martes, 19 de abril de 2016

EL NIÑO Y LA VIOLENCIA.



Ya lo había sentenciado Freud: “Desde niños, a juzgar por nuestros deseos inconscientes, todos somos una banda de asesinos” en potencia.

El problema de la violencia no está fuera de nosotros, la llevamos dentro. Y ese es el peligro.
Peligro que aumenta en una sociedad que enseña al niño, desde la escuela, que las cosas no se consiguen sino por medio de una inhumana y egoísta competencia.

“El otro” se nos presenta, en nuestra educación para la vida, no como un “cooperador” sino como un “competidor”, como un enemigo casi más que como un adversario.
Lucha para conseguir lo mismo que yo quiero conseguir.

El “numerus clausus” es un motivo de lucha para formar parte del “numerus” y estar dentro del “clausus”, aunque tenga que poner la zancadilla.

La sociedad (y nos lo recuerdan constantemente los medios de comunicación) se rige por la ley de la competitividad y sólo los primeros reciben el premio del reconocimiento.

Sólo hay tres escalones en el estadio y sólo el 1 es el ganador, el 2 y el 3 ya son perdedores, desde el 4 en adelante ya ni cuentan.

Decía el filósofo Horkheimer que la sociedad actual es una “sociedad sin padre” por lo que el niño, que necesita de un “padre”, al no tenerlo, lo sustituye, falazmente, por “la pandilla”, que se convierte en el “sustituto colectivo del padre”

Pero la pandilla tiene su coste, porque hay que obedecer al “nuevo padre”, que es el más fuerte y casi nunca el mejor, pero que es muy exigente a la hora de acoger al nuevo aspirante el ingreso.
Y si este “nuevo padre” exige el atraco, el robo, la violencia,…si el niño no lo practica no hay acogida en el grupo, y él la necesita.

La “ausencia del padre real” lleva a la “presencia del padre sustituto”, el líder del grupo, que no actúa ni obliga a actuar por amor, sino por mantener el poder y el dominio del grupo.

“Erotismo del poder”

Y son las redes sociales los nuevos canales que mantiene unido al grupo.


Redes sociales que, como tantas veces he dicho, son, cada vez, más necesarias, pero son, cada vez, más peligrosas.

lunes, 18 de abril de 2016

¿EL GIRO COPERNICANO?



Todos sabemos que durante miles de años el hombre defendía y se valía, para explicar el universo, de la teoría Geocéntrica.
La tierra ocupaba el centro del universo y tanto el sol como los planetas giraban alrededor de ella, en órbitas circulares (pues la circunferencia era la figura geométrica perfecta, sin principio ni fin) y con movimientos uniformes, siempre a la misma velocidad, a pesar de que, observando bien, aceleraban y frenaban en su caminar, pero era explicable con hipótesis ad hoc.

Todos vemos, a diario, cómo el sol sale, por las mañanas, por el Este o Levante, a mediodía está en el Sur y al atardecer se esconde por el Oeste, se “pone” por el Poniente.

Que la tierra estaba en el centro y en reposo era algo evidente, no sólo a los sentidos, sino religiosamente.
¿Dónde iba a haber nacido el Hijo de Dios sino en el lugar privilegiado, en el centro y en reposo?
El centro es el centro y el movimiento es, siempre, manifestación de imperfección.
Lo que se mueve (lo que cambia) lo hace para perder (luego tras el cambio es más imperfecto que antes del cambio) o para ganar (luego es más perfecto tras el cambio o era menos perfecto antes del cambio.

Todos así lo veían y bastaba mirar a los cielos.
Y todos así lo vemos pero le hacemos más caso a la razón que a los sentidos y afirmamos, con la nueva teoría (el Heliocentrismo) que es el Sol, y no la Tierra, quien ocupa el lugar privilegiado del centro.
Y aunque veamos el recorrido del Sol, a diario, desde el Este al Oeste pasando por el Sur, somos nosotros, la Tierra, los que giramos desde el Oeste hasta el Este pasando por el Sur.

Un fraile, Copérnico, ni se atrevió a publicar su teoría heliocéntrica temiéndose lo peor, pues la Iglesia y el Tribunal de la Inquisición podían echársele encima y ya se sabía cómo iba todo a acabar.

Pero Galileo sí se atrevió a publicarla, a exponerla y a defenderla. Y la Iglesia se le echó encima. No lo quemaron en la hoguera (como muchos opinan) sino que le obligaron a retractarse, públicamente, a que no la expusiera, la defendiera ni la publicara, y a arresto domiciliario de por vida.

Pero Kepler, un gran matemático, no estaba de acuerdo con las órbitas circulares del heliocentrismo y propuso, como mejor explicación, las órbitas elípticas, con el Sol en uno de los focos de la elipse y cómo, así, podía explicarse y entenderse los acelerones y los frenazos de los planetas según estuvieran rodeando el polo en el que se encontraba el sol o alrededor del otro polo, más alejado.

Pero, filosóficamente, se llama “Giro Copernicano” a la teoría del conocimiento que propuso Kant, en el XVIII.

Hasta entonces, en el conocimiento, el objeto a conocer estaba ahí, en el centro, ante el sujeto cognoscente y era éste el que tenía que ir al objeto y adaptarse a él para que pudiera ser conocido.

El conocimiento era “adaequatio intentionalis intellectus et rei”, sólo así el objeto podía ser conocido, si el intelecto se adecuaba al objeto.

Lo que propuso Kant fue lo contrario, “el Giro Copernicano Gnoseológico”.
El centro lo ocupa el sujeto cognoscente y es el objeto a conocer el que tendrá que adaptarse a la forma de conocer del sujeto.

El sujeto es así, conoce así, éstas son sus estructuras cognoscitivas, y el objeto sólo podrá ser conocido si se adecua a la forma de conocer del sujeto.

El hombre está pertrechado del Espacio y el Tiempo como estructuras del conocimiento sensible y el objeto, para ser sentido, tendrá que adaptarse a ellas.
Si alguien dice que ha visto u oído algo y le preguntamos “dónde” y “cuándo” lo ha visto u oído y nos responde que en ningún lugar del Espacio y en ningún momento del Tiempo, entonces es que ni ha visto ni ha oído algo.

Igualmente ocurre con el Conocimiento Intelectual.
El Sujeto viene pertrechado de las Categorías, las doce categorías kantianas, para poder entender los fenómenos.

Pero también, hoy, se es Kepleriano en  el conocimiento.

Si la Razón es Racional (valga la redundancia) y la Vida es Irracional, ambas, Razón y Vida, deben ser los focos de la Elipse Cognoscitiva, del Pensar.
Se elude, así, el Racionalismo Extremo y el Irracionalismo Anárquico de la Vida.

Ni la Razón Pura ni el Vitalismo Puro, sino la Razón Vital, el Racio-Vitalismo (Ortega dixit)

También Eugenio D´Ors propone la Elipse (no el Círculo) de la Razón, que integra las adquisiciones del Vitalismo y del Pragmatismo.

No somos ni Ángeles ni Bestias.


domingo, 17 de abril de 2016

CREENCIAS



“Vivimos de crédito” – decía Aranguren.

Y es verdad.

Creemos constantemente, creemos en casi todo lo que concierne a la vida, creemos a los médicos y a los profesores, creemos a las fuentes de información que son, muchas veces “fuentes de desinformación”, y como salga en la tele… eso ya es autoridad, y como lo afirme la persona con la que sintonizo (periodista, político, pensador,…) esto ya va a misa.

Creer es “tener fe”, “confiar”,

“Yo creo a” y “yo creo en” (en otro lugar de mi blog he abundado en ello).

Creemos lo que mi vista me dice, que ahí hay una pared, y creemos que si nos damos un coscorrón contra ella vamos a sentir dolor. Todavía no lo sabemos, pero lo creemos, lo damos por bueno, por sabido (y me viene a la mente “la caverna de Platón”, o a un niño viendo la serie de “Marco en busca de su madre” y llorando porque “cree” que es verdad y no una historieta infantil.

Y creemos que si nos bajamos de la acera por la que vamos caminando el suelo va a estar ahí y no caeremos al vacío.
Y creemos que quien está ahí habla como yo y si le digo algo me entiende (y puede ser un islandés que ni me entiende ni lo entiendo, pero yo creía que sí)
Y creo que ve y oye como nosotros. Y que tiene un nombre, como nosotros. Y que es un varón o una mujer. Y pudiera ser que nada fuera como yo creía que era.
Y creemos que existe Alaska, porque lo hemos visto en el mapa. Y creemos que podríamos llegar allí tomando uno o varios vuelos o por el mar, con  un barco.

Creemos.

Creemos que ahora mismo, mientras estoy escribiendo, a las 11 de la mañana, con un sol radiante, en Nueva Zelanda están en plena noche.

Para vivir, para poder vivir, tenemos que contar con las creencias.
Nuestro futuro depende de nuestras creencias.

Pero todo lo que he escrito, hasta ahora, son “creencias humanas”, creencias sobre esta vida, sobre este mundo, sobre lo que aquí hay. Pero también existen otro tipo de creencias, las creencias religiosas, las que no podemos constatar, verificar. Creencias en el más allá de este aquí, creencias en la otra vida, posterior a ésta. Creemos en la inmortalidad, en la eternidad.

Confiamos en las creencias humanas, que son más o menos verificables y queremos que existan (o no) y que sean verdaderas (o no) las realidades de la vida del más allá.

Y esa “con-fianza”, esos dos tipos de fe, son muy distintos.

Gonzalo Puente Ojea nos habla de la “falacia conativa”, la que afirma que existe y es verdad lo que queremos que exista y que sea verdad, pero que, nunca, podremos verificarlo, por eso lo “creemos”.

Una de las creencias tendría que ver con que somos “animales científicos” y la otra con que somos “animales religiosos”.

Confiamos en la realidad, pero hay dos tipos de realidad: la inmediata, con la que chocamos y está ahí, y la realidad última, de la que nada sabemos, pero que queremos que exista o que no exista, por eso creemos en ella o no creemos en ella.

Además, los seres vivos “vivimos” pero sólo los hombres pueden preguntarse si “vale la pena vivir”, podemos valorar la vida.

Hoy ya nadie defiende  que somos “cuerpo y alma”, la suma de dos sumando.
Esa concepción dualista, tan presente a lo largo de la historia, desde Platón, ha quedado periclitada.
Hoy se impone y se acepta la teoría del “monismo emergentista” de la materia evolucionada (no confundirlo con el “reduccionismo).

Del cuerpo-materia-cerebro emerge la conciencia-la mente-el alma.

Tras Descartes el dualismo se retira a sus cuarteles, que es la historia y surge y vence este “monismo emergentista”.

Pero meter a Dios en todo esto es siempre peligroso, además de ambiguo, porque ¿qué es Dios?, ¿cómo se ha entendido “Dios” a lo largo de la historia? ¿Tiene que ver el Dios de Hoy con el Dios medieval? ¿Y el Dios musulmán es el mismo que el Dios cristiano?

¿Qué, quién es Dios?

Por otra parte deberíamos ser cautos y no equiparar y hacer equivalente lo “espiritual” con lo “religioso”.
Hay “intereses espirituales” que nada tienen que ver con los “intereses religiosos”.

Dawkins afirma que la religión es un subproducto de otro tiempo, que tuvo su función, que fue exitosa, pero que fue un “virus exitoso” y ya no vale en los tiempos actuales.

Lo religioso, en la historia, ha causado cosas horribles, aunque no todo haya sido horrible, también ha propiciado valores sociales y fraternales, altamente positivos.

“Los filósofos de la sospecha” y los “nuevos ateos”.

Si Marx, hoy, levantara la cabeza  y viera cómo lucha por la justicia y la paz la Teología de la Liberación, quizá pensara de otro modo y no viera la religión como “opio del pueblo”.

Lo religioso, que muchas veces “regenera” también, muchas veces, “degenera” y se convierte en “fundamentalismo religioso”.

Hay una teoría, muy significativa, la “Lógica del arroz (oriental) y la Lógica del trigo (occidental) que son dos formas distintas de pensar las relaciones  entre individuo y sociedad.

El Confucionismo, el Budismo y el Taoísmo son movimientos “espirituales”, pero no pueden ni deben catalogarse como “religiosos”
La meditación trascendental, el zen, la armonía con el universo todo,…


Mientras durante siglos Dios permaneció siempre oculto, hoy a Dios se le descubre dando pan al que tiene hambre.

jueves, 14 de abril de 2016

EL BANCO DE ALIMENTOS


A raíz de un post compartido, con el título de “Los Bancos de Alimentos y el Opus Dei”, y la diversidad de posturas enfrentadas de los partidarios y de los adversarios me pregunto:

1.- El adagio dice “Haz el bien y no mires a quien”, con lo que estoy totalmente de acuerdo y creo que todos, ante situaciones de necesidad, estaríamos de acuerdo….

2.- Pero: “¿Haz el bien sin saber POR QUÉ?”.

Los destinatarios del Bien son los necesitados pero ¿Por qué obran así los que hacen el Bien, recogiendo alimentos en los Bancos de ídem?

Lo importante no es sólo Obrar (que también) sino que debe tenerse en cuenta quién obra y por qué obra así.

El debate sigue abierto.

Yo no lo tengo claro, porque muchos haríamos los mismo pero por otros motivos


No sólo  QUIÉN, también el POR QUÉ.

miércoles, 13 de abril de 2016

MONOTEÍSMOS Y FUNDAMENTALISMOS.(CLASE TERCERA)



La conclusión es sencilla y fluye por sí misma: “si sólo hay un Dios verdadero, que es el mío (y todos los demás dioses (los vuestros) son falsos, son ídolos) y el único Dios nos ha revelado su palabra, estamos absolutamente convencidos de poseer la verdad y estar instalados en ella. Pero, además, tenemos la obligación moral y humanitaria de predicaros e imponeros la auténtica verdad, derribando vuestros ídolos y prohibiendo la difusión de vuestras falsedades y mentiras. Y todo, por vuestro bien”.

Esta lógica maldita ha sido la tentación y puesta en práctica de los tres monoteísmos o religiones del Libro a lo largo de la historia y que todavía colea en uno de ellos.

El Libro, sea la Torá, la Biblia o el Corán, es la autoridad absoluta a la que hay que someterse y decir “amén”, “así sea”.

Y uno (yo mismo) acostumbrado y enviciado en leer mucho y reflexionar más, cuando leo los tres Libros…

Uno lee el Antiguo Testamento y las incalificables órdenes (pasar por la espada a mujeres y niños, en primer lugar, unas para que no paran más y los otros para que no lleguen a ser adultos) que Yahvé le ordena a su pueblo en su marcha a la conquista de la Tierra Prometida, en la que manan ríos de leche y miel…. (Y, todo esto, prometido a un pueblo peregrino y muerto de hambre…)

Pero, luego, uno lee la interpretación que hace el otro monoteísmo, a través de la casta sacerdotal, y prometiendo la salvación eterna a todos aquellos que mueran en la batalla por la conquista de los Santos Lugares (estoy refiriéndome a las Cruzadas) y me echo las manos a la cabeza de tanto sinsentido.

Y es que, descontextualizas un hecho, lo sacas fuera de contexto, y no entiendes nada, y se nos muestra como una barbaridad ordenada por un Dios que se supone que es Bueno.

Como si Dios se dirigiera a su pueblo, en el pasado, y a todos los nacidos después no les queda otra tarea que repetir lo que ese Dios ordenó a los fundadores.

Y es verdad que los tres pilares que debe tener en cuenta toda religión son: los orígenes, la tradición y el momento presente.
Y, siempre, contextualizado.

Empeñarse en sólo los orígenes y la tradición, en los “fundamentos”, en los “cimientos” de la religión, ignorando el edificio que sobre ellos se ha construido en los tempos presentes, empeñarse en sólo mantener los cimientos, en no sólo volver, en instalarse en el pasado, es el Fundamentalismo.

Lo que ordenaron los dioses antiguos lo ordenaron al pueblo que, en ese momento, existía, pero no a la posterioridad.

Y es que el Fundamentalista es un obseso por la “seguridad”, no puede vivir en la improvisación, en el tener que pensar y decidir, quiere “estar y vivir seguro”, por lo que recurre a ese pasado, como si nosotros, hoy, tuviéramos que recurrir a la moral, a las costumbres, a la economía, a la forma de vivir y de pensar de nuestros abuelos.
El Fundamentalista es una persona insegura, miedosa, por lo que busca y persigue la “seguridad” y, una vez en ella, es capaz de cualquier cosa, porque como a él le va bien…

Afirmar, como creen los Fundamentalistas, que la fe produce, causa, la verdad es no entenderla.

La fe sólo es “con-fianza”, pero nunca “certeza” y, menos aún, “evidencia”.

La duda habita en el meollo mismo de la fe.
La verdad siempre es huidiza y nunca estabilizada.
“Confiar” en alguien, o en algo, es exponerte a una decepción, porque siempre es posible que falle.

José María González Ruiz, ese sevillano-malagueño, afirmaba que “creer es exponerte a que aquello en lo que crees sea falso, o no exista”.

Quien, en su fe, todo lo ve clarísimo vive en la oscuridad.

Todavía recuerdo aquel primer libro de texto de Sexto de Bachillerato, en mis primeros años de enseñante, en que exponía y comentaba al filósofo Bergson y sus dos tipos de Religión: la Religión Estática (la del Fundamentalista) y la Religión Dinámica (la de los Místicos)

Este fundamentalismo, estático, está más o menos presente hoy día en los tres monoteísmos pero será el fundamentalismo islámico el que está más vigoroso. En los otros dos, el laicismo está debilitándolos.

El método histórico-critico, aplicado al Cristianismo, comenzó con la Ilustración que fue desprendiendo, despegando, las callosidades adheridas a lo largo de la historia y mostrando, dejando ver, así, un Cristianismo más puro.
La aplicación de este método es lo que no se da en el islamismo radical y su interpretación literal del Corán.
Son a los que yo acostumbro a llamar “islamistas”, para distinguirlos de los “islámicos”, no tan aferrados al pasado, a los orígenes, al “fundamento”, más en consonancia con los tiempos actuales.

Y, así como el cristianismo actual es consciente de que en la vida no todo es religioso y existen zonas francas seculares, eso es lo que no hay en el “movimiento islamista”.
Todo debe ser islámico
Y hay que intentar conseguirlo, no con la “convicción” sino con la “lucha armada”.

Y si el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob no puede ser el mismo que el del judaísmo actual.
Y si el Dios medieval y el del Concilio de Trento no puede ser el mismo que el de los cristianos actuales.

¿Por qué Alá tiene que seguir siendo el mismo que el del siglo VII?

martes, 12 de abril de 2016

DIOS Y LA CIENCIA. DE “LOS FILÓSOFOS DE LA SOSPECHA” AL “NUEVO ATEÍSMO" (CLASE SEGUNDA)



¿Son conciliables la fe y la razón?
En otro lugar he expuesto toda la historia de las relaciones entre ambas (desde la identificación en San Agustín, a la complementación de San Anselmo, de la prioridad de una sobre la otra de los dialécticos y de los antidialécticos a la armonía fe y razón de Santo Tomás para, finalmente, en el XIV la separación occamista y cada una por su camino, pero siempre poniéndole palos a las ruedas de la ciencia  la Iglesia y su Inquisición.

¿Y en el siglo en que vivimos?

La secularización galopante ha desembocado en el ateísmo.
Y la pregunta que se hace es si el nuevo ateísmo trata de arrinconar a las religiones en nombre de la ciencia.

Porque en otros tiempos esto se ventilaba en el tribunal de la Santa Inquisición, estando la hoguera purificadora siempre cerca y todos sabemos quien encendía el fuego y quienes eran los quemados.

Pero desde finales del XX la Iglesia (y su religión) no ha querido perder el protagonismo pretérito y lo que ha hecho es lanzar y/o apoyar la teoría del “diseño inteligente” para, así, poder estar presente en la escuela.

Y entre la disputa entre las teorías científicas y la nueva del “diseño inteligente” la justicia, finalmente, y cada vez más, la justicia tiende a pasarse y apoyar a las científicas, en este caso, en concreto, la teoría evolucionista de Darwin.

El llamado “nuevo ateísmo” sigue la senda de la Ilustración considerando a la religión como superstición y enfrentada al conocimiento y al progreso.

Negar a Dios en nombre de la ciencia y de la razón es lo que han hecho, en los últimos años, los denominados “cuatro jinetes”

.- Richard DAWKINS y “El espejismo de Dios”.
.-Sam HARRIS y “El fin de la fe”
.- Dam DENNETT y “Romper el hechizo”
.- Christopher HITCHENS y “Dios no es bueno”

También podría estar en esta lista el francés Michel ONFRAY y su “Tratado de ateología”

El ateísmo recibió un impulso con el 11S y sus secuelas (Bush y su discurso teocrático (“Dios me pedía invadir Irak”), con el auge del fundamentalismo (“Esto ha sido un castigo de Dios por…”) y el auge y progresión del islamismo.

Pero la pregunta siempre está ahí: ¿Se oponen Religión y Ciencia o son, sólo, mapas complementarios?

¿No será, pues, que la Ciencia y la Creencia no deben interferir entre ellas?

El científico y pastor anglicano Alister MCGRATH y su “La ciencia desde la fe” se sitúa en una equidistancia entre el “fundamentalismo religioso”, que niega la Ciencia y el “Imperialismo científico”, que niega la fe.
Arremete contra los cuatro jinetes, incluso contra el escéptico Carl SAGAN.

Nuestro TOHARIA afirma el oscurantismo como freno al conocimiento a lo largo de la historia.
¿”Qué progreso científico –se pregunta- hubo durante la Edad Media? Y ¿Por qué?”

La Iglesia fue un muro durante mil años.

Copérnico, Galileo, Darwin, Marx, Freud….

Y es que la Iglesia no sólo era la que detentaba, en exclusiva, la Fe, sino también el Poder.
¿No llegó la Iglesia, incluso, a tildar de mágico y demoníaco al número 0?

Y es que se nos olvida, muchas veces, que, respecto a Dios, la prueba recae sobre el teísta.
Quien niega la existencia de Dios no tiene que demostrarlo, es el que la afirma (además de que es imposible demostrar la no existencia de algo)

Las religiones no sólo se han opuesto al Conocimiento sino que han luchado por el Poder para, desde él, seguir haciendo de muro.

Richard Dawkins proclama, no sé si presume, tanto de su darwinismo como de su ateísmo.

“¿Qué es el ateísmo (un ateo)?” – se pregunta.
“Para unos significa alguien que está positivamente convencido de que no hay Dios (…) y para otros significa alguien que no encuentra razón alguna para creer en un dios y, por lo tanto, vive su vida sin tenerlo en cuenta”

Afirmar que la violencia, siempre, ha estado ligada a la fe, a las religiones, es una obviedad, porque es un fenómeno común, sobre todo a las tres religiones del Libro y que, si en dos de ellas ya es algo que pertenece a la historia, en la otra, en el islamismo, está, por desgracia, muy presente.
Igualmente, no sólo en la violencia, también en el conocimiento, en la investigación, en el cuestionamiento, en la realización del individuo se manifiesta su presencia en el Islam, que es una “religión de Poder” (como en otros tiempos lo fueron las otras dos).

La gran cultura árabe medieval no nació de la religión islámica, sino a pesar de ella.

Muchos teólogos se preguntan hoy, más que por Dios, por el “silencio de Dios”, ante Auschwitz y demás genocidios.
Yo mismo me he preguntado y he dejado escrito en el blog bajo el subtítulo de “la firma de Dios”.

Michel Onfray asegura que Jesús no existió (lo que yo no me atrevo a afirmar, al distinguir a “Jesús” (histórico) de “Cristo” (creencia). Pero sí estoy de acuerdo con él en que el Cristianismo no es obra de Jesús, el Cristo, sino de Pablo y del Emperador Constantino.
“Cristo” sería el nombre impuesto por Constantino y sus seguidores al “sol invicto”.

Aunque para ateísmo en bruto, grosero, fuerte, en estado puro, hay que buscarlo en el Ilustrado Barón de Holbach: “La Teología es la ignorancia de las cosas naturales reducida a sistema”. “Dios sólo existe como idea, en la imaginación de los hombres”.

Nuestro Francisco J. Ayala (científico, sacerdote dominico y teólogo, aunque posteriormente dejó de considerarse católico) tuvo que intervenir en el debate surgido en USA de si el “creacionismo” (en su nueva versión más amable, más dulce, de “diseño inteligente” debía estar presente o no en la escuela, codo con codo, en equilibrio, con la teoría evolucionista.

“El debate sobre si Dios está o no está detrás de la evolución es absurdo, porque la existencia de Dios no puede ser ni comprobada ni negada por la ciencia”
Incluso llegaría a afirmar que si Dios había diseñado el sistema reproductivo humano era un auténtico chapucero y el mayor abortista del universo”


R. Dawkins lo dice de otra manera: “es una futilidad manifiesta pretender resolver el problema de la complejidad de la vida y de su origen postulando la existencia de otra entidad compleja llamada Dios”

lunes, 11 de abril de 2016

RELIGIÓN Y CIENCIA (CLASE PRIMERA)



El prejuicio religioso, tan presente en Occidente, y durante tantos siglos, paralizó la investigación científica, al ser fiel al lema paulino: “¿para qué quieres conocer todas las lenguas del mundo, si pierdes tu alma?”

El objetivo, la meta del hombre en esta vida es salvarse para estar eternamente en el cielo, al lado del Padre.

Salvarse, no saber ni conocer, que distraen al hombre de su objetivo.

Ya lo expresaba S. Agustín (y lo defendí en la tesina de fin de carrera): “Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

Venimos – estamos – volvemos.

Mis alumnos recordarán lo que comentábamos en clase.
Cuando Napoleón se le acerca al Astrónomo Laplace para que le explique la maravilla del universo y le pregunta: ¿Y dónde está Dios, en todo esto”?
Y la respuesta de Laplace: “No me hace falta la hipótesis “Dios” para explicarlo”.

Es más, aunque la hipótesis “Dios” podría explicarlo todo (lo que pone de manifiesto que una hipótesis que todo lo explica no explica nada) nada puede predecirse.

Y es que los feligreses se basan en creencias sin posibilidad alguna de demostración (dejarían de ser creencias y entrarían en la categoría de “conocimientos”)

Y es que la fe nunca puede ser algo evidente, mientras la ciencia se basa en la evidencia, directa o indirecta.

¡Son tantos los fenómenos que antes se explicaban con/por la fe pero que, un buen día, la ciencia empezó a explicarlos de manera racional, sin intervención divina, lo que fue alejando el papel asignado a Dios en el nacimiento, estructura y funcionamiento de la naturaleza!.

Dios dejó de ser necesario para las explicaciones (no para otras cosas), ya lo hacía la razón humana.

Así la ciencia fue, poco a poco, segando la hierba a la religión.

El científico, en cuanto científico, cuando entra en su laboratorio, en su trabajo, debe dejar a Dios en la puerta y no meterlo en sus explicaciones de la naturaleza.
Al ponerse la bata blanca debe desnudarse de Dios en su labor, no en su vida.

Porque otra cosa es el científico, en cuanto hombre, que puede tener o no tener una u otra creencia religiosa, porque son dos planos distintos: el del conocer y el del creer.

La racionalidad y la lógica versus el seguidismo acrítico de los predicadores y sus enseñanzas.

Acabo de ver la película Altamira, sobre la Cueva descubierta en 1.868 por un cazador, buscando a su perro, y que se lo comunica a D. Marcelino Sanz de Sautuola, un mero aficionado en Paleontología.
Un descubrimiento, posteriormente denominado “la Capilla Sixtina del arte rupestre” y que es interpretado por D. Marcelino de manera racional pero que tanto la Iglesia, en su relato bíblico al pie de la letra y con su creacionismo a cuestas lo interpretará como un ataque a los cimientos de la Religión y una manifestación de ateísmo al tiempo que la comunidad científica con su Teoría Darwinista evolucionista, preñada de prejuicio lo verá con indiferencia y escarnio ya que “prehistoria” y “salvajismo” van de la mano y esas pinturas de bisontes y demás no pueden haber sido pintadas por hombres salvajes.

Ya en el siglo XVII, el Arzobispo anglicano James Usher, tras varios cálculos, había llegado a la conclusión que la creación de todo había comenzado el 22 de Octubre del año 4.004, y a las 20 horas y de las cuevas  ya se hablaba de 10.000 (hoy entre 15.000 y 20.000)
(Es lo que me contaba mi abuela: 4.000 antes de Cristo, 2.000 después de Cristo y el Séptimo descansó: fin del mundo)

Es verdad que la Prehistoria estaba en mantillas.

Sólo comenzó a tomarse en serio el descubrimiento cuando, años más tarde, también se descubrieron otras cuevas rupestres en Francia.

Ni la comunidad religiosa (con su verdad revelada) ni la comunidad científica (con su cortedad de miras, pues el hombre antiguo era un animal y no podía ser el autor de las pinturas).

El milenio de la Edad Media, desde quemando por herejía a Giordano Bruno o con arresto domiciliario a Galileo por decir que era el sol y no la tierra quien estaba en el centro…

¿Cómo no iba a estar la tierra en el centro del universo si en ella había nacido, nada menos que, el Hijo de Dios?. He ahí el argumento.

Con estos y otros antecedentes ¿quién era el guapo que se atrevía a proponer y defender, con la razón, argumentos que pusiesen en duda o fueran contrarios a la palabra revelada?

¡Menudos “incentivos” para practicar la crítica e interpretar laicamente la realidad¡

Suele afirmarse que ni Copérnico ni Galileo tenían pruebas fehacientes que demostraran lo que afirmaban.
¿Es que la Iglesia sí las tenía de lo contrario?.

Ya lo de los siete días, literalmente, de la creación nadie lo defiende pero sobre el origen de la vida y del hombre…

No se defiende, expresamente, el “creacionismo” pero ha surgido, con un giro lingüístico, su sucedáneo, lo llaman “la teoría el diseño inteligente” como oposición central a la teoría evolucionista darwiniana.
Si hay “diseño” tiene que haber un “diseñador” y, además, “inteligente”, y ¿quién, sino Dios, es ese Diseñador Inteligente por excelencia?

Pero los defensores de esta teoría del “Diseño Inteligente” siguen instalados en la creencia.
Incluso se afirma que ha sido la estrategia para poder impartir el creacionismo camuflado en las escuelas, ya que el creacionismo puro, como religión, debe estar fuera de las aulas.

¿Es que nuestro cuerpo, o nuestro cerebro, son diseños? ¿Son lo que son y como son por ser fruto de un diseñador?

Digamos, simplemente, que “funcionan”, Y no siempre de manera correcta, falla muchas veces, es imperfecto.

Por ejemplo: el parto.

¿Puede ser considerado un diseño inteligente que esa cabeza y ese cuerpo de una criatura tenga que salir por ese hueco femenino tan pequeño, a base de dolor y más dolor en la dilatación de unos músculos?
¿Es un “diseño inteligente el “dolor del parto” para traer al mundo a un hijo?

¿No está diseñada más inteligentemente la forma de traer seres de su misma especie los animales “ovíparos”?
Ponen sus huevos en el nido, fuera de su cuerpo, los incuban y, a los pocos días vienen a este mundo. Y sin dolor.
Pero eso de que, tras la fecundación, permanezca en el útero femenino, durante 9 meses, creciendo y creciendo, para luego tener que salir de esa manera…

Y aunque dos de las religiones clásicas, las del Libro, están en declive. perdiendo vitalidad (no así el Islamismo) ante la avalancha de secularización que nos invade, están naciendo otros tallos religiosos, a veces de lo más extravagante y pintoresco, las nuevas sectas.



domingo, 10 de abril de 2016

CÓMO SER FELIZ Y NO MORIR EN EL INTENTO (Y 3)

Aquí nos encontramos nosotros. Con 30 ó 40 años más allá de la reproducción. ¡Vosotros me diréis qué vais a hacer!

Si antes era demasiada la inversión que se hacía en la especie, era a costa de la salud, de la felicidad, del individuo.

Uno acababa arruinado, pero como uno acababa, al mismo tiempo….

Y como el niño venía con dos manos para trabajar, siempre llegaba con un pan bajo el brazo.

La felicidad quedaba aplazada para la otra vida, después de la muerte.

Además, una vida eterna, no como ésta, temporal y llena de lágrimas.

Así que ¡mira tú qué bien!

Pero ahora, que nos hemos secularizado cantidad, por si acaso, queremos empezar ya a disfrutar en esta vida.

“Salud, dinero y amor”, pero aquí abajo, mientras estamos vivos, que quién sabe si después habrá algo o no habrá nada.  

Y ahora debería analizar el concepto de felicidad como “fertilidad” (en tantísimos campos: científico, educativo, poético, artístico… pero en esta vida) y felicidad como “bienaventuranza” (fundamentalmente aplazada para la otra vida. “bienaventurados los…. y los…. y los….).

La felicidad no es una meta del vivir, sino la acompañante de la vida.

Ser feliz “mientras”, no ser feliz “cuando”.

Igual que lo fundamental no es tanto la libertad como sentirse libre. Si uno se siente libre es libre.

Lo fundamental no es tanto la felicidad como sentirse felices. Si uno se siente feliz, es feliz.

El método, casi infalible, para medir (si es que pudiera medirse) el grado de felicidad de una persona consiste en el experimento de imaginar que le quedan pocos días de vida y comprobar si continuaría haciendo las mismas cosas que estaba haciendo o las dejaría y haría otras distintas.

El algodón no engaña.

Si cambia es que no era feliz haciendo lo que hacía.
Porque la felicidad no es un ente abstracto que está ahí, esperando que lo cojamos.

La felicidad es la acompañante de una actividad. Y como no a todos les gustan las mismas actividades, las felicidades no son idénticas para todos.

Oímos, a veces, decir: “lo mejor, para ser feliz, es no saber, para no tener que preocuparse”, porque la preocupación asfixia la felicidad.

Y no es verdad.

MARINA, en una entrevista a la pregunta “si la ignorancia da la felicidad” responde, taxativamente, que NO.
“Para ser feliz –dice él- hacen falta TRES elementos: SALUD, SUERTE e INTELIGENCIA, pero sólo la INTELIGENCIA nos permite disfrutar de las otras dos.

Para la Salud es fundamental la Inteligencia, Hay que ser Inteligentes para no perderla y dejarla escapar (si ya se la tiene) o para conseguirla y recuperarla (si se la ha perdido).
Cada vez Sabemos (Inteligencia) más y mejor de los alimentos que debemos ingerir para no espantarla o que debemos tomar para cogerla, acercarla, disfrutarla.
El Ignorante NO sabe cómo hacer ninguna de las dos cosas. El Inteligente SÍ. Por lo tanto la Inteligencia es un requisito para la salud.

Por otra parte. la Suerte. Que siempre está a la vuelta de la esquina. Pero hay muchas esquinas y hay que Saber a la vuelta de cuáles puede estar, para hacerse el encontradizo con ella y atraparla y Saber de las esquinas en que seguro-seguro que no puede estar, para esquivarla.

La lotería y las quinielas no le tocan a casi nadie, a muy pocos, pero sólo les toca a quienes juegan.
Los que no juegan que no se quejen de que no les toca.
Pero los que juegan, que no reclamen, si pierden, porque están jugando.

El Inteligente Sabe que la Banca siempre gana.

Además, se puede jugar inteligentemente o estúpidamente.
Más aún, se puede jugar a juegos inteligentes y a juegos estúpidos.

¿Qué hacer, ahora que la prole abandonó el nido familiar y tenemos por delante muchos años?, ¿ahora que ya no coinciden la edad fértil, la edad laboral y la edad vital?

¿El “síndrome de nido vacío” para la mujer y el “síndrome de tiempo vacío” para el varón?

NO, ¡por favor!

La búsqueda de la felicidad debe ser ya felicidad.

Hay que ser amante de los caminos y olvidadizo de las metas.

La meta de la vida es la muerte, a la que llegará aún sin proponérselo, y nadie puede ser su amante.

¿Cuál es esa actividad/actividades felicitante/s para ti? A por ella/s, a ejercitarla/s, a desarrollarla/s.

-“Maestro – le preguntaron a Sócrates – SABER ¿para qué?

-Para OBRAR bien.

-Y Obrar bien, ¿para qué?

-Para SER feliz.”

Ese es, nada más y nada menos, el secreto de la felicidad:
SABER MÁS
OBRAR MEJOR
SER FELIZ.

¿No os dais cuenta, amigos mayores, que somos los privilegiados que podemos hacer que nuestra “vacación” continua, como jubilados, y nuestra “vocación” felicitante vayan agarradas de la mano, que sean compañeras de cama, que nuestro hobby sea hermano siamés de nuestro trabajo lúdico y no oneroso?

“Hacedme el favor de ser Inteligentes, de Obrar mejor, de Ser felices.


O, al menos, inténtenlo.

CÓMO SER FELIZ Y NO MORIR EN EL INTENTO (2)


Hemos “cumplido” con la especie y, además, nos sobran 40 años que tenemos por delante.

Nosotros sí que tenemos futuro, futuro personal, más allá del futuro específico, que ya hemos dejado sembrado y que está, ya, reproduciéndose.

Tenemos futuro (“somos seres futurizos” –decía un filósofo español no ha mucho fallecido) por delante y debemos “planificarlo” para “plenificarlo”.

No sólo para vivir “más” (que también) sino para, sobre todo, vivir “mejor”.
Y, además, nosotros, los mayores, no sólo hemos dejado atrás la “vida reproductiva” sino también la “vida laboral” pero no, nunca, la vida auténtica, la “vida personal”.

Ser feliz aquí y ahora, hoy, sí tiene sentido como “pro-yecto”.

Nosotros no sólo estamos “yectos” (“echados”) en la vida presente, sino que también nos “pro-yectamos” hacia el futuro.

Sé que, en este momento, muchos lectores estarán pensando en las “barbaridades y atrocidades que nos ha traído la Razón”. Y los comprendo pero no comparto su pesimismo.

Todos sabemos que un cuchillo es un instrumento que puede servir para cortar el pan o la cuerda que te tiene esposado pero también para clavárselo a alguien.

Una cosa es el cuchillo en sí, como instrumento, fruto de la razón y otra muy distinta es el uso que de él se haga.
La razón es un cuchillo, un instrumento.
Podemos hacer uso de él/ella de manera beneficiosa o de manera fatal. Pero nunca le echemos la culpa al cuchillo, él nunca es homicida.

Pero justo al lado de esa crema solar, que te protege de los rayos ultravioletas, está el agujero, el descosido, que le hemos hecho/que estamos haciéndole a la capa de ozono.

Justo al lado de ese producto anestésico que impide que el dolor haga acto de presencia en tu cuerpo está la droga mortal.

Junto al hospital está la guerra y las vacunas duermen, pared con pared, con las armas nucleares y químicas….

Todo eso es fruto de la Razón.

Lo que te permite vivir más y mejor duerme en el mismo lecho con lo que te puede matar más de prisa.

Juntos caminan el climatizador y el cambio climático.

Juntas van una más y mejor vida y una más pronta muerte.

Ahora que podríamos emprender, jubilosos, el camino de la felicidad justo ahora, el miedo, el temor, entorpece el camino, poniéndonos piedras.

Parece que no tenemos remedio.

¡La madre que nos parió!

La Razón nos ha abierto/nos sigue abriendo muchos caminos por los que pasear, pero también nos señala los caminos intransitables.

Cuando uno es consciente de que fumando se te atoran los pulmones; que bebiendo demasiado alcohol te regalan, en el lote, sin pedirla, una cirrosis; que hartándote de panceta y de chorizo al infierno el colesterol se te instala como una maldita compañía y quiere (y consigue) obstaculizar las carreteras sanguíneas; que atiborrándote de mantecados y de mazapanes, de tartas, pasteles y turrones, la glucosa deja de ser dulce y te amarga la vida….

Cuando uno es consciente, con la Razón, de éstos y de otros peligros, uno puede, conscientemente, tomar la decisión de dejarlos aparcados y, así, ir de la mano y en compañía de Doña Salud.

Sabes lo que no debes hacer. Sabes lo que tienes que hacer. Allá tú y tu decisión. Eres libre.

Pero volvamos a la “mantenencia” y al “juntamiento”. Al yo y a la prole. Al individuo y a la especie.

¿Cuánto de tiempo, de esfuerzo, de dinero, de recursos, a cada uno de ellos?

¿Cómo lo hemos invertido y cómo estamos invirtiéndolo?
¿En qué proporción? ¿80/20, 60/40, 50/50, 10/90?

Nunca TODO a UNA de las partes, nunca todo a una carta. Acabaríamos con el yo o acabaríamos con la especie. Y los dos se necesitan.

Demasiada inversión en una es correr el riesgo de debacle en la otra. Energía gastada y consumida en una es energía no disponible para la otra. Y el presupuesto es el que es. Hay lo que hay. A ver, ahora, cómo lo distribuimos.

Cuando apenas se vivían 30 años la naturaleza, con su estrategia, ponía el peso en la balanza del sexo, en la reproducción, para que no desapareciera la especie (a la naturaleza nosotros, los individuos, le importamos un pimiento, a ella igual le da Juana que su hermana, ella lo que busca es que la especie siga).

Pero ahora…. hoy…. con 40 años demás, con 40 años más allá de la etapa reproductora o reproductiva, nosotros, con la razón, hemos puesto y seguimos poniéndolo el sexo en el seso.

Hacer el amor, sí, pero con la cabeza, no sólo con los genitales (o como me decía un alumno: “Profe, dígalo, “follar con cabeza”).

Pues eso


CÓMO SER FELIZ Y NO MORIR EN EL INTENTO (1)



“Como dice Aristóteles, cosa es verdadera
el hombre por dos cosas trabaja: la primera
por haber “mantenencia”; la otra cosa era
por haber “juntamiento con hembra placentera”.

Hace poco más de un siglo la esperanza de vida en Europa (salvo las raras excepciones) era de unos 30 años.
Poco más o menos como lo es, hoy día, en muchos países africanos.

En esos 30 años de vida al hombre le da/le daba tiempo de:
1.- Trabajar para comer y, así sobrevivir, (la “mantenencia” aristotélica) y
2.- Reproducirse (el “juntamiento con hembra placentera”).

En el siglo XIX nos hablaba Hegel (un gran filósofo) de la “astucia de la razón”.
Decía él que lo que ocurre en la sociedad, a lo largo de los tiempos, no son “casualidades” sino “causalidades”.
La razón lo tiene todo controlado para que, a su tiempo, surja un Napoleón o un Newton.
Y el hecho de que nosotros no nos demos cuenta no quiere decir que no sea así.

Lo que vemos, lo que se manifiesta, lo patente, es sólo una pequeña parte de lo que hay.
La punta del iceberg lo que nos está diciendo es que bajo el agua está el 90%.
Si alguien no sabe leerlo, es su responsabilidad, no la del iceberg.
Éste tiene y habla su propio lenguaje, si alguien no lo conoce o no lo maneja…

De la misma manera obra la naturaleza (la humana, en este caso). Ella pone en marcha su estratagema, usa sus estrategias:
l.- El placer de comer (y así se consigue que el viviente no muera de hambre, que siga viviendo, la supervivencia) y
2.- El placer del sexo (consiguiendo, así, la continuidad de la especie).
¿Os imagináis que tanto comer, beber, descansar,…. como la actividad sexual, conllevase dolor?
 Tanto los individuos como la especie humana se extinguirían.
La podemos llamar “astucia de la naturaleza”.
La “sabia naturaleza”, que nos hace creer que somos libres y que hacemos lo que hacemos porque nos da la gana, y no somos conscientes de que somos unos “borreguitos”, que actuamos como unos monigotes, dirigidos por unos hilos invisibles.
El hombre prehistórico y el hombre histórico (hasta hace unos siglos) no tenía futuro.
Para ellos el futuro era lo inmediatamente posterior al ahora mismo.
Su futuro era su inmediato presente, siempre en peligro de muerte.
No luchaban por o para vivir bien. Sobrevivir era su meta. Y no era poco.
Su vida no es que “estuviera en peligro”, es que “era peligrosa”. Vivían al borde del precipicio de la muerte, al que podían caer por lo más mínimo. La picadura de un escorpión al levantar una piedra, la furia de ese otro animal hambriento o de esa hembra que está criando a su prole y su presencia, tan sólo, es vista como un peligro…

El más pequeño descuido, el mínimo error, era su muerte segura y también la de su prole.
Una sequía por aquí, una inundación por allá, cualquier peste, cualquier guerra, grande o pequeña, una simple enfermedad,…. Y se acabó todo.
El “todo” de su vida era “nada”. Vivía a la intemperie.

El concepto de “felicidad” es ajeno a este tipo de vida. No es poco “sobrevivir” como para, encima, estar pensando en “vivir feliz”.
Su premio es el “no morir”, no el “vivir mejor”. Yo soy un defensor acérrimo de la Razón (de la “Diosa Razón”). Ella nos ha traído (y nos sigue trayendo) progreso. Desde vacunas a cirugía pasando por…. (Anoten Uds. la lista de todo lo que nos ha conseguido el desarrollo de la Razón).
Todo ese cocktail “racional” es lo que ha generado, en los países desarrollados, unos 40 años (a nuestro favor), redundantes en términos evolutivos y reproductivos.
Si en los primitivos, los 30 años era el “todo” y el “final” de su vida y de su ciclo reproductor, hoy decimos (y vemos) que hay más de 40 años de vida ajenos, más allá, de la misión reproductiva.

Hemos “cumplido” con la especie y, además, nos sobran 40 años que tenemos por delante.


miércoles, 6 de abril de 2016

ATAQUES DE PESIMISMO.


Hay días que, (no sé por qué), me levanto con “la pata izquierda” y “no sé qué pasa que lo veo todo negro”,….. “también mi corazón parece todo negro”…. “el mundo entero, para mí, se ha vuelto negro”…. (Se me viene a la mente aquella canción de Los Salvajes, que tarareaba en mi juventud).

(Entre paréntesis. Las palabras no son neutras, siempre vienen con carga explosiva ideológica. “Venid, benditos de mi Padre y sentaos a mi Derecha, (“destra”, “diestra”, “diestro”…..) Y vosotros, malditos…. a la izquierda, (“sinestra”, “siniestra”, “siniestro”), al infierno…. Cuando todos sabemos que nuestro no ha mucho fallecido, nuestro amigo Andrés, el “perchelero de toda la vida”, ha sido, y es, de “izquierdas de toda la vida” y se merece el cielo por lo buena y bella persona que es).

Digo que esos días… en vez de ver la vida como un paseo gozoso y festivo… la veo como un fardo con el que hay que cargar, inútilmente, como Sísifo.

Esos días,…. Veo que el mismo día que nacemos no venimos con un pan bajo el brazo ni con un cheque en blanco, sino con nuestra “sentencia de muerte” grabada en el disco duro celular.

Venimos a la vida y, en ese mismo momento, comenzamos a restar vida, ya nos queda menos vida y la “sentencia de muerte” va acercándose a su cumplimiento.
¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cómo? ¿Por qué? ¡Qué igual da¡ Nunca lo sabré y el día que lo sepa ya no estaré para contarlo.
Todas estas dudas se me diluyen ante la certeza de tener que morir.

Y esos días…. Veo la vida como “el corredor de la muerte!. Sabiendo que no saldré vivo de ella, que al final allí está la meta, sin querer avanzar hacia ella, porque es la misma vida que, para vivir, está empujándome hacia la muerte.

Y llegan a mi mente, revoloteando, aquellas frases en latín, que nos hacía traducir el Padre Julián:
Mors est corona vitae”.
Mors omnia solvit”.
Mors certa, solum tempus incertum est”.
“Mors certa, hora mortis incerta”.
“Mori necesse est, sed no quotiens volueris”.
“Mors est ultima linea omnium rerum”.

Es verdad que sólo muere el que está vivo, pero me pregunto si no estarán mi vida y mi muerte conspirando, conchabadas amigablemente y a mis espaldas, contra mí.

Esos días negros acude a mi mente una reflexión que, ha tiempo, ya dejé escrita, lo de los “ateobuses” y su “probablemente Dios no existe. Disfruta de la vida”.

Y pregunto y me pregunto por qué meter a Dios en el disfrute o no disfrute de la vida.
Los ateos piensan que Dios no existe.
Los agnósticos pensamos que, en los momentos claves, Dios no habla (por ahí anda mi reflexión sobre “la firma de Dios”).
Los creyentes, en cambio, creen que Dios no calla y no para de hablar, pero que la gente no lo entiende.

¿Por qué algunos ateos se han topado con Dios en el lenguaje de las galaxias, pero no todos?.
¿Por qué algunos ateos se han topado con Dios en el lenguaje del ADN, pero no todos?
¿Por qué algunos ateos se han topado con Dios en el lenguaje de los números de la Física Atómica, pero no todos?.
¿Por qué algunos han descubierto a Dios en el lenguaje del dolor y del sufrimiento, pero yo no?
¿Y por qué otros lo descubren en el lenguaje del amor?.
¿Es que Dios juega al escondite con nosotros y sólo algunos lo descubren?.

Supongamos que queremos saber cuántos átomos hay en un microgramo de sal, una partícula apenas lo suficientemente grande para que alguien, con una vista muy aguda, pueda detectarlo sin la ayuda de un microscopio.
Supongamos que somos capaces de contar “Mil millones de átomos por segundo” (que ya es mucho suponer).
Con esa suposición tardaríamos “50 siglos” para determinar cuántos átomos tiene ese pequeño, pequeñísimos, minúsculo, apenas perceptible, granito de sal.

Y es, entonces, cuando me pregunto de cuántos átomos estará compuesto mi corazón, cuando ama, o mi cerebro, cuando duda y piensa.

Y todo se me hace negro.

O cuando pienso en los Partidos Políticos “bisagras”, esos minúsculos, pero suficientes, que siempre acuden a las reuniones con el cazo puesto, como un apéndice que le haya crecido adosado a sus manos.

O cuando pienso en la incapacidad histórica de los, hasta ahora, dos grandes partidos, PSOE y PP, PP y PSOE, puerta y marco, marco y puerta, de nuestra política, incapaces de ponerse de acuerdo, por ejemplo en la Educación, en que la puerta puede estar abierta de día y cerrada de noche, sin tener que recurrir a los chantajistas Partidos “bisagra”, cortos de vista, sin una visión de estado, sólo pendientes de su terruño.

Y cuando, ahora mismo, estoy escribiendo y contemplo el guirigay de cuatro partidos acusándose mutuamente hasta de quién mató a Manolete e incapaces de formar gobierno, mientras el periodismo de investigación saca a la luz los “Papeles de Panamá” y, mirándome, me veo como un pelele en manos de evasores  y…

No sólo la vida, hasta el cielo, con su color azul-esperanza, se me llena de nubarrones negros.

O cuando veo, contemplo, asisto al espectáculo de alguien que, siendo mediocre, en vez de querer subir, con esfuerzo, se rodea de gente igual o más mediocre que él, para ahuyentar su complejo de inferioridad.

Y esos días,…. no es que el horizonte se me haga negro, es que no veo el horizonte.


(Son las tres de la mañana, como casi siempre. Voy a acostarme y a ver si puedo conciliar el sueño. Prometo que mañana, al levantarme, echaré, primero, el pie derecho).

lunes, 4 de abril de 2016

ÉTICA DEL PLACER.

                                                                                                                                     
Hace tan sólo unos días que mi hija, procedente de Madrid y provista de su coche, acabó con esa bendita y maravillosa enfermedad que me tenía felizmente atado y ocupado, mañana, tarde y noche. Me refiero a la “abuelitis”.

        Poco a poco estoy recuperándome y tratando de cambiar el chip (cuesta adaptarse).
        Lentamente recupero mi actividad habitual. He aparcado el corazón. He dejado de dar besos, abrazos, achuchones, bromas,….. a esa materia prima humana que todo lo quiere saber, con sus porqués.
-        ¿Por qué el agua del mar sabe mal?-
-        Porque está salada.
-        ¿Y por qué está salada?
-        Por la evaporación.
-        ¿Y por qué se evapora?
-        Por la diferencia de temperatura.
-        ¿Y por qué…..y por qué…. y por qué…?.

Una ametralladora de porqués, oiga.

Aparcada, pues, la “cardíaca” unamuniana, pongo en marcha el motor de las neuronas y sigo con mis reflexiones habituales.


        Suele tomarse como sinónimos los conceptos “moral” y “ética”. Y no son sinónimos.
        Hay muchas morales. Tantas como culturas, como religiones, como ideologías,…. Pero sólo hay UNA Ética, que reflexiona sobre las morales.
        Este trozo de pan, este tenedor, este bolígrafo y esta manzana son objetos físicos muy distintos, pero todos ellos son objeto de estudio de una misma ciencia, la Física.

        No existe “el placer”, en abstracto. Sólo existen placeres concretos y muy distintos.
        A las siete y media de la mañana, en mis paseos matinales por La Carihuela, voy disfrutando de un placer muy distinto al que, a esa misma hora, en ese mismo sitio, terminado el botellón, disfrutan tantos jóvenes, bañándose desnudos, apurando el último porro, acabando el último vaso de plástico de no sé qué combinado, o haciendo el amor entre dos tumbonas.
        Placeres.
        ¿Qué dice la Ética del placer?
        Podríamos distinguir tres posturas, ante el mismo. La del libertino, la del puritano y la del moderado o ecuánime.

        El LIBERTINO, pone en práctica y se guía sólo por la Ética de las consecuencias. Él no se atiene a principios. Si algo produce placer (lo que sea) eso es bueno y hay que hacerlo, y si no, hay que evitarlo. Lo que a él le importa es el resultado. Su meta es “optimizar” resultados, cuanto más y más intensos mejor. Mira el “después” inmediato para exprimirlo en presente. Su pro-yecto es sólo un “yecto”. Ni el pasado ni el futuro a largo plazo están en su agenda. Y si tuviera que elegir entre el “después” y el “ahora”, se quedaría con éste.
        “Oveja que bala, bocado que pierde”. “Carpe diem”. “Comamos y bebamos, que mañana moriremos”.

        El PURITANO, por el contrario, mira al pasado, es esclavo del pasado. Todo lo que vaya a hacer tiene que estar acorde o derivado de sus “principios”. Principios que ya tiene, y muy arraigados, y respecto a los cuales vive.
        Su meta es el “deber”. Hacer lo que debe hacerse, obrar como debe obrarse. En ello reside su placer. El placer del deber cumplido.

        Mientras el Libertino no sabe qué es eso de “remordimiento de conciencia”, el Puritano lo sufre intensamente, sólo con pensar si estará removiendo, lo más mínimo, sus principios o apartándose de ellos.

        Aristóteles decía (en griego) que “virtus est in medio extremorum”. Es su Teoría Ética del Término Medio”. Ahí reside la virtud, entre dos extremos, igualmente  viciosos, uno vicioso por exceso y el otro vicioso por defecto, uno se pasa y el otro no llega.
        La Valentía –dice él- es una virtud, porque está en medio de la Temeridad (vicio por exceso) y de la Cobardía (vicio por defecto).

        El MODERADO, el ECUÁNIME, no mira sólo a los Fines  (como el Libertino) ni sólo a los Principios (como el Puritano).
        Él juega con los tres tiempos del verbo: pasado, presente y futuro.
        Aprende del pasado, no le tiene miedo a la memoria, y tiene en cuenta el futuro, pero sin obsesionarse con él. Sabe que, al final, “todos calvos”, al final, está la muerte, que ni la desea ni la teme, ni se desespera por ello.
        Sin obsesión por los principios busca los medios adecuados que lo lleven al fin deseado.
        Disfruta del presente pero sin renunciar ni despotricar contra pasado y futuro.
        El Ecuánime está alejado tanto del sádico como del masoquista.
        Dice sí al placer, pero no a toda costa y a cualquier precio.
        (Relean el Tetrafarmacon epicúreo. ¡Y que haya gente que hable mal de Epicuro¡).
        ¿Disfrutar?. Por supuesto que sí, pero con inteligencia.
        El seso es la piedra de toque (he dicho “seso”, no “sexo”). Recuerden que hacer el amor, sí, pero con cabeza,

        ¿Con cuál de estos tres tipos te identificas?.
       

        Háganme el favor de ser felices o, al menos, inténtenlo.