Si le preguntáramos a un agricultor o a un horticultor cuál es el momento más
esperado para él, y le obligáramos a decantarse por una de estas tres opciones:
1.- cuando está sembrando o plantando. 2.- cuando lo está regando, cuidando y
el fruto está madurando y 3.- cuando llega el momento de la recolección, de la
recogida. Todos sabemos cuál va a ser su elección.
Entre sembrar (que conlleva inversión, riesgo y esperanza),
cuidar (que supone trabajo y dedicación) y recogida de cosecha, de fruto (que
conlleva la ganancia y el disfrute), ésta es la meta y el momento esperado y
deseado por el trabajador.
No me explico cómo algunas personas, al jubilarse, se
deprimen. Es como si el agricultor y el horticultor estuvieran deseando continuar
trabajando y que no llegara el tiempo de la recolección.
¿Por qué ven la vejez como un naufragio y no como la llegada
a la playa para tumbarse, disfrutar del paisaje, manejar el tiempo a su
antojo,…?.
Es verdad que el hombre se realiza trabajando. Pero deben
coincidir trabajo y vocación. Trabajar sólo por un salario no es muy
emocionante. Y esto ocurre muchísimas veces. Además, hay muchos tipos de
trabajo y, precisamente, el trabajo asalariado no es el trabajo ideal.
Bienaventurados nosotros, mayores jubilados, que trabajamos.
Que trabajamos mucho. Que trabajamos, incluso, más que antes, pero que no
realizamos un trabajo oneroso, sino un trabajo lúdico.
Ya no tenemos que trabajar para comer. Ahora lo hacemos
porque: 1.- porque nos gusta, 2.- porque nos da la gana y 3.- porque nos es
gratificante.
Los que están aprendiendo (niños-adolescentes-jóvenes) son
económicamente improductivos.
Los que están trabajando y produciendo, (los adultos), están
cansados de trabajar para poder comer ellos y sus familias. Ellos son los
encargados de repostar para que el coche de la economía siga corriendo.
Nosotros, los mayores jubilados, somos los turistas de la
vida que vamos montados en el coche.
Un niño con arrugas es casi una ofensa a la naturaleza.
Un joven torpe y cansado, apático, es casi un pecado contra la
estética.
Un adulto, vago y juerguista a la vez, improductivo y
dilapidador, es como una broma de mal gusto.
Un mayor con arrugas, algo torpe, pacífico y realista, con
unas ganas enormes de vivir, aunque con los sentidos no tan finos como antes y
la cabeza con menos pelo, es lo suyo, es lo normal, es lo natural.
Dicen que estamos en “tiempo de pérdidas”. Pérdida es si a
los 40 tienes cataratas o algo de sordera o los pies más cansados o algo de glucosa….a
nuestra edad eso no es pérdida, es, sencillamente, ausencia. Pero igual que la
sensatez está ausente en el joven y aún más en el adolescente.
Optimistas, por favor. Seamos realistas, seamos optimistas.
Vivimos si no en el mejor de los mundos posibles, sí en un mundo maravilloso.
¿Eres de los que lloran al saber que las rosas tienen espinas
o perteneces al grupo al que yo pertenezco, al grupo que ríe al saber que,
aunque haya espinas, lo importante son las rosas?.
¿Eres de los que tus temores y tus miedos no te permiten que
arranques el coche de tus deseos o perteneces al grupo al que yo pertenezco, el
que pone en marcha la maquinaria de los deseos a pesar del miedo a pinchar o
del temor al mal tiempo?.
¿Eres de los que se sientan a ver pasar el tiempo, eres de
aquellos a los que la vida le va robando tiempo o eres de los que usas, gastas,
aprovechas el tiempo, disfrutándolo?.
Recuerda: Tiempo no gastado no es tiempo ahorrado sino tiempo
perdido.
Leo que ya hay más personas mayores de 65 años que menores de
15. Y esto sí que es para meditar.
Leo que el 25% de los españoles, ahora mismo somos mayores de
60 años y que cuando lleguen a esta edad los famosos niños del “baby boom”, los
nacidos durante la explosión demográfica de entre los años 1960 y 1975, el %
casi será el doble.
Nadie puede ni debe intentar, ni nosotros deberíamos
preocuparnos, y menos obsesionarnos, por vestir como jóvenes, por parecer
jóvenes, por actuar como jóvenes. Que ser joven no es el ideal, con el negro
futuro que les espera por delante. ¿Para qué necesito yo jugar un partido de
fútbol a ritmo juvenil?. ¿Para qué necesito yo teñirme de negro mis canas?.
Reivindico mis canas, reivindico mis arrugas, reivindico mi cuerpo un tanto
deformado y ya no tan juvenil, reivindico la menor agilidad en los movimientos,
reivindico la ausencia de prisas, porque puedo salir diez minutos antes para
llegar siempre a tiempo. Porque todo eso es mío, me pertenece. Yo soy yo en
ellos. Sin ellos yo sería otro. Y, como Unamuno, “yo quiero ser yo y seguir
siendo yo, así y no disfrazado” Pero ¿por qué una mujer tiene que aparentar
tener menos años de los que tiene, si está estupenda para su edad, y con la
memoria tan cargada de experiencias
maravillosas?.
Hoy, a los 65, se puede empezar y terminar una carrera
universitaria, además por hobby, por el placer de saber; y se puede uno
divertir de mil maneras, y se puede viajar más y mejor que nunca y conocer lo
que nunca imaginaste que podrías conocer; y se puede tener amantes, ¡claro que
sí¡, y se puede uno casar y compartir la vida, incrementándola y coloreándola;
y se puede jugar al golf,….
Hoy, sí. Hoy podemos decir que existe otra vida tras los 60.
¡Por supuesto que sí¡.
Yo no sé si será aquello del castigo divino de “trabajarás y
ganarás el pan con el sudor de tu frente…” (una pregunta, los Catedráticos de
Filosofía, al trabajar, no sudamos por la frente, ¿nos habría tenido en cuenta
Dios?). Digo que no sé si será el castigo divino o una ley de la naturaleza
humana, pero hemos dividido la vida en tras grandes apartados:
1.- Prepararse, durante muchos años, para trabajar.
2.- Trabajar, durante muchos años, para vivir.
3.- Vivir, durante muchos años, ya sin trabajar. Y aquí
estamos nosotros, los del jubileo a diario.
Parece como si nosotros, los mayores, estuviéramos al margen
de la maldición divina, ya que no tenemos ni que prepararnos para trabajar ni
tenemos que trabajar para vivir. Porque, aunque nos paguen poco, como vivimos
con poco, tenemos suficiente, mejor y más tranquilos que el que gana mucho pero
tiene muchos gastos (mantener el yate y la amante).
Nosotros, ya, con poco tiramos.
Pero hagamos un análisis, o mejor, dos análisis:
1.- Analicemos el trabajo.
2.- Analicemos los años.
¿Cómo contamos los años?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario