma defensiva que siempre tiene a mano, quizá sea la respuesta a una avaricia con que se le trata.

El sueldo para vivir no es igual que la pensión para estar y mantenerse en la vida.

Y como poco a poco se le va apartando, si no arrinconando; se le escucha poco y mal (las manías pesadas del abuelo), se le soporta con impaciencia (o no se le aguanta), o se le juzga con menosprecio (se le desprecia o se le devalúa su auténtico valor), se coexiste con él más que convivencia con él (no cuenta su opinión en las cuestiones importantes, porque se ha quedado ya anticuado), porque se tiene con él demasiado poca ternura  o se le insinúa un rechazo.
Por todo eso, y más, su temor al futuro (el viejo siempre ve por delante un futuro) si no cuenta con medios para mantener la propia independencia y su alejamiento si puede costeárselo.
De ahí el temor también de cuantos le rodean, por la forma en que lo rodean.
De ahí ese gesto de autodefensa que supone para él el tener a buen recaudo “su” dinero, por si acaso.

El viejo, en una institución, voluntariamente elegida, donde se considere o se sienta protegido, será charlatán, será sociable, no será malgastador, pero tampoco rácano.
Dosificará sus gastos pero no se privará de lo conveniente en cuanto considere que están garantizadas las necesidades vitales, tanto físicas (será adecuadamente atendido) como psicológicas (será escuchado y comprendido dedicándole tiempo  a la conversación relajada y sin prisas).

El abuelo, en estas condiciones, es un encanto de viejo.

Es la mezquindad de la sociedad la que lo ha hecho ser mezquino.
Pero es una respuesta defensiva a una respuesta agresiva.
Porque es difícil ser mezquino en una sociedad no mezquina, en una sociedad caritativa.


La sociedad no cae en la cuenta de que amar a los viejos es una forma de ir labrándose su propia personalidad.

lunes, 15 de febrero de 2016

CON LOS AÑOS A CUESTAS (18) COMER Y DESCOMER


Es de sobra conocida la afición del viejo por las pastillas que tengan que ver con el estómago y con el intestino, las pastillas del asiento, en la mesa o en el water, entrar y salir, meter y sacar (en dos palabras, y perdón, comer y cagar).

Si lo pensamos detenidamente (y ya lo decía Freud) además del placer oral o bucal que experimenta el niño al mamar, comer, morder, chupar….también está el otro placer, el placer anal, el placer de expulsar. El niño se siente feliz cuando hace ambas cosas. Pero el niño, poco a poco va a descubrir un nuevo placer, el placer de dominar, dominar el pipí y dominar la caca, el placer de retenerlos y, por supuesto, el placer de expulsarlos.

Comer, digerir, expulsar, son poderes, son vida, son dominio.

Poder comerlo todo (nada le cae mal), tener un buen funcionamiento del estómago (nada de úlceras ni acideces ni digestiones pesadas) y tener una buena y abundante descarga en el Señor Roca, es una buena base para sentirse satisfechos, porque representan la manifestación de un poder, de un dominio, sobre lo que le rodea.

Si nos fijamos bien, así como el sexo consiste en meter semen, una buena unión en el interior con el óvulo, y, al final del proceso, sale el niño, igualmente la alimentación consiste en meter comida, una buena digestión interior y, al final, la expulsión de la caca.

Ambos son dos métodos o técnicas de poder, de poder fabricar vida ajena, poder de conservar vida propia.

Y así como poco a poco se disuelve el poder del sexo, se mantiene o se incrementa el poder de la alimentación. Si el sexo generador pasa al escalón intermedio (su hijo engendrará hijos), la comida conservadora se mantiene en el mismo escalón.

La alimentación representa el mito de la vida y es una expresión de poder.

Sí el rayo láser es una concentración de la luz, el fenómeno de la laserización se da en la existencia del viejo.
En la vejez cada vez se desean, se aman y se pueden menos cosas pero… las tres más intensamente, más concentradamente.

Yo recuerdo, cuando el Bachillerato era Bachillerato, que junto a la teoría evolucionista de Darwin para explicar el cambio y el salto en las especies, enseñábamos la teoría de un español, D. Faustino Cordón, que decía que la alimentación (y no sólo la lucha de las especies y la supervivencia del más fuerte)  fue una de las causas de la evolución de las especies.

Ni herbívoro, ni carnívoro, sino omnívoro.

Interpenetración de lo genético y lo cultural, los genes y la comida facilitaron la encefalización.

Y habría que distinguir entre comer y cocinar. Mientras comer es devorar el paisaje, apoderarse de él, hacerlo suyo, el cocinar va un poco más allá, es algo más y mejor.
El tragón no es el sibarita como el catador no es el borracho.

Yendo aún más allá. Cocinar y gobernar tienen un mismo origen: convertir en aceptable la comida y el funcionamiento de la sociedad.
Uno manipula los alimentos, el político manipula a las personas.
A fin de cuentas para lo mismo, ambos son poderes, poder sobre lo otro y poder sobre los otros.
Si cocinar es dominar el medio natural, manipularlo y hacerlo más digerible al tiempo que más atractivo y sabroso, aunque luego sobre comida, gobernar es dominar el medio humano, manipularlo, hacerse atractivo a los votantes para conseguir poder, aunque luego no se use todo el poder de que dispone, porque no hace falta, pero podría hacerlo.
Tiene poder.

La pregunta sería si es la preocupación por los otros o es el poder personal lo que prima en el político.

Si Descartes había dicho “cogito, ergo sum”, ahora habría que decir “edo, ergo sum”, “como luego existo”.

Poder comer y poder descomer es sentirse poderoso.

Poder comer es también poder no comer. Muchas veces la estética se une a la dietética y prefieren la belleza a la comida.
El placer del tipo prima sobre el placer de comer. (todos sabemos de la anorexia,….).

Nos gusta comer, a todos, mucho y bien PERO….ahora llega la parte racional del comer, ¿y el colesterol, el azúcar, los triglicéridos,…?.
Lo que nos “gustaría hacer” no coincide con lo que “debemos hacer”, y esto va a primar.
Adiós a la panceta, a los torreznos y a la manteca “colorá”; adiós a los pasteles, tartas….
Y lo hacemos.
Pero no es que, por eso, perdamos poder.
Hemos metabolizado el poder.
Podemos hacerlo, aunque no nos guste.
El hacerlo es un medio.
El poder excluir ciertos alimentos, el poder prescindir de ellos, es también un poder.

La vida y el poder concentrados en la cabeza, en la boca y en el culo.

Pero en la mesa, al viejo le gusta hablar poco.
Hablar es como una dispersión del comer, mientras que la prisa es una manifestación de poder.

Entre poder hablar y comer despacio o poder no hablar y comer de prisa, el viejo elige lo segundo, como si se le pudiera acabar el tiempo.

Comer para reanudar la vida laboral es muy distinto a comer para simplemente seguir vivo.

Cuando el viejo, pues, salga de viaje, lo que no se le pueden olvidar son las pastilla para el estómago y las pastilla para ir al water.

El equivalente al neceser de una joven (barra de labios, coloretes, rimmel, …) son los laxantes del viejo. Ambos quieren estar bien, aunque cada uno lo entienda de manera distinta ese estar bien.
       

El papel del water es igual o más necesario que la esponja de la ducha.