No hace tanto (30 de Enero
del 2.015, volví a colgar un artículo cuyo título es: “El mito del diálogo”, en
http://blogdetomasmorales.blogspot.com/es.
y en él distinguía entre “dialogar” y “negociar” para “acordar”, de lo
contrario, dialogar por dialogar es poner en paralelo dos monólogos más o menos
tangentes, convergentes o divergentes.
Pero el término “diálogo”
está muy de moda, a nivel político, sindical, laboral,… y también religioso.
El diálogo sólo tiene sentido
cuando los dialogantes están convencidos de que nadie, ni ellos, tienen el
monopolio de la verdad, por lo que es bueno, incluso necesario, dialogar aún
hasta con los hasta ahora considerados como enemigos en la fe, porque se trata de llevarnos bien,
en buena convivencia, y teniendo creencias distintas.
Dialogar tiene como objetivo,
manifiesto u oculto, saber qué mínimos morales tenemos en común y de qué
elementos no fundamentales podemos prescindir para la convivencia pacífica.
Pero para ello nadie debe
hacerlo “sin bajarse de su burro”, hay que echar pie a tierra y en terreno
neutral exponer razones.
Pueden reunirse a dialogar
todas las religiones. Lo que ya no sé es si puede hacerse con los
fundamentalistas e integristas musulmanes, porque éstos “no se avienen a
razones”, lo suyo es la imposición, por convicción y, si no, con la fuerza de
las armas, con las consecuencias sociales que ello conlleva, desde la libertad
de expresión a la libertad de vestir, desde la enseñanza a la cultura, desde la
creencia a la homosexualidad, desde el rol y el valor de la mujer hasta el
machismo extremo.
Tanto en el plano profano,
como en el religioso, se impone la necesidad de dialogar, de hablar
civilizadamente, de escuchar, de discutir respetuosamente, de intentar
entenderse, sin excluir a nadie, de llegar a alguna solución, aunque sea
mínima, y que no entorpezca la convivencia.
Pero la tentación
exclusivista siempre acecha y, muchas veces, lo que soterradamente se intenta
es atraer al otro a su terreno, lo que es muy típico de la Iglesia Católica cuando se
reúne “a dialogar” con representantes de otras religiones.
Se habla mucho de
“ecumenismo” pero se quiere ser el centro al que todos tiendan.
Criticar a la jerarquía
eclesiástica, con argumentos fundados, será inmediatamente interpretado como
anticlericalismo desfasado, como si fuera “tabú” tocarle con la palabra.
Hasta Santo Tomás de Aquino,
en el siglo XIII, ya afirmaba que “hay que obedecer antes a la conciencia que
al superior”, “pecado es ir contra lo que tu razón te diga, obrar contra la
razón”, lo que la Iglesia
de Roma casi nunca ha practicado y sí lo han hecho los Reformistas.
Y es verdad que la razón no
es infalible, y nos equivocamos muchas veces y caemos en el error, pero no
disponemos de otro instrumento mejor para acercarnos y cercar a la verdad.
Es el único camino, no exento
de piedras y recovecos, para ser una persona consciente y no un autómata.
Pero la gente religiosa no
suele exponerse tanto y opta por obedecer “a los doctores de la Iglesia ” antes que a su
propia razón.
Yo soy agnóstico, lo he
repetido muchas veces.
Y el gran agnóstico que era
Tierno Galván, el viejo profesor, decía que no podía creer en “un dios
personal” como fundamento del mundo.
Y, bien pensado, ésta puede
ser una consecuencia del pensamiento de Santo Tomás de Aquino cuando tras
exponer sus cinco vías para demostrar la existencia de Dios, cuando quiere
tocar el tema de la esencia divina afirma que de ello no podemos saber lo que
es, sino sólo lo que no es.
Es decir, no podemos
aplicarle a Dios ninguna de las características humanas.
De Él no podemos decir que
sea persona, ni substancia, ni espíritu,…porque no hay analogía entre Dios y
las criaturas.
No podemos, pues, decir de Él
que sea sabio, inteligente, bueno, poderoso,…sino por la tercera de las vías
tomistas sobre la esencia y elevándolas al infinito.
1.- No podemos predicar de Él
ningún defecto que veamos en los hombres.
2.- Podemos predicar de Él
las cualidades positivas que veamos en los hombres, pero no como se dan en los
hombres, sino
3.- Elevándolas al infinito.
Santo Tomás combatió al
islámico Averroes, pero tomó muchas cosas de él, siendo una de sus influencias.
Y de Platón y de Aristóteles,
tomó muchos de sus contenidos pasados por el tamiz de la fe, como queriendo
cristianizar al racionalista y no creyente, al materialista Aristóteles, lo que
le valdría condenas oficiales a algunas de sus sentencias por parte de Tempier,
el Obispo de París.
El diálogo es Necesario, pero
no es Suficiente.
Necesario porque cada uno de
nosotros tenemos nuestra propia perspectiva, por lo que somos y por el lugar
que ocupamos para ver la realidad. Y la perspectiva, que siempre es verdadera,
es una verdad subjetiva, más o menos acorde con la realidad.
Es necesario, pues, el
diálogo para saber las perspectivas de los otros, que también son parciales,
como toda perspectiva.
La suma de muchas verdades
parciales engrandece, se acerca más a LA verdad.
La definición clásica de
verdad era: “Adaequatio intentionalis intellectus et rei o ad rem”. Adecuación
de la mente a o con la realidad.
Pero así como cada uno ve una
perspectiva de la realidad, cada uno también ve según su propio intelecto.
Somos estructuralmente
perspectivistas y la realidad también es estructuralmente perspectivista.
Captamos de ella lo que de
ella se nos da y la captamos, no tanto como ella es sino como somos nosotros.
Conviene, pues, el diálogo
para saber y contrastar las otras miradas, las miradas de los otros.
Nicolás de Cusa (“El Cusano”)
lo expresaba muy bien: “Nada hay, en este mundo, tan exacto que no pueda
entenderse aún más exactamente; nada tan recto que no pueda ser más recto y
nada tan verdadero que no pueda ser mas verdadero” (De las conjeturas)
No hay, pues, una conformidad
perfecta, un ajuste perfecto entre el entendimiento y la cosa, la realidad,
sino que lo que hay es un proceso trabajoso de búsqueda por medio de ensayos y
conjeturas.
No debe, pues, haber miedo en
cambiar de opinión si, una vez conocidas otras opiniones, sopesamos que tienen
más peso, más fuerza que las nuestras.
Es más lógico, en vez de
insistir y permanecer en el error, en la no mejor perspectiva.
La verdad se nos muestra como
una convergencia de probabilidades, una suma de perspectivas, que nunca agotará
el conocimiento de la realidad.
Quizá Dios, si existe y es
infinitamente sabio, no sea sino la suma de todas las perspectivas posibles.
Dialogar –repito una vez más-
es Necesario, porque no es un “divertimento” sino la responsabilidad en la
búsqueda de la verdad, que es su fin, porque nadie tiene LA perspectiva (lo que
sería contradictorio) pero sí es verdad que hay perspectivas mejores y peores,
desde las que se capta mejor o peor esa parte de la realidad.
Todas las perspectivas valen,
pero no todas valen igual.
Pero todo ello es movernos en
el plano teórico de la verdad, porque bajando a la práctica, a la vida, a la
convivencia, a una mejor convivencia, hay que llegar a acuerdos.
Si el Diálogo es Necesario,
para confrontar perspectivas, no es Suficiente para vivir.
Hay que negociar y
consensuar, hay que llegar a acuerdos a los que todos tengan que someterse para
vivir en paz, para vivir mejor, para una más fructífera convivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario