El antropocentrismo es el
modo de pensar específico de la modernidad, de tal manera que ella se define
como “aquella en la cual el hombre se autocomprende como centro de la realidad,
como sujeto, como medida de todas las cosas”.
Siguiendo esta definición,
los problemas fundamentales de la modernidad son, primariamente, problemas
antropológicos.
La modernidad es, pues, el
período en el cual el hombre se descubre y se afirma como punto de referencia
de toda la realidad.
En otro lugar de mi blog (no
recuerdo en cual dado mi anarquismo loco-temporal y habrá que preguntárselo a
Google) tengo escritas las TRES grandes Decepciones del hombre a lo largo de la Historia.
Y sin contar a Pico de la Mirandola , ni a Descartes,
ni a Kant, serían:
1.- REVOLUCIÓN COPERNICANA,
que descentraliza la Tierra
y centraliza el Sol (sistema “heliocéntrico” sustituyendo al sistema
“geocéntrico”, mucho más acorde con el pensamiento medieval y bíblico.
El Dios creador colocó en el
centro del universo la Tierra ,
nuestra casa, nuestro hogar y al hombre como el ser principal, hecho a imagen y
semejanza de Dios, …
GRACIAS, SEÑOR, por vuestra
obra creativa.
Y ahora llega un hombre,
Copérnico (además eclesiástico) y saca a la Tierra del centro del Universo, el lugar
privilegiado, y la pone a girar alrededor del Sol (como un planeta más) el
nuevo centro (luego llegará Kepler y lo pondrá en uno de los dos focos de la
elipse, que es la forma de recorrer alrededor del sol, y no la circunferencia,
el movimiento perfecto, siempre a la misma velocidad, pero ahora habrá, cada
medio año, un momento en que esté más cerca del sol (perihelio) y vaya más deprisa,
y en otro momento en que esté más alejada del sol (el afelio), en que irá más
despacio, según una de las tres leyes de Kepler.)
La base es una Ciencia,
llamada la Astronomía
(Revolución científica)
Una “ofensa grave” al
narcisismo general, al amor propio de la humanidad, la primera gran ofensa, la
“OFENSA COSMOLÓGICA”
Desaparece del Centro la Tierra , pero el hombre,
todavía será el ser que nada tenga que ver con los otros seres creados al ser,
él, imagen y semejanza de Dios.
Hasta que
2.- REVOLCUIÓN DARWINIANA.
Ahora sobre la Ciencia de la Biología.
El hombre es un eslabón más
de la cadena animal, no procede por Creación de Dios, sino por Evolución de
otros animales anteriores e inferiores.
El hombre es un animal más,
aunque superior, pero animal.
Segunda gran Ofensa, la OFENSA BIOLÓGICA , el hombre ya
no es el ser soberano sobre todos los seres que poblaban la tierra, sino un
animal más, aunque distinto.
Procede de la escala
zoológica y está próximamente emparentado a unas especies y, por lo tanto, más
alejado de otras, como lo están los eslabones de una cadena.
Un animal más PERO, al menos
tiene CONCIENCIA.
Hasta que
3.- REVOLUCIÓN PSICOLÓGICA.
Ahora basada, apoyada, en la Psicología.
Es la OFENSA PSICOLÓGICA ,
la ofensa más sensible, porque si ya no era soberano externo, sobre los demás
seres, ahora deja de ser soberano sobre sí mismo, sobre su alma, es la Ofensa de Freud, que hiere
aún más el narcisismo humano.
Los nuevos descubrimientos
psicológicos venían a mostrar que esta “alma no es algo simple sino, más bien,
una jerarquía de instancias, una confusión de impulsos que tienden, independientemente
unos de otros, a su cumplimiento correlativamente a la multiplicidad de los
instintos y de las relaciones con el mundo exterior.
El Psicoanálisis viene a
concluir que “el YO (la
Conciencia ) no es amo y señor de su propia casa” porque en esa
casa hay otros dos habitantes, el Preconsciente o Subconsciente y, sobre todo
el INCONSCIENTE, que ocupa el 90% de la casa (el símil del Iceberg que tiene
bajo la superficie del agua el 90% de su masa, condicionando/dejando asomar por
encima de la superficie no más del 10% (la CONCIENCIA ).
(Y ahora yo debería escribir
sobre los distintos instintos, sobre el principio del placer y el principio de
la realidad, sobre el sexo o pansexualismo, de la represión social del mismo,
sobre las neurosis, sobre los complejos de Edipo y de Electra,…etc…etc… y no
voy a hacerlo.
4.- REVOLUCIÓN SOCIOLÓGICA.
Ahora apoyada, basada en la Sociología.
Son las ideas morales,
políticas, religiosas, metafísicas, jurídicas, ideológicas,…productos de la
“estructura económico-social”.
“No es la consciencia la que
hace el ser, sino el ser el que hace la consciencia”.
Somos seres sociales y
socializados, imagen y semejanza de las condiciones socioeconómicas en que nos
ha tocado vivir,
Para Marx (en la sexta tesis
sobre Feuerbach) “la esencia humana es, en realidad, el conjunto de las
relaciones sociales”.
Esta concepción social del
hombre, tomada en toda su amplitud (y no sólo marxista) define al hombre como
“un ser de relaciones”.
El hombre no empieza ni
termina en sí mismo, sino en otros, y ello en todos los niveles de existencia:
biológico, histórico, social,…
En cuanto al “hecho
biológico” éste pone de manifiesto que no disponemos totalmente de nosotros
mismos.
Tanto en el “nacer” como en
el “morir” y en todos los intermedios, dependemos de otros, personas y
circunstancias.
Éste es un “existencial” del hombre: somos engendrados, nacemos por
obra e iniciativa de otros sin ni siquiera consulta previa.
En el aspecto histórico: el
mundo (la cultura, etc…) tal como lo encontramos al nacer y después de haber
nacido, es el producto de muchas generaciones que han ido configurando el ser
del hombre: su manera de vivir, de pensar, de convivir,… y, por tanto, también
la nuestra.
Nuestra vida se desarrolla en
un momento histórico, en un lugar concreto, que nos determinan como la
atmósfera que respiramos.
En el aspecto social: las
relaciones biológicas serían mucho menos determinantes si no fueran también
sociales.
A través del influjo de los
padres –y con ellos toda la sociedad – nos integramos en la sociedad humana que
nos encontramos, asumimos un conocimiento (una interpretación del mundo que da
lugar a una forma de vida y de convivencia, a unas expectativas, a una
racionalidad, a unos roles, a un trabajo, a un status o lugar en la sociedad,…
La solidaridad, pues, antes
que una opción ética es un hecho antropológico, del cual recibe la
fundamentación y el sentido.
5.- REVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA O
SEMIOLÓGICA.
Quizá la OFENSA MÁS RADICAL.
Basada en la Antropología
Estructural (Lévi Strauss), en la Arqueología del
saber/genealogía del poder (Foucault), en el Marxismo (Althusser), en el
Psicoanálisis (Lacan), en el Heideggerismo (Derrida).
Se niega la unidad del
sujeto, estructurado esencialmente de manera monádica, lo que hace posible
afirmar que “no es el sujeto el que habla, sino la lengua, es decir, el sistema
de signos que tiene a su disposición y, por tanto, lo que uno cree que habla no
es un “yo” sino un “ello” (impersonal, la estructura lingüística, ideológica,
social, instintiva,…).
Siendo la legua un sistema de
signos, ningún sistema tiene un centro, un sujeto, desde el cual o hacia el
cual se tengan que ordenar los signos o momentos singulares del sistema.
Los sistemas no tienen sujetos
ni tienen carácter subjetivo.
6.- REVOLUCIÓN TEOLÓGICA.
Ya no es el hombre medieval,
creado a imagen y semejanza de Dios, el ser especial de la creación y en el
centro del universo.
No es el hombre moderno que
ha sido “descentrado” pero que necesita centrarse, afirmarse como centro
después de tantas “Ofensas” contra él.
Lejos de la Teología Escolástica ,
tanto Tomista como Suareciana.
Estoy refiriéndome al teólogo
K. Rahner cuya teología asume el enfoque moderno antropológico, por lo que
asume el “giro antropológico” o “vuelta hacia el sujeto” iniciado por Descartes
y consumado por Kant.
La experiencia humana, pues,
se hace el punto de partida para las reflexiones teológicas, suponiendo este
método antropológico trascendental una ruptura con la teología tradicional
(como ruptura en Filosofia había sido tanto el método cartesiano como el
kantiano)
La teología no había
empezado, nunca, por abajo, desde el hombre, sino que se agarraba al
presupuesto según el cual el enunciado dogmático era el punto de partida y el
que debía ser explicado e inculcado en la mentes de los hombres.
De abajo hacia arriba, desde
el hombre hasta Dios en vez de desde el dogma (arriba) hacia abajo (a los
hombres).
Rahner, así, con su
planteamiento antropológico trascendental y hermenéutico pone a la Teología Católica
a la altura de la modernidad.
Pero, al mismo tiempo que
Rahner hace esto, sus discípulos, tanto Metz como Balthasar, comienzan a hablar
de antihumanismo y de destrucción del sujeto, pero del “sujeto burgués” y
proponiendo la construcción del solidario sujeto de todos y no el
individualista y egoísta burgués.
Igualmente K. Barth, con su
“teología dialéctica” y el “giro cristológico” afirmando e incidiendo en la
humanidad de Dios.
Metz valora positivamente que
la teología aceptara el reto de la Ilustración y se constituyera en Teología del
Sujeto, lo que cuestiona es que la
Teología se hiciera Teología del Sujeto Burgués, privado y
egoísta.
Su teología es, pues, una
crítica al sujeto triunfante en la Ilustración y el ascenso de la burguesía (el
sujeto de la modernidad) y que, históricamente, se ha apoderado del
cristianismo, privatizándolo y aburguesándolo.
Aunque la Iglesia Oficial , su jerarquía,
nunca le hizo ascos al poder, por lo que han caminado juntos, de la mano, durante
gran parte de la historia, con la ilusión de que desde el poder pueden hacerse
mejor y más cosas, que desde fuera de él.
A esta revolución teológica
entraría dentro de la “ofensa sociológica”, que también podría llamarse
“revolución marxista”, entendiendo por “revolución” la forma de pensar.
La crítica comenzó por
“des-transcendentralizar” e “historizar” al sujeto, es decir, situarlo en el
contexto histórico e identificarlo como un sujeto social-concreto, el burgués.
El sujeto burgués se
caracteriza por la competitividad, por la lucha por hacerse valer en todos los
niveles: económico, social, político, religioso, moral,…lucha por la
emancipación, por la autonomía, por la racionalización, utilizando a su favor,
incluso a la religión, con obras de caridad que taparan las injusticias con la
explotación de los obreros.
La “privacidad” es la
característica fundamental del sujeto burgués, que no piensa en términos
sociales (nosotros), sino en una intersubjetividad yo-tú.
La burguesía surge y vive en
muchos aspectos de una lucha económica y política, que precisamente se dirige
contra aquellos sistemas sociales y aquellos órdenes económicos que habían sido
sancionados por la religión, es decir, el feudalismo y el absolutismo.
Para la burguesía todas las
relaciones se fundamentan y se regulan por el principio de “intercambio”: tú me
das (por ejemplo, tiempo de trabajo) y yo te doy un salario para reponer las
fuerzas gastadas en el trabajo que me has dado.
Pero todos (yo se lo
recordaba, todos los años, a mis alumnos de C.O.U y segundo de Bachillerato lo
que era, y la barbaridad que significaba: “la ley de bronce de los salarios”
¿Y la Religión ?
Para la Burguesía se convierte
en “una cosa privada”, nada de mezclarla en o con cuestiones sociales.
El capitalismo ofrece una
legitimación del poder, que ya no baja del cielo de las tradiciones culturales,
sino que puede obtenerse desde la misma base del trabajo social.
La institución del mercado en
el cual intercambian sus mercancías los propietarios privados, incluyendo
también el mercado en el cual los individuos que no tienen más propiedad que su
propia fuerza de trabajo, intercambian ésta, que es lo único que tienen, y que
garantiza la justicia de la equivalencia de las relaciones de intercambio: tú
me das X (fuerza de trabajo) y yo te doy el equivalente Y (el salario
suficiente para que repongas las fuerzas que te has dejado en el trabajo, pero
“tu” trabajo y “para ti”, yo (burgués) nada tengo que ver con tus hijos, es un
“salario individual, entre Tú y Yo, no entre Tu Familia y yo.
Lo que supuso que, muchas
veces, el padre tuviera que vender por anticipado el futuro trabajo de su
pequeño niño que, de esa manera, los primeros años de trabajo nada cobraría
porque ya lo había cobrado, por anticipado, su padre.
Es lo que irónicamente,
muchas veces he pronunciado la frase: “En el nombre del Padre, del Hijo y del
Santo Mercado”
Así, pues, la racionalidad
intelectual y la emancipación política de la Ilustración son,
totalmente, elitistas.
Parece como si, al final, los
burgueses hubieran llegado donde han llegado porque valían para ello mientras el resto, el proletariado “venía
como un defecto de fábrica”.
Sartre escribía sobre “la
mala fe”, concepto que se entendía como poder siempre descargarse de toda
responsabilidad y cargársela al proceso o situación o estructura anónima (a los
demás o a lo demás)
CONCLUSIÓN.
La crítica al humanismo consiste
en afirmar el descentramiento del hombre, del sujeto.
Lo que se creía sujeto
autónomo y autotransparente, autárquico y dominante, origen y fundamento de
todo valor y significación, resulta no ser más que un resultado de otro, de la
exterioridad y alteridad; personas y circunstancias/estructuras.
Esta creencia se traduce
también en un comportamiento.
De hecho, las realizaciones
prácticas de aquel humanismo son el individualismo y el contractualismo
burgués, el liberalismo como forma política, y el capitalismo como forma
socio-económica y tantas manifestaciones de la subjetividad desmesurada “señora
y maestra de la naturaleza”, que van, desde la explotación incontrolada de la
naturaleza hasta la explotación sistemática del tercer mundo, sin olvidar las
varias y variadas formas de chantaje y terrorismo, en tantas ostentaciones de
poder sin más referencia que el “Yo Quiero”
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