jueves, 4 de junio de 2020

FLORILEGIO 13 ( 1 ) LAS 6 REVOLUCIONES


LA MODERNIDAD COMO ANTROPOCENTRISMO

El antropocentrismo es el modo de pensar específico de la modernidad, de tal manera que ella se define como “aquella en la cual el hombre se autocomprende como centro de la realidad, como sujeto, como medida de todas las cosas”.

Siguiendo esta definición, los problemas fundamentales de la modernidad son, primariamente, problemas antropológicos.

La modernidad es, pues, el período en el cual el hombre se descubre y se afirma como punto de referencia de toda la realidad.

En otro lugar de mi blog (no recuerdo en cual dado mi anarquismo loco-temporal y habrá que preguntárselo a Google) tengo escritas las TRES grandes Decepciones del hombre a lo largo de la Historia.

Y sin contar a Pico de la Mirandola, ni a Descartes, ni a Kant, serían:

1.- REVOLUCIÓN COPERNICANA, que descentraliza la Tierra y centraliza el Sol (sistema “heliocéntrico” sustituyendo al sistema “geocéntrico”, mucho más acorde con el pensamiento medieval y bíblico.
El Dios creador colocó en el centro del universo la Tierra, nuestra casa, nuestro hogar y al hombre como el ser principal, hecho a imagen y semejanza de Dios, …

GRACIAS, SEÑOR, por vuestra obra creativa.

Y ahora llega un hombre, Copérnico (además eclesiástico) y saca a la Tierra del centro del Universo, el lugar privilegiado, y la pone a girar alrededor del Sol (como un planeta más) el nuevo centro (luego llegará Kepler y lo pondrá en uno de los dos focos de la elipse, que es la forma de recorrer alrededor del sol, y no la circunferencia, el movimiento perfecto, siempre a la misma velocidad, pero ahora habrá, cada medio año, un momento en que esté más cerca del sol (perihelio) y vaya más deprisa, y en otro momento en que esté más alejada del sol (el afelio), en que irá más despacio, según una de las tres leyes de Kepler.)

La base es una Ciencia, llamada la Astronomía (Revolución científica)

Una “ofensa grave” al narcisismo general, al amor propio de la humanidad, la primera gran ofensa, la “OFENSA COSMOLÓGICA”

Desaparece del Centro la Tierra, pero el hombre, todavía será el ser que nada tenga que ver con los otros seres creados al ser, él, imagen y semejanza de Dios.
La Tierra ya NO, pero el hombre sí.

Hasta que

2.- REVOLCUIÓN DARWINIANA.

Ahora sobre la Ciencia de la Biología.

El hombre es un eslabón más de la cadena animal, no procede por Creación de Dios, sino por Evolución de otros animales anteriores e inferiores.
El hombre es un animal más, aunque superior, pero animal.

Segunda gran Ofensa, la OFENSA BIOLÓGICA, el hombre ya no es el ser soberano sobre todos los seres que poblaban la tierra, sino un animal más, aunque distinto.
Procede de la escala zoológica y está próximamente emparentado a unas especies y, por lo tanto, más alejado de otras, como lo están los eslabones de una cadena.

Un animal más PERO, al menos tiene CONCIENCIA.

Hasta que

3.- REVOLUCIÓN PSICOLÓGICA.

Ahora basada, apoyada, en la Psicología.

Es la OFENSA PSICOLÓGICA, la ofensa más sensible, porque si ya no era soberano externo, sobre los demás seres, ahora deja de ser soberano sobre sí mismo, sobre su alma, es la Ofensa de Freud, que hiere aún más el narcisismo humano.

Los nuevos descubrimientos psicológicos venían a mostrar que esta “alma no es algo simple sino, más bien, una jerarquía de instancias, una confusión de impulsos que tienden, independientemente unos de otros, a su cumplimiento correlativamente a la multiplicidad de los instintos y de las relaciones con el mundo exterior.

El Psicoanálisis viene a concluir que “el YO (la Conciencia) no es amo y señor de su propia casa” porque en esa casa hay otros dos habitantes, el Preconsciente o Subconsciente y, sobre todo el INCONSCIENTE, que ocupa el 90% de la casa (el símil del Iceberg que tiene bajo la superficie del agua el 90% de su masa, condicionando/dejando asomar por encima de la superficie no más del 10% (la CONCIENCIA).

(Y ahora yo debería escribir sobre los distintos instintos, sobre el principio del placer y el principio de la realidad, sobre el sexo o pansexualismo, de la represión social del mismo, sobre las neurosis, sobre los complejos de Edipo y de Electra,…etc…etc… y no voy a hacerlo.

4.- REVOLUCIÓN SOCIOLÓGICA.

Ahora apoyada, basada en la Sociología.

La OFENSA SOCIOLÓGICA, inferida por el ataque de Marx  a la subjetividad, consistente en afirmar que no es ella la que hace la Historia sino que es la subjetividad misma, el sujeto, el que es producto, efecto (y no causa) de los movimientos (económicos, sociales, morales,…) que producen la historia.

Son las ideas morales, políticas, religiosas, metafísicas, jurídicas, ideológicas,…productos de la “estructura económico-social”.

“No es la consciencia la que hace el ser, sino el ser el que hace la consciencia”.

Somos seres sociales y socializados, imagen y semejanza de las condiciones socioeconómicas en que nos ha tocado vivir,

Para Marx (en la sexta tesis sobre Feuerbach) “la esencia humana es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales”.

Esta concepción social del hombre, tomada en toda su amplitud (y no sólo marxista) define al hombre como “un ser de relaciones”.

El hombre no empieza ni termina en sí mismo, sino en otros, y ello en todos los niveles de existencia: biológico, histórico, social,…

En cuanto al “hecho biológico” éste pone de manifiesto que no disponemos totalmente de nosotros mismos.
Tanto en el “nacer” como en el “morir” y en todos los intermedios, dependemos de otros, personas y circunstancias.
Éste es un “existencial”  del hombre: somos engendrados, nacemos por obra e iniciativa de otros sin ni siquiera consulta previa.

En el aspecto histórico: el mundo (la cultura, etc…) tal como lo encontramos al nacer y después de haber nacido, es el producto de muchas generaciones que han ido configurando el ser del hombre: su manera de vivir, de pensar, de convivir,… y, por tanto, también la nuestra.
Nuestra vida se desarrolla en un momento histórico, en un lugar concreto, que nos determinan como la atmósfera que respiramos.

En el aspecto social: las relaciones biológicas serían mucho menos determinantes si no fueran también sociales.
A través del influjo de los padres –y con ellos toda la sociedad – nos integramos en la sociedad humana que nos encontramos, asumimos un conocimiento (una interpretación del mundo que da lugar a una forma de vida y de convivencia, a unas expectativas, a una racionalidad, a unos roles, a un trabajo, a un status o lugar en la sociedad,…

La solidaridad, pues, antes que una opción ética es un hecho antropológico, del cual recibe la fundamentación y el sentido.


5.- REVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA O SEMIOLÓGICA.

Quizá la OFENSA MÁS RADICAL.

Basada en la Antropología Estructural (Lévi Strauss), en la Arqueología del saber/genealogía del poder (Foucault), en el Marxismo (Althusser), en el Psicoanálisis (Lacan), en el Heideggerismo (Derrida).

Se niega la unidad del sujeto, estructurado esencialmente de manera monádica, lo que hace posible afirmar que “no es el sujeto el que habla, sino la lengua, es decir, el sistema de signos que tiene a su disposición y, por tanto, lo que uno cree que habla no es un “yo” sino un “ello” (impersonal, la estructura lingüística, ideológica, social, instintiva,…).

Siendo la legua un sistema de signos, ningún sistema tiene un centro, un sujeto, desde el cual o hacia el cual se tengan que ordenar los signos o momentos singulares del sistema.

Los sistemas no tienen sujetos ni tienen carácter subjetivo.


6.- REVOLUCIÓN TEOLÓGICA.

Ya no es el hombre medieval, creado a imagen y semejanza de Dios, el ser especial de la creación y en el centro del universo.
No es el hombre moderno que ha sido “descentrado” pero que necesita centrarse, afirmarse como centro después de tantas “Ofensas” contra él.

Lejos de la Teología Escolástica, tanto Tomista como Suareciana.

Estoy refiriéndome al teólogo K. Rahner cuya teología asume el enfoque moderno antropológico, por lo que asume el “giro antropológico” o “vuelta hacia el sujeto” iniciado por Descartes y consumado por Kant.

La experiencia humana, pues, se hace el punto de partida para las reflexiones teológicas, suponiendo este método antropológico trascendental una ruptura con la teología tradicional (como ruptura en Filosofia había sido tanto el método cartesiano como el kantiano)

La teología no había empezado, nunca, por abajo, desde el hombre, sino que se agarraba al presupuesto según el cual el enunciado dogmático era el punto de partida y el que debía ser explicado e inculcado en la mentes de los hombres.

De abajo hacia arriba, desde el hombre hasta Dios en vez de desde el dogma (arriba) hacia abajo (a los hombres).

Rahner, así, con su planteamiento antropológico trascendental y hermenéutico pone a la Teología Católica a la altura de la modernidad.
Pero, al mismo tiempo que Rahner hace esto, sus discípulos, tanto Metz como Balthasar, comienzan a hablar de antihumanismo y de destrucción del sujeto, pero del “sujeto burgués” y proponiendo la construcción del solidario sujeto de todos y no el individualista y egoísta burgués.

Igualmente K. Barth, con su “teología dialéctica” y el “giro cristológico” afirmando e incidiendo en la humanidad de Dios.

Metz valora positivamente que la teología aceptara el reto de la Ilustración y se constituyera en Teología del Sujeto, lo que cuestiona es que la Teología se hiciera Teología del Sujeto Burgués, privado y egoísta.

Su teología es, pues, una crítica al sujeto triunfante en la Ilustración y el ascenso de la burguesía (el sujeto de la modernidad) y que, históricamente, se ha apoderado del cristianismo, privatizándolo y aburguesándolo.

Aunque la Iglesia Oficial, su jerarquía, nunca le hizo ascos al poder, por lo que han caminado juntos, de la mano, durante gran parte de la historia, con la ilusión de que desde el poder pueden hacerse mejor y más cosas, que desde fuera de él.

A esta revolución teológica entraría dentro de la “ofensa sociológica”, que también podría llamarse “revolución marxista”, entendiendo por “revolución” la forma de pensar.

La crítica comenzó por “des-transcendentralizar” e “historizar” al sujeto, es decir, situarlo en el contexto histórico e identificarlo como un sujeto social-concreto, el burgués.
El sujeto burgués se caracteriza por la competitividad, por la lucha por hacerse valer en todos los niveles: económico, social, político, religioso, moral,…lucha por la emancipación, por la autonomía, por la racionalización, utilizando a su favor, incluso a la religión, con obras de caridad que taparan las injusticias con la explotación de los obreros.

La “privacidad” es la característica fundamental del sujeto burgués, que no piensa en términos sociales (nosotros), sino en una intersubjetividad yo-tú.

La burguesía surge y vive en muchos aspectos de una lucha económica y política, que precisamente se dirige contra aquellos sistemas sociales y aquellos órdenes económicos que habían sido sancionados por la religión, es decir, el feudalismo y el absolutismo.

Para la burguesía todas las relaciones se fundamentan y se regulan por el principio de “intercambio”: tú me das (por ejemplo, tiempo de trabajo) y yo te doy un salario para reponer las fuerzas gastadas en el trabajo que me has dado.

Pero todos (yo se lo recordaba, todos los años, a mis alumnos de C.O.U y segundo de Bachillerato lo que era, y la barbaridad que significaba: “la ley de bronce de los salarios”

¿Y la Religión?

Para la Burguesía se convierte en “una cosa privada”, nada de mezclarla en o con cuestiones sociales.

El capitalismo ofrece una legitimación del poder, que ya no baja del cielo de las tradiciones culturales, sino que puede obtenerse desde la misma base del trabajo social.
La institución del mercado en el cual intercambian sus mercancías los propietarios privados, incluyendo también el mercado en el cual los individuos que no tienen más propiedad que su propia fuerza de trabajo, intercambian ésta, que es lo único que tienen, y que garantiza la justicia de la equivalencia de las relaciones de intercambio: tú me das X (fuerza de trabajo) y yo te doy el equivalente Y (el salario suficiente para que repongas las fuerzas que te has dejado en el trabajo, pero “tu” trabajo y “para ti”, yo (burgués) nada tengo que ver con tus hijos, es un “salario individual, entre Tú y Yo, no entre Tu Familia y yo.
Lo que supuso que, muchas veces, el padre tuviera que vender por anticipado el futuro trabajo de su pequeño niño que, de esa manera, los primeros años de trabajo nada cobraría porque ya lo había cobrado, por anticipado, su padre.

La Libertad del burgués, pues, nada tiene que ver con la moral, sino con el mercado, lo que supone poder hacer lo que le dé la gana.

Es lo que irónicamente, muchas veces he pronunciado la frase: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Santo Mercado”

Así, pues, la racionalidad intelectual y la emancipación política de la Ilustración son, totalmente, elitistas.

Parece como si, al final, los burgueses hubieran llegado donde han llegado porque valían para ello  mientras el resto, el proletariado “venía como un defecto de fábrica”.

Sartre escribía sobre “la mala fe”, concepto que se entendía como poder siempre descargarse de toda responsabilidad y cargársela al proceso o situación o estructura anónima (a los demás o a lo demás)

CONCLUSIÓN.

La crítica al humanismo consiste en afirmar el descentramiento del hombre, del sujeto.
Lo que se creía sujeto autónomo y autotransparente, autárquico y dominante, origen y fundamento de todo valor y significación, resulta no ser más que un resultado de otro, de la exterioridad y alteridad; personas y circunstancias/estructuras.

Esta creencia se traduce también en un comportamiento.
De hecho, las realizaciones prácticas de aquel humanismo son el individualismo y el contractualismo burgués, el liberalismo como forma política, y el capitalismo como forma socio-económica y tantas manifestaciones de la subjetividad desmesurada “señora y maestra de la naturaleza”, que van, desde la explotación incontrolada de la naturaleza hasta la explotación sistemática del tercer mundo, sin olvidar las varias y variadas formas de chantaje y terrorismo, en tantas ostentaciones de poder sin más referencia que el “Yo Quiero”



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