lunes, 1 de junio de 2020

FLORILEGIO 12 ( 7 ) EL DIÁLOGO ( 1 )



DIALOGAR.

“Dialoguemos”, “tenemos/tenéis que dialogar”, “es necesario el diálogo”…

Hace algún tiempo escribí un artículo con el título: “El Mito del Diálogo”

Igual que no hay UNA manera de hablar, sino muchas, igualmente no hay UNA manera de dialogar, sino muchas.
Además de que, muchísimas veces, dialogar es la yuxtaposición paralela de varios monólogos, nada de diálogo.

1.- DIÁLOGO AGRESIVO.

Puede iniciarse un diálogo, pero obligándole al otro a hablar.
Sí, se establece una comunicación, pero ésta es agresiva porque al obligarle al otro a hablar no se respeta su libertad (a poder no querer).

Si una pelota se le escapa al niño por una pendiente y decimos que: “una esfera perfecta rueda por un plano inclinado y sin roces” por lo que se le aplica “la ley del plano inclinado”.
Un hecho infantil, frustrante, ha quedado reducido a un teorema y todo está escrito en lenguaje matemático, lo hemos desvirtuado.

Sabemos que con la tecnología que tenemos podemos transformar el mundo de muchas maneras.
Pero es que con el diálogo podemos dominar a la persona con la que simulamos dialogar. Y esto es muy rentable porque podemos conseguir que el otro hable como yo quiero, que me compre siempre, que sea mi “cliente”, que me sirva siempre, que sea mi militante, que deposite la papeleta con mi nombre en la urna, que sea mi votante.

Porque el diálogo no ha sido auténtico diálogo, con exposición de argumentos, sino una batalla en la que yo he salido ganador porque he asfixiado sus argumentos nada más empezar a hablar.
Yo no quería dialogar para confrontar argumentos sino para ganar en esa batalla de palabras en la que “vencer” es “convencer” y una vez convencido el diálogo ha desaparecido y sólo hay un monólogo, el mío, el del vencedor, y el “diálogo” ha quedado en “monólogo”

¡Qué bien lo sabían y qué bien lo practicaban los sofistas griegos!

La única verdad es la del vencedor.

Dialogar así es una manera de “manipular”.
Dialogar no ha sido ponerse en el punto de vista del otro sino, en buena parte, es escucharse a sí mismo con el otro como oyente de testigo

¡Qué bien lo saben y lo practican los expertos en “dinámica de grupos” en la que se comprueba que, en términos de comunicación, la persona más activa es el líder, el que tiene más poder, porque habla más, porque habla mejor, porque no deja hablar, porque monopoliza la conversación, porque no deja de monologar.

Una de las razones explicativas de la comunicación es el deseo de control y dominio de los demás, no de contrastar argumentos.

El líder “vence convenciendo”, así ya tiene asegurado un seguidor al que ha apabullado sin haberlo dejado hablar y haberse ido imbuyendo del monólogo del vendedor.

2.- DIÁLOGO AUTOPRESENTATIVO

Relacionado con la “motivación del poder” está la “motivación del prestigio”

Los hombres hablan o dialogan con los otros para adquirir prestigio, para ejercer una especie de fascinación sobre los otros, para hacerlos nuestros admiradores.

Es lo que ocurre en el escenario de un teatro, en el que los actores representan cada uno un papel, pidiendo que el público aplauda.
Loa individuos se revisten de ciertos roles sociales y procuran proporcionar una representación creíble del personaje que se supone va con ese rol, dando muestras de valor, modestia o sagacidad, según lo exija la ocasión.

Hablar o dialogar con el otro es una permanente manera de acicalamiento personal puesta la mirada en el de enfrente para atraer su atención, una especie de coquetería para que el otro lo reconozca como superior, con más prestigio.

No es un auténtico diálogo en que se confronten argumentos.

3.- DIÁLOGO EVASIVO.

Se puede hablar para muchas cosas, también para evadirse.

Heidegger lo llama “charlatanería” y consiste en habla de las cosas sin comprenderlas verdaderamente, repitiendo simplemente lo que “se dice”.
Entonces el habla más que apertura al mundo y diálogo con el entorno. Son las “habladurías”, como cuando subes en el ascensor con otra persona y, mirando de reojo por qué piso va, habas del tiempo, de los políticos, de la corrupción,… pero no “porque” te interese, sino “para” matar ese tiempo que te falta para llegar a tu planta.

“Dicen que…”,

La autoridad es la tele, la radio, “lo dice todo el mundo”, es la “opinión pública”,…y nadie duda de nada, no se pone en cuestión lo oído, visto o leído.
Podías no haber abierto la boca y sería igual que lo que has dicho al hablar.

Ahí, en el ascensor, nadie dice nada, “se dice”.
El que se evade no está en nada.
No puede dialogar en serio de nada.

Una forma de evadirse es pasar por todas las cosas, sin apenas rozarlas, sin posarse en ellas.
Es el curioso que todo lo toca, que salta enseguida de una cosa a otra sin detenerse, cambia constantemente y, al final, no entiende.

El curioso no habla en serio

No hay comentarios:

Publicar un comentario