lunes, 28 de septiembre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (3) ¿GUERRAS SANTAS?



¿Cuántas muertes se han producido a lo largo de la historia “en nombre de Dios”?
¿Es que un Dios puede querer y ordenar la muerte de seres humanos por celos, porque no lo adoran a Él y sí lo hacen a otros dioses?

No ha habido religión que no haya propiciado su guerra santa.
No sólo el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo.

Si ha habido un país que se haya distinguido por su “pacifismo” ese ha sido la India, en la que durante 1.000 años no la hubo, pero ahí tenemos a los “”sijs”.

Si ha habido un personaje histórico predicador de la paz, ese ha sido Jesús de Nazaret. Pero en su nombre se han cometido guerras, comenzando con las “Cruzadas” contra los “mahometanos o islamistas”
Aunque suele magnificarse la escena de Jesús en el templo, con un látigo en la mano y derribando las mesas de los cambistas, no lo hizo por ser judíos y no creer en Él, sino porque estaban realizando una actividad en el lugar inadecuado.
“Mi casa es casa de oración y vosotros la habéis convertido/estáis convirtiéndola en cueva de ladrones”.
El ladrón es un negociante que engaña y/o saca ganancia con el trato. Y eso, que podría ser normal, en la calle, no debe realizarse en el templo.

“Rezar” y “negociar-robar” son actividades lícitas (¿) pero incompatibles en el mismo lugar.
Hay “lugares sagrados”, para rezar, como el Templo, y lugares laicos, donde hacer negocios, como las tiendas, las calles o las plazas.

No justifiquemos pues la violencia contra los hombres, las guerras, apoyándose en la violencia ejercida por Jesús contra una actividad en un lugar inadecuado.

Quizá deberíamos distinguir, siempre, entre el “mensaje” de Jesús de Nazaret y lo que han hecho con su mensaje sus “mensajeros”
Quizá deberíamos distinguir entre la “dignidad” del evangelio y la “indignidad” de muchos cristianos, empezando por los Papas.

1.- Obvio la Historia Bíblica o del Pueblo de Israel, que comenzaría con Abraham, para asentarse en Egipto, como pueblo esclavizado y que Moisés, aprovechando la debilidad del Faraón, decide escapar (“liberar al pueblo hebreo”) cruzando el Mar Rojo por un vado que se lo permitía (aunque, para otros, fuera el milagro de la separación de las aguas en el Paso del Mar Rojo), con todos los avatares en el desierto de Sinaí el maná, la varita mágica para sacar agua de las piedras, las Tablas de la Ley y el Arca de la Alianza, con un Dios, extremadamente celoso, incluso vengativo ante el menor atisbo de adorar a otros dioses, abriéndose paso contra todos los pueblos con los que se encontraba, con la ayuda de Dios (en Jericó, por ejemplo)  para llegar a Canaán o Palestina, y asentarse en la Tierra Prometida, la tierra que “manaba leche y miel” y que estaba ocupada y a cuyo pueblo tuvo que desplazar y los avatares de tantos pueblos que fueron invadiéndola Griegos, Romanos contra los que intentó, varias veces liberarse, hasta la destrucción del Templo, por Tito y, tras la invasión de los bárbaros y posterior ocupación de los Santos Lugares, el Cristianismo de Europa, comandado por el Papa de Roma, de turno, se lanzaría a su recuperación.

2.- Las Cruzadas se desarrollaron durante la Edad Media, contra los musulmanes, entre los años 1.095 y 1.291, con el objetivo específico inicial (no final) de restablecer el control cristiano sobre la Tierra Santa.

Fueron 9 las Cruzadas, impulsadas por el Papa de turno y en las que intervino gran parte de la Europa Latina Cristiana.
(Aunque hubo otras Cruzadas contra los Cátaros, Husitas, Valdenses,…)

Recuerdo (de cuando impartí la materia de Historia en el Instituto) la “Cruzada de los niños”, por la convicción de que los fracasos de las anteriores había sido la consecuencia de la falta de inocencia de los cruzados.
Embarcaron  en los puertos franceses hacia tierra santa, con sus vestiduras blancas de la inocencia, con la credulidad de que, al verlos, sus enemigos se rendirían y, además, Dios no podía permitir que la inocencia no triunfase.
Todo fue un desastre. Entre los que naufragaron, los que cayeron en manos de los enemigos, los que fueron vendidos como esclavos…muy pocos fueron los que, tras muchos tiempo, retornaron.
Aunque, hoy, la mayoría de los historiadores creen que es un mito o hay demasiada exageración.
Quizá todo fue un cuento que llegó a ser popular en la Edad Media.

Durante toda la Edad Media, con el esquema de “las dos espadas”, aunque aparentaban ser dos poderes (el civil o político y el religioso) en realidad era sólo uno.

El Catolicismo había llegado a tener más poder que los mismos reyes, controlando las actividades económicas y comerciales.
La corrupción fue instalándose en las altas jerarquías, lo que sería la causa de la Reforma y los distintos Reformadores.

Por si fuera poco se instaló el principio: “cuius regio, eius religio”, es decir que los príncipes podían declarar su religión como la religión oficial de su territorio y todos sus súbditos quedaban obligados a seguirla.

A partir de esto: Las Guerras de Religión son, también y sobre todo, Guerras Políticas.

Lo curioso (y lo triste) de estas guerras de religión es que tanto Católicos como Protestantes adoran al mismo dios. Ambos son partes del Cristianismo.

“París bien vale una misa” –declaró el aspirante protestante al reino de Francia, en 1.598, que optó convertirse al Catolicismo para conseguirlo, mostrando una indiferencia en las convicciones y un obrar por conveniencia que asusta al auténtico creyente.

Estamos en plena Europa del Renacimiento, desde 1.560 hasta 1.610, sobre todo con la cruel persecución de los católicos contra los protestantes franceses, de doctrina calvinista, también llamados “hugonotes”, la noche de San Bartolomé, un 24 de Agosto de 1.572.

Durante el Renacimiento ya decae su potencia y su prepotencia y los absolutismos se imponen, pero a los que no les interesa llevarse mal con la Iglesia, por lo que surge una cohabitación, tanto en el Catolicismo como en las otras ramas del Cristianismo.

Habrá que esperar a la Revolución Francesa para que la Diosa Razón se imponga al Dios de la fe, en la sociedad civil pero la Iglesia, haciendo lo que nunca se atrevió a hacer Jesús de Nazaret, considerarse “infalible”, como dogma, en concilios, serán capaces los Papas, de proponerlo y detentar dicha autoridad.

Desde entonces, a través de Encíclicas, condenará una y otra vez, el progreso al que la Ciencia y Tecnología está llegando al considerarlo un obstáculo para la fe (que un médico o un cirujano, científicos, puedan conseguir curar enfermedades y salvar vidas, sin tener que pedírselo a Dios y que haga los milagros.

La Diosa Razón, tanto la Ciencia como la Tecnología ha seguido, siguen y seguirán avanzando en sus campos respectivos y la Iglesia seguirá poniéndose al progreso, aunque, ni sus mismo fieles, le hagan caso (planificación familiar, actividad sexual sin finalidad procreativa, preservativos, divorcios, abortos,…)

3.- La “guerra santa” o “Yihad Islámica” (que aparecerá en otro post)


Y Siempre, y Todas, “En Nombre de Dios”, llámese como se llame ese  Dios.

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