lunes, 5 de octubre de 2015

RELIGIÓN Y VIOLENCIA (6) ¿DIALOGAR?



No hace tanto (30 de Enero del 2.015, volví a colgar un artículo cuyo título es: “El mito del diálogo”, en http://blogdetomasmorales.blogspot.com/es. y en él distinguía entre “dialogar” y “negociar” para “acordar”, de lo contrario, dialogar por dialogar es poner en paralelo dos monólogos más o menos tangentes, convergentes o divergentes.

Pero el término “diálogo” está muy de moda, a nivel político, sindical, laboral,… y también religioso.

El diálogo sólo tiene sentido cuando los dialogantes están convencidos de que nadie, ni ellos, tienen el monopolio de la verdad, por lo que es bueno, incluso necesario, dialogar aún hasta con los hasta ahora considerados como enemigos  en la fe, porque se trata de llevarnos bien, en buena convivencia, y teniendo creencias distintas.

Dialogar tiene como objetivo, manifiesto u oculto, saber qué mínimos morales tenemos en común y de qué elementos no fundamentales podemos prescindir para la convivencia pacífica.

Pero para ello nadie debe hacerlo “sin bajarse de su burro”, hay que echar pie a tierra y en terreno neutral exponer razones.

Pueden reunirse a dialogar todas las religiones. Lo que ya no sé es si puede hacerse con los fundamentalistas e integristas musulmanes, porque éstos “no se avienen a razones”, lo suyo es la imposición, por convicción y, si no, con la fuerza de las armas, con las consecuencias sociales que ello conlleva, desde la libertad de expresión a la libertad de vestir, desde la enseñanza a la cultura, desde la creencia a la homosexualidad, desde el rol y el valor de la mujer hasta el machismo extremo.

Tanto en el plano profano, como en el religioso, se impone la necesidad de dialogar, de hablar civilizadamente, de escuchar, de discutir respetuosamente, de intentar entenderse, sin excluir a nadie, de llegar a alguna solución, aunque sea mínima, y que no entorpezca la convivencia.

Pero la tentación exclusivista siempre acecha y, muchas veces, lo que soterradamente se intenta es atraer al otro a su terreno, lo que es muy típico de la Iglesia Católica cuando se reúne “a dialogar” con representantes de otras religiones.
Se habla mucho de “ecumenismo” pero se quiere ser el centro al que todos tiendan.

Criticar a la jerarquía eclesiástica, con argumentos fundados, será inmediatamente interpretado como anticlericalismo desfasado, como si fuera “tabú” tocarle con la palabra.

Hasta Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, ya afirmaba que “hay que obedecer antes a la conciencia que al superior”, “pecado es ir contra lo que tu razón te diga, obrar contra la razón”, lo que la Iglesia de Roma casi nunca ha practicado y sí lo han hecho los Reformistas.

Y es verdad que la razón no es infalible, y nos equivocamos muchas veces y caemos en el error, pero no disponemos de otro instrumento mejor para acercarnos y cercar a la verdad.
Es el único camino, no exento de piedras y recovecos, para ser una persona consciente y no un autómata.

Pero la gente religiosa no suele exponerse tanto y opta por obedecer “a los doctores de la Iglesia” antes que a su propia razón.

Yo soy agnóstico, lo he repetido muchas veces.

Y el gran agnóstico que era Tierno Galván, el viejo profesor, decía que no podía creer en “un dios personal” como fundamento del mundo.

Y, bien pensado, ésta puede ser una consecuencia del pensamiento de Santo Tomás de Aquino cuando tras exponer sus cinco vías para demostrar la existencia de Dios, cuando quiere tocar el tema de la esencia divina afirma que de ello no podemos saber lo que es, sino sólo lo que no es.
Es decir, no podemos aplicarle a Dios ninguna de las características humanas.
De Él no podemos decir que sea persona, ni substancia, ni espíritu,…porque no hay analogía entre Dios y las criaturas.
No podemos, pues, decir de Él que sea sabio, inteligente, bueno, poderoso,…sino por la tercera de las vías tomistas sobre la esencia y elevándolas al infinito.

1.- No podemos predicar de Él ningún defecto que veamos en los hombres.
2.- Podemos predicar de Él las cualidades positivas que veamos en los hombres, pero no como se dan en los hombres, sino
3.- Elevándolas al infinito.

Santo Tomás combatió al islámico Averroes, pero tomó muchas cosas de él, siendo una de sus influencias.
Y de Platón y de Aristóteles, tomó muchos de sus contenidos pasados por el tamiz de la fe, como queriendo cristianizar al racionalista y no creyente, al materialista Aristóteles, lo que le valdría condenas oficiales a algunas de sus sentencias por parte de Tempier, el Obispo de París.

El diálogo es Necesario, pero no es Suficiente.
Necesario porque cada uno de nosotros tenemos nuestra propia perspectiva, por lo que somos y por el lugar que ocupamos para ver la realidad. Y la perspectiva, que siempre es verdadera, es una verdad subjetiva, más o menos acorde con la realidad.
Es necesario, pues, el diálogo para saber las perspectivas de los otros, que también son parciales, como toda perspectiva.
La suma de muchas verdades parciales engrandece, se acerca más a LA verdad.

La definición clásica de verdad era: “Adaequatio intentionalis intellectus et rei o ad rem”. Adecuación de la mente a o con la realidad.
Pero así como cada uno ve una perspectiva de la realidad, cada uno también ve según su propio intelecto.
Somos estructuralmente perspectivistas y la realidad también es estructuralmente perspectivista.
Captamos de ella lo que de ella se nos da y la captamos, no tanto como ella es sino como somos nosotros.
Conviene, pues, el diálogo para saber y contrastar las otras miradas, las miradas de los otros.

Nicolás de Cusa (“El Cusano”) lo expresaba muy bien: “Nada hay, en este mundo, tan exacto que no pueda entenderse aún más exactamente; nada tan recto que no pueda ser más recto y nada tan verdadero que no pueda ser mas verdadero” (De las conjeturas)

No hay, pues, una conformidad perfecta, un ajuste perfecto entre el entendimiento y la cosa, la realidad, sino que lo que hay es un proceso trabajoso de búsqueda por medio de ensayos y conjeturas.

No debe, pues, haber miedo en cambiar de opinión si, una vez conocidas otras opiniones, sopesamos que tienen más peso, más fuerza que las nuestras.
Es más lógico, en vez de insistir y permanecer en el error, en la no mejor perspectiva.

La verdad se nos muestra como una convergencia de probabilidades, una suma de perspectivas, que nunca agotará el conocimiento de la realidad.

Quizá Dios, si existe y es infinitamente sabio, no sea sino la suma de todas las perspectivas posibles.

Dialogar –repito una vez más- es Necesario, porque no es un “divertimento” sino la responsabilidad en la búsqueda de la verdad, que es su fin, porque nadie tiene LA perspectiva (lo que sería contradictorio) pero sí es verdad que hay perspectivas mejores y peores, desde las que se capta mejor o peor esa parte de la realidad.

Todas las perspectivas valen, pero no todas valen igual.

Pero todo ello es movernos en el plano teórico de la verdad, porque bajando a la práctica, a la vida, a la convivencia, a una mejor convivencia, hay que llegar a acuerdos.

Si el Diálogo es Necesario, para confrontar perspectivas, no es Suficiente para vivir.


Hay que negociar y consensuar, hay que llegar a acuerdos a los que todos tengan que someterse para vivir en paz, para vivir mejor, para una más fructífera convivencia.

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