miércoles, 24 de junio de 2020

FLORILEGIO 15 ( 5 ) RELIGIÓN Y PROGRESO.(1)



 Parecen, nada más verlos, dos términos o conceptos antitéticos.
La Religión da la impresión de ser cosa de nostálgicos y menores de edad, incapaces de asumir su autonomía sin apelar a instancias superiores en que apoyarse.

Cuando uno oye al Papa o a otra autoridad eclesiástica defendiendo propuestas progresistas (“Defender a los pobres no es ser comunista, es el centro del Evangelio, hasta tal punto, que nosotros seremos juzgados sobre ello” (Papa Francisco 6-abril-2.020) son alabadas por los progresistas oficiales, pero no por lo que tienen de “religiosas”, sino por lo que tienen de “progresistas”

Se ha dicho que “arte es lo que hacen los verdaderos artistas”, “la religión lo que hace el verdadero santo”, “filosofía lo que hace el verdadero filósofo”.
Siguiendo con lo anterior: “progreso es lo que hacen los progresistas”
¿Y quienes son los progresistas? Los que así se definen ellos mismos.

Los de izquierdas se llaman a sí mismos “progresistas” por oponerse a la revolución conservadora y neoliberal que (al menos parece que) está triunfando.
Descalificar al adversario es calificarse a sí mismos.

Incluso los que se consideran de centro-derecha son descalificados, lo que no ocurre si se consideran de centro-izquierda.

Ser “progresista” o ser “reaccionario” viene a equivaler a ser “de izquierdas” o “de derechas”.

“Nosotros, los progresistas” tiene un fuerte contenido axiológico positivo, como si quisiera decir: “nosotros, los justos, los honestos, los buenos, los que tenemos razón…”

Cuando afirmamos que este partido, esta ley, este programa,…es “progresista” lo primero que hay que hacer es preguntarse cuál es la meta a la que se dirige, qué intenta conseguir, hacia donde se encamina.
¿Conseguir la justicia luchando contra la injusticia?
¿Y quién es el que así la califica? ¿El progresista? Entonces no me vale pues es equivalente a decir “lo que nosotros, los progresistas, decimos, hacemos, pretendemos,…es lo justo, lo bueno,…por lo tanto el que no piense, haga, pretenda,…lo que nosotros son injustos, malos,…”

¿Cuál es el criterio? ¿En qué se fundamenta? ¿En ellos mismos? Entonces no me vale, porque la garantía es nula, “porque yo lo digo”.

La historia es una sucesión de hechos pero ¿buenos o malos, justos o injustos? Los hechos están preñados de valor o de disvalor, el simple y mero cambio no es un valor, pues el cambio puede ser para avanzar o para retroceder.

El “progreso” además de implicar un “cambio” debe implicar un valor positivo.

La idea de “progreso” lleva aparejada la suma de dos ideas: la de “cambio” y la de “valor”.

Hay progreso donde aumenta la justicia (valores éticos y sociales), donde se realizan adelantos científicos (valores intelectuales) o adelantos técnicos (valores de utilidad), donde mejoran las técnicas y las realizaciones artísticas (valores estéticos) o donde se depura la religión (valores religiosos).

La historia de la humanidad está plagada de procesos de progreso y de regreso y como son varios los valores, a veces el progreso en un valor arrastra el regreso en otro valor (progreso tecnológico y regreso en justicia).


¿Son objetivos los valores (independientes del sujeto que los aprehende) o sólo son subjetivos (relativos, históricos, circunstanciales, contingentes)?

¿“Ser valioso” es equivalente a “ser tenido por valioso” de manera que si no es de mucho “interés”, si no interesa ya no se le hace caso y ya no vale?
“X es valioso = hay interés por X”.
Relación entre objetos cualesquiera y sujetos interesados y si cambia el objeto y/o cambia el interés àcambia el valor.
El valor, pues, es “relativo” y su clasificación es dependiente del interés que el sujeto tenga.

El relativismo es, teóricamente absurdo y prácticamente imposible, nada, pues, es objetivamente valioso, ni las cosas, ni las actitudes, ni las personas son valiosas por sí mismas sino sólo en la medida en que alguien se interese por ellas y las valore de una determinada manera.

Estamos hartos de ver que una vez muerta una persona (no en vida) se le reconocen los méritos (éticos, intelectuales, artísticos,…) que, como en vida no se le reconocieron ¿fue porque no eran valiosos y ahora sí lo son? ¿Es que ha contraído los méritos después de muerto?

La corrupción política ¿sólo lo es si es denunciada, pero si no se conoce no existe, ya que nadie la ha valorado como conducta corrupta (utilización de bienes públicos en beneficio de intereses privados?

¿Lo que no se ve, lo que no se sabe, no existe?
¿El valor o disvalor depende sólo del conocimiento?

Si los códigos morales varían según la época, la cultura,… ¿es porque eran “subjetivos”? ¿O eran “objetivos” entonces?

¿No era verdadera la teoría geocéntrica en la Edad Media y hoy la consideramos falsa?
Pero no era por “subjetivismo” sino por el “perspectivismo” de nuestro acceso al mundo de los valores.
 
Ninguna época, cultura, individuo,…conoce y realiza todo el universo de los valores, sino que su acceso a él está mediado por sus condicionamientos concretos: prejuicios, necesidades e intereses pueden “velar” “ocultar”, “tapar” el conocimiento de un valor e impedir su reconocimiento.

Vivimos como si hubiera valores objetivos y no podemos vivir de otra manera.
No podemos ser como Groucho Marx: “Éstos son mis principios (por los que actúo así) pero si no le gustan, tengo otros”, esto es un sarcasmo (aunque, parece que. no lo dijo).

¿Cuáles son los criterios, objetivos, para medir el progreso? Porque si son relativos, subjetivos,… no  puede ser considerado progreso, sólo habría cambios históricos “de facto”, pero no podrían considerarse ni en la línea de lo mejor ni en la de lo peor si no existen criterios objetivos de medida.

Los progresistas son relativistas y para ellos, afirmar la existencia de valores objetivos es una rémora de un pasado dogmático e intransigente.

El progresismo, pues, al ser relativista (hoy sí vale) no está a favor del progreso, medible con criterios objetivos.

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