domingo, 28 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 10 ) FUNCIÓN SOCIAL DE LA RELIGIÓN.


FUNCIÓN SOCIAL DE LA RELIGIÓN.

Es sabido por mis lectores que este agnóstico siempre ha sido un acérrimo defensor de la Semana Santa malagueña y los tronos en la calle.
Y no es, evidentemente, por su religión (no he dicho “religiosidad”) sino por considerar a la Semana Santa como un fenómeno cultural y social.

Dichos conceptos, “cultural” y “social” son caminos alternativos o modos relacionados de considerar los mismos fenómenos.

El hecho religioso, como cultura, es un sistema ordenado de valores y creencias por los que muchos hombres se orientan en la vida.
El hecho religioso, como sociedad, es ese conjunto de personas que actúan e interactúan en base a un modelo cultural y es esto lo que da lugar a la existencia de que sea un fenómeno social.

El mismo hecho y dos funciones distintas aunque, muchas veces, independientes o conjuntas.

A la sociedad moderna occidental suele calificársela como secularizada, entendiendo por “secularización” la emancipación de amplias áreas sociales –política, arte, moral, educación, ideología,…-respecto a la tutela de lo religioso.

Una ciudadanía secularizada está, exclusivamente, bajo la responsabilidad de sus ciudadanos, que han aprendido a convivir sin la protección de las religiones.
Esta progresiva secularización es la que acarrea la crisis de las religiones.

Proceso de secularización que no es totalmente moderno sino que comenzó ya en la Baja Edad Media, cuestionando el régimen de cristiandad, incrementándose en el Renacimiento hasta desembocar en la Modernidad, con el empujón de la Ilustración y el triunfo de la Razón, lo que aceleró la progresiva desaparición de las falsas formas religiosas y de la concepción equivocada de lo sagrado, así como de los tabúes y prácticas mágicas o supersticiosas.

Hay, sin embargo, un proceso de “secularización débil” que hace compatible el talante religioso de muchos ciudadanos y el uso de la Razón.
Pero también existe el proceso de “secularización fuerte”, denominado “secularismo” que repulsa el bloque entero de lo religioso, el “ateísmo tradicional”, la otra dimensión de la crisis de las religiones.

La religión ha estado, desde siempre, en la sociedad pero la crisis de la misma que ya comenzó con los ilustrados, se aceleró en el siglo XIX y se asentó entre nosotros en el XX, y aquí sigue, en el XXI.

Esa negación de Dios, ese desligarse de Él, puede provenir de ámbitos distintos, desde lo personal a lo científico, desde lo social a lo ideológico.

Y decimos “ateísmo” (vivir sin Dios, no necesitar a Dios, desvincular de Dios la vida cotidiana,…) y no “anti-teísmo.

Y, junto a estos conceptos de “secularización” y “ateísmo” está el concepto de “laicización” que, unido a los dos anteriores tiene como finalidad la autonomía del Estado respecto a las religiones.

Pero el “laicismo” no es la religión de los no creyentes, ni un sucedáneo de la religiosidad, ni un momento anti-religioso, sino que es la expresión más moderna y perfilada del proceso histórico de secularización que alumbró los derechos y libertades fundamentales del ciudadano actual y permitió la consolidación de las instituciones democráticas que hacen posible nuestra convivencia en libertad y el acceso de todos los miembros de la comunidad a bienes y servicios que garantizan un mínimo de igualdad.

Yo, en mis clases, siempre intenté hacer ver a mis alumnos que ser “laico” (como yo) no era ser “laicista” que es el fanático que intenta que todos sean laicos y abandonen su creencia religiosa.

Mi convivencia se pone de manifiesto en los desfiles procesionales, en que mi comportamiento social no se distingue del de un creyente, mientras que el “laicista” estaría murmurando, gritando,… contra ese fenómeno social de la religión.


FLORILEGIO 15 ( 9 ) LA FE


LA FE.

Hay, al menos DOS maneras de entender la fe.
Una es la del Judaísmo, la otra la del Cristianismo.

Para el Judaísmo Fe es igual a Confianza.
Confianza que un ser deposita cotidianamente en Otro, aunque esta confianza no pueda ser justificada totalmente.

Para el Cristianismo Fe es un acto de la Inteligencia que consiste en reconocer como Verdadero un estado de cosas.
Es una afirmación, un decir sí, de algo que no se comprende.

El pueblo de Israel confiaba en su Dios y era una relación de confianza que descansaba en el contacto del hombre con Dios que lo acompaña y creía en Él en toda la peripecia humana, cuando estaba pasándolo bien y cuando, por el contrario, estaba pasándolo mal. Siempre confiaba en Él y creía que es lo mejor para él, aunque, a veces, pareciese lo contrario.

En el Cristianismo la fe es aceptar todos los misterios que no llega a comprender y cuyos artículos a creer son los que están en el CREDO: Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador….en Jesucristo, su único hijo…..nació de una virgen….que murió para redimirnos del pecado…la resurrección de los muertos….la vida eterna….
Afirmaciones, ideas intelectuales que la razón no llega a comprender pero las admite como Verdaderas.

Yo, de profesor, solía explicar la diferencia entre “Creer a” y “Creer en”.

“Creer a” uno o a  otro, admitir lo que dice,….es como “dar el visto bueno” a lo por él dicho, pero sin poder confirmarlo definitivamente.

“Creer en” mi hijo o en mi padre es mucho más que “creer a”.
Aunque se le acuse a ese padre o a ese hijo, “creer en” es no admitir lo malo que se diga de él por tener confianza plena en ellos, aunque, naturalmente, puedo estar equivocado o puede estar engañándome, pero no lo creo, porque “creo en él”, tengo confianza en él.

EL JUDAÍSMO Y EL ISLAM EN LA EDAD MEDIA.

Cuando se formalizaron los estatutos de la Comunidad Económica Europea, la Derecha Política quería que apareciese, no sé si ya en el Preámbulo, la importancia del  Cristianismo en la formación de Europa.

Pero, si se quiere entender, en profundidad, el ser de Europa no basta con volver la mirada a Grecia y a Roma (que no puede prescindirse de ellas, por el “logos” (Razón) y por el “Ius” (Derecho) porque también hubo otras raíces.

El mundo semita, en su vertiente musulmana y judía, constituye una de las bases fundamentales de nuestra historia y cultura europeas.
Estas raíces se detectan, sobre todo en la Edad Media.

En este período el desnivel cultural entre Europa y el mundo árabe fue patente.

Europa estaba sumida en los restos empobrecidos de una tardía latinidad mientras el Islam y el Judaísmo recuperaban lo mejor del legado griego, lo asimilaban y lo perfeccionaban.
Tanto que empezaba un ingente flujo de trasvase cultural hacia Europa  gracias al cual ésta rejuvenece, adopta nuevas formas de hacer ciencia, filosofía y literatura, aprende estilos nuevos de comportarse, de vivir la religión, de sumirse en los abismos misteriosos de la mística, de practicar la ascética, de disfrutar de la belleza.

Y ese trasvase se operó de múltiples maneras: una indirecta, ambiental, y otra directa, mediante los movimientos de traducción llevados a cabo en Toledo, en las comunidades judías de la Corona de Aragón y el sur de Francia, así como en la corte de Federico II.

Reconocer esta deuda, agradecer a la historia este regalo y conocer este movimiento de comunicación cultural es algo por lo que siempre debemos estar agradecidos.

Cuando Santo Tomás se encuentra con la filosofía de Averroes, no se fía de él, por ser islámico, y no sabe si lo que dice de Aristóteles lo dijo Aristóteles, por lo que obligo a un hermano dominico, Guillermo de Moerbeke, a que le tradujera directamente lo que se podía de Aristóteles o de otras fuentes que hubieran escrito sobre él y su filosofía.

Pero de lo que sí se dio cuenta Santo Tomás fue cómo Averroes había puesto la doctrina de Aristóteles al servicio de la fe islámica, y se percató de que le había sido muy útil.
Automáticamente quiso hacer lo mismo con la filosofía aristotélica puesta al servicio del cristianismo, que hasta entonces estaba transida por el platonismo y el neoplatonismo.

Piensa, lector que esto lees, qué otra cosa es el misterio de la misa, el misterio de la “transubstanciación”, cómo las substancias de pan y de vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo pero manteniendo los mismos accidentes.

La teoría de la substancia (la esencia, lo que realmente es una cosa, aquello sin lo cual esa cosa no sería ella) y los accidentes (que pueden estar presentes o ausentes sin que cambie la substancia.

El pan y el vino, sus cualidades (color, sabor, olor,…) son los mismos antes de la consagración que después de la consagración, cuando han dejado de ser pan y vino y se han convertido en el cuerpo y la sangre de Cristo.

Si has visto, olido, gustado,…el vino “antes de” y “después de” habrás comprobado que tiene el mismo color, el mismo sabor, el mismo olor,…

Es más, tan vino (substancia) es un sorbo que un litro, la cantidad (un accidente) no cambia la substancia “vino”, habrá más o menos, pero será igual de vino.

DIOS.

Dios no puede alimentarnos con una piedra ni mojarnos o helarnos con fuego.

Recuerdo que, de pequeño, le preguntaba al cura si Dios al ser Omnipotente podía “hacerlo todo” a lo que Don Isidro me respondía que sí.
Yo, entonces, le preguntaba si podía hacer una “cuesta abajo” sin que sea una “cuesta arriba”.
El cura entonces me daba la respuesta: “No es que Dios no pueda hacerlo, es que eso no puede ser hecho, es contradictorio y lo contradictorio no puede existir, si pudiera existir Dios podría hacerlo”.

Y me recalcaba que, ante las contradicciones, no nos fijáramos, no pusiéramos la vista en Dios y su poder, como para mermar su omnipotencia sino en las cosas contradictorias que no pueden existir.

La acción de Dios y de la criatura se ejercen en un plano distinto: el orden trascendente y el orden categorial.

También resulta chocante la seguridad con que se niega la actuación de Dios en el plano categorial.
A pesar de todos los pesares sólo lo contradictorio es absolutamente imposible por lo que queda un inmenso campo de la realidad para que sea posible el milagro, la acción de Dios.

Este paso del orden trascendente al orden categorial no es sino el misterio de la Encarnación, tal como lo exponen los teólogos y yo acabo de indicarlo más arriba, el paso del orden categorial al orden trascendente.


jueves, 25 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 8 ) "TRADICIÓN Y PROGRESO"



Y ahí tenemos, triunfantes, el individualismo, el liberalismo, el capitalismo, el socialismo materialista y ateo, el consumismo,…lo que criticamos desde el mundo secularizado y que ya pronosticaba la Iglesia teniendo en cuenta los presupuestos de que partía y en los que se apoyaba el proceso secularizador.

Aunque cuando se trataba de defender los derechos humanos, la libertad de conciencia, la democracia,…la Iglesia se echaba para atrás, como si no fueran también preceptos positivos religiosos, como si fueran contrarios a los derechos de Dios y a los derechos de la verdad.

Este distanciamiento comenzó ya con la Reforma (protestante), la Contrarreforma (católica) llegando, incluso a las guerras de religión de los siglos XVI y XVII.

Estas guerras que tenían tanto un componente político (nacimiento de las nuevas nacionalidades) como un componente religioso, con la división y la posterior fragmentación en diversas confesiones cristianas, originándose la incapacidad de garantizar ni la paz ni la unidad europea, ni la convivencia entre sus pueblos sino que es causa de sangrientas guerras, queriendo cada una monopolizar la fe negándole el pan y la sal a las demás.

Para garantizar la paz es preciso acudir a otros principios, por encima de la fe (escindida en diversos credos e iglesias, causa de enfrentamientos confesionales y bélicos, está la “razón común de la humanidad”.
De aquí saldrá el “deísmo”, como religión de la razón que, por motivos históricos, queda así reforzado.

Además, la Iglesia Oficial, con su jerarquía al frente se sitúa históricamente contra lo que aparece como conquistas indiscutibles de la modernidad: la libertad de conciencia, los derechos humanos, la democracia, la justicia social, la igualdad de todos los hombres,… y las Encíclicas contra el “modernismo” se suceden unas a otras, negándolos y exhortando a la resignación en nombre de un premio ultraterreno.

Es ya algo tópico y típico situar a la Iglesia contra el progreso de la ciencia (Galileo, el evolucionismo,…) pero que el positivismo y el cientificismo son la expresión de una extralimitación, llegando al otro dogmatismo (no sólo el dogmatismo religioso).

A la Iglesia le ha costado mucho tiempo aceptar los avances de la secularización, como la igualdad de todos los hombres no sólo como hermanos ante Dios, sino como ciudadanos iguales en la sociedad, iguales ante la ley, sin leyes privadas (privi-legios) y la posibilidad de participación igualitaria en los bienes naturales,…

Esta Iglesia que no parece la misma que, en sus orígenes, supo acoger dialogalmente (una vez superado algún ultra) la cultura clásica, griega y romana, que introdujo en el mundo romano ya la exigencia de separación de política y religión, y afirmó los principios de tolerancia y libertad de conciencia en materia religiosa, y que, hoy, no ha sabido conectar con la de sus orígenes, negando y despotricando contra lo que han sido avances de todo tipo, no sólo científicos, también sociales, morales, laborales.

Recordar que desde el Manifiesto Comunista hasta la primera encíclica social, “De rerum novarum”, de León XIII tuvieron que pasar 50 años (de 1.848 a 1.892) y esperar a los años 30 del siglo XX para que apareciera la “Quadragesimo anno”

La Iglesia no supo distinguir lo bueno de lo malo, lo válido y lo rechazable, del proceso de la modernidad.

La labor sanitaria y educativa, la ayuda alimenticia, la ayuda a los más desfavorecidos,…lo puso en práctica la Iglesia, con algunas de sus congregaciones (recordemos también a los jesuitas y la intelectualidad) pero eran como actos de caridad (por Dios) más que como actos de justicia (por ser personas).

La Iglesia se mantuvo encasillada mucho tiempo, demasiado tiempo aunque, cada vez más esté superando aquellas rémoras aceptando las grandes conquistas (los progresos reales) de la modernidad (aunque, confesémoslo, muy a menudo nos encontramos, en nuestra misma España, cardenales y obispos que parecen no haber pasado de la Contrarreforma, por sus declaraciones públicas y sus conductas anticuadas, fuera de tiempo)

El Concilio Vaticano II, con Juan XXIII y grupos de teólogos comprometidos, parecía que iba a ser el pistoletazo de salida de una nueva Iglesia, pero tras los primeros principios… menos mal que, actualmente, el Papa Francisco es capaz de decir, públicamente: “Defender al pobre no es ser comunista, es el centro del Evangelio”.

Pero su carisma personal no parece encajar en toda la jerarquía eclesiástica.

Los Derechos Humanos, la tolerancia y la libertad,…dejaron de ser defendidos por la Iglesia cuando el Cristianismo fue declarado “religión oficial del Imperio”, que no fue con Constantino, como a menudo se dice y se repite, sino con el Emperador Teodosio.

Ni que decir tiene que las dudas que engendró el Vaticano con el régimen nazi están en la mente popular y nada digamos en España, con el Cardenal Segura, Franco, la guerra civil o “cruzada contra el comunismo, materialismo, ateísmo,…” que perduró durante toda la larga etapa del postfranquismo, sobre todo la influencia del Opus y el desprecio a los “curas obreros”.

De la Teología de la Liberación, mejor es no hablar.

“Progresismo” y “Tradicionalismo” son los extremos, antitéticos, de una línea en el tiempo, igualmente graves.
No así, necesariamente, “Progreso” y “Tradición”.

Para el “Tradicionalismo” cualquier tiempo pasado fue mejor, la valoración de la vida humana está en el pasado, por ser pasado.
Las viejas Dictaduras de Derechas mitifican las pasadas glorias patrias a las que tratan de volver oponiéndose a la decadencia presente, pretendiendo, así, una legitimación histórico-metafísica del poder detentado.

Pero eso mismo (y no podemos ni debemos olvidarlo) es lo que hacen los nacionalismos, para quienes el “hecho diferencial” quieren y pretenden que se convierta en fundamento de derechos especiales, lo que supone una perversión aberrante que destruye de un plumazo la idea moderna de “universalización de los Derechos Humanos” y la igualdad de todos los hombres sin distinción de raza, sexo, religión, condición social,…

Estos tradicionalismos pueden acabar rayando peligrosamente en “racismos” (no hay más que oír lo que piensan y dicen los nacionalistas catalanes de los no catalanes, aunque lleven allí ya integrados durante generaciones, y lo de los nacionalistas vascos no sólo lo piensan y lo dicen, sino que matan en nombre de su raza-cultura-lengua-historia,…

Cuando la historia real no es la ideal e inventada por ellos y que en las escuelas van moldeando la mente de los niños.

El progresismo, en cambio, cambian la letra de Jorge Manrique: “cualquier tiempo “futuro” será mejor”

Estas dos posiciones no son sólo falsas, sino estúpidas, porque ambas son infieles a la realidad del ser humano y a su dimensión histórica, traicionando la esperanza (el tradicionalismo) y traicionando la gratitud (el progresismo).

Uno nos condena a la imitación, viendo perversa la originalidad, el otro nos desarraiga de la tradición de la que provenimos y nos aliena del presente.
Uno condena toda época nueva, el otro condena toda época pasada.

En el presente, el único tiempo real, se hermanan tanto la tradición como el progreso.
El presente es la condensación de posibilidades positivas y negativas realizadas en el pasado, lo que constituye el “haber” real del presente, con su correspondiente carga de “debe”

Este presente conlleva posibilidades nuevas que nos abren al futuro.

No estamos condenados por la tradición, no estamos prisioneros de los fantasmas del pasado.

Lo que mide el verdadero progreso es el capital axiológico que va realizándose en la historia.
Es a lo que hay que mirar, a los valores que ennoblecen la vida humana.

Tendremos que recoger todos los valores positivos que nos haya dado el pasado, ser fieles a ellos, tratar de conservarlos y enriquecerlos.
Y nuestro reto consiste en buscar y conseguir los nuevos valores positivos aún ausentes, para hacerlos presentes.

Para quien no comparte la fe es difícil que vea posibilidades y valores en la actitud y vida religiosa.
No sólo desde la religión puede medirse el nuevo progreso, pero tampoco sin ella, porque además de valores útiles, artísticos, éticos, científicos,…hay valores religiosos, con la dimensión de ultimidad, que está en el fondo del alma de todos los hombres, el querer no morir, el querer vivir eternamente.

El mensaje evangélico no está dado de igual manera en todos los tiempos, y hoy debe ser descubierto.

¿La esperanza cristiana es utópica?

¿Poner la meta en la otra vida, esperada y deseada, es utópico?

Los creyentes y los no creyentes lo ven, lo interpretan de forma distinta


(Sobre texto de José María Vegas, “Religión y Progreso”, en Diálogo filosófico)


FLORILEGIO 15 ( 7 ) RELIGIÓN Y PROGRESO ( 2 )

“Estamos alimentando a nuestros propios sepultureros”

Esos dos denominados “progresos”, ausentes de meta final (incluso antimeta) y sin valores (al ser sólo subjetivos) es a lo que se llama “progresismo”, el progreso por el progreso, el cambio por el cambio.

Avanzar y avanzar sin saber a dónde pero alejándonos, huyendo, del pasado y rechazando la tradición (algo ya inservible) y que comenzó ya en el Renacimiento).
 Una huida hacia adelante, como si lo posterior, sólo por ser posterior, ya era mejor que lo anterior.

Se rinde culto al futuro, por el futuro, pero el cambio puede ser a mejor o a peor.

Si lo posterior es mejor no puede ser sólo por ser posterior, habrá de ser por un criterio distinto, no sólo por el criterio tiempo.

¿Qué es la utopía sino un ideal que, por definición, no puede alcanzarse, pero que guía el proceso?
Es la zanahoria atada al palo que nunca la morderá el burro pero que lo obliga a caminar.

Negando el pasado, del que procedemos, y totalmente vertidos a un futuro sin fin, el “progresismo” (el culto al progreso por el progreso) acaba siendo perverso, porque produce el olvido y la alienación del presente, que es lo único real y que está dispuesto a sacrificar a las generaciones presentes en nombre de un futuro utópico, por definición inalcanzable.

Afirmar el valor y la dignidad humana, independientemente de su sexo, raza, condición social, religión,…o la expresión kantiana de que “el hombre es un fin en sí mismo” y no u “medio de” ni “para”…sería la expresión del cristianismo al considerar a todos los hombres iguales ante Dios, todos hermanos.
Si embargo ese denominado “progresismo” se sacrifica y sacrifica a los demás considerándolos medios para esa utopía que nunca llegará a ser real.

Ninguna generación vale por lo que de ella surja, sino por lo que ella es en sí misma.

No vale si no se está en función del futuro, pero no exime que también se mire al pasado, de donde venimos, no para repetirlo sino para guiarnos hacia el futuro, creando las condiciones medioambientales, sociales,… para las generaciones futuras, sin, por ello, despreciar o menospreciar el presente.

Ninguna persona, ninguna generación, es/ni puede ser un mero eslabón cuya misión sea sólo engarzar desde uno anterior con otro posterior.
Cada uno/cada una ya es una cadena en sí misma, con sus actos como eslabones en la conformación de su persona.

La idea, moderna, que se tiene de la religión es de una posición reaccionaria, contraria a la idea de progreso, lo que tiene razones históricas.

¿Es la secularización la muerte del cristianismo o es, sólo, su maduración?

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” es uno de los mensajes del cristianismo, por lo tanto, la “autonomía del mundo” (César) y la Religión (Dios) nos llevaría a no mezclar churras con merinas, sino que ambas ovejas o autoridades pueden convivir sin meterse una(s) en el terreno de la(s) otras(s).

Sin embargo sí se han metido una con la otra queriendo ocupar todo el terreno, con reproches y negaciones mutuas.

Son dos dimensiones distintas que no tenían que estar enfrentadas, aunque sí separadas.

Pero la secularización alcanzó, muy pronto, unos tintes antirreligiosos, queriendo ocupar todo el campo y negándole legitimidad a la religión.

En tiempos pasados fue la ruptura entre Razón y Fe (porque ésta había ocupado todo el campo en le Edad Media) y ahora es la ruptura entre Razón y Libertad, que sólo puede haberla en el campo secular (el hombre religioso no es libre sino súbdito, heterónomo, fiel, obediente, esclavo,…)

Si, entonces, el Tribunal Supremo era la Fe, ahora ese puesto quiere ocuparlo la Razón (versión físico-matemática, instrumental) triunfante y vigente, negando todo aquello que no pase por su filtro.

Se niegan los derechos de la dimensión religiosa y se la reduce a un lenguaje mítico que reviste sólo preceptos morales para mentalidades inmaduras, incapaces de pensar por sí mismo y prometiéndoles la felicidad eterna o el castigo eterno tras la muerte, en la otra vida posterior.

La religión es vista como algo alienante e inhumano, negadora de esta vida, hipotecándola por y para la otra.

Se pretende construir la ciudad secular ocupando todo el solar, no sólo con autonomía sino negando toda posible trascendencia religiosa.

La Iglesia, por su parte, se defiende criticando el proceso de secularización, en parte porque ha perdido tanto el poder como la influencia social que tuvo en otros tiempos.

La verdad sólo es, en exclusiva, la verdad científica y cuantitativa y la ética es exclusivamente subjetivista y con el criterio de utilidad, individual (en esta vida) y social, pero nada que ver con el más allá.

Las consecuencias las conocemos: el individualismo liberal, el capitalismo, el mesianismo socialista, la pérdida del sentido de la trascendencia, la explotación y dominación de unos individuos sobre otros, de unas clases sobre otras y de unas naciones sobre otras.


Aunque en las mismas filas de la secularización han surgido voces críticas, como la Escuela de Frankfurt y su crítica de la Razón Instrumental, o antes el Husserl de “La crisis de las ciencias europeas) y, posteriormente 

FLORILEGIO 15 ( 6 ) FE: RELIGIÓN/RELIGIONES



¿Y la Religión?

Durante toda la vida del hombre en la tierra ha habido religión o espíritu religioso.
El desconocimiento de los fenómenos atmosféricos (una riada, una peste, una sequía,…
¿Por qué?

La pregunta no tenía respuestas humanas, no se sabía, por lo que el “no saber” es la “conditio sine qua non” del “creer”.
Se creía en tantos dioses como fenómenos atmosféricos inexplicables, dioses capaces de parar una riada o de provocar la lluvia, de parar una tormenta o de que la cosecha sea abundante.

La religión ha sido, y es una dimensión humana por la que el hombre pretende entrar en relación existencial con los dioses.

Pero si bajamos de las religiones antiguas a las de occidente  y hoy tan extendidas (judía-cristiana-islámica) ponen de relieve el carácter de “reveladas”, siendo la misma divinidad la que toma la iniciativa y se pone en contacto, a través de la revelación con el hombre religioso.

Que el hombre llegue a Dios a través de la razón es imposible científicamente por tener que meterse en el campo de la metafísica.
Todas las pruebas, todos los argumentos que se han dado tanto de la existencia como de la esencia de Dios no tienen valor probatorio.
Pero si es Él el que se abre al hombre y se revela, un creyente lo tiene fácil, pero para un no creyente (ateo, antiteo, agnóstico) eso es inadmisible.

Admirando la naturaleza se veía a Dios en ella, como su creador, pero después los dioses se revelan a lo largo de la historia y en sociedades determinadas.
Dios se manifiesta en la Historia (recuérdese el pueblo judío, Moisés, las tablas de la Ley, la esclavitud en Egipto, la tierra prometida, la esperanza de la segunda venida,…)
Es todo el Antiguo Testamento la narración de las aventuras que el pueblo judío tiene con su Dios, Jehová a través de Moisés...
Como el Nuevos Testamento lo es para la religión cristiana, con Jesucristo y El Corán lo es para el pueblo musulmán, a través de su profeta, Mahoma.

El judío vive su experiencia religiosa entre la memoria de los acontecimientos pasados, realizados por Jehová a favor de su pueblo (sobre todo el Éxodo) y la esperanza de una salvación definitiva, con la espera de la segunda venida del Mesías y la escatología.

Hablamos sólo de las tres religiones más cercanas, monoteístas, las “Religiones del libro”, revelados a los hombres por su Dios intermediando su profeta, al menos el principal.

De la resurrección de Dios (sólo en el Cristianismo) fue un escándalo cuando San Pablo la anunció en Atenas a oyentes curiosos que se acercaron a escucharle pero que, cuando nombró el tema de la resurrección, tanto de Jesús como de cada uno, fueron yéndose alucinados y escépticos de lo que estaban oyendo.

El Cristianismo acepta el Antiguo Testamento judío con esa manifestación y guía de su pueblo pero luego aceptan la Encarnación de Dios, hecho hombre, humillado, castigado, muerto en la cruz y sepultado pero que resucitó al tercer día…

Y el Islamismo toma, en su Corán, influencias de las dos anteriores.

Dios interviene en la historia, en un tiempo lineal, con un comienzo, (la creación), un devenir (la historia) y una meta final (culmen y planificación de la historia, en esa segunda y definitiva venida de Cristo, al final de la historia).

San Agustín, en su De Civitate Dei, expone los períodos de la historia, en la que se aprecia la idea de “progreso”, aunque, a veces, aparezca lo que se nos hace un “regreso”, como la caída de Roma pero es como el atleta que, para saltar más hacia delante, retrocede para coger fuerza y velocidad, por lo que ese “retroceso” no es tal.

La Modernidad opera, desde el Renacimiento, una progresiva secularización de la escatología cristiana prescindiendo, poco a poco, de todo referente religioso, pero mantiene la idea de un tiempo lineal (y no cíclico, como en el mundo griego) y abierto, lugar de novedad y de progresiva realización de lo que, en el fondo, sigue siendo una propuesta de salvación.

Pero el hombre moderno prescinde de ese progreso religioso y tomando el tiempo en su mano se emancipa de Dios en una doble dimensión: 1.- la del progreso científico-técnico, por el que aspira a liberarse de las tiranías a las que la Naturaleza lo tiene sometido (Saber-prever-dominar o proveer) (La naturaleza ya no es admirable, espejo en el que Dios se refleja, sino objeto de dominio para aprovecharse de ella, anulando sus contratiempos) y 2.- El progreso ético-social, por el que pretende dominar su propia naturaleza, superando todas las contradicciones de una sociedad desigualitaria, contraria a los intereses y a la libertad de los individuos.

Ni manda la naturaleza, vencible con las fuerzas de la razón, ni manda el rey-príncipe absolutista, dejando el hombre de ser siervo y siendo libre, ciudadano.

En la primera dimensión (sobre la naturaleza) con el aumento de los conocimientos científico-técnicos es el valor de “utilidad” el que preside el proceso.
En la segunda son los valores de libertad y justicia los que presiden el proceso.

Los dos progresos llevan anejos una escala axiológica,  el saber y dominar y la puesta en práctica de los Derechos humanos.

Naturalmente el proceso de secularización es impensable si previamente no estaba cristianizado, como si la secularización no fuera sino la maduración del cristianismo, despojándolo de las adherencias que estaban deformándolo.

Las armas de la emancipación moderna son, por una parte, la razón, en su versión exclusivamente instrumental, físico-matemática, porque “la naturaleza está escrita en len guaje matemático, así que esa es la llave que va a permitirle entrar, conocerla y dominarla, siendo señor y dominador, y ya no esclavo y dominado.
Pero de esa manera la razón deja al margen otros valores, los cualitativos y no cuantitativos, al incidir en lo matematizable, de lo no matematizable nada quiere saber y queda relegado al ámbito subjetivo.

Y la libertad humana, siendo señor de sí mismo, decidiendo por sí mismo y venciendo el absolutismo con su individualismo.

Aunque, posteriormente, ya en el siglo XIX, cuando el modelo determinista de la ciencia física se haga cargo del sujeto humano como objeto de investigación (Sociología y Psicología) el positivismo acabará concluyendo que nada hay de la tan pretendida y aclamada libertad o dignidad humana: el hombre y su comportamiento están determinados por leyes (biológicas, psicológicas o sociológicas) tan rígidas como las de la naturaleza física a pesar de la falsa creencia de su libertad.

El progreso científico-técnico, llevado a su extremo, lejos de ser garantía de una vida humana, individual y social más libre y éticamente más valiosa, será sutilmente dominado por potentes técnicas de manipulación que las “ciencias humanas”, creadas por él, lo han convertido en monigote, aunque sea inconsciente de ello y crea ser el que elige lo que elige.

¿Dónde queda el “antropocentrismo” cuando a lo que se ha llegado es a una élite que, con medios potentes y sutiles, son dueños y señores de la gran mayoría de los hombres?

Los totalitarismos modernos, brutales (como el nazismo y el estalinismo) o sutiles (como el capitalismo) son los finales a los que el hombre ha llegado en su búsqueda de la libertad.

Igualmente el progreso ético-social, al final, se rige por valores subjetivos, sin fundamento objetivo (lo bueno es lo bueno para mí, ahora y así)

La ambigüedad del progreso moderno estriba en que desaparece uno de los referentes esenciales de la idea misma de progreso: la realización de valores.
Una buena publicidad nos hará ver bello lo feo o feo lo bello, justo lo injusto, y al revés, bueno lo perjudicial y al revés… siendo los nuevos dueños de los medios de manipulación los que nos irán convenciendo de los valores que ellos quieren que nosotros aceptemos y los adquiramos, porque, en el fondo, su valor fundamental, el que rige todo su actuar, es el beneficio, la ganancia, la acumulación de riqueza y tú (y yo) creyéndonos “libres de” y para elegir somos “esclavos de” estos sutiles nuevos señores.

miércoles, 24 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 5 ) RELIGIÓN Y PROGRESO.(1)



 Parecen, nada más verlos, dos términos o conceptos antitéticos.
La Religión da la impresión de ser cosa de nostálgicos y menores de edad, incapaces de asumir su autonomía sin apelar a instancias superiores en que apoyarse.

Cuando uno oye al Papa o a otra autoridad eclesiástica defendiendo propuestas progresistas (“Defender a los pobres no es ser comunista, es el centro del Evangelio, hasta tal punto, que nosotros seremos juzgados sobre ello” (Papa Francisco 6-abril-2.020) son alabadas por los progresistas oficiales, pero no por lo que tienen de “religiosas”, sino por lo que tienen de “progresistas”

Se ha dicho que “arte es lo que hacen los verdaderos artistas”, “la religión lo que hace el verdadero santo”, “filosofía lo que hace el verdadero filósofo”.
Siguiendo con lo anterior: “progreso es lo que hacen los progresistas”
¿Y quienes son los progresistas? Los que así se definen ellos mismos.

Los de izquierdas se llaman a sí mismos “progresistas” por oponerse a la revolución conservadora y neoliberal que (al menos parece que) está triunfando.
Descalificar al adversario es calificarse a sí mismos.

Incluso los que se consideran de centro-derecha son descalificados, lo que no ocurre si se consideran de centro-izquierda.

Ser “progresista” o ser “reaccionario” viene a equivaler a ser “de izquierdas” o “de derechas”.

“Nosotros, los progresistas” tiene un fuerte contenido axiológico positivo, como si quisiera decir: “nosotros, los justos, los honestos, los buenos, los que tenemos razón…”

Cuando afirmamos que este partido, esta ley, este programa,…es “progresista” lo primero que hay que hacer es preguntarse cuál es la meta a la que se dirige, qué intenta conseguir, hacia donde se encamina.
¿Conseguir la justicia luchando contra la injusticia?
¿Y quién es el que así la califica? ¿El progresista? Entonces no me vale pues es equivalente a decir “lo que nosotros, los progresistas, decimos, hacemos, pretendemos,…es lo justo, lo bueno,…por lo tanto el que no piense, haga, pretenda,…lo que nosotros son injustos, malos,…”

¿Cuál es el criterio? ¿En qué se fundamenta? ¿En ellos mismos? Entonces no me vale, porque la garantía es nula, “porque yo lo digo”.

La historia es una sucesión de hechos pero ¿buenos o malos, justos o injustos? Los hechos están preñados de valor o de disvalor, el simple y mero cambio no es un valor, pues el cambio puede ser para avanzar o para retroceder.

El “progreso” además de implicar un “cambio” debe implicar un valor positivo.

La idea de “progreso” lleva aparejada la suma de dos ideas: la de “cambio” y la de “valor”.

Hay progreso donde aumenta la justicia (valores éticos y sociales), donde se realizan adelantos científicos (valores intelectuales) o adelantos técnicos (valores de utilidad), donde mejoran las técnicas y las realizaciones artísticas (valores estéticos) o donde se depura la religión (valores religiosos).

La historia de la humanidad está plagada de procesos de progreso y de regreso y como son varios los valores, a veces el progreso en un valor arrastra el regreso en otro valor (progreso tecnológico y regreso en justicia).


¿Son objetivos los valores (independientes del sujeto que los aprehende) o sólo son subjetivos (relativos, históricos, circunstanciales, contingentes)?

¿“Ser valioso” es equivalente a “ser tenido por valioso” de manera que si no es de mucho “interés”, si no interesa ya no se le hace caso y ya no vale?
“X es valioso = hay interés por X”.
Relación entre objetos cualesquiera y sujetos interesados y si cambia el objeto y/o cambia el interés àcambia el valor.
El valor, pues, es “relativo” y su clasificación es dependiente del interés que el sujeto tenga.

El relativismo es, teóricamente absurdo y prácticamente imposible, nada, pues, es objetivamente valioso, ni las cosas, ni las actitudes, ni las personas son valiosas por sí mismas sino sólo en la medida en que alguien se interese por ellas y las valore de una determinada manera.

Estamos hartos de ver que una vez muerta una persona (no en vida) se le reconocen los méritos (éticos, intelectuales, artísticos,…) que, como en vida no se le reconocieron ¿fue porque no eran valiosos y ahora sí lo son? ¿Es que ha contraído los méritos después de muerto?

La corrupción política ¿sólo lo es si es denunciada, pero si no se conoce no existe, ya que nadie la ha valorado como conducta corrupta (utilización de bienes públicos en beneficio de intereses privados?

¿Lo que no se ve, lo que no se sabe, no existe?
¿El valor o disvalor depende sólo del conocimiento?

Si los códigos morales varían según la época, la cultura,… ¿es porque eran “subjetivos”? ¿O eran “objetivos” entonces?

¿No era verdadera la teoría geocéntrica en la Edad Media y hoy la consideramos falsa?
Pero no era por “subjetivismo” sino por el “perspectivismo” de nuestro acceso al mundo de los valores.
 
Ninguna época, cultura, individuo,…conoce y realiza todo el universo de los valores, sino que su acceso a él está mediado por sus condicionamientos concretos: prejuicios, necesidades e intereses pueden “velar” “ocultar”, “tapar” el conocimiento de un valor e impedir su reconocimiento.

Vivimos como si hubiera valores objetivos y no podemos vivir de otra manera.
No podemos ser como Groucho Marx: “Éstos son mis principios (por los que actúo así) pero si no le gustan, tengo otros”, esto es un sarcasmo (aunque, parece que. no lo dijo).

¿Cuáles son los criterios, objetivos, para medir el progreso? Porque si son relativos, subjetivos,… no  puede ser considerado progreso, sólo habría cambios históricos “de facto”, pero no podrían considerarse ni en la línea de lo mejor ni en la de lo peor si no existen criterios objetivos de medida.

Los progresistas son relativistas y para ellos, afirmar la existencia de valores objetivos es una rémora de un pasado dogmático e intransigente.

El progresismo, pues, al ser relativista (hoy sí vale) no está a favor del progreso, medible con criterios objetivos.

lunes, 22 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 4 ) ¿MUERTE DE LA FILOSOFÍA?





Mientras haya Ciencia habrá filosofía y nadie piensa que la ciencia muera.

Habrá, pues, o una Filosofía que defienda a la Ciencia, o que se defienda de los ataques de la Ciencia queriendo ocupar, ella sola, todo el campo de la verdad, o que intente comprender la Ciencia o que defienda un control humano de la Ciencia.

Así que es inimaginable la muerte de la Filosofía.

La filosofía dialogó con la religión-teología, también la defendió, poniéndose a su servicio, también la atacó, luego se separó distinguiéndose de ella hasta independizarse de ella.
Pues lo mismo ocurre u ocurrirá respecto a la Ciencia.

Aunque el Círculo de Viena, con su giro lingüístico, negó la filosofía como un sistema de conocimientos reconociéndole sólo como un sistema de actos.
Pero el Círculo de Viena nació, se desarrolló y pasó a la historia, mientras la Filosofía sigue porque ha sido y es una creación cultural, como otra de tantas, que remite al hombre, así que mientras el hombre no desaparezca…

¿Qué ha pasado por situaciones de crisis?. Por supuesto, pero renace de sus cenizas y vuelve a estar vigente, aunque sea con otra temática como núcleo fundamental.

Porque hablar de “filosofía” es hablar de la “razón” y ¿cuántos tipos de razón hay?: Razón Teórica, Razón Práctica, Razón Dialógica, Razón Filosófica, Razón Instrumental, Razón Comunicativa, Razón Vital, Razón Histórica, Razón Estética, Razón Mítica, Razón Religiosa, Razón Teológica, Razón Profética, Razón Dialéctica, Razón Combativa, hasta Razón Poética de nuestra malagueña María Zambrano o Razón Arrodillada de Carlos Díaz

Así que, si la Filosofía se mueve en el ámbito de la Razón….habrá muchos y variados filósofos y filosofías.

Aunque, propiamente hablando, más que muchas Razones son muchos los usos que los hombres hacen/pueden hacer de una sola y misma Razón Subjetiva (la de cada uno)

Una razón, distintos objetos sobre los que razonar, distintos métodos a emplear,…

Aunque, como los 10 mandamientos se resumen en uno, las dos concepciones fundamentales de la razón son: la Kantiana (pesimista) y la Hegeliana (optimista).

Para Kant la Razón puede mucho, pero no lo puede todo, es limitada, tiene unos límites, tanto por abajo como por arriba. Ni por debajo de ellos ni por encima de ellas la Razón nada puede hacer.
De ahí la definición de Razón Crítica (antes de lanzarse a razonar veamos qué es lo razonable).

Para Hegel, sin embargo, la  Razón lo puede todo, es una Razón Absoluta.

Entre esas dos grandes concepciones de la Razón pueden ubicarse todas las demás.

Son muchos los usos de la Razón y no todos valen para todo pero aferrarse a sólo uno de ellos y desde él querer razonarlo todo llevará, inevitablemente, a la confusión, al caos.

El problema de la transformación de la sociedad, o el problema de la orientación de la política, o de la crítica negativa o de defensa de la religión, o la jerarquía de los valores, o del sentido o sinsentido de la vida humana,…son problemas tan distintos que son imposibles de ser tratados por todos los usos de la Razón.

Hay dos temas (o continentes) de la cultura actual, como son la Ciencia y la Religión, que parecen ser antitéticos e incomunicables y es la Razón Filosófica la que puede hacer de puente, tender un puente entre ambas orillas o, por el contrario, destruir los posibles puentes.

Igualmente, desde Aristóteles y su definición, el hombre es “un animal (viviente sensible) racional (la diferencia específica)”
Pero que el hombre es racional no quiere decir ni puede concluirse que “sólo sea racional”, también es “pasional”, “afectivo”.

Razón y pasión (sobre lo que tengo por ahí escrito un artículo en mi blog)

Además no podemos identificar ni confundir la “Razón”, tanto la Deductiva como la Inductiva, que son recorridos para llegar a una meta desde un punto de partida, con la “Inteligencia”, que, intuitivamente, de golpe, sin tener que razonar, capta la verdad porque se le presenta como “evidente”. Es evidente que el triángulo tiene/tiene que tener tres lados, ni más ni menos, lo que no es evidente es que la suma de sus tres ángulos internos tengan que ser equivalentes a dos ángulos rectos o 180 grados.

Es lo que tantas veces he afirmado: que si existe Dios, no puede ser Racional, buscador de la verdad, (y no es que sea irracional) sino que tiene que ser Inteligente.

¿Puede haber una “doble verdad”, religiosa y filosófica, como ocurrió en la disputa medieval averroísta o habrá que jerarquizar los distintos usos de la razón?

¿Puede identificarse la religión como el ámbito de la oscuridad, de la opresión humana (aunque muchas veces así haya sido considerada, sobre todo por la tradición ilustrada?
¿Todo el campo es cubierto por la ciencia o quedan ámbitos en que no puede meterse, que les están vedados?

¿No puede haber un “proyecto” integrador en que se recojan todas las aportaciones positivas de los varios y variados filósofos y sus filosofías?

Si el lema de la Ilustración kantiana fue: “Atrévete a “pensar” por ti mismo, sin necesidad de tutores varios…” ¿No podría ser, en el siglo XXI, el lema: “Atrévete a “proyectar” aprovechando el esfuerzo creativo y la experiencia intelectual de muchos otros filósofos”?

¿Qué hombres deseamos ser en el siglo XXI? Y para este proyecto de futuro la Filosofía puede ayudar a reflexionar sobre el mismo.

Aprendamos de la historia y de sus proyectos fallidos, para no intentar, tan siquiera, actualizarlos otra vez.

(Igualmente sobre el Cristianismo y el Marxismo, como proyectos fracasados aparece en algún lugar de mi blog)
 En un siglo en el que están surgiendo emprendedores, con proyectos concretos y entusiastas, ¿por qué no emprender el proyecto: “¿Qué clase de hombre queremos ser en el siglo XXI?


domingo, 21 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 3 ) ¿PENSAMIENTO DÉBIL? ¿RELATIVISMO ÉTICO?




El “pensamiento débil”, tan instalado en la sociedad, no está preocupado por los fundamentos para la moral, el derecho o la política.

Dejar sin fundamentos a esas tareas es renunciar a un edificio firme y quedarse en las casa de hojas o palos de Los Tres Cerditos, hasta que el tercero lo hizo con piedras y el lobo ya no pudo destruirlo.

Es necesaria, pues, la participación, no sólo de los expertos (por supuesto), también de la ciudadanía.

Es estúpidamente demagógico pretender que sean los ciudadanos quienes decidan sobre cuestiones especializadas, sin contar con los expertos (conozco a quien para evitar pagarle a un arquitecto el proyecto, su seguimiento,… su trabajo lo construyó él mismo con el consiguiente agrietamiento de los tabiques por mala, deficiente, cimentación).

No contar con los expertos y dejarlo sólo en manos de los políticos es como dejar la guerra sólo en manos de los militares sin contar con los ciudadanos representados por sus políticos.

Quien declara la guerra es el parlamento, no la cúpula militar.

El desafío de la globalización, con su vertiente financiera y ecológica, el multiculturalismo y la exclusión, están ahí, ante nosotros.

Organizar, pues una sociedad civil mundial, con todos esos inconvenientes, es necesaria una “moral diligente, alta” y no una moral esporádica y perezosa.

Quizá el gran problema sea la capitalización de que sólo la cultura occidental, a su imagen y semejanza, es la única capaz de enfrentarse a ese problema sin tener en cuenta las demás culturas, de ahí la necesidad del diálogo intercultural.

“No deja de ser curioso –afirma Adela Cortina, en Diálogo Filosófico,)- que tanto alardeen de relativismo moral grupos sociales que comen los mismos productos, visten los mismos atuendos, cantan las mismas canciones,…como si fuera más aceptable universalizar la racionalidad económica que la racionalidad moral.
El MacWord parece imponerse sin que los intelectuales se rebelen, mientras que intentar universalizar contenidos de justicia les parece totalitario e impositivo.
Sería de desear que en el futuro los intelectuales se rindieran ante la evidencia de que en la vida cotidiana el relativismo moral va perdiendo terreno por la sencilla razón de que es inhumano”.

Universalizar los intereses económicos, liberalizar los mercados, abrir las puertas al capital, pero dejar que los pueblos no progresen en el terreno moral, en el terreno humano, y que sea, sólo y únicamente, consumidores de los productos, aunque fabricados, con materiales expoliados y con mano de obra barata.

Atender a lo mío, desentenderse de la vida de los otros.

La Ética que pone el acento en la “vida buena” o la que otorga mayor relevancia a las “normas de la justicia” puede ser una disyuntiva inclusiva y estar presentes ambas, pero “rebajadas” para que pueda ser universalizada para que pueda ser aceptada para personas de culturas diferentes desoccidentalizándose porque el multiculturalismo gravitará potente en una sociedad de migraciones humanas, trasvase de ideas y afirmación de identidades culturales.
El pluralismo moral, consecuencia del multiculturalismo, como ya lo fueron anteriormente el pluralismo ideológico, religioso y político se perfila como asunto a tratar en el inmediato futuro (ahí están los Testigos de Jehová y el problema de las transfusiones de sangre en una sociedad plural y tolerante)

Ética medioambiental, bioética, ética empresarial, deontologías profesionales (médicos, jueces,…), feminismo, vientres de alquiler, planificación familiar, manipulación de embriones, robots con inteligencia artificial,… temas éticos que cada vez estarán más presentes.

La coexistencia de personas de culturas diferentes exige una “ética mínima” o “mínimo común moral” en muchos valores.

¿Podrá la Ética reivindicar competencias normativas sobre la praxis de la ciencia?
¿Todo lo que “puede” ser hecho “debe” ser hecho o, al menos, no obstaculizar su praxis?

El relativismo ideológico, como el relativismo religioso,… bajo la presión del multiculturalismo, ¿pero también el “relativismo moral”? Esto será un problema (como el de la transfusiones de sangre, como al principio fue un problema los transplantes de órganos, como el corazón)

Si el ¿ecumenismo religioso? ya se admite como algo normal ¿también lo será el “ecumenismo moral”?

FLORILEGIO 15 ( 2 ) ÉTICA


Hoy nadie duda del primado indiscutido de las ciencias, tanto de las formales como de las empíricas, primacía del conocimiento científico.

Pero así como algunos defienden la “Filosofía Primera”, aristotélica, posteriormente denominada “Metafísica”, la que habla del “ser”, también contemplan las “filosofías segundas” o “filosofías regionales”, “Filosofía de los seres” que serían las que ya hemos mencionado como “Filosofías de…..”

Pero ya sabemos que lo “metafísico”, al no ser empírico, ni puede ser verificado ni puede ser falsado.
Los “enunciados metafísicos” nada tienen que ver con los “enunciados científicos”, demostrables o contrastables.

Recordemos las cuatro preguntas kantianas: “Qué puedo conocer”, “Qué, o mejor, Cómo debo obrar”, “Qué me cabe esperar” y resumiéndolas en “Qué es el hombre” que sería una Antropología Filosófica (para vivir humanamente) que no excluye otras Antropologías Científicas, objetivas.

Y, tras intentarlo de tantas maneras, una vez encontrada una verdad ¿puede uno quedarse descansando en ella o es sólo un escalón de los muchos de la escalera que invita a seguir subiéndola sabiendo que cada vez que sube un escalón, socráticamente, al descubrir y divisar más paisaje, más campo a descubrir, a conocer, y seguir subiendo y subiendo?.

No aceptes nada como verdadero a no ser que lo hayas demostrado o contrastado pero sé consciente de que el campo a demostrar o contrastar es mucho más amplio que el pequeño metro cuadrado sobre el que has asentado los pies.

La tentación de suspender la búsqueda por el placer de haber encontrado un área de servicio, de descanso, es renunciar a seguir viajando y descubriendo otros paisajes.

Se empieza por la actitud natural pero hay que superarla.
Como el niño acepta la verdad que su señorita le muestra, pero hay que superar a la señorita y a cuestionar lo aprendido para “atreverse a pensar por sí mismo”
Refugiarse en la autoridad, tanto humana como divina, es la manifestación de un pensar infantil, que no tiene que ser falso (aunque tampoco verdadero) pero hay que constatarlo por sí mismo.

Está bien pasear por la edad antigua y por la edad media, incluso por la sugerente edad moderna, pero en la actual, en la contemporánea, todos los valores parecen estar revueltos y habrá que intentar ponerlos en orden con el criterio de la razón intersubjetiva, en un constructivo diálogo crítico, abierto y sin prejuicios pero navegando ya en el nuevo paradigma cultural y social que te oferta un pensamiento débil, cómodo, confortable.

La filosofía actual se vanagloria de haber dejado de ser “esclava”, como lo era la filosofía antigua, pero en cuanto quiere proclamarse “señora” se le echan encima las ciencias y vuelven a ponerla a su servicio.

Igualmente ocurre con la Teología, a la que le han salido teologías de dioses más mundanos que divinos y que reclaman su atención para conseguir feligreses.


Sin embargo 

viernes, 19 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 1 ) FILOSOFÍA-FILOSOFÍAS

FILOSOFÍA-FILOSOFÍAS

¿Le queda algún espacio de reflexión a la Filosofía tras el desarrollo, tan intenso y tan amplio, de las Ciencias Naturales y de las Ciencias Humanas y sociales?
Si las Ciencias son las antiguas ramas del árbol de la Filosofía, desgajadas y plantadas en tierra donde han “agarrado”, desarrollado y producido sus propios frutos y cada ciencia es una rama desgajada ¿Le queda, todavía, alguna rama que desgajar o ya sólo queda el árbol mocho, como un poste ahí, clavado?

¿Le quedará, ya, a la filosofía sólo el tema del lenguaje y su análisis tanto del lenguaje ordinario como el lenguaje científico?

¿Queda vetado a la filosofía hablar, analizar, la realidad porque ésta ha quedado ya dividida y repartida entre las ciencias actuales y de las que vayan surgiendo, incluso dentro de una de esas porciones?

Reducir la filosofía a análisis del lenguaje es equivalente a cuando la filosofía era “ancilla Theologiae”, un/una “criada” al servicio de una “señora”

¿Y la vida (no como fenómeno biológico) sino como vivencia y como proyecto, individual o compartido? ¿Y los valores no utilitarios y ni serviles? ¿Acaso es la “utilidad” el único criterio de verdad?

Las ciencias, es verdad, que están orientadas al “bien-estar” de los hombres, tanto con conocimientos como con sus creaciones tecnológicas pero ¿y el ¿bien-ser”?
¿Es que “ser mejor persona” desmerece respecto a las comodidades del “estar-bien”?
Sólo así la filosofía podría superar el menosprecio que sufre, tanto a nivel social como a cargo de los científicos.
También si los autodenominados y denominados “filósofos” abandonasen el complejo de “funcionarios” y entrar a explorar nuevos caminos de esperanza y de buscar un nuevo sentido en un mundo en transformación.

Si cuesta hablar de “filosofía” en sí, es constatable que de todas las ciencias hay filosofía: Filosofía de la Biología, Filosofía de la Física, Filosofía de la Matemática. Filosofía de la Historia, Filosofía de la Política, Filosofía de la Sociedad,…

Se palpa el desinterés por la Epistemología de tradición filosófica como disciplina independiente y general y el máximo interés por las Epistemologías especiales, presentándose como desvinculadas entre sí.

¿No es posible incidir en la reflexión de Penrose sobre la reconstrucción de una nueva Física que se acerque a una visión unitaria del mundo en que cupieran lo biológico y lo psíquico, sin dualismos y sin reduccionismos.

Porque, hasta ahora, lo más cómodo y lo más fácil ha sido hacer un recorrido por la Historia de la Filosofía exponiendo el pensamiento de los autores, conectándolos en su tiempo y en su cultura y sociedad, como lo hacen los profesores de literatura con la historia de los diferentes autores analizando su producción literaria, con la impresión de que ni los filósofos hacen filosofía ni los profesores de lengua y literatura no producen literatura.

Tengo en mi despacho un tocho (de gran tamaño) de Filosofía de la Ciencia, que vimos en clase, durante un curso, a cargo de un Catedrático de Filosofía de la Biología (sobre la que tiene una extensa colección de publicaciones).

Filosofía de “la ciencia”, en general, que ha ido, luego y además, troceándose para filosofar sobre una base científica rigurosa, como son todas las ciencias, de ahí la Filosofía de….Filosofía de….Filosofía de… dando la impresión que una vez liberada de la subordinación a la teología y al haber dejado e camino libre a la razón, hayan surgido las ciencias, varias y variadas, y la filosofía, que no quiere desaparecer del mapa y al haberle desgajado las distintas ramas, científicas, ha pasado a ser, si no esclava, si subordinada y ayuda de las ciencias.

La Epistemología general, de tradición filosófica, obligada a ser marco de referencia de las epistemologías especiales.

La Epistemología general contribuye a la educación y posibilita la aparición y sostén de una sociedad crítica y abierta e imposibilitando o debilitando la manipulación social y la demagogia y posibilitando una sociedad futura más crítica y abierta.

Me pregunto si llamamos “verdaderos” aquellos pensamientos en los que estamos de acuerdo y que concuerdan con mis pensamientos, negándole veracidad a los que desentonan con los míos.

Un tema muy tenido en cuenta a primeros de siglo fue el “lenguaje”, no tanto sobre las teorías de su origen como el fácil aprendizaje de la lengua materna al tiempo de la dificultad de aprender otra cuando los esquemas mentales ya se habían establecido, con la problemática de la traducción perfecta de los contenidos de una lengua a otra.


Del lenguaje científico, del neopositivismo o del lenguaje vulgar u ordinario, de 

FLORILEGIO 14 ( y 7 ) YO-YO. YO-SOCIEDAD (LOS OTROS), YO-ABSOLUTO (DIOS)



YO-YO.  YO-SOCIEDAD (LOS OTROS),   YO-ABSOLUTO (DIOS)


¿QUÉ ES EL HOMBRE?

Pregunta que, inmediatamente, origina otra pregunta: ¿Para quién?

Porque a lo largo de la historia, a lo largo de las culturas, el concepto de qué sea el hombre ha variado tanto como las culturas mismas.

Pero, haciendo una selección, podría ser:

.- El triple o cuádruple concepto griego del hombre.
.- El hombre medieval.
.- El hombre renacentista.
.- El hombre mecanicista.
.- El hombre ilustrado.
.- El hombre en Kant.
.- El hombre en Hegel.
.- El hombre en Marx.
.- El hombre en el evolucionismo.
.- El hombre en el existencialismo.
.- El hombre en el personalismo.
.- El hombre en el cientificismo.
.- El hombre en la actualidad.

.....

EDUCADOR.

El docente es un profesional, pero no un mero enseñante de contenidos. Es/debe ser sobre todo, un Educador.

Información (conocimientos) y educador (persona) ni son opuestos ni son equivalentes.

Pueden ir conexos, pero no necesariamente.

Todos conocemos a personas educadas, de carácter abierto y jovial, tolerante con todo lo tolerable y respetuoso, siempre, con TODAS las personas.

Y, al contrario, personas ineducadas, indeseables, fastidiosos, molestosos, pesados, violentos, no sólo intolerantes, también irrespetuosas con las personas (xenófobos, racistas, fanáticos,…) y que son unos genios intelectuales en algunas o varias materias.

¿Hay que enseñar y educar para la adaptación a la sociedad en que viven o para que, conociéndola, intenten mejorarla?
¿O hay que enseñar y educar para la sociedad del mañana y para que vayan preparando su advenimiento?

……

DIOS.

La historia de Occidente, desde la antigua Grecia hasta el momento actual se identifica, en gran parte, con la historia de la palabra “dios”

Sus significados, salvo raras excepciones, remiten a una pretensión de trascendencia absoluta.

Son muchos, tanto mujeres como varones, que a lo largo de la historia, han vivido con Dios y han muerto en nombre de Dios.

Politeísmos, monoteísmos, teísmos, deísmos, ateísmos, antiteísmos, agnosticismos,… son todos ellos testimonios indudables de la presencia de “Dios, o dios, o dioses”) para afirmar su presencia, para negarla, para oponerse a ella, para vivirlo,…tanto en el pasado como en el presente.

Siguiendo a San Anselmo, hasta para negar a Dios Éste tiene que estar presente en su mente.

¿Cómo puede negarse la existencia de algo sin saber qué es ese algo?

Hay personas que afirman “vivir en Dios”, que han tenido una “experiencia divina”.

¿Puede tenerse, puede haber una “experiencia” de Dios siendo así que Dios no es sensible (material) y, por lo tanto, no puede ser objeto de experiencia?

Si son varios los místicos que así lo afirman ¿es del mismo tipo sus experiencias? ¿Cómo lo experimentan cada uno? ¿Cómo se les hace presente Dios?

No puede ser ese Dios el Dios de los filósofos.

Nadie duda de que Dios puede ser/es objeto de especulación intelectual, ahí están todos los “tratados” sobre Él, incluso la Teodicea (que ya supone su existencia) es/intenta ser una “justificación de la misma”.

Y de argumentos está sembrada la historia: desde el Argumento Ontológico de San Anselmo a las famosas, repetidas y requeterrepetidas 5 vías tomistas (desde la de la Necesidad a la Cosmológica pasando por la de la Causa Eficiente y la de Perfección) y que, quizá con algún retoque han seguido vigentes hasta la actualidad con el neo-tomismo o la neo-escolástica, siendo la doctrina oficial de la Iglesia.

Pero este acceso argumentativo es muy distinto al carácter experiencial y vivencial de Dios, con contacto inmediato y directo y no mediado.

Tanto la Teología como la filosofía, como cualquier ciencia, sus pretensiones y objetivos es buscar y encontrar la verdad que, para ser tal, debe mostrarse consistente con la experiencia sensible, bien directamente o mediada por instrumentos varios cuya exactitud es superior a la mera experiencia sensible del investigador.

Si bien, es verdad que la Teología, con el concepto de “creación” en sus entrañas, ha cedido ante el auge del Evolucionismo igual que la moral religiosa ha cedido ante el carácter social y cultural de la misma.

La pregunta, sin embargo, siempre ha estado presente: “Es accesible la Trascendencia de Dios a las limitadas capacidades cognoscitivas humanas?

Por supuesto, querer probar algo divino basándose en la revelación es dar por supuesto no sólo que Dios existe sino que, además, contacta con los hombres a través de su palabra, lo cual es mucho suponer y suscita muchas preguntas y ninguna respuesta racional.

¿Puede saberse qué es “lo divino” para todos y cada uno de los que afirma haber tenido/tener contacto con ello sin saber qué es?

Recuerdo la respuesta de Pablo de Tarso respondiendo a quien le preguntó cómo era el cielo, la felicidad ultramundana que les esperaba: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, esas son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”.

A fin de cuentas no dice qué, es una definición negativa, como si a quien se le pregunta qué es un elefante responde que no es un león.
O, como suele decirse, es como si alguien dice que ha visto un ruiseñor sin saber qué es, ni cómo es, un ruiseñor.

¿Qué es “lo divino”?

Lo no humano, lo no captable por la experiencia sensible, lo no visto, lo no oído, lo inimaginable,… ¿qué es, pues, eso que se hace presente y vivido?

Los hombres tenemos experiencias sensibles tanto externas, de lo que está ahí, lo que se ve, se oye, se toca,… como internas (de tristeza, de alegría, de remordimiento, de estupefacción,..) ¿Pero “de lo divino”?

Los que conocemos el método hipotético-deductivo, el que se usa en las ciencias empíricas, sabemos que el punto de partida es la experiencia (inmediata o mediada) y que el punto de llegada, el que confirma/verifica/contrasta,… lo deducido por la razón (primero la Inductiva para subir y proponer la hipótesis posible, y luego la Deductiva, que saca las consecuencias que deben darse si la hipótesis es correcta o adecuada)

Experiencia- Razón Inductiva- Hipótesis- Razón Deductiva – Experiencia.

Más aún, hasta la ciencia ha renunciado, ha abandonado, la idea del observador-espejo.

El “espejo conocido” es una suma de un elemento subjetivo (que pone el cognoscente) y un elemento objetivo (que proviene de la experiencia)

A (objeto conocido) = a (objeto trascendente al sujeto, experienciable) + b (la forma subjetiva de conocer)

Pero en la “vivencia de Dios” ¿cuál es el elemento objetivo, Dios? ¿O todo y sólo es subjetivo?.

Pero eso lleva a considerarlo como un fenómeno psicológico, más una alucinación que una ilusión, pero no una experiencia.

¿Cómo se presenta esa “vivencia de lo divino” en las distintas culturas que adoran a sus dioses?.

¿Acaso Dios es/tiene que ser como yo/nosotros lo pensamos, según las propias facultades cognoscitivas de que disponemos?.
¿Puede encajarse a Dios (Infinito,…) en los estrechos y finitos moldes humanos?
¿Puede medirse el agua del mar con una botella?

Pero, si alguien dice que ya sabe qué es real y verdaderamente “lo divino” y que está viviéndolo, quiere decir que  ya ha accedido a lo divino.

Se afirma que Pascal se había encontrado con Dios y que llevaba escritas y cosidas en su ropa frases correspondientes a ese encuentro, que no era el Dios de los filósofos sino un Dios totalmente diferente y vivido por él, que no pertenecía a culturas exóticas, de escaso desarrollo y capacidad para razonar:

“Año de gracia de 1.564. Lunes, 23 de Noviembre, día de San Clemente…desde alrededor de las diez y media de la noche hasta, más o menos, las doce y media. Fuego. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos ni de los sabios. Certidumbre, certidumbre, sentimiento, alegría, paz. (Dios de Jesucristo). “Deum meum et Deum vestrum”. Tu Dios será mi Dios. Olvido del mundo y de todo menos de Dios. No se le halla más que a través de los caminos señalados por el Evangelio…Alegría, alegría, alegría, lágrimas de alegría”.

¿Por qué llama “Dios” a lo que no encuentra igual que sus nociones y conceptos filosóficos?

¿Qué le hace decir que “lo por mí vivido es Dios”?
¿No era el Dios de Abraham, el de Isaac y el de Jacob?
¿No eran esos unos conceptos culturales, de un pueblo, de un lugar, de una cultura?

Y el de una persona de otra cultura ¿qué diría?

Pascal ha vivido algo enormemente íntimo y enormemente superior y a eso le ha dado el nombre tomado de una tradición.

¿Captarlo como “divino” y tener que expresarlo con conceptos tomados de una cultura concreta que creía en ese Dios?

Cuando Nietzsche afirma que “Dios ha muerto o, mejor lo hemos matado, vosotros y yo…” se refiere sólo al Dios cristiano, un Dios cultural, pero ¿no hay otros dioses en otras culturas?

En un artículo escrito hace bastante tiempo reflexioné sobre: ¿“Qué quiere decir Nietzsche con “Dios ha muerto”? (habrá que preguntárselo a Google)

Para Nietzsche era superfluo, incluso dañino y antihumano, ese Dios formado a imagen y semejanza de la cultura dominante de la modernidad.

Vattimo, postmoderno, lo expresa de otra manera: “Dios muere en la medida en que el saber ya no tiene necesidad de llegar a las causas últimas”

Si los argumentos racionales no son aptos para llegar a Dios, nosotros, los hombres, racionales, ¿Podemos tener/hay otros caminos transitables por los que se pueda encontrar a Dios?

¿O sólo dando el salto, a ciegas, con la fe?

San Agustín decía demostrar, con la razón, la existencia y la esencia de Dios y, después, con la razón se explicaba lo encontrado.

1.- “Intellege ut credas” (Razones para creer), 2.- “crede ut intelligas” (cree para entender), 3.- “Intellege ut credas” (para aclarar, para dar razones de lo creído).

Si quien afirmara haber tenido una “vivencia divina”  dijera “no sé qué significa lo que me ha pasado”, “no entiendo el resultado de esta experiencia-vivencia”

¿Eso es “el Dios vivido”?

¿Qué contenidos habrían de tener unas experiencias-vivencias en las que se pudiera reconocer lo divino?

Porque ¿puede ser controlable y controlado por los hombres, finitos, limitados,… un Dios infinito en todas las cualidades, eterno, perfecto, transcendente,…?

Quien dice haber tenido esa vivencia juraría que la ha tenido, que estaba seguro-seguro-seguro pero si le hubiéramos preguntado ¿de qué? no habría podido responder.

García Morente, el filósofo español que escribía de filosofía con una claridad meridiana, tanto o más que Ortega, y que, al final, se convirtió al cristianismo decía haber sido testigo de esa clase de experiencia, haber experimentado la presencia de Dios, sin poder dudar de ella.

“Allí estaba Él, y no lo veía, no lo oía, no lo tocaba, pero Él estaba allí”

De mis tiempos de seminarista, con dudas profundas, le comentaba a Don Lorenzo, el cura de mi pueblo, un creyente-creyente, sobre la creencia “real” de Cristo en la Eucaristía con sólo pronunciar las palabras sagradas-mágicas y con el que yo discutía de que sólo era una presencia “simbólica”.

No sé si me lo juró, pero sí recuerdo su entusiasmo al contarme cómo, a veces, en el momento de la consagración, las hostias salían del cáliz, medio volaban o revoloteaban, como signo de que ya no era pan ácimo sino el “cuerpo de Cristo”

¿Qué quieren que yo les diga?

(Artículo sobre un trabajo de Andrés Tornos, “Experiencia de Dios”, en Diálogo Filosófico