miércoles, 30 de noviembre de 2011

A MI MANERA (5). LA GUERRA CIVIL EN MÁLAGA.


1.- Bethune

El hecho más criminal de la guerra civil española fue “La Desbandá”.
Ni el bombardeo de Guernica, ni las matanzas de Badajoz,…

Como jugar el gato con el ratón. Unos como con recochineo, regodeándose de dar zarpazos mortales, sin peligro de encontrar enemigo alguno que los incomodaran, y los otros metidos en un callejón sin salida y sin marcha atrás, la carretera Málaga-Almería, “la Carretera de la muerte”, un camino encajonado entre el mar y la montaña, la única vía de escape, pero sin escapatoria posible.
Una riada humana, la mayoría civiles inermes, perseguidos, por tierra, por las columnas italianas y moras, atacados, desde el aire, despiadadamente, por la aviación alemana e italiana y, desde el mar, por los buques de la marina franquista.

Experiencia inolvidable la de este hombre, solidario, desinteresado, generoso, Norman Bethune, canadiense. Que tras haberse curado de una tuberculosis, lo vemos de camillero de ambulancias en la 2ª guerra mundial, posteriormente cirujano pulmonar, pintor, escritor, buen orador, muy considerado socialmente por el pueblo canadiense, defensor acérrimo de las buenas condiciones higiénico-sanitarias para la curación de la tuberculosis, que causa más muertos por la falta de dinero que por la falta de resistencia a la enfermedad.

“El pobre muere porque no puede pagarse la vida” – sentenciaba.

He ahí los cuatro jinetes del Apocalipsis (lo eran para él y lo siguen siendo para nosotros): la ignorancia, la pobreza, el paro y la falta de higiene.

En 1.936, desde su Montreal, intuye que la guerra de España es un ensayo general de la guerra mundial que se avecina, que se la ve venir, un enfrentamiento entre dos conceptos de sociedad opuestos.

“La democracia se debate entre la vida y la muerte. Comenzaron en Japón, ahora en España y, después, en todas partes. Si no los detenemos en España, ahora que aún podemos hacerlo, convertirán el mundo en un matadero”.

“Me niego a vivir sin rebelarme contra un mundo que engendra crimen y corrupción. Me niego a cerrar los ojos, por pasividad o por negligencia…”

Llega a España en Noviembre de 1.936 para coordinar y organizar la ayuda médica que, desde Canadá, se envía al Gobierno de la República.
Se incorpora a los servicios médicos de las Brigadas Internacionales.
Su ambulancia, con el letrero “Servicio Permanente de Transfusiones de Sangre”, en el mismo frente de batalla, salvó muchas vidas, fuera ya en Madrid, ya en Guadalajara, ya en Cataluña, ya en Valencia y, por supuesto, en Málaga y a los malagueños.

“Siempre por caminos o carreteras cercanos a arroyos donde poder enfriar la sangre en caso de que se estropeara el frigorífico o el generador,
debidamente acoplados a la furgoneta”.
El 7 de Febrero de 1.937 Málaga estaba siendo ocupada por las legiones italianas, alemanas y por los moros del tercio extranjero. Y comienza la “Desbandá”.

Norman Bethune se dirigió a Almería para socorrer a los refugiados, pero cuando comprueba la dimensión de la tragedia desmonta todos los utensilios médicos y utiliza su ambulancia, su Unidad Móvil de Transfusiones, como vehículo para “acercar a Almería, especialmente, a los niños”.
Así durante tres días y tres noches, sin parar, los tres, de un calibre moral desconocido, él, el médico, y sus dos ayudantes, Hazen Size, el fotógrafo, y Allan May, como conductor.

Bethune va a describir, de manera magistral, la tragedia que él mismo está viendo, viviendo y sufriendo. Size se encargará de fotografiarla.

(En 1.938 se iría a China para ayudar a las tropas de Mao Tse-Tung contra la invasión japonesa).

Escribe el diario de sus cuatro días y sus cuatro noches.

“….las mujeres avanzaban lentas, con sus vestidos oscuros….tenían la cara y los ojos congestionados por el polvo y el sol de cuatro días, y levantaban hacia nosotros, en sus brazos cansados, los cuerpecitos de sus hijos….medio desnudos bajo el sol….. que lloraban desesperados de dolor, de hambre, de cansancio….”
“…una hilera continua, que parecía haber nacido del suelo….una hilera de 30 kilómetros de seres humanos, como un gusano gigantesco con innumerables pies que levantaban una nube de polvo…no se veía la carretera…..estaba desbordada por los refugiados….kilómetros de gente y, en medio, miles de niños….”.
“….tras ellos…. militares a cientos, a miles,….sus uniformes rotos, sus armas inservibles, las caras con barba de días….”
“…en la carretera, carros rotos y camiones averiados….burros moribundos arrojados a las playas…gente pidiendo agua y transporte…no había frente, no había resistencia alguna…”.
“Size estuvo al volante durante 48 horas….mientras, yo me quedaba en la carretera, preparando el siguiente grupo….perdimos la noción del tiempo”.
“…sedientos y mordisqueando algunas hierbas….los muertos estaban esparcidos entre los enfermos, con los ojos abiertos al sol…”
“Brillantes aviones plateados: bombarderos italianos y Heinkels alemanes….y como en una maniobra de tiro, rutinaria, sus ametralladoras trazaban dibujos geométricos entre los refugiados que huían”.
“Decenas de miles de refugiados surgiendo entre las montañas y se extendían como un abanico…”
“Gente cayendo en los enormes hoyos que las bombas habían hecho en el suelo”.
“Los bombarderos no estaban interesados en el puerto (un puerto no puede pensar), iban siguiendo presas humanas”.

Y mientras todo esto pasaba, Queipo de Llano, desde la radio: “malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna”.

Era domingo, 7 de mayo, domingo de carnaval, cuando todo comenzó…

2.- Smerdou

Tenemos, los malagueños, otro Schindler, (al que el periodista Diego Carcedo llama “el Schindler español), no demasiado conocido por la gran mayoría de los malagueños (y casi seguro que por ningún joven). Me refiero al Cónsul de Méjico en Málaga, Porfirio Smerdou, (cuñado del poeta malagueño Altolaguirre, republicano), que, aprovechando sus contactos y amistades, consigue brindar y dar refugio en su vivienda particular, Villa Maya, donde fue asilando a 567 perseguidos malagueños que, así, salvaron sus vidas, entre ellos 9 sacerdotes..
Hubo días que hasta 50 personas estaban en la casa, de 4 habitaciones.
Aunque los países sólo consideran inviolables a la Embajadas, la República consideró inviolable el Consulado mejicano en Málaga, Villa Maya, aunque no tenía viabilidad jurídica ni reconocido el derecho de asilo.
En Málaga, los Sindicatos y los partidos de extrema izquierda se hicieron dueños de las calles, desbordándose las pasiones reprimidas durante años.
La hegemonía la detentaban la anarquista C.N.T. y el P.C.
Hubo asesinatos, incendios, robos, saqueos, “paseos”… a diario y por doquier, a personas de derechas o de reconocida religiosidad.

Porfirio Smerdou, ejemplo de generosidad y de humanitarismo, fue asilando en su casa a varias familias, con la venia y ayuda del Gobernador republicano Francisco Rodríguez, que lo invitaba/lo incitaba a que cuantas más familias asilara, mejor, porque así se ayudaría a la República Española.

Su condición de masón, de la logia Solidaridad, le llevó a conseguir bastantes ayudas para los asilados en su vivienda. Con los “tres toquecitos” (símbolo de identificarse mutuamente como miembros de la Institución) en la mano, al saludar a ciertos mandamases republicanos, conseguía muchas cosas..
Es sabido que la masonería tiene como ideales “la humanidad y la filantropía”, aunque Franco siempre hablase del peligro judeo-masónico (seguramente porque él no consiguió entrar). Se le culpaba a la masonería de la pérdida del Imperio Colonial Español de finales del XIX.

Un vecino le ofreció, a Smerdou, su casa para que, por la noche, durmieran allí los niños de los asilados, para que los padres, pudieran tener más intimidad.
Incluso tres ciudadanos mejicanos le ofrecieron sus domicilios para asilo consular.
Se le permitió el abastecimiento de comida (aunque tuvieran que pagársela él y/o los asilados).
Incluso la guardia civil vigilaba la casa, por si alguna patrulla de milicianos se acercaba por allí.
Empresarios a quienes los milicianos les habían expropiado o incendiado las fábricas y las casas, cirujanos a quienes les habían quemado la clínica, a la familia Loring, entre otras.
A quienes querían irse de Málaga a Marruecos, a Gibraltar o a Marsella, si él podía, los transportaba hasta el puerto y los metía en algún buque inglés que pasara por allí, facilitándoles y firmándoles los papeles.
Organizó canjes de personas, mujeres de milicianos por franquistas.
Se hizo cargo del Consulado Argentino, al huir este cónsul.
El 8 de Febrero cayó Málaga, y 10.000 personas quedaron en poder de las tropas de Queipo de Llano.
Represión por represión.

Porfirio Smerdou también asiló, entonces, a 6 miembros de Izquierda Republicana, amigos suyos, perseguidos en la represión franquista y que los escondió en el Consulado Argentino.
Como Méjico no tenía relaciones diplomáticas con los franquistas la situación era insostenible. Fue cesado como cónsul. Así que, para salvar la vida de estas personas, se puso en contacto con D. José Gálvez Ginachero, exalcalde de Málaga y renombrado ginecólogo y, aunque los rojos habían secuestrado a su hija, esposa del aviador García-Morato, aceptó a acoger a los 6. Los llevó a su clínica privada, donde quedaron ingresados como “parturientas”, durante 11 días, poniéndolos, después, a salvo.

Durante la primera semana de represión se calcula que fueron asesinados 4.000 personas.
Se hizo famoso un fiscal militar que, con el tiempo llegaría a ser Presidente del Gobierno, y que, en Málaga, se ganó el apodo de “Carnicerito de Málaga”. Estoy refiriéndome a Carlos Arias Navarro.
Cuando Eugenio Entrambasaguas, exalcalde de Málaga y miembro de Unión Republicana, fue detenido y encarcelado, Porfirio Smerdou, que le estaba agradecido por su ayuda en el asilo consular en Villa Maya, solicitó clemencia al fiscal Carlos Arias Navarro, y éste le contestó: “pero, cónsul, como alcalde de Málaga, es fusilable por necesidad”. Así que nada pudo hacer por el que había ayudado a salvar a gente de derecha.

Lo que sí consiguió, en Italia, del Conde Ciano, yerno de Mussolini, fue librar de la pena de muerte a sus amigos masones.

3.- Escalona

Yo conocí, personalmente, a Miguel Escalona Quesada, fallecido hace tan sólo unos días, y que fue el primer alcalde socialista de Torremolinos, tras la segregación de Málaga en 1.988.
Cuenta su odisea.
“Tenía 10 años cuando los nacionales bombardearon los Manantiales de agua de Torremolinos, porque con ellos se abastecía Málaga”.
“Éramos 80 niños, del Colegio Municipal de Huérfanos, y esperábamos en la acera a que llegaran los autobuses del Socorro Rojo que nos iban a trasladar a Almería. En ese momento alguien dio la alarma y apareció un avión que, siguiendo la línea de la carretera, ametrallaba y bombardeaba a baja altura con bombas incendiarias. Muchos salimos corriendo; otros prefirieron quedarse en el autobús, para no perder la plaza hasta Almería.
Cuando el avión se marchó, después de hacer varias pasadas, volvimos y encontramos nuestros equipajes y los autobuses ardiendo: los que se quedaron estaban muertos.
De los 80 niños que éramos nos juntamos sólo 10, que, juntos y solos, nos fuimos hasta Almería. Tardamos una semana y casi siempre a campo a través, alejados de la línea de la costa, pues los barcos no paraban de bombardear. Pasamos mucha hambre. Caminábamos descalzos. Por la noche dormíamos apretados unos contra otros, pues hacía frío y había humedad de levante.
Pasamos muchas calamidades….. Nunca olvidaré a aquella mujer que, herida por un obús, en medio de un charco de sangre, amamantaba y abrazaba a su hijo de dos meses…
Volví a casa en 1.939. Tenía 13 años. Mi hermano estaba en la cárcel, condenado a muerte y a mi madre y a mis 4 hermanas las habían pelado y les habían dado aceite de ricino.
En la calle al lado de mi casa habían fusilado a 10 personas: eran gente noble, trabajadora y sencilla.
A María, la Calderota, le fusilaron a sus tres hijos. No volvió a comer. Se murió de pena”.

Parecen fragmentos de una gran novela. Pero son mordiscos que les ha dado la vida.

Son testimonios de la crueldad, del sadismo, de la iniquidad de algunas personas para con sus semejantes, ya no por pensar de otra manera, muchas veces sólo por sospechar que se pensaba de manera diferente.

¡Como si una vida no valiese más que todos los pensamientos del mundo¡.

Matar, ¿por qué?. Causas todas, ¿justificaciones? ninguna.
Morir, ¿por qué?. Por nada.

¡¡¡¡¡¡DIOS!!!!!!!!

lunes, 28 de noviembre de 2011

DEMÓCRATAS DE MESA-CAMILLA


Me encuentro, a diario, con muchos “demócratas de mesa-camilla”, que son aquellos que, cuando la mayoría de la población apoya a su partido, dicen: “el pueblo es sabio y lo ha demostrado, votándonos” y que, cuando pierde elecciones, porque la mayoría vota al partido rival, dicen, sin ambages: “el pueblo se ha equivocado”.

Yo siempre he creído que, en democracia, a los partidos hay que “votarlos según sus programas” y “juzgarlos según sus acciones”.
Los demócratas de mesa-camilla no. Ellos no juzgan lo que su partido ha hecho mal y que no dijo que iba a hacerlo, sino que juzgan lo que ellos creen que el adversario va a hacer, sin haber gobernado todavía, sin haber hecho nada, sin, ni siquiera, haber dicho lo que van a hacer.

Los demócratas de mesa-camilla son tan tan tan inteligentes que ya ven el futuro, son videntes de lo malo que va a ser y va a hacer el adversario.
Los demócratas de mesa-camilla deberían abrir un consultorio.

En el lenguaje político los demócratas de mesa-camilla denominan “sensato” a cualquier cargo electo, en cualquier estamento administrativo, que abandona el partido en el que iba en las listas y por el que salió elegido y se pasa, sin pudor y sin vergüenza, a su partido”.

Sin embargo, denominan “traidor” a aquel electo, en cualquier estamento administrativo, que abandona su partido, por el que ha sido elegido, al ir en las listas, y pasarse al partido de la oposición.

Con estos esquemas mentales, tan primarios, tan de la ESO, de los políticos de mesa-camilla, que son TODOS o casi todos de nuestros políticos, ¿puede esperarse algo bueno, algo coherente?.

Son depositarios del pensamiento débil.

Gran parte de nuestros políticos “profesionales” son los que, en vez de haberse dedicado a sacar una oposición y buscar un puesto de trabajo para ganarse la vida, han optado por arrimarse y descansar a la sombra del poder, viviendo y vegetando en su seno, mirando por los ojos del partido y mirando, pero no viendo, la realidad sino con las gafas que el partido les ha enfundado como pago a su militancia.

Están dispuestos a ser Delegados Provinciales de lo que sea, da igual de Agricultura que de Gobernación, de Vivienda que de Cultura. Como no están preparados para casi nada, pueden hacerlo todo.

A los últimos años me remito el desfile de demócratas de mesa-camilla.

Han sido todos aquellos que han callado pero que han aplaudido, riéndole las gracias al jefe, porque, gracias a él, han sido sillonarios con buen sueldo y, con un poco de suerte, mejor pensión y han votado, quizás contra su conciencia, pero que….
Son todos aquello que pagan la cuota sindical pero que, como están liberados, no van a ……

¿Puede ponerse el grito en el cielo (en el que no creen) como lo hace nuestra izquierda política, cuando una autoridad, del partido opositor, denuncia a un padre por permitir, favorecer o incitar a una apenas adolescente, a que ya comience, a tan temprana edad, a entrenarse en lo que le espera durante toda la vida, la sumisión al varón?.

Si sólo la “Verdad os hará libres”, ¿Qué podemos/debemos decir de las culturas religiosas que favorecen e imponen la esclavitud de la mujer, en vida?
(Véase “multicuralismo” en www.tomasmorales.es y “respeto y tolerancia tomás morales cañedo” preguntándole a Google)

Por ahí hemos pasado nosotros, los españoles, no hace tantos años, pero que, gracias a la razón y a la cultura laica, hemos descubierto que no necesitamos ese tipo de tutores que han pastoreado nuestra vida, amenazándonos con las penas eternas, y, gracias a la razón y a la cultura laica, hemos descubierto la alegría de vivir, los placeres terrenales, juntos o en solitario, sin remordimiento alguno de conciencia.

Hemos descubiertos que varones y mujeres somos igual de personas aunque tengamos una fisiología distinta.
Hemos descubierto que hay ideas intolerables que no podemos ni debemos tolerar.
Hemos descubierto que deben ser respetadas las personas, por el mero y simple hecho de ser personas, sean de la raza, religión, nacionalidad,…. que sea.
Pero también hemos descubierto que no debemos confundir y equiparar “respeto” con “tolerancia”.

La mujer ha conquistado (no reconquistado) unos espacios, públicos y privados, antes reservados al varón, que llevan por título “igualdad”, “libertad”, “autonomía”, “capacidad”, “mérito”…..

¿Y ahora hay que ser tolerantes con ideas medievales como “sumisión”, “esclavitud”, “heteronomía”, …

Que no cuenten conmigo.

Lo que no sé es si estos políticos de mesa-camilla dicen lo que dicen por hipocresía, por ignorancia, por pensamiento líquido, por debilidad mental…. o por una media ponderada de todo ello.

Me comenta una antigua alumna que, (tras analizar y denunciar la moral represiva de la religión que le enseñaron) dice: “soy la única que, como mujer española y atea que soy, una vez tuve puesto un burka. No veía, no respiraba, no podía tocar nada, no podía caminar bien.
Sólo fueron 20 inevitables minutos…. y necesité una semana para recuperarme emocionalmente.
Con un burka no eres una persona, eres un bulto inútil.
Me aterroriza pensar en la educación que han recibido esas niñas que “deciden voluntariamente” (las comillas son mías) convertirse en una sombra de ellas mismas”.

AMÉN.

domingo, 27 de noviembre de 2011

A MI MANERA (4). "LA DESBANDÁ". LA GUERRA CIVIL EN MÁLAGA.



La “DESBANDÁ”. “Crimen en la carretera Málaga-Almería”, de Norman Bethune.
También nosotros tuvimos nuestro Schindler, sin listas, con una furgoneta/ambulancia de “transfusión de sangre”, yendo y viniendo por la Carretera de la muerte.
Con tántas rotondas como tenemos en Málaga, con tánto monumento a cualquier cosa, ¿Cuándo UNA, con un Gran Monumento bifronte: 1).- Una multitud de madres, niños y ancianos, hambrientos, desfallecidos, sin ya lágrimas que llorar, despavoridos, con un porqué solidificado en el alma y con el pánico en sus ojos, corriendo, arrastrándose por la carretera hacia Almería, y 2.- Frente a esa multitud una vieja furgoneta y tres hombres, extranjeros, alargando manos, subiendo cuerpos,…
Y, abajo, una leyenda: “ En recuerdo de Bethune, el Schindler malagueño”. Y no la sencilla plaquita, a la entrada de un túnel.

Eso también es Memoria Histórica.

Imposible una mejor descripción que la que hizo quien la vivió/sufrió en vivo y en directo.

“La evacuación masiva de la población de Málaga comenzó en domingo, día 7.
25.000 tropas alemanas, italianas, requetés y moras entraron en la ciudad el lunes día 8, por la mañana. Tanques, submarinos, barcos de guerra, aviones, todos a la vez, para aplastar a las defensas de la ciudad, mantenidas por un pequeño y heroico grupo de tropas españolas, sin tanques ni aviones que los defendieran. Sin defensas antiaéreas.

Los así llamados “nacionalistas” entraron en lo que prácticamente era una ciudad desierta, del mismo modo que habían hecho en cada pueblo y ciudad asediada en España.
Así que, imagínense a ciento cincuenta mil hombres, mujeres y niños disponiéndose a marcharse en búsqueda de seguridad hacia una ciudad situada a más de cien millas. Hay una única carretera que pueden tomar. No hay ninguna otra manera de escapar. Esta carretera, limítrofe, por un lado, con las altas montañas de Sierra Nevada y, por el otro, con el mar, está construida sobre la ladera de unos acantilados, y sube y baja a más de 500 pies sobre el nivel del mar. La ciudad que deben alcanzar es Almería, y está a más de 200 kilómetros más allá. Un joven fuerte y sano puede caminar, a pie, unos 40 ó 50 kilómetros diarios. El viaje al que estas mujeres, ancianos y niños debían enfrentarse les llevará de cinco días y cinco noches de camino, al menos. No encontrarán alimentos en los pueblos, ni trenes, ni autobuses para transportarlos. Ellos debían caminar y, a medida que iban andando se tambaleaban y tropezaban, con los pies llenos de rajas y de heridas, de ir por el pedernal de la carretera, los fascistas los bombardeaban desde el aire y les disparaban desde los barcos de guerra.

Ahora, lo que quiero contarles es lo que yo mismo vi de esta penosa marcha, la más grande y terrible evacuación de una ciudad en los tiempos actuales.
Llegamos a Almería a las cinco del día 10, con un camión refrigerado, cargando de sangre almacenada desde Barcelona.
Nuestra intención era continuar hacia Málaga para poner transfusiones de sangre a los heridos. En Almería, oímos por vez primera que la ciudad había caído y fuimos advertidos de no ir más lejos ya que nadie sabía ahora dónde estaba la línea del frente enemigo, pero todos estaban seguros de que la ciudad de Motril había caído también. Pensamos que era importante continuar y descubrir cómo se desarrollaba la evacuación de los heridos. Salimos por la tarde, a las seis, por la carretera de Málaga y a unas cuantas millas más allá nos encontramos con la cabeza de la lamentable procesión. Aquí estaban los más fuertes con todas sus pertenencias sobre los burros, las mulas y los caballos. Los pasamos, y cuánto más lejos íbamos, aún más penosa a la vista se hacían los espectáculos.
Miles de niños, contamos unos 5.000 de menos de 10 años y, al menos, 1.000 de ellos iban descalzos y, muchos de ellos, cubiertos con una sola prenda.
Éstos iban recolgados de los hombros de sus madres o agarrados a sus manos. Aquí había un padre que iba tambaleándose con dos niños, uno de un año y el otro de dos, sobre sus espaldas, además de estar colgando cazos y sartenes, junto con alguna valorada pertenencia.
El incesante torrente de gente llegó a ser tan denso que apenas podíamos forzar el coche entre medio.
A 88 kilómetros de Almería nos suplicaron que no fuésemos más lejos, ya que los fascistas estaban justo detrás.
Por entonces habíamos pasado al lado de tantas mujeres y niños afligidos que pensamos que lo mejor era volver y comenzar a poner a salvo los peores casos.
Era difícil elegir cuáles llevarse. Nuestro coche era asediado por una multitud de madres frenéticas y padres que, con los brazos extendidos, sujetaban hacia nosotros sus hijos. Tenían los ojos y la cara hinchada y congestionada, tras cuatro días bajo el sol y el polvo.
“Llévense a éste”, “miren este niño”, “éste está herido”. Los niños envueltos de brazos y piernas con harapos ensangrentados, sin zapatos, con los pies hinchados, aumentados dos veces su tamaño, lloraban desconsoladamente de dolor, hambre y agotamiento.
Doscientos kilómetros de miseria. Imagínense cuatro días y cuatro noches, escondiéndose de día entre las colinas ya que los bárbaros fascistas los perseguían con aviones, caminaban de noche agrupados en un sólido torrente, hombres, mujeres, niños, mulos, burros, cabras, gritando los nombres de sus familiares desaparecidos, perdidos entre la multitud.
¿Cómo podíamos elegir entre llevarnos a un niño muriéndose de disentería o entre una madre que nos contemplaba silenciosamente, con los ojos hundidos, llevando contra su pecho a un niño nacido en la carretera, hacía dos días?.
Ella se había parado de caminar durante diez horas, solamente.
Aquí había una mujer de sesenta años incapaz de seguir arrastrándose para dar un paso más, sus gigantescas piernas hinchadas con úlceras y varices sangrando dentro de sus rotas sandalias de trapo.
Muchas ancianas abandonaban, simplemente, esta lucha, se tendían a los lados de la carretera y esperaban la muerte.
Decidimos llevarnos, primero, a los niños y a las madres pero, luego, la separación entre padre e hijo, marido y mujer, se hizo demasiado cruel para poder soportarla. Acabamos por llevarnos a las familias con mayor número de hijos pequeños, y a los niños solitarios, de los que había centenares, sin padres.
Llevábamos a treinta o cuarenta personas en cada viaje, durante tres días sucesivos, a Almería, al Hospital del Socorro Rojo Internacional, donde recibían cuidados médicos, comida y ropa.
La inagotable devoción de Hazen Sise (también fotógrafo) y de Thomas Worsley, conductores del camión, salvó muchas vidas.
Se alternaban para conducir día y noche, ida y vuelta, durmiendo en medio de la carretera entre viaje y viaje, sin comida, excepto pan seco y naranjas.

¡Y, en la cuneta, esa madre, rendida, con la mirada perdida, queriéndole dar la teta a su hijo, muerto, sostenido entre sus brazos¡

Y ahora viene la barbarie final. No contentos con bombardear y ametrallas a esta procesión de campesinos indefensos, a lo largo de esta larga carretera, en la tarde del día 12, cuando el pequeño puerto de Almería estaba repleto de refugiados, habiendo aumentado en población el doble, cuando unas cuarenta mil personas, exhaustas, alcanzaron un puerto de lo que ellos pensaban que era seguridad, fuimos masivamente bombardeados por aviones fascistas alemanes e italianos.
La sirena dio la alarma treinta segundos antes de que cayera la primera bomba.
Estos aviones no hacían esfuerzo alguno por alcanzar los barcos de guerra del Gobierno, que estaban en el puerto, ni por bombardear las barricadas.
Éstos lanzaron, deliberadamente, diez grandes bombas en el centro mismo de la ciudad, donde, en la calle principal, dormían apiñados sobre la calzada, de tal forma que apenas si podía pasar algún coche, los exhaustos refugiados.
Después de que hubiesen pasado los aviones recogí en mis brazos a tres niños muertos, de la calzada, justo enfrente del Comité Provincial para la Evacuación de refugiados, donde habían estado esperando en una larga cola a que les dieran una taza de leche y un puñado de pan seco, era el único alimento que algunos tomaban durante días.
La calle parecía una verdadera carnicería, llena de muertos y de moribundos, alumbrada solamente por el resplandor anaranjado de los edificios en llamas.
En la oscuridad, los lamentos de los niños heridos, los chillidos de las madres agonizantes, las maldiciones de los hombres, iban elevándose en un solo grito masivo, alcanzando un tono de intolerable intensidad.
Uno mismo sentía su cuerpo tan pesado como el de los muertos, pero vacío y hueco, y uno sentía su cerebro arder con una intensa luz de odio.
Aquella noche fueron asesinadas cincuenta personas, de entre la población civil, y unas cincuenta más fueron heridas. Hubo dos soldados muertos

Ahora bien, ¿cuál era el crimen que esta indefensa población civil había cometido para ser asesinados de este modo tan sangriento?.
Su único crimen era que habían votado para elegir un Gobierno de personas encargadas de la más moderada mitigación de la abrumadora carga de siglos de codicia capitalista.
La cuestión había sido ya abordada. ¿Por qué no se habían quedado en Málaga esperando la entrada de los fascistas?. Porque sabían lo que les pasaría. Sabían lo que iba a ocurrirles a sus hombres y mujeres, lo mismo que les había pasado a tantos otros en las demás ciudades apresadas.
Todo varón, entre 15 y 60 años, que no pudiera demostrar que no había sido forzado a ayudar al Gobierno, sería, inmediatamente, fusilado.
Y es el conocimiento de todos estos hechos lo que concentró a dos tercios de toda la población española en una cuarta parte del país y lo que aún sostuvo la República”

Si todo lo anterior hubiera sido escrito por un novelista, alabaríamos la maestría en describir la situación de una riada de personas huyendo por una carretera.
Lo triste es que es la descripción de un voluntario filántropo, Norman Bethune, que lo vivió/lo sufrió en vivo y en directo y nada hay, en ella, de imaginario.

La “Desbandá” es un acontecimiento que, siendo de una crueldad extrema, muy poca gente fuera de Málaga conoce. Me atrevería a afirmar que ni entre muchos malagueños es conocida la tragedia vivida por los que huían hacia Almería, por la carretera de la costa, LA CARRETERA DE LA MUERTE.

viernes, 25 de noviembre de 2011

A MI MANERA (3). LA GUERRA CIVIL EN MÁLAGA



Defender una idea con la palabra y con una acción no perjudicial a quienes discrepan de ella es, siempre, algo loable.
Dejarse matar o suicidarse por “una idea” no es una heroicidad sino una determinación infantil (admiro el pensamiento de Sócrates y su vida, pero no hasta el exceso de entregarla por una idea. En este sentido, soy nietzscheano, aunque yo no lo insultaría como él. Una vida vale más que una Enciclopedia de Ideas. Soy más galileano y, si es necesario, digo “digo” donde antes dije “Diego” pero “la vida es la vida, y, más, si es la mía”).

(Jesús de Nazaret no tuvo escapatoria, ni dio su vida, voluntariamente, por nadie, ni pudo salvarla. Lo cogieron, lo azotaron y lo crucificaron).

Pero las “creencias” son otra cosa distinta a las ideas.

El creyente lo que desea es seguir creyendo y practicando su religión, y desea y exige que no se lo impidan.

El defensor de una “idea” no puede/no debe impedir la práctica de una creencia. Como si fuera posible calmar la sed taponando las fuentes y la necesidad de llenar el estómago pudiera volatilizarse llevándose por delante al panadero o al que despacha el pan.

Si la quema de iglesias y conventos era, realmente, un ataque a uno de los pilares de los sublevados franquistas, el poder eclesiástico, el que tan sólo era un simple creyente practicante lo interpretaba como un ataque directo contra él, impidiéndole ir a rezar a esa iglesia en llamas.

La tentación y la manía en algunos de considerarse “salvadores”, al someter a la población a una cura de desintoxicación, tan sólo por creer literalmente a Marx y que “la religión es el opio del pueblo”….
(Mi, en otros tiempos, admirado Revólver, cantaba: “no hay droga más dura que el amor sin medida”)
¿A quién o a quiénes podían perjudicar los creyentes, en sus oraciones o en sus prácticas religiosas?

Mi compañero de Instituto, y amigo, Pepe Jiménez, tras varios permisos para investigar en archivos de la guerra civil (sobre todo en el de la Cll/ El Expolio, de mi Salamanca del alma), publicó, no hace tantos años, el libro titulado: “La quema de conventos en Málaga. Mayo de 1.931”

El 14 de Abril había sido proclamada la República.

Yo, que como he confesado en varias ocasiones, entré, y estoy, en el pórtico de la guerra civil en Málaga, me extrañaba y me extraña que la religiosidad de las monjas pudiera poner en peligro el asentamiento de la República, para poder llevar a cabo tanta monstruosidad.
Parecía que una locura colectiva se había desatado en Málaga, apenas proclamada la República, arrasando gran mayoría de iglesias y conventos en una orgía de fuego y destrucción.

¿Cuántas obras de arte se perdieron y cuánto patrimonio histórico y artístico se lo llevaron las llamas y que no ha podido ser recuperado?.

Las Semanas Santas malagueñas siempre han tenido gran tradición y han gozado de una gran acogida por parte de visitantes allende Málaga, por la fama de sus imágenes y de sus tronos.

Pero la Semana Santa del 31, pocos días antes de ser proclamada la República, se desarrolló con gran tensión, por las campañas anticlericales, contrarias a la salida de los tronos a la calle.

El Martes Santo, durante una de las procesiones, hizo explosión un artefacto cerca de calle Larios, lo que provocó una estampida, de la que resultaron varios heridos.

Unos días después, el 14 de Abril, se proclama la República y Málaga lo celebra exultante.
Sólo la estatua del Marqués de Larios, el gran terrateniente e industrial de la ciudad, sería substituida por la de un obrero.
La familia Larios, los “dueños de la provincia”, era propietaria de tierras e inmuebles, eran empresarios, comerciantes, exportadores,.., conservadores, naturalmente.
Muchos burgueses vivieron escondidos y, los que podían, emigraban.

Apenas un mes después, el 11 de Mayo, es cuando va a desatarse un infierno en la ciudad, sobre todo para los más fervientes creyentes católicos.

El “conocido” Cardenal Segura, arzobispo de Toledo, había publicado una carta que fue considerada por el gobierno como “hostil al régimen republicano”, lo que produjo que grupos de radicales intentaran quemar la sede del ABC, de Madrid, así como atacar varios edificios religiosos.

El “efecto imitación” también se propagó, porque cuando las noticias de lo que estaba ocurriendo, el día 10 de Mayo, en Madrid llegan a Málaga, se desata una histeria colectiva y grupos de incontrolados comienzan a imitar a los madrileños, echándose a la calle, siguiendo hasta la madrugada del día 12.

El Palacio del Obispo, que ya en 1.930 habían intentado quemarlo, es quemado y destruido por completo. El Obispo de Málaga. D. Manuel González García, se refugió en una casa contigua, de la Cll/ Fresca, de donde lo sacó, a la fuerza, el cónsul de Italia, acompañándolo a un buque que lo trasladaría a Tánger. Igualmente fueron quemados la gran mayoría de iglesias y conventos, arrastrando, también la quema de varios almacenes.
Gamel Woolsey, en “Málaga en llamas” cuenta las dificultades para encontrar ciertos productos.

Todo lo que olía a sacristía era arrasado, bien por elementos de la izquierda más radical, en el centro de la ciudad, bien por golfos y delincuentes habituales en las barriadas periféricas.
Es verdad que la Jerarquía Eclesiástica estaba identificada con los sectores conservadores y con la Monarquía.
Era evidente y manifiesta la postura anticlerical de las organizaciones políticas y sociales republicanas y obreras.

Tras las elecciones municipales y el triunfo del Frente Popular estalló y se manifestó dicho anticlericalismo.

Si en Madrid fue el ABC, en Málaga fue la sede del diario conservador “La Unión Mercantil”, (en Cll/ Atarazanas-Puerta del Mar-Alhóndiga), el mismo día de la proclamación de la República, el 14 de Abril, así como el intento de asalto a la Residencia de los Jesuitas y del Seminario.

Fueron Incendiados:
.- El Palacio Episcopal.
.- Parroquias: Merced, San Felipe, San Pablo, Mártires y Santo Domingo.
.- Conventos e Iglesias: Jesuitas, San Agustín, Barcenillas, Ángel, San José, Carmelitas Descalzas, Capuchinas, Hermanas de la Cruz, Maristas, Zamarrilla, Aurora María y Puerto de la Torre.

Fueron Asaltados y Quemados:
.-Parroquias: Carmen, San Juan, Santiago, Angustias y San Patricio.
.-Conventos e Iglesias: San Manuel, San Lázaro, Catalinas, Reparadoras, San José, Concepción, San Bernardo, Convento de la Encarnación (en Cll/ Álamos, esquina Plaza del Teatro), Servicio Doméstico (regido por las monjas, en la Cll/ de la Victoria), Esperanza, Sagrada Familia, Adoratrices, Mercedarias, Cruz del Molinillo, San Carlos, Terciarias Franciscanas, San Pedro y Santísima Trinidad.

(Se salvaron: la Catedral (que luego serviría de refugio a tantas personas, llegadas a Málaga, desde los pueblos de la provincia (se calcula que 50.000), el Seminario Diocesano, el Colegio Salesiano, las iglesias de La Victoria y de San Miguel, así como los conventos de Císter y Trinitarios.
Los vecinos de El Palo defendieron el Colegio de los Jesuitas).

Málaga se convirtió en “reino del terror”.
Estas barbaridades restaron apoyos al régimen republicano.

¿Qué hizo la autoridad para evitar la catástrofe?. Nada o casi nada.
El gobernador militar, el general José Gómez Caminero, nombrado por el gobierno republicano, no sólo no hizo nada, sino que, incluso, fue condescendiente con las masas incendiarias, mandando retirar a las fuerzas de la Guardia Civil durante los disturbios.
El telegrama que envió a Azaña es sumamente significativo: “Ha comenzado el incendio de iglesias. Mañana continuará”.

Sí, señor, ¡con dos cojones¡.

A los pocos días fue destituido…… y posteriormente “ascendido”.

La muchedumbre penetraba en las iglesias, destruía, quemaba y saqueaba sin piedad.
A las puertas de los templos se formaban grandes hogueras en las que se quemaban, arbitrariamente, tallas de gran valor histórico junto a todo tipo de objetos eclesiásticos, ornamentos sagrados, piezas de orfebrería, bordados, bibliotecas, archivos parroquiales...
¿Habéis visto las fotografías de jóvenes, vestidos con casullas, en procesiones burlescas, con huesos de frailes y monjas, desenterrado, sacados de las criptas?.
Quien podía se llevaba a su casa piezas valiosas o dinero.

¿Era una reacción natural y legítima de la gente hambrienta?.

Todavía hoy, cuando uno entra en el Vaticano o en una catedral, se critica las riquezas de la Iglesia relacionándolas con el hambre que hay en el mundo.
¿Nadie sensato, con un poco de cultura, convenció a los incendiarios que la destrucción de obras de Pedro de Mena, de Niño de Guevara, de Alonso Cano, de Murillo…así como valiosos retablos y archivos, era una riqueza patrimonial de Málaga y de los malagueños?.

Málaga fue la ciudad española más afectada en su patrimonio religioso, artístico, cultural e histórico, destruido para siempre, irrecuperable.

El Cristo de la buena muerte y la Virgen de Belén, ambas en la Iglesia de Santo Domingo, así como la imagen del Nazareno conocido como “El Chiquito”, de la hermandad perchelera de la Misericordia, todas ellas de Pedro de Mena, serían quemadas en la hoguera de la Plaza de la Merced.

Quizá lo más macabro es lo ocurrido en la iglesia de San Pablo, donde se profanaron las criptas e individuos pasearon por La Trinidad con la cabeza del antiguo sacerdote clavada en la punta de una estaca.

Es notoriamente conocida por los malagueños la obra de Pedro Luis Gómez: “Las cenizas de Cristo (el enigma de Mena)”, de 2.009, donde refiere que “el Cristo de la buena muerte”, obra del imaginero barroco granadino-malagueño Pedro de Mena, del que no se tienen pistas desde la noche de la “guerra de los conventos” no desapareció sino que fue salvado por tres cofrades malagueños, que se llevaron el secreto a la tumba.

Hoy, la mayoría de las tallas de la Semana Santa actual son reproducciones de las antiguas.
¡Y todo en una noche¡. Menos mal que no hubo muertos.

Todas estas barbaridades, inútiles y perjudiciales, fueron alimentando un caldo de cultivo y proporcionando argumentos a muchos ciudadanos para sumarse a la sublevación, para no apoyar a la república, para distanciarse, para parar esta locura.
La guerra, que fue dramática en Málaga, fue creando un clima de venganza de burgueses y creyentes, con los consiguientes ajustes de cuentas.

Un periodista, por la carretera de Colmenar, echando la vista atrás, describe lo que ve: “Es aterrador, dantesco, producía escalofríos en el cuerpo y una intensa amargura en el alma. El cielo veíase rojo. Negras columnas de humo ascendían hacia él. Era el resplandor de las tremendas hogueras que, desde diversos sitios de la capital, elevaban hasta el infinito sus llamas intensas”.

La República fue una gran oportunidad perdida por los excesos de extremistas de uno y otro lado. Entre los dos la mataron.

Tres “grandes” republicanos, Marañón, Ortega y Pérez de Ayala, dirían: “quemar conventos e iglesias no demuestra verdadero celo republicano, espíritu de avanzada, sino, más bien, un fetichismo primitivo o criminal”.

Gamel Woolsey y Gerard Brennan tuvieron que asumir, rápidamente, el saludo habitual “salud” como sustituto de los tradicionales “vaya Ud. con Dios”, “buenas tardes” o “buenas noches”.
Y ¡desgraciado del que, a “salud”, no respondiera, puño cerrado y mano izquierda en alto, “salud”, camarada”¡, porque sería considerado sospechoso de “fascista”, rebelde o filo-rebelde, podía ser injustamente señalado y, en cualquier momento, sacado de su casa para ser juzgado(¿) y condenado. ¿Merecía vivir, un enemigo del pueblo?. ¿no era un peligro de propagación de ideología fascista?. ¿Qué es lo que se hace con un microbio que afecta a la salud del cuerpo?. ¿Y lo que afecte al cuerpo social?.

Pero es que los del otro bando hacían lo mismo, con el saludo fascista, a medida que iban cerrándose los frentes sobre Málaga.

Venganza la tuya, venganza la mía. Ojo por ojo y ambos ciegos. España sin remedio.

¡Qué bien reflejó Goya a España en “Duelo a garrotazos”¡

jueves, 24 de noviembre de 2011

A MI MANERA (2).GUERRA CIVIL EN MÁLAGA


Acabo de ver la película de Benito Zambrano, “La voz dormida”. Está ambientada en la postguerra. Retrata el terreno del dolor de los vencidos republicanos.
Si todos los muertos durante nuestra guerra, la que nunca debió ocurrir, fueran del bando que fueran, tienen derecho a ser “dignamente enterrados”, los muertos de la postguerra más. Porque la mayoría de esas víctimas cometieron “el execrable delito de pensar de manera diferente”.

Se cumplía a rajatabla la primera orden, (apenas acabada la contienda), el 19 de Julio, dada por el general Mola: “Hay que sembrar el terror. Hay que dar sensación de dominio eliminando, sin escrúpulos, a todos los que no piensen como nosotros”.

Nuestra guerra civil, la de “los justamente vencidos y los injustamente vencedores”, en boca del filósofo Julián Marías, comenzó y terminó en Andalucía (¡triste honor el nuestro¡).

Sevilla será la primera ciudad que se suma a los militares rebeldes de África, el mismo 18 de Julio del 36.
En el reparto de estrategia Andalucía le “tocó” a Queipo de Llano.
Desde Sevilla, desde los micrófonos de la radio, el energúmeno Queipo de Llano, antes republicano, que nada hizo para evitar la quema de conventos en Madrid, africanista, de personalidad contradictoria, alcohólico(¿), participe en varias intentonas desde 1.927, con voz “ostentórea” (que diría Jesús Gil) mugiría y bramaría con un lenguaje soez, primitivista, grosero y barriobajero, impropio de una persona con formación, con sus famosas “charlas radiofónicas”, metiendo el miedo en el cuerpo con “Málaga, la mártir”.
“….esas monjas de Málaga, que fueron paseadas desnudas por las calles y asesinadas después….”
No soy historiador y no he cotejado si esta tajante afirmación está constatada en documentos de Agosto del 36 o si es una bravuconada más, una falsedad además de una infame calumnia.
“….seguirán sacrificando muchas vidas de esos borregos que llevan engañados al matadero….”

“Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los rojos lo que es ser hombres. De paso, también a las mujeres de los rojos, que ahora, por fin, han conocido a hombres de verdad y no castrados milicianos. Dar patadas y berrear no las salvará…”
(Renuncio a comentario alguno por no ensuciarme la boca).


Si Sevilla fue el comienzo (18 de Julio del 36), Almería sería la última ciudad ocupada por las tropas franquistas (31 de Marzo del 39).

El 1 de Abril sería “el día de la Victoria”, proclamada con el único parte de la Guerra Civil firmado por Franco:
“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Lo que no dijo fue que, desde ese mismo momento, comenzaba la postguerra.

“Ese día, hijo mío (me repetiría mi padre) fue el único día, allá en los Pirineos, echando de España a los comunistas, que comimos decentemente, una paella, pero sólo de arroz, seca, sin carne, sin pescado…”.

Entre Almería, al Oriente, y Sevilla, al Occidente, nuestra Málaga, la de “la desbandá” por la carretera de Almería.
Aquí nos las dieron hasta en el cielo de la boca, por tierra, mar y aire.
El fascismo europeo en pleno: Italianos y Alemanes, ayudados por “los moros”, tan sumamente temidos por las mujeres por su fama de violadores obsesos.

¿Cuál y cuánta fue la ayuda a los rebeldes, por parte de la jerarquía eclesiástica (que serviría de cobertura ideológica al nuevo régimen) y los terratenientes, en las provincias de Cádiz y de Sevilla, para que en tan corto espacio de tiempo, se instalaran en Sevilla?.

A Málaga, “la roja”, “la revolucionaria”, con el único diputado comunista que había en Las Cortes, en 1.933, Cayetano Bolívar Escudero, fueron creándole un cerco envolvente, desde Cádiz, Sevilla y Córdoba, aplicándole la tenaza, como para hacerla caer en su propia red, en su arte de pesca tradicional, el copo.

Si malo era quedarse a que los capturaran, seguramente peor fue su intento de huir hacia la todavía republicana Almería, por la carretera de la costa.
Málaga como bisagra que los rebeldes, por el norte y el oeste, quieren abrir y ella y el este almeriense quieren cerrarles el paso.

¿Y Madrid?. ¿Qué hizo Madrid, sede del Gobierno Republicano, por Málaga?.

Largo Caballero veía tan “larga” la distancia desde Madrid hasta Málaga, que ni siquiera lo tuvo en cuenta, ni siquiera se molestó.
¿Es de extrañar la fama que tomó Málaga como “República Independiente”?.

Hoy nos desgañitamos, protestamos, denunciamos la situación mundial de un Norte, poco habitado y rico, y un Sur superpoblado y pobre.
Pero ¿qué ocurría en el Norte y en el Sur de España?
¿Cómo estuvo y cómo estaba Andalucía, y Málaga, industrial, agrícola y ganaderamente, mientras asistíamos al acelerado proceso industrial del Norte?.

Andalucía toda era una “economía de pobreza”, de poco le servirían sus Semanas Santas y sus varias y variadas Romerías multitudinarias. Dios parece que siempre se pone del lado de quien más puede. Seremos “bienaventurados” en la otra vida, porque lo que es en ésta…

¡Qué bien lo muestra la leyenda del escudo malagueño: “la primera en el peligro de la libertad”. ¡Sí que era peligroso defender la libertad¡.

Y si éramos muchos, más fuimos al convertirse Málaga en refugio de republicanos que huían de sus pueblos, por peligro y por miedo.
¡Málaga, inmenso campo de refugiados”.
No mucho tiempo después Málaga se convertiría, para ellos, en Malagón. Y muchos de ellos se unirían, también, a “la desbandá”.

Si ya el pueblo, dirigido, estaba así, la clase dirigente, la C.N.T. y el P.C.E. discrepaban en la forma de dirigirlo. Y la C.N.T. y U.G.T., los dos grandes sindicatos obreros, a la greña por “boliches, sí”, “boliches, no”, y con asesinatos de por medio, siempre en comitiva al cementerio. Hoy tú y los tuyos y mañana el otro con los suyos. Entierro va y entierro viene. Hoy tú decretas una huelga general y mañana la decreta el otro. Hoy matas tú, mañana mata el otro
El método acción-reacción.

Este clima irrespirable para el ciudadano, de zozobra continua y constante, un día sí y otro también, convertían su vida diaria en un tío vivo infernal, un sin vivir.
Y todo esto antes de Julio del 36, una auténtica jaula de gallos de pelea entre los partidos del Frente Popular y las dos grandes Centrales Sindicales (recordemos que más del 85 % de la población malagueña era de la clase obrera)
Gasto inútil de energía interna, porque apenas triunfa el golpe de estado todas las fuerzas políticas y sindicales que apoyaban o formaban el Frente Popular se unen en una piña, constituyendo una fuerza de choque contra los sublevados franquistas.

El hambre y las ganas de comer, añadiéndole que “Madrid no está, no contesta” a las peticiones de ayuda y las democracias europeas no fueron capaces (o no quisieron) ver más allá de sus narices (léase fronteras). El desastre estaba servido.

¿Nadie entrevió que la guerra civil española era el prólogo de lo que iba a ocurrir en Europa unos años después?. ¿Qué la destrucción de Guernica se multiplicaría por N hasta llegar a Hirosima y Nagasaki?.

Málaga, hambrienta de pan, en su estómago, borracha de libertad, en su alma y enferma de tuberculosis en casi 1.000 familias.
Los barrios obreros de Huelin, el Perchel, Coracha, Bulto, el Palo, el Ejido,…carecían de agua, luz, y de higiene en sus casas.
La beneficencia sanitaria del Hospital Noble no podía atender más que a 10.000 familias, de las 48.000 familias malagueñas.
Las consecuencias de ello….

El 8 de Febrero del 37 cae Málaga. El día 9 berreará, en las “charlas radiofónicas”, Queipo de Llano: “dice Madrid (el gobierno) que si conquistaba Málaga ellos me regalan Madrid (capital). Así que voy a cobrar una deuda”.

Franco no lo permitiría.

¡El miedo en el cuerpo¡.

lunes, 21 de noviembre de 2011

A MI MANERA (1)


De cuantos me conocen, pocos son los que saben que empecé enseñando Geografía e Historia, sólo y todo Geografía e Historia, en un Instituto de Bachillerato, durante cinco cursos, lo que se tarda en hacer la carrera. Estudié tánto, aprendí tánta historia y tan aprisa, con dedicación exclusiva, a jornada completa, que pensé presentarme a oposiciones a/de Historia.
Al 6º año me “dieron” Filosofía. Y aquí me reencontré con mi amor y empecé a encontrarme en mi salsa. Me sumergí en ella y aquí sigo, buceando. Y tras 36 años en la Enseñanza y felizmente prejubilado a tiempo, comparto mis horas en estas dos aficiones o drogas culturales: Filosofía e Historia. Pero sin la premura del enseñante, sin reparto del tiempo en preparar, enseñar, corregir, reuniones, programaciones, memorias….
Comencé siendo “educador”, “maestro”, al poco tiempo sólo era “profesor”, terminé siendo “trabajador de la enseñanza” y, una vez prejubilado, he vuelto a ser “estudiante”, “aprendiz de todo y maestro de nada”.

Todos los años vuelvo a mi Salamanca del alma y todos los años, visito a mis amigas las catedrales, paseo por sus alrededores, y para ver la Torre del Gallo tengo que pasar por la Cll/ Gibraltar, donde se encontraba el Archivo General de la Guerra Civil Española (la sección “guerra civil” del Archivo Histórico Nacional).
En el año 2.005, tras toda la peripecia de Los Papeles de Salamanca, me regodeaba, año tras año, observando el nuevo nombre de la calle, “Calle del Expolio”.
El tripartito catalán, a instancias de uno de sus miembros, Esquerra Republicana, a cambio del apoyo parlamentario, conseguiría que 499 cajas de documentos viajasen a Cataluña, desguazando el Archivo, contra la opinión general de los historiadores que preferían, para sus investigaciones, por practicidad, mantener toda la documentación reunida, y contra la Junta de Castilla y León, “sin haber pasado por encima del cadáver de Caldera, salmantino, por considerarlo, el pueblo salmantino, un pago de la hipotética política, un cambio de cromos, el pago de favores, “do ut des”.

Y la simpar inculta Ministra de Cultura, la inefable Carmen Calvo (para más INRI, andaluza, cordobesa, de Cabra, o sea….”egabrense” (para los que saben latín) y no…..(para los que no lo saben), tan ufana, ella, por su “heroicidad”.

He vuelto este año, como todos los años, en el mes de Agosto y, ¡cuál no sería mi sorpresa¡ cuando le han devuelto a la calle su primitivo nombre, Cll/ de Gibraltar.
¿La “memoria histórica” ha causado “el olvido individual del alcalde de Salamanca, no socialista”?.

No hay historiador serio que no visitara el Archivo de Salamanca para el estudio de la guerra civil.
Por ejemplo el granadino-malagueño Antonio Nadal y su “Guerra Civil en Málaga”.

Como mi Salamanca no sólo cayó en territorio o bando nacional, sino que, el actual Palacio Episcopal sirvió a Franco, desde el primer momento, de Cuartel General, la guerra civil en Salamanca era comentada por quienes, como soldados o mandos militares, intervinieron en ella, pero lejos de Salamanca (por ejemplo, mi padre, (del que ya expuse su versión “en vivo y en directo”, pero alicorta) de cómo la vivió él en el frente (véase “La perspectiva histórica” en blogdetomasmorales.blogspot).

Cuando hace años crucé las Pedrizas y vi el mar, aquí asenté mi tienda. Y aquí sigo.
Tras lo que debería haber sido “normal” pero que, desde el primer momento, se convirtió en algo “anómalo y polémico”, la Memoria Histórica, porque los injustamente muertos-asesinados, “mal enterrados”, tienen derecho (aún después de muertos) a ser “dignamente enterrados”, me interesé por la Guerra Civil en Málaga.
Mi Salamanca nacional vs mi Málaga roja.
(¿Es que no eran tan “nacionales”, o más, los “rojos”, legítimos gobernantes?)

¡Ambigüedad, tergiversación de las palabras¡

Mi prejubilación me permite gozar del conocimiento, al tiempo que sufro por lo conocido.
Aquí me debato y me divido, bígamo de mí, entre estos dos amores: Salamanca (como madre que me dio la vida) y Málaga, amada y amante, que me vivifica a diario.

Cuando uno escribe (como es mi caso), además de comunicar algo, lo que intenta, sobre todo, es aclararse a sí mismo y dejar escritas sus reflexiones, para que no se volatilicen, por aquello de “verba volant, scripta manent”.

Cuando uno escribe puede tener como objetivo “conocer” las causas de los acontecimientos o las cosas. Son los científicos.
Los filósofos, sobre esos conocimientos, procuran “saber”, sacarles utilidad, sacar consecuencias, para ser mejores personas.
En un terreno habita la Verdad, en el otro la Felicidad.

El gran fallo histórico es haber creído que el objetivo de la Inteligencia era la Verdad. Es la Felicidad. “Saber para ser felices” –decía Sócrates.

El científico podrá ejercer, como científico, “solitariamente”. El filósofo, siempre, debe ejercer “solidariamente”.

Me acerco a la Historia no como historiador, sino como filósofo (pero que no puede obviar el conocimiento científico, cada vez más cerca de la verdad, al disponer de mejor perspectiva histórica)



viernes, 18 de noviembre de 2011

VARONES Y MUJERES



La ambigüedad del lenguaje es algo manifiesto y lleva a que, muchas veces, nos equivoquemos al hablar, y no digamos lo que queríamos decir o nos equivoquemos al entender, y no interpretemos correctamente el discurso del hablante, al oírlo, y entendamos otra cosa.
Cuando decimos “el hombre” podemos querer referirnos al “género humano”, a todos los hombres, o sólo a la mitad de ellos, a los “varones”.
Decir que “el hombre es mortal, es un viviente sensible, es un animal religioso, es el único animal que habla,…” nos referimos al género humano. No sólo los varones lo son, también las mujeres.
Decir que “el hombre iba borracho, conduciendo en dirección contraria, a 190 Klms/hora,….” Nos estamos refiriendo a un individuo concreto, del sexo masculino (no me gusta hablar de “género masculino”, porque esta locución es sólo gramatical. “Perro” es un término bisílabo, del género masculino, número singular…)
Decir que “el hombre andaluz es perspicaz, senequista y amigo del bien vivir….” Estamos refiriéndonos a un sujeto colectivo, compuesto por todos los varones, ….

Un filósofo actual, Jesús Mosterín, se ha inventado (¿) el término “humanes” para referirse al género humano, y allí van incluidos tanto los varones como las mujeres.

Yo sigo con “varones” y “mujeres” y cuando uso el término “hombre/s” es para referirme a la humanidad.

¡Varones y mujeres!. ¡Mujeres y varones”.

Se cuenta que un Presidente de E.E.U.U. y su esposa visitaban unas granjas del estado, pero por separado. A ella la acompañaban las mujeres de mantenimiento de la granja. Al pasar por uno de los gallineros y ver a un gallo copulando una y otra vez, intensa y frenéticamente, la esposa del presidente, sorprendida y admirada, se interesó por la frecuencia amatoria del susodicho gallo.
- “Docenas de veces al día” – le respondió la guía.
- ¡Por favor¡, díganselo a mi marido cuando pase por aquí.

Cuando momentos más tarde pasó el Presidente, por el mismo gallinero, y el gallo seguía en su actividad copulatoria, se quedó observándolo. Momento que la guía aprovechó para comentarle la anécdota con su esposa.
El Presidente, meditabundo, preguntó a la guía:
- ¿Y lo hace siempre con la misma gallina?.
- No. No. Cada vez con una gallina distinta –respondió la guía.
- Pues, ¡por favor¡, “dígaselo a mi mujer” – sentenció el presidente.

La anécdota, ya de por sí, es machista. En la batalla dialéctica ha salido vencedor el varón.

Pero es que la Historia de la humanidad ha sido (y, por desgracia, sigue siéndolo) muy machista. No hay más que asomarse a los telediarios un día sí y otro también.

Somos iguales, varones y mujeres, iguales de personas, con los mismos derechos y los mismos deberes. “Los Derechos Humanos” atañen a toda la humanidad. Somos iguales esencialmente, no desiguales,
Pero somos distintos biológicamente, cuerpos distintos, órganos sexuales, tanto primarios como secundarios, distintos.

Sobre esta distinción biológica, durante toda la historia (aún hoy en casi toda la faz de la tierra), se ha montado la distinción cultural. Distinción discriminatoria negativa. La mujer es inferior, como persona, al varón, por tener un cuerpo distinto, que conlleva una función distinta.
El varón posee la naturaleza humana completa, la mujer también tiene naturaleza humana, pero subordinada, el niño, finalmente, la tiene pero incompleta.
¿Quién va a detentar el poder, todo tipo de poder (familiar, político, social, económico, cultural, religioso, científico…)?.

Hasta el genial Aristóteles (debemos contextualizarlo para no deformarlo), en una de sus principales obras “Metafísica” nos dice que “las hembras son, por naturaleza, más débiles y más frías (que el varón) y hay que considerar su naturaleza como un defecto natural”.

Las mujeres, cuyas funciones fundamentales son las de “hijas”, “esposas” y “madres” tienen un status diferente al de los varones. Es decir, discriminación negativa por razón de sexo, debida a la supuesta debilidad de su sexo.

Engels y el marxismo afirmarán que la primera condición de la liberación de la mujer era el “abandono de la teoría de las tres K (la mujer está destinada a Kinder, Küche, Kirche (niños, cocina, iglesia). Si le añadimos la cama (por lo del marido y los niños) tendríamos los cuatro lugares en que debería estar, siempre ubicada, la mujer; las cuatro patas de la esclavitud.

La tradición judeo-cristiana y la Edad Media lo estropearon todavía más. La misoginia, pues, estaba servida.

¡Hay que ver el valor o la fe de la hemorroísa, al acercarse a Jesús (si es que es cierto el episodio), sangrando, para que le cure su mal¡.
La sangre, en general, siempre ha sido tabú. Todavía lo sigue siendo para algunas religiones (las que se niegan a las transfusiones) por considerar que la sangre está relacionada con el alma, su sede. ¡Cuánto peor la sangre menstrual y hemorroidal¡ Han sido consideradas como enfermedades, como recordatorios divinos de que en ellas no todo lo que hay es bueno.

“Las mujeres están tan llenas de veneno, en el tiempo de su menstruación, que ellas envenenan animales con su mirada, infectan a los niños en sus cunas, ensucian el más limpio de los espejos. Y cuando quiera que los varones tienen contacto sexual con ellas, se convierten en leprosos y, a veces, cancerosos. Y porque un demonio no puede ser evitado a menos que sea conocido, aquellos que quieran evitarlo deben abstenerse de este costo impuro y de muchas otras cosas que son enseñadas en este libro”.
El libro en cuestión es “Sobre los secretos de las mujeres”, de autor/es anónimo(s), siglo XIII.

Pero no creamos que fue la ideología religiosa la única causante de la discriminación negativa de la mujer, siempre y eternamente Eva.
Todavía en el siglo XVIII, el siglo de las Luces, de la luz de la razón, de la ilustración, con el triunfo del liberalismo y de las revoluciones burguesas, la mujer sigue siendo discriminada, excluida de la famosa Declaración de los derechos del hombre (léase “varón”) y del ciudadano (masculino). Sólo ellos tienen derechos, sólo ellos son ciudadanos, sólo ellos pueden detentar el poder político, sólo en ellos florece la racionalidad.

Suele decirse que fue Rousseau el padre de la democracia moderna, por aquello de la “voluntad general”, pero, en su doctrina, las mujeres siguen estando excluidas.
En una de sus principales obras “Emilio o de la educación” podemos leer:
“Cultivar en las mujeres las cualidades de los hombres (varones) y descuidar las que le son propias, es trabajar en detrimento suyo… Creedme, madres juiciosas, no hagáis a vuestra hija un hombre de bien, que es desmentir a la naturaleza. Hacedla mujer de bien y, de esta forma, podéis estar seguras de que será útil para nosotros y para sí misma….. La mujer está hecha, especialmente, para agradar al hombre (varón)…. Bien dirigida, hasta la sujeción en que se la tiene, lejos de debilitar su cariño, no hará otra cosa que aumentarlo, porque, siendo la dependencia el estado natural de las mujeres, propenden a la obediencia…. Por la misma razón que deben tener poca libertad, se extralimitan en el uso de la que le dejan”.
“La política, pues, pertenece a los varones, al igual que les pertenece la racionalidad, la jerarquía, la cultura, el temple, el valor, el carácter,… Las mujeres deben estar excluidas de la política y limitarse al buen arreglo de su casa, a la obediencia, a la dulzura y, en general, facilitar el éxito de los varones, a cuya autoridad han sido subordinadas”.

Todavía en el siglo XX, durante la primera guerra mundial, muchas mujeres tuvieron que desarrollar el trabajo de los varones (incorporados a filas). Valían para trabajar como ellos, pero el Derecho al voto, como los varones, sólo ocurrió en Inglaterra, en 1918 y en E.E.U.U. en 1919. En el resto de los países tendría que esperar.

A la mujer se le ha exigido que sea representativa de su posición social. Ella siempre fue “relativa”, estaba “en relación con…”. Ella siempre fue “hija de” (su padre, varón), “esposa de” (su marido, varón), “madre de” (sus hijos, niños-niñas).

Hoy, gracias a la razón, al tiempo, a la historia, a la sociedad, a la educación, a la preparación…la mujer habita en el campo de la libertad y respira aires de independencia y de responsabilidad, quiere se “ella”, no quiere ser “…..de” nadie, quiere conseguir, por sí misma, status, no que se lo den o lo herede.

Cuando una mujer, al levantarse, ante el espejo, se pregunta:”¿qué me pongo hoy?” está gritando: “soy libre, quiero ser yo misma, quiero individualizarme, quiero atraer las miradas, quiero seducir, quiero ser deseada, quiero llamar la atención pero sin caer en la provocación, quiero que me vean atractiva, quiero controlar mi propia vida…No sólo soy libre, “me siento libre”.

Mucho te ha costado, pero lo has conseguido, los varones lo teníamos por descontado.

“Mi enhorabuena, mujer”

domingo, 13 de noviembre de 2011

LA PERSPECTIVA HISTÓRICA



¡Hay que ver lo que es la perspectiva¡. Todas valen, pero no todas valen igual. Hay perspectivas mejores, las hay peores y las hay excepcionales.

Yo suelo habitar en la Filosofía, pero me encanta dar grandes paseos por la Historia (quienes me conocen lo saben. Soy un lector impenitente. Esta última semana he hollado por tres jardines: “La desbandá”, de Luis melero, “Málaga, paraíso perdido”, de Antonio Soler y “Las vestiduras recamadas”, de González Anaya).

Sobre la historia tengo mi visión y doy mi versión, que, sin duda, no es la más verídica (aunque no sea falsa).

¡La perspectiva es la perspectiva¡.

Es curioso que, hasta ahora, los que más y mejor (¿) han escrito sobre la guerra civil española, eran no españoles. “Eran”, porque hoy tenemos historiadores españoles que en nada desmerecen a los no españoles. Pero el “chovinismo” autonómico contrasta con el “antichovinismo” español. Sigue funcionando y parece estar instalado en el “imaginarium” español.
Porque, (ya se sabe), la visión y versión de los vencidos-republicanos en nada coincide con la visión y versión de los vencedores-franquistas, a los que, no sé por qué, se llaman/los llaman “nacionales”. ¡Como si no fueran igual o más “nacionales” los legítimos republicanos¡

Historiadores franceses, ingleses, norteamericanos,… , no implicados, pero republicanos, monárquicos de toda la vida, demócratas. Esa es su carga ideológica desde la que se acercan a la guerra civil española, en la que un golpe de estado intenta y consigue derribar a la república.

Paul Preston, de Liverpoool, catedrático de la London School of Economics, acaba de publicar “El holocausto español. Odio y exterminio de la guerra civil y después”.
(El término “holocausto” (aunque suena al “holocausto judío” a manos de los nazis) es una palabra más polivalente y ambigua que el término “genocidio”)

Ya antes había publicado “La destrucción de la democracia en España”, “La guerra civil española”, “Franco, caudillo de España”, “Idealistas bajo las balas”, “Juan Carlos I, el rey de un pueblo”.
En “El holocausto español….” Dice que “quiere ser objetivo”, pero sobre la quema de conventos, no descarta la existencia “de elementos provocadores de la derecha”, y a Calvo Sotelo lo mató, por casualidad, “uno de los guardias de asalto”.

Una sospecha es algo subjetivo, no objetividad.

No seré yo quien diga algo bueno de Queipo de Llano y sus bravuconadas, por la radio, con un lenguaje sexual soez, paleolítico, primitivo, llamando “mariquitas” a los republicanos y “sementales-garañones” a los suyos, como si la hombría y la altura de espíritu estuvieran ubicadas bajo los calzoncillos.
Pero sí creo que junto a José Cazorla y Segundo Serrano Poncela estuvo Santiago Carrillo en las matanzas de Paracuellos del Jarama (donde fueron asesinados entre 2.200 y 2.500 fusilados) y Torrejón de Ardoz, siendo un partidario-defensor de la bolchevización del P.S.O.E.
(Me temo que, ahora mismo, está respetándose su ancianidad, pero que, el día que fallezca, salgan más y más documentos de su implicación en los asesinatos, a pesar de su juventud).

Se dice que la Historia se reconstruye sobre documentos escritos. Pero es que éstos también son escritos por “interesados”, vencedores o vencidos, que, mientras unos ven el bélico acontecimiento como una cruzada para salvar a España del ateísmo comunista, al que iba encaminada la República, los otros lo ven como un golpe militar, seguido de un golpe de estado, en toda regla.
Se puede escribir historia sobre unos documentos o sobre los otros. ¿Cuáles son más de fiar?. ¿Con cuáles trabaja P. Preston?. ¿Puede ser objetiva su “historia”, aunque ese sea su objetivo?.

Además los que hicieron la guerra, en primera fila, como mi padre, que le pusieron un fusil en las manos el 18 de Julio y no lo soltó hasta el 1 de Abril, ya en los Pirineos de Lérida “expulsando de España a los comunistas” (eso es lo que le decían los mandos militares), tras haber estado en Extremadura, en Madrid, en Zaragoza (“durmiendo con el agua y el barro hasta las rodillas en las barricadas, donde más de un compañero amanecía muerto y, para quitar el frío del cuerpo nos hacían tomar, al amanecer, “matarratas”, (que debía de ser un alcohol casi puro), en Tarragona (donde tuvo una “novia de guerra”, llamada Juanita).

La visión que mi padre, protagonista, tenía de la guerra y la versión que él me daba en aquellas madrugadas cuando íbamos, en verano, a acarrear, era una visión y una versión auténtica, pero muy alicorta, muy limitada.
Es como si alguien quisiera inspeccionar/evaluar/describir un piso, encerrado en el cuarto de baño (que también forma parte del piso) pero la perspectiva que del piso pueda tener, desde allí, no es la mejor).

El que una visión sea verdadera no implica que sea ni toda ni la mejor visión. Los de adentro y los de afuera las cuentan desde sus perspectivas.

Creemos, pues, que la perspectiva de los de afuera (historiadores no españoles) debe ser más imparcial y más desinteresada.
Pero una guerra civil es un acontecimiento social, humano, vivido/sufrido, (la “Desbandá”, malagueña, con la muerte en los talones y sobre la cabeza, respirándose en el ambiente, por la Carretera de Almería) no es un edificio estático. O “Málaga en llamas” de la norteamericana Gamel Woolsey, esposa de Gerald Brenan, desde Churriana.

Pero los de afuera no se enfrentan al acontecimiento bélico español vírgenes, sino que vienen cargados con unos pre-juicios desde los que manejan unos documentos u otros, para paliarlos y matizarlos, para negarlos, para exagerarlos,….

No seré yo quien reste méritos a hispanistas como Michael Richard (en su “Tiempo de Silencio”) o a H. Southworth, o a Ian Gibson.
Quizá ya no es tan admirado Hugh Thomas.
Aunque haya disfrutado, en otros tiempos, con D. Jorgito, el Inglés (Borrow) y con Washington Irving.

Paul Preston es un inglés, monárquico, parlamentario de toda la vida, que ve la guerra civil española desde la perspectiva republicana.
Como Pierre Vilar es un republicano francés, cuyo país está dando asilo y acogida a todos los republicanos huidos de las tropas franquistas.

Las perspectivas del gallego Santos Juliá o de Gonzalo Fernández de la Mora, en nada se parecen a la de Ángel Viñas, al que yo leía con entusiasmo en mis tiempos mozos.

Pero tenemos, ahora mismo una pléyade de historiadores españoles, profesionales, dignos de ser leídos y estudiados.
Desde el más antiguo Tuñón de Lara, Julio Aróstegui, Rafael Abella,… hasta los más cercanos, desde Haro Tecglen a Javier Tusell, desde García de Cortázar hasta el extraordinario Ricardo Miralles, los excelentes Javier Cervera y Gabriel Cardona, Francisco Moreno, Luis Romero, Pedro Montoliu, Blanco Escolá.

(Omito a los autodenominados historiadores, desde Ricardo de la Cierva hasta Pío Moa, César Vidal, Federico Jiménez Losantos (el batallón franquista) que dicen hacer historia, también, sobre textos escritos).

¿Hubo más o menos “limpieza” en territorio nacional a manos de los republicanos (anarquistas, comunistas, socialistas) que en territorio republicano a manos de los nacionales “DURANTE EL ACONTECIMIENTO BÉLICO”?.

El “Y después”, del subtítulo de la obra, vence el platillo de la balanza. Porque no hubo un “después” republicano, a no ser esporádico (“los maquis”) o desde el exilio.

Una cosa hay cierta. Es que el territorio iba, poco a poco, pasando de manos republicanas a manos franquistas, y no al revés. La represión física, en ese “después” es lógicamente franquista, (aunque sea absolutamente inmoral).
Los franquistas la hicieron, los republicanos “no pudieron”. El “después” sólo le corresponde a un bando.

Pero está instalado en el imaginario español una “superioridad moral de las izquierdas” sobre las derechas (a las que no seré yo quien las considere “superiores”).

Además, yo no considero a Franco con una capacidad y categoría intelectual suficiente (como la de un Mussolini o un Hitler) para liderar un “fascismo” español.

La Historia está hecha de jirones, como la realidad que ya no puede verse en directo, donde la perspectiva de la fuente informativa en y desde la que uno ve el pasado, condiciona tanto la visión como la versión.

Mi conocimiento de las cosas es la suma de dos sumandos: el sumando subjetivo (lo que yo pongo) y el sumando objetivo (en este caso, el documento escrito).
Manejar documentos escritos distintos y ser distinto (republicano o franquista, religioso o ateo, demócrata o no, docto o indocto,….) da una suma total distinta.

El País y Público no son el ABC, como la SER y Radio Nacional no son Onda Cero ni Punto-Radio, como La 1ª de TVE y la Sexta no es Antena 3.
Dime qué lees, qué oyes, qué ves y te diré cual es tu visión/versión de la España Actual.

P.D. A España llegaron los viajeros románticos y, desde su “alta cultura coronada”, recorrieron nuestros pueblos y chocando con nuestro “atavismo”, nuestro “atraso”,… nos dejaron unos documentos que hemos declarado “sacrosantos” y los veneramos como “radiografías” exactas de nuestra pobre realidad, cuando el contraste queda difuminado y la exageración es más que posible (ya he citado más arriba a Borrow, a W. Irving...)

viernes, 11 de noviembre de 2011

CATEDRALES: APRENDER POR LOS SENTIDOS


Siempre que visito una ciudad, la primera visita que hago (si puedo) es a su catedral. Es una de mis obsesiones. Sentarme y contemplar. Si tengo la suerte de que es Misa Mayor, que huele a incienso y que en el coro los canónigos están cantando “gregoriano”, es una especie de éxtasis de los sentidos.

Pero también oigo, a veces, (sobre todo a personas mayores) comentarios tales como “esto (la grandiosidad de la catedral) ya no se hace hoy día”. “Tanta modernidad, hoy, y fueron los antiguos los que hicieron estas catedrales”…. (y comentarios por el estilo).

Ignoran estos visitantes que las catedrales eran los libros abiertos de los hombres medievales (analfabetos en lectura y escritura) y que acudían, más por obligación que por devoción (aunque también), a oír y escuchar al cura desde el púlpito, que les transmitía las verdades que tenían que creer, y a mirar estatuas, pinturas y vidrieras, en las que las escenas de la biblia estaban reflejadas.

Los mensajes no los recibían leyendo, sino oyendo y viendo, como niños, que entienden lo que se les dice y lo que ven (pero hay que decírselo y tienen que verlo).

Sensaciones auditivas y visuales, del pueblo, frente a lectura y escritura del clero. Tiranía de la cultura.

El pueblo necesitaba iglesias, catedrales, estatuas, pinturas, vidrieras, sermones, misas, confesiones, absoluciones,….. (vista y oído), campo de los sentidos.

Los iconoclastas (“rompedores de imágenes”), los contrarios al culto a las imágenes, fueron los primeros que intentaron romper las cadenas que tenían presos a aquellos hombres.
Daño humano de la imaginería religiosa.

La práctica religiosa debía morar en el corazón, sin necesidad de espacios ajenos y externos a uno mismo.
Dios no estaba en las catedrales, sino en los corazones.
El creyente podía y debía contactar directamente con su Dios, sin necesidad ni de lugares, ni de estatuas ni de intermediarios, siempre interesados (el clero) y que cobraban por “interceder”.

Dios nunca se representaba desnudo, pero bajo sus ropajes “tendría que haber órganos sexuales”, naturalmente masculinos.

Pero la biblia dice que “Dios tiene entrañas de misericordia”.

Cuando decimos “me ha llegado hasta las entrañas”, nos referimos a nuestro “interior”, “muy adentro”.

Pero “entrañas” también significa “órganos de reproducción femenina”.

¿Ya no recordáis lo de “En las entrañas de la Virgen María formó el Espíritu Santo, de la purísima sangre de esta Señora, un cuerpo perfectísimo, creó de la nada un alma, la unió a aquel cuerpo y, en el mismo instante, a este cuerpo y alma se unió el Hijo de Dios y, lo que antes era sólo Dios, sin dejar de serlo, quedó hecho hombre”?.

Nunca lo entendí, y cuando se lo preguntaba al cura, solía darme un “capón”

Las “entrañas de misericordia” es “la matriz compasiva”. Y la matriz (de “madre”) es femenina.

¿Era raro, pues, que, en la Edad Media, hubiera una devoción a “Cristo, nuestra madre”?.

Hoy los monumentos son otros: por ejemplo: LA SEGURIDAD SOCIAL (Jubilaciones, el Inserso, ayuda a los parados, permisos de maternidad, ayuda a la dependencia, medicina y cirugía, defensa jurídica,….), LA ENSEÑANZA Y LA SANIDAD, GENERALES Y GRATUITAS.
Estos sí que son MONUMENTOS

Hoy, el argumento de autoridad religiosa ha dejado de ser un argumento. Cada creyente interpreta y practica su propia conducta religiosa. Sí seguimos a la autoridad científica, pero no tanto por ser científicos, como porque cada uno puede verificar o falsar lo que los científicos afirman.

Hoy las fuentes de conocimiento son tantas y tan a mano que podemos ahogarnos en ellas si no sabemos navegar.
Tú puedes ser fuente de conocimiento para mí y yo para ti.

LAS REDES SOCIALES e INTERNET han puesto a toda la humanidad en contacto directo e instantáneo.

La verdad se ha secularizado.
La vista y el oído son fuentes de placer, más que fuentes de conocimiento. Para éste tenemos la inteligencia y la razón.

jueves, 10 de noviembre de 2011

SEGÚN PITÁGORAS…..



Según Pitágoras éste, que esto escribe, es cualquier cosa menos filósofo.
Decía él que “a los Juegos Olímpicos acuden tres tipos de personas:

1.- Los que van a “competir”, los atletas, cuyo objetivo es llegar el primero y ganar. De esa manera conseguían, además de la fama, del reconocimiento de héroe de su polis, lo que hoy llamaríamos “una buena indemnización”, “una pensión asegurada”, pues el estado corría con los gastos de su manutención durante el resto de su vida.

2.- Los que van a “negociar”, a comprar y a vender, a ganar dinero, a hacer negocios.

3.- Los filósofos, que son los que van a “mirar”, a “contemplar el espectáculo”, por el placer de mirar, disfrutando de la carrera y de la negociación. No lo valoran, sólo lo disfrutan. “El placer de ver lo que ocurre, de saber, de conocerlo”. Y eso es todo. “filo-sophos” = “amante del saber”, “deseoso de conocer”.

Éste, que esto escribe, sólo ha acudido a un mitin, con mi hija a hombros, en la Plaza de las Tendillas, Córdoba, para celebrar el nacimiento de la democracia.

Desde entonces opino que a los mítines, (como a lo que se va es a aplaudir, de lo contrario, “seguridad” te expulsa) acuden cinco clases de personas:

1.- Los que tienen poca memoria.

2.- Los que tienen mala memoria.

3.- Los que necesitan que proclamen, a gritos, lo que ellos quieren oír, para ratificarse en su postura.

4.- Los que tienen que estar, porque en ello les va el puesto de trabajo durante los próximos años.

5.- Los ingenuos, que son los que se creen las promesas del oro y el moro (como el embovedado de mi río Guadalmedina).

Yo, a no ser que se pueda ser “filósofo a distancia”….

martes, 8 de noviembre de 2011

LA CIENCIA Y DIOS.



Es en el siglo XVIII cuando se inicia el proceso de separación y de alejamiento (y no de oposición, ni contraposición, ni enfrentamiento –como tantas veces y tanta gente dice) entre las Ciencias y la Religión.

El hombre, con su razón, con sus ciencias, comprobó que podían explicar, dar razones, de los porqués de las cosas, sin tener que recurrir a la fe, a la religión, a la creencia, a Dios (“no necesito de la hipótesis Dios para poder explicar el funcionamiento, la regularidad, del universo. Basta con la ley de la gravitación de Newton” -Laplace dixit-).

El hombre se había soltado de la mano de Dios y de sus intérpretes intermediarios en la tierra, la Iglesia, y había comenzado a andar solo, dándose cuenta de que podía hacerlo, y sin peligro, como había pronosticado Kant en su “Qué es la Ilustración” (la mayoría/minoría de edad, la cobardía, el miedo o temor a…, la falta de decisión…, el “sapere aude”…).

Pero soltarse de la mano no es despreciarla, herirla, revolverse contra ella, rechazarla,… Simplemente es su ya no necesidad para andar, sabiendo que, cuando aparezcan bruscos desniveles, se agarrará, de nuevo, a ella, pero no para quedarse agarrado, sino para seguir, después, caminando solo de nuevo.

Dios sólo era, cognoscitivamente hablando, el último reducto al que acudir cuando la oscuridad se cerniera sobre el hombre y la luz de su razón no pudiera hacer frente a la oscuridad, a las tinieblas.

En el siglo XVIII muchos científicos no sólo no renegaron de Dios, sino que el enigma Dios los seducía y al que muchos admiraban como el Gran Relojero o el Gran Arquitecto que había impuesto un orden exquisito en la naturaleza, reflejado en la constancia e invariabilidad de las leyes naturales.

Pero desde el Argumento de Autoridad (Dios y su palabra revelada), que lo explicaba y daba razón de todo, tanto de lo concerniente al universo, como a la vida o como al hombre, fue poco a poco apareciendo y creciendo un desbancamiento progresivo de la explicación divina.

Que la razón y la ciencia tienen, como campo competencial, el mundo natural nadie lo cuestiona.
Pero que exista, además de este mundo natural, otro mundo sobrenatural, es cuestión de fe. Sobre él la razón nada dice, porque nada puede decir.

Los científicos, cuando se aplican y desarrollan su tarea, como científicos tienen unos límites marcados.
Pero los científicos son, también y a la vez, personas, que pueden ser creyentes, ateos, antiteos o agnósticos.
Lo que nunca hará un científico serio es meter a Dios en el terreno natural y considerarlo objeto de estudio y tratamiento científico.

La razón científica sólo puede moverse entre unos límites, entre lo infranatural y lo sobrenatural, por lo que nunca podrá decir algo serio y con sentido sobre estos campos vedados, sean reales o ficticios. Ni negarlos ni afirmarlos.

La existencia de Dios no es un problema que caiga bajo la competencia de la ciencia.

Decir que los fundadores de la ciencia moderna, en los siglos XVI y XVII (Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Boyle, Descartes, Pascal…) fueron creyentes, sincera y profundamente religiosos, no es descubrir algo nuevo ni supone desdoro a su actividad y a su autoridad científica.

Fue en el XIX cuando surgiría el “cientifismo”, produciéndose un enfrentamiento entre la Ciencia y la Religión, y que abocaba al ateísmo, pero ese “cientifismo” fue más obra de filósofos y sociólogos que de científicos. Éstos seguían en su actividad y se mantenían en su creencia o increencia, pero no se manifestaban, ni a favor ni en contra, sobre el hecho religioso, sabedores de que éste pertenecía a otro ámbito y no entraba en su campo competencial.

En otro lugar he expuesto la postura de Einstein ante la religión y sus análisis de los diversos tipos, por la emoción que le producía el orden y la armonía del cosmos.
No veía incompatibilidad entre Ciencia y Religión (que no debemos confundir con Iglesia y menos con Iglesia como organización social altamente jerarquizada).
Ante la extrañeza de algunos de su fervor religioso contestó, públicamente: “Sí, soy profundamente religioso. Al intentar llegar, con nuestros medios limitados, a los secretos de la naturaleza, encontramos que, tras las relaciones causales discernibles, queda algo sutil, intangible e inexplicable. Mi Religión es venerar esa fuerza, que está más allá de lo que podemos comprender. Es en este sentido en el que soy, de hecho, religioso”.

En otra ocasión sería más explícito, aún: “Creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonía del mundo, no en un Dios que se ocupa del destino y de los actos de los seres humanos”.
Había sintonía entre la filosofía de Spinoza y la física de Einstein, sin confundirse entre sí.

El panteísmo de Spinoza y la religión cósmica de Einstein nada tienen que ver con ese Dios personal de toda la tradición cristiana. Lo que no quiere decir que profesara un ateísmo, como, inmediatamente salieron proclamando los ateos, puesto que negaba el Dios personal cristiano.
Einstein ni era ateo ni era creyente en ese Dios personal y trascendente, el Dios tradicional.
Es más, arremetía contra ambos, interesados en sacar partido de su autoridad científica: “Esos ateos fanáticos, cuya intolerancia es análoga a los fanáticos religiosos, y tiene el mismo origen…Son criaturas que no pueden soportar la música de las esferas”.

Distingue Einstein tres estadios, en la experiencia religiosa:

1.- La Religión del Miedo (miedo al hambre y a la enfermedad, miedo a los fenómenos atmosféricos y a los animales, miedo a la muerte y a…). Es la religión de los hombres primitivos.

2.- La Religión Moral y Social, que es el deseo, el anhelo de un guía, deseo y anhelo de amor, que se manifiesta en la creencia en un Dios personal, que premia y castiga, que ofrece y promete vida tras la muerte (“vita mutatur, non tollitur”), y, además, una vida eterna, para bien o para mal, según el juicio sobre la conducta en la vida terrena y temporal.

Estas dos fases, “grosso modo” corresponderían al Antiguo y al Nuevo Testamento.

3.- El Sentimiento Cósmico Religioso, al contemplar el maravilloso orden y la armonía de la naturaleza, y que la ciencia moderna ayuda a comprender, al tiempo que uno siente su pequeñez, su insignificancia, en ese gran espectáculo del cosmos. La “mota de polvo en el universo”.

La religión que mejor encarna este Sentimiento Cósmico Religioso es el Budismo, aunque también esté encarnado en Francisco de Asís, santo y patrón de los ecologistas, en su amor por las criaturas y las cosas (“hermano sol”, “hermano lobo” (¿quién no recuerda el poema?),… y en Spinoza, judío, hereje y panteísta, su “Deus sive natura” y su doctrina del “conatus”, y en un Demócrito, atomista, materialista y ateo, y su pasión por el conocimiento.

Es la percepción del cosmos como un misterio, la que engendra ese sentimiento religioso, y para esto, la ciencia tiene mucho que decir, si es valiente y es capaz de ir más allá de la explicación fenoménica y contempla el maravilloso espectáculo del orden cósmico.
Es la relación que hay/que debe haber entre Ciencia y Religión. Y de aquí la sentencia frontispicia: “la ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega”. No hay contradicción entre ambas.
“Creo que, en estos últimos tiempos, los únicos profundamente religiosos son los investigadores científicos serios”, que son los que son capaces de asombrarse y de sentir, de percibir, el misterio.

“Los seguidores de Spinoza vemos a Dios en el orden maravilloso de lo que existe”.

Pero este Dios de los científicos nada tiene que ver con el Dios personal que juzga, que premia y castiga, del 2º estadio, en el que están instaladas las iglesias tradicionales occidentales.

¿Místico Einstein?.

La religiosidad del científico, ante el orden cósmico, nada tiene que ver con la religiosidad del lego. Para éste Dios premia y castiga, para el científico Dios se muestra en el orden y, por lo tanto, en el misterio del cosmos.
Aunque el Dios personal (2º) del lego es mejor que no tener nada, y no poder darle un sentido trascendente a la vida.

“La experiencia más bella que podemos tener es sentir el misterio [...]. En esa emoción fundamental se han basado el verdadero arte y la verdadera ciencia [...]. Esa experiencia engendró también la religión [...], percibir que [tras lo que podemos experimentar] se oculta algo inalcanzable a nuestro espíritu, la razón más profunda y la belleza más radical, que sólo nos son accesibles de modo indirecto -ese conocimiento y esa emoción es la verdadera religiosidad-. En ese sentido, y sólo en ese, soy un hombre religioso. Pero no puedo concebir un Dios que premia y castiga a sus criaturas”.

El texto siguiente es como el reloj del deísmo. Si hay un reloj, por necesidad tiene que haber habido un relojero. Más allá ya no puedo ir, Si es relojero o relojera, si está casad@, solter@ o viud@, de qué nacionalidad es, cuáles son sus creencias, cuál es su ideología,… Sólo que tiene que haber un relojero, que ha impuesto un orden en las ruedas del reloj… Eso no puede ser fruto de la casualidad, del azar. “Necesidad de”

“ Somos como un niño que entra en una biblioteca inmensa, cuyas paredes están cubiertas de libros escritos en muchas lenguas distintas. Entiende que alguien ha de haberlos escrito, pero no sabe ni quién ni cómo. Tampoco comprende los idiomas. Pero observa un orden claro en su clasificación, un plan misterioso que se le escapa, pero que sospecha vagamente. Ésa es en mi opinión la actitud de la mente humana frente a Dios, incluso la de las personas más inteligentes”.

Para las religiones monoteístas su Dios es un Dios personal.
Pero, puesto que Dios es inaccesible al hombre, ¿por qué decimos que es personal, si no lo sabemos ni podemos saberlo?. ¿No será sólo por analogía, con nosotros, por simbolismo?

En un libro, al que suelo recurrir a menudo, “¿Existe Dios?”, del polémico (para el Vaticano) católico Hans Küng, afirma:

“Cuando Einstein habla de razón cósmica y ciertos pensadores orientales de "nirvana", "vacío", "nada absoluta", hay que considerarlo como expresión del respeto ante el misterio del Absoluto, frente a determinadas concepciones "teístas" y excesivamente humanas sobre Dios [...]”.

“La esencia divina, que desborda todas las categorías y es absolutamente inconmensurable, implica que Dios no sea personal ni apersonal. [...]”

El término "persona" es una cifra de Dios [en el sentido de texto escrito en clave].

Einstein es un determinista y la pregunta que, inmediatamente, surge es:”si no existe el libre albedrío, porque nuestros actos están ya fijados en el determinismo universal, ¿existe/puede existir responsabilidad ética?.
Es el antiguo y clásico problema de cómo poder compaginar la presciencia divina con la libertad humana.
Si Dios ya sabe, ahora, lo que voy a hacer mañana ¿podría yo hacer otra cosa o no hacer esa cosa?
Si Dios ya sabe , ahora, lo que voy a hacer mañana ¿dónde está mi libertad y, por lo tanto, mi responsabilidad si no puedo ya no hacerlo, puesto que Dios ya sabe que lo voy a hacer?.
¿No será que soy un juguete mecánico que se come el coco y se devana los sesos, creyéndose libre, pero que, realmente ni lo es ni lo puede ser?.
Lo que haré mañana, pues, lo haré necesariamente.

Einstein llega a afirmar: “no creo en el pecado”.

Sin embargo Einstein sería un gran pacifista.
Su último acto público significativo, pocos días antes de morir, fue firmar el llamado Manifiesto Russell-Einstein, que llamaba la atención de los científicos y de la opinión pública sobre el riesgo de una guerra nuclear.

Luego vendrían Hiroshima y Nagasaki.

Pero la pregunta sigue estando ahí, presente: ¿qué sentido tiene intentar evitar una guerra que se producirá, o no, por pura necesidad, sin que nadie pueda cambiar el curso de los acontecimientos?

Parece o es una contradicción. Hablar de necesidad y de responsabilidad social.

Algo que, ya, se acepta comúnmente es afirmar que Einstein es, de los físicos, el último de los clásicos y no el primero de los modernos, por su enraizamiento en el determinismo de la Física del siglo XIX y, de ahí, su oposición a la física cuántica, basada en leyes probabilísticas y en la existencia de un azar objetivo en el mundo atómico (El Principio de Indeterminación de Heissemberg).
Einstein nunca aceptó el comportamiento aleatorio de los electrones y otras partículas, tal como expone la Física Cuántica.
Él lo expresaba en esa frase frontispicia:”No creo en un Dios que juegue a los dados”.

De ahí, también la polémica con Niels Böhr.

Einstein apostó por la necesidad, frente al azar.

“El tiempo no es más que una ilusión” –llegaría a decir. Por lo tanto todo está determinado, nada nuevo puede aparecer. Entre el “ser” y el “devenir” Einstein apostó por el “ser”.
Por eso la física de Einstein es más del siglo XIX, determinista, que del siglo XX, donde la física combina “azar” y “necesidad”, y el “devenir” es tan importante o más que el “ser”.

Hoy el cosmos se nos aparece como una sucesión de evoluciones (devenir) encadenadas –cósmica, biológica, cultural y personal- cuyo futuro no conocemos bien, pues habrá, en él, novedades no previsibles hoy.

Si viviera hoy Einstein ¿qué pensaría de la física actual, de la ética, de la libertad, de Dios?

Y ¿qué decir de Max Planck y su ciencia-religión?

Max Planck fue quien abrió el camino al mundo cuántico con su famosa hipótesis. Nieto y biznieto de pastores y teólogos luteranos, Planck no veía ninguna contradicción entre ciencia y religión; más aún: encontraba convergencias y paralelismos. La impresión producida por el orden y armonía de las leyes de la naturaleza, muy marcada en él, fue motor y estímulo de su trabajo. Einstein decía que "el anhelo de contemplar esa armonía es la fuente de la paciencia y perseverancia inagotables con que Planck se ha dedicado a la ciencia", y añade que la intensidad de su dedicación no se debe a la disciplina o a la fuerza de voluntad, pues su actitud mental es "la de un hombre religioso o un amante; el esfuerzo diario no nace de ningún programa o intención deliberada, sino directamente del corazón", descripción que no deja de recordar a la que Johannes Kepler, el descubridor de las leyes del movimiento planetario, hacía de su dedicación a la ciencia.

A su famosa ley de la radiación electromagnética le llevó precisamente la búsqueda de lo Absoluto, que creyó haber encontrado en su constante de acción h gobernadora del intercambio de energía entre la materia y la radiación. Así lo veía él:

“Nuestro punto de partida es siempre relativo. Así son nuestras medidas [...]. A partir de los datos obtenibles, se trata de descubrir lo Absoluto, lo General, lo Invariante que se oculta tras ello!.

Para él, esto es muy significativo, la ciencia no permitirá nunca explicarlo todo: siempre estaremos frente al misterio. Textualmente afirma:

“El progreso de la ciencia consiste en descubrir un nuevo misterio cada vez que se cree haber resuelto una cuestión fundamental [...]. La ciencia es incapaz de resolver el misterio último de la naturaleza [la cursiva es mía].

Esta sensación de asombro maravillado ante el orden y armonía del cosmos se fue acentuando a lo largo de su vida, pero fue también alejándose de la idea de un Dios personal en una convergencia hacia el puntode vista de Einstein. Desde los años treinta se fue interesando cada vez más por la religión y empezó a dar conferencias sobre su relación con la ciencia, insistiendo siempre en la falta de oposición entre ellas al decir:
“Las ciencias de la naturaleza atestiguan un orden racional al que la naturaleza y la humanidad están sometidas, pero un orden cuya esencia íntima permanece incognoscible [...]. Los resultados de la investigación científica [...] nos confirman nuestra esperanza en el progreso constante de nuestro conocimiento de los caminos de la razón todopoderosa que gobierna el mundo”.

Confesaba luego su creencia en que Dios es percibido directamente por el individuo religioso, aunque no pueda ser aprehendido por la razón y solía terminar con un párrafo vibrante que hablaba de "una batalla común de la ciencia y la religión, una cruzada que nunca termina cuyo grito de llamada es y será siempre: ¡Hacia Dios!".

Tras oír esas opiniones puede parecer extraño que no creyera en un Dios personal, tanto más cuanto que solía participar en actos de culto como miembro de un consejo de ancianos de un templo cristiano de Berlín, pero él lo decía muy claramente: "Siempre he sido profundamente religioso, pero no creo en un Dios personal y mucho menos en un Dios cristiano". Por ello, su postura ha sido interpretada como una forma de panteísmo. Sin embargo, su Dios tenía ciertamente rasgos personales, pues Planck expresaba su confianza en él y su relación de dependencia. Cuando en 1944 su hijo Erwin, a quien se sentía profundamente unido, fue ejecutado por los nazis por su implicación en el frustrado atentado contra Hitler -otro hijo había muerto durante la primera guerra mundial y sus dos hijas gemelas, murieron de sobreparto las dos-, escribió a su amigo Alfred Bertholet el 28 de marzo de 1945:

“Lo que me ayuda es que considero un favor del cielo que, desde mi infancia, hay una fe plantada en lo más profundo de mí, una fe en el Todopoderoso y Todobondad que nada podrá quebrantar. Por supuesto, sus caminos no son los nuestros, pero la confianza en Él nos ayuda en las pruebas más duras”.

Estas palabras sólo tienen sentido si para él Dios era un ser que puede ser considerado como personal, con el que se puede tener una relación de yo a tú, no de yo a ello. Aunque no se sentía identificado con ninguna iglesia, participaba en sus ritos, lo que se explica por su aceptación del lenguaje simbólico como vía de acercamiento a Dios, pues para él un símbolo religioso era una indicación o un camino hacia algo superior e inaccesible a los sentidos que, aunque efímero y relativo, sugiere una vía hacia lo inmutable y lo absoluto. En eso radica la mayor diferencia entre Planck y Einstein: para este último la verdadera forma de la religión es la ciencia, mientras Planck las consideraba como dos estructuras distintas que no se oponen entre sí.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS TERRORES DEL AÑO 1.000


La tesis doctoral de Ortega y Gasset, en 1.904, llevaba por título: “Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda”. Es poco voluminosa, sólo 58 páginas.

Al comienzo, durante varias páginas, se extiende en la exposición de los tradicionales mitos o leyendas que hay sobre dicho año en “Notas sobre los legendarios errores del año 1.000”.

Ya saben Uds., es el tiempo abonado para los milenaristas, como si la tierra, en su translación alrededor del sol, supiera algo de milenios, siglos, años,… para tenerlo en cuenta.

El año 2.000 me lo decían mis alumnos.

-“Don Tomás –( entonces todavía me llamaban de “Don”)- entramos en el tercer milenio, preparémonos para alguna catástrofe. ¿Qué opina Ud.?.
- ¿A qué hora empieza?, porque quiero empezar a carcajearme desde el primer minuto.
- Sí, ríase, ríase Ud., pero lo están anunciando por…

Y tenía que explicarles que, en realidad, no íbamos a entrar en el año 2.000, sino que todo es erróneo y el causante, responsable y culpable de toda esta confusión fue un monje y astrónomo medieval, del siglo VI d. C., de nombre Dionisio el Exiguo (el “enano”), monje escita, nacido en la Escitia Menor (hoy Rumanía), que se había equivocado al pasar del calendario romano ( “a.U.C” (“ab Urbe Condita”, “desde la fundación de Roma”), que era como se hacía el cómputo de los años, considerándolo el año 0, al nacimiento de Jesús de Nazaret, como año 0, pues al estar ya instalado y asentado el cristianismo en Europa se consideraba el nacimiento del Hijo de Dios un acontecimiento mucho más importante que el inicio de la fundación de Roma, pero se equivocó en, nada menos que, “cinco años”, es decir, una manifiesta contradicción “Cristo nació al año 5 antes de Cristo”.

- “Queridísimos alumnos, el año 2.000 fue hace 5 años, el 1995 y no se acabó el mundo. ¿Se va a acabar ahora, que ya no estamos en el 2.000?

¿Ocurrió, en el año mil, ese terror milenario, ese auténtico pavor supersticioso, temores y terrores apocalípticos, que muchos años después se daba por sentado y como segura su existencia?.
Porque es verdad que hubo, alrededor de ese año, hambrunas que llevaron al canibalismo, hubo lluvias torrenciales cual nuevo diluvio y era creencia extendida que la gente se arrepentía, se confesaba y comulgaba, entregando a los pobres todas sus posesiones para que, al ser juzgados por Dios en el Juicio Final, los pillase con el alma purificada y las manos vacías (por aquello de “Bienaventurados los pobres…. porque de ellos será el reino de los cielos”), que es lo que todos ansiaban.

“Algunos historiadores –dice Ortega- han urdido el tapiz maravilloso de una leyenda”.
Y “construida la leyenda, hizo su camino sin tropiezo, porque era bellísima”
Aunque “como el maniqueísmo, el milenarismo está arraigado en el fondo de la concepción cristiana”.

El 31 de Diciembre del año 999 habrían estado las Iglesias llenas de varones y mujeres, gimiendo y llorando, pidiéndole a Dios el perdón de sus pecados, en la certidumbre de que se acercaba el fin del mundo y, con él, el Juicio Final.
Los lujuriosos confesaban a gritos sus pecados y lascivias; los avarientos ofrecían sus tesoros al Señor para que le fuera perdonado su vicio y su debilidad; los orgullosos vestían sayales y cubrían sus cabezas con cenizas reclamando misericordia, y todos, llorosos y compungidos, al oír las campanadas de media noche, esperaban escuchar también las trompetas de los ángeles, que harían resucitar a los muertos que, junto con los vivos, en ese mismo momento, comparecerían ante el Divino Juez.

Pues todo fue propaganda posterior y pura fantasía proveniente de gentes interesadas en pintar de negro la vida cotidiana del medievo.
Todo parece provenir, intencionadamente, de los enciclopedistas anticlericales y de los románticos, cargando contra la jerarquía eclesiástica de aquellos tiempos.
Una fábula inventada en el siglo XVI, por cronistas franceses e italianos, que remataban así su opinión sobre los “oscuros y bárbaros siglos medievales”, capitaneados, por supuesto, por la iglesia cristiana.

Ese mismo criterio fue el que los llevó a designar como “góticos” (es decir, “godo”, “bárbaro”) el arte de las catedrales, iglesias, monasterios y edificios civiles.
¿Se pueden llamar “bárbaras” las catedrales españolas de Santiago de Compostela, León o Burgos, entre otras; o las de Colonia, Notre Dame, Milán,…?
¿Se puede llamar “bárbara” y “oscura” la Escuela de Traductores de Toledo?. ¿O a Alfonso X el Sabio?.

Es verdad que la higiene brillaba por su ausencia, que una peste cualquiera hacía estragos en el pueblo llano, que la cultura sólo era comida de clérigos, que el pueblo nadaba en el analfabetismo, que la alimentación era escasa e inadecuada,…
Pero de ahí a cargar contra la Iglesia, como la suma interesada, para que le entregasen las pobres gentes todos sus bienes, predicándoles el fin del mundo, las penas eternas que les estaban reservadas,….

Digamos que el terror a la enfermedad y, sobre todo, a la muerte estaba instalado en el pueblo antes, durante y después del año 1.000.

Debido al aislamiento geográfico, sí es posible que monjes, a pequeños núcleos de población, predicasen la inminente venida del fin del mundo y que, en ellos, algo de eso ocurriese, pero no a nivel general de la cristiandad.

Si nos atenemos a España, el año 1.000, gran parte de la población estaba bajo dominación musulmana y existían núcleos de población judía, y el cómputo de los años, para ellos, nada tiene que ver con el del Cristianismo.

Pero una leyenda, cuando es bella, es difusiva y contagiosa.

Pero una leyenda es sólo eso, una leyenda.