lunes, 29 de febrero de 2016

LA MUJER EN EN RÉGIMEN NAZI (9)

Esta política tomó su forma más radical en 1936 cuando los líderes de las SS crearon el programa “Fuente de Vida”, dirigido por el gobierno.

Como extensión de la “Orden sobre el Matrimonio de las SS de 1932-1933”, una ordenanza de 1936 prescribía que, absolutamente, cada miembro de las SS debía dar ejemplo y tener al menos cuatro hijos, dentro o fuera del matrimonio.
Los hogares de dicho programa ofrecían refugio a los descendientes ilegítimos y a sus madres, les proveían con todos los documentos y seguridades así como les ofrecían apoyo económico.
También se ocupaban de reclutar padres adoptivos para los niños que no pudiesen vivir con sus padres biológicos por cualquier razón.

La política poblacional Nazi, sin embargo, se concentró más en la familia y el matrimonio. 

El estado instaba al matrimonio a través de los préstamos, suplementos en la paga para los padres con el nacimiento de cada hijo, el reconocimiento público y honroso de ser una familia «rica en hijos», e incluso se creó una condecoración para las mujeres que diesen a luz a cuatro o más hijos, La Cruz de la Maternidad. 
Ésta se entregaba el 12 de Agosto por ser la fecha del cumpleaños de la madre de Hitler.
La cruz “dorada” de la maternidad se entregaba con honores a las mujeres que hubiesen «producido» una descendencia de 8 hijos, la cruz “de plata” para aquellas que hubiesen tenido 6 y la “de bronce”, para las madres de cuatro hijos.

Por otro lado, el aborto estaba penalizado cada vez más duramente para las mujeres alemanas consideradas de raza aria.
Si ésta llevaba en su vientre el producto de una relación mixta, sin embargo, sí se practicaba el aborto, a la par que se castigaba a los responsables de tal deshonrosa unión.

La nueva Alemania, al crecer y desarrollarse, necesitaría cada vez más soldados y madres, en opinión de Hitler. Por lo tanto, una población en auge era necesaria, con chicos preparados para convertirse en soldados amantes de su país y chicas deseosas de convertirse en madres jóvenes.

Hitler necesitaba que la población alemana ocupase los territorios de Europa oriental.
Esta actitud de estimular deliberadamente el crecimiento de la población de las naciones estaba bien considerada en Europa Occidental en estos momentos también, no solo en Alemania.
Era una idea popular la de que una nación muy poblada era una nación grande y poderosa.
Francia, particularmente, temía que su población estuviese reduciéndose muy rápidamente y empezó a poner impedimentos y prohibiciones en abortos y anticonceptivos.

La Unión de Mujeres Nacional Socialistas” y “La Agencia de Mujeres Alemanas” usaban la propaganda para incitar a las mujeres a concentrarse en el papel de esposas y madres. 

Además de aumentar la población el régimen también buscaba conseguir la pureza racial a través de la mejora de la especie.

No solo se prohibían los matrimonios o uniones mixtas de todo tipo, también se evitaba que aquellos con discapacidades y ciertas enfermedades se casasen o tuviesen descendencia en absoluto.
Las mujeres eran entrenadas para reconocer quién podía o no ser un compañero apropiado y acorde con la raza sin problemas de salud que debilitasen a su descendencia.
Para asegurarse de que todas las chicas aprendiesen los valores y habilidades necesarias, así como el entrenamiento ideológico, ser miembro de “La Liga Nazi de Mujeres Alemanas” era obligatoria.

De todos modos, el rearme seguido del estallido de la guerra acabó obligando a los nazis a abandonar la publicidad del ideal doméstico femenino. 

Al principio no se esperaba que las mujeres trabajasen fuera del hogar en la Alemania Nazi. Al fin y al cabo el puesto de ama de casa, de hecho, ya se había reconocido como profesión como tal y no había labor más importante que realizar en el mundo que la de ser madre.

Durante la República de Weimar hubo un número aproximado de 100.000 profesoras y maestras, 3000 doctoras y unas 13000 músicas.
En el transcurso de unos meses, desde la llegada al poder de Hitler, muchas doctoras y funcionarias fueron despedidas.
A éstas les siguieron las docentes y las abogadas.
Al comienzo de la II Guerra Mundial la cantidad de mujeres que realizaban un empleo a tiempo completo era ridícula.

Como amas de casa y madres las vidas de las mujeres podían ser controladas.
La mujer nazi ideal no debería llevar ni maquillaje ni pantalones.
Teñirse el pelo o usar una permanente era censurado gravemente.
Los zapatos de tacón eran demasiado sexualizantes.
La delgadez tampoco estaba bien vista, puesto que se consideraba que podía causar problemas en el embarazo.
Lo mismo ocurría con el consumo de tabaco.

Sin embargo, la necesidad hizo que se abriesen brechas en el férreo plan de estilo de vida femenino cuando se establece un año de servicio obligatorio para todas las mujeres en 1937.
Las mujeres podían trabajar «patrióticamente» en una fábrica para ayudar al milagro económico nazi.
El préstamo a los matrimonios fue abolido ese año también.
La necesidad de mano de obra obligó al estado a integrar a las mujeres en la fuerza de trabajo e incluso en el cuerpo militar (el número de auxiliares femeninos en las fuerzas armadas alemanas llegó a acercarse a 500.000 en 1945).

Por otro lado, en la Alemania nazi no se consideraba un problema social que una mujer soltera tuviese hijos.
De hecho, se favorecía.

El estado construyó edificios a los que las mujeres solteras que pasasen una selección podían acudir para quedarse encinta de un agente de las SS racialmente puro.
Estas mujeres recibían ayudas para hacer cómoda su condición de madres solteras. Eran publicitadas por el gobierno y visibles para la población.

Una cancioncilla popular en la época rezaba:

Agarra bien el hervidor, la escoba y la sartén.
De ese modo seguro encontrarás un hombre.
Deja la tienda y la oficina,

Tu verdadera labor está en casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario