LAS RELIGIONES Y LA VIOLENCIA.
Si todas las religiones
proclaman, como uno de sus objetivos, la paz, ¿por qué tanta violencia
religiosa?
Miras la historia y, sobre
todo, se ven guerras y sangre y muchas de ellas, directa o indirectamente,
poniéndose en un plato de la balanza y apoyando a una de las partes, están las
religiones, como si “religión” y “violencia” estuvieran irremediablemente
unidas.
Los animales marcan su
terreno y lo defienden con uñas y dientes y esto mismo ocurre con las
religiones, al defender, hasta bélicamente, su territorialidad, siguiendo el
antiguo precepto de “cuius regio, eius religio”, principio del siglo XVII y que
podríamos traducir como “Religión de Estado”, como si en un mismo territorio no
hubiera espacio para otras religiones.
Personas y cosas (catedrales,
libros, símbolos…) de una religión serán asesinadas o destruidas por el simple
hecho de no pertenecer a “mi” religión, que es la única verdadera, siendo,
pues, falsas todas las demás y, como la falsedad no tiene derecho alguno a ser
proclamada y la verdad sí….
Incluso dentro de una misma
religión, el cristianismo, de católicos contra protestantes, o de católicos
contra ortodoxos, y, eso sí, todos contra el islamismo y viceversa, el
islamismo contra todos y cualquiera de ellos.
El conflicto
palestino-israelí es un conflicto de territorialidad, y a la vez religioso.
Ahora mismo, en el momento
que escribo, asisto a una diáspora de sirios, de religiones varias, en cuyo
país, aunque la religión islámica es la predominante, en la rama suní, también
hay chiíes, alawitas, drusos e ismailitas. Pero también está el cristianismo
(tanto ortodoxos, como siríacos, maronitas, católicos de rito armenio).
Pero en Siria se respeta (se
respetaba) la libertad de cultos, por lo que estaban ausentes enfrentamientos
entre islámicos y cristianos, pudiendo transitar libremente, por las calles,
mujeres sin velo islámico de ningún tipo.
Y la Navidad , el Viernes Santo
y el Domingo de Resurrección son fiestas nacionales.
Por un error político de las
potencias occidentales (EEUU, Alemania, Francia e Inglaterra, sobre todo) en la
marea bélica de acabar con los dictadores de los países productores de petróleo
(Irak, Libia, Afganistán, Egipto,…) crean, ayudan, arman, subvencionan,… a una
oposición al régimen, que ha resultado ser el Estado Islámico o ISIS,
integristas y fundamentalistas islámicos que, en su objetivo de derribar al
dictador, han desencadenado una guerra cruel en la que es toda la población
siria la perjudicada y, en una diáspora masiva, están huyendo a Turquía, a
Jordania, a Líbano y, últimamente, han pasado el charco y en avalanchas humanos
están inundando Europa Occidental.
Desayunar todos los días con
muertos y ahogados, campos de refugiados, familias enteras caminando por donde
pueden y esquivando fronteras para llegar a Alemania, la nación rica de la UE ,… se le atraganta a uno la
tostada con aceite y el café.
Y, si ha sido Occidente quien
ha encendido la mecha, quien la mantiene no sólo encendida, sino avivada, es
una Religión, la Islámica ,
en su versión más extremista para implantar en Siria un Estado Islámico, en el
que rijan, únicamente, los preceptos coránicos y la Sharia o Ley Islámica como
norma fundamental.
Pero ¿y los talibanes, en
Afganistán, y sus monstruosidades artísticas?
Contemplo lo que fue y lo que
queda de la ciudad jordana de Petra, o el sitio arqueológico asirio de Nimrud
en Irak, a manos del grupo yihadista del Estado Islámico y a uno se le cae el
alma al suelo, al contemplar el fanatismo de grupos integristas y fundamentalistas,
en este caso de una religión (sin olvidar que, en otro tiempo, fueron iguales o
parecidas las barbaridades artísticas dedicadas a otros dioses paganos (¿) que
no merecían seguir estando en pie).
Pero no es sólo en el plano
artístico, ¿qué decir de los desmanes culturales, políticos, educativos,
morales,…?
En nombre del dios Yahvé el
Antiguo Testamento parece un diario de campaña de guerra constante. Leer el
Deuteronomio es leer un diario de guerra de exterminio realizada por el pueblo
hebreo, el pueblo elegido (Jericó, por ejemplo, o el dios cananeo-fenicio
Baal).
En nombre del Dios cristiano
ya nos hemos referido a las cruzadas en su cruel lucha contra el islamismo en
su objetivo de recuperar los Santos Lugares, ocupados por la expansión islámica.
¿Y la injusta persecución
contra Valdenses y Albigenses?
¿Y las guerras de religión
entre cristianos, católicos contra protestantes?
Aunque podíamos remontarnos a
San Agustín contra los donatistas africanos.
¿Y qué decir de la Santa (¿) Inquisición, sus
persecuciones y sus torturas, por el simple delito de no pensar como los que
mandan, pero, eso sí, sin mancharse las manos de sangre, entregando al brazo
civil a los por ella condenados para que los ajusticiase? ¿Habrase visto tanta
hipocresía?
Pero hoy mismo, continúa esa
persecución, anatemizando públicamente a los que quieren y osan pensar de
manera distinta a la Iglesia
oficial.
El Fundamentalismo,
interpretado literal e infantilmente los libros sagrados, se muestra con un
fanatismo inusitado.
Y cuando este Fundamentalismo
religioso llega a unirse o a sustituir a la política se llega al Integrismo,
ejerciendo la violencia física o moral contra quienes no aceptan sus
conservadoras y caducas ideas.
Y no tenemos que irnos fuera
de nuestras fronteras.
Aquí tuvimos a un Cardenal,
el Cardenal Segura bendiciendo las tropas de Franco y considerando la guerra
civil como una “cruzada” contra los malos, ateos, comunistas,…republicanos.
Y todos los que “padecimos”
las secuelas de esa guerra, el Nacionalcatolicismo, fuimos vigilados, dirigidos
y educados en una moral religiosa casquivana y rancia, que nos amenazaba con el
“quemadero” o las calderas de Pedro Botero (tonta manera de denominar al
diablo), y de la que, con el tiempo, muchos nos hemos liberado, pero no todos.
¿Protestó la Iglesia contra las muertes
que cometía el franquismo con sus enemigos republicanos?
Recuerdo mis años de
monaguillo, cuando el cura, a diario, en la misa, rezaba y pedía “pro duce
nostro Francisco”, además de “pro pontifice nostro…”
Somos buscadores de la
verdad, no detentadores, y menos propietarios exclusivos de la misma y de
manera absoluta, lo que nos convertiría en intransigentes.
Incluso cuando la Iglesia hablaba de
libertad religiosa, no la practicaba.
Entre mi conciencia, que me
dijera una cosa, y el papa, que dijera la contraria, no había opción. Y ¡pobre
del que optara por la primera¡
Los fundamentalistas temen
tanto al cambio como al pluralismo porque esto pone en peligro sus afirmaciones
absolutas, por eso reaccionan violentamente.
Lo más triste es que le
atribuyen a su Dios sus exageraciones doctrinales, cubriendo así la fuerza
moral de sus pseudoverdades.
Y uno lee a Jesús de Nazaret
y se pregunta cómo es posible que “de eso, salga esto”
Es triste que alguien tenga
que renegar de su religión para poder liberarse de la mordaza.
La guía de la sociedad tiene
que ser la Razón
y sólo la Razón
y no pretendidos mensajes venidos del cielo para gobernarla.
Pero, ni siquiera esta
nuestra España es capaz de dar el salto a la “sana y legítima laicidad del
Estado”.
Si el mudo está, ya,
secularizado ¿por qué no aceptarlo?.
De tejas abajo, Razón y sólo
Razón, ni teocracia ni clericalismo alguno.
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