domingo, 17 de mayo de 2020

FLORILEGIO 11 / 7 ) LA EDUCACIÓN (2)



¿Cómo “enseñar” y “qué enseñar” el profesor para que “aprenda” el alumno?

Para ello, como el centro debe ser el “alumno aprendiz” deberíamos saber, previamente, cuáles son sus necesidades, sus preocupaciones, sus vivencias para adaptar el temario a sus necesidades y no lo que hasta ahora se ha hecho, intentar que el alumno se acople a la programación previa que el profesor ha confeccionado.

Si el profesor programa una Unidad Didáctica antes de contar con el alumno está considerando a éste como un medio para que se cumpla el fin: la Unidad Didáctica del profesor.

“El alumnado”, en el que creemos pensar a la hora de programar, no existe, los que realmente existen son “esos alumnos, sentados en esa silla, de esa clase,…”, los de carne y hueso, lo el abstracto pensado.

Es lo que antes hemos afirmado, la consideración del alumno como un recipiente vacío que hay que llenar y es con esas unidades didácticas que el profesor ha confeccionado en la soledad de su despacho y que cree firmemente que son los alimentos necesarios y útiles para el alumno, sin haberle, previamente, preguntado y saber de sus vivencias, de sus preocupaciones, de sus sentimientos, de sus necesidades,…

Ese alumno estará motivado para ese estudio si se conecta con su personalidad, sus necesidades, sus aspiraciones,…con su vida.

Esta desconexión suele ser la principal causa del fracaso escolar.
Y si estudian suele ser por aprobar y no suspender (gratificación y penalización sociales o familiares, pero no personales ni satisfactorias)

Pero no es el profesor quien debe motivarlos, la motivación es interna.
Lo que el profesor debe hacer es intentar averiguarla y encender la chispa.
Pero con cada alumno, porque cada uno es hijo de su padre y de su madre, y eso puede conseguirse si el profesor es sólo “guía” de los alumnos y éstos participan en la clase y se tiene en cuenta su opinión al sentirse valorado y siendo solidario.

Hay que desterrar la competitividad, el individualismo, la insolidaridad,…ajenas y contrarias a una sociedad sana.
Y es la participación colectiva, el diálogo, el trabajo en grupo, la solidaridad,…lo que se necesita en/para una sociedad democrática sana y plural.
Autarquía, capacidad crítica, tolerancia con las opiniones de los otros, respeto a los demás.

Sólo así el individuo aprende que la verdad no es una verdad establecida e inamovible, sino una meta utópica que ha de ser conseguida entre todos.
Sólo así se hace realidad que es la persona concreta el centro de la actividad del aula.

Y si, hasta ahora, se ha concebido el saber compartimentado, fraccionado, en piezas independientes, el saber debe ser concebido sistemáticamente, un saber global y complejo, interaccionando las diversas disciplinas.

Si el ser humano es un sistema biológico organizado y complejo por lo que está abierto y en relación permanente con el entorno, también complejo, en un permanente intercambio de información y respuesta.
Lo absurdo es que el hombre se cargue el medio ambiente por no saber captar su mensaje o, peor, sabiéndolo írselo cargando, como si éste no fuera una “conditio sine qua non” él podría seguir viviendo.

Y la enseñanza ha sido y sigue siendo compartimentado, por asignaturas, un saber multilineal, el paradigma clásico, tradicional, que no puede captar la complejidad del entorno.

Querer comprender una realidad compleja con un conocimiento lineal es asegurar el fracaso de la enseñanza con el paradigma tradicional.
Yuxtaponiendo saberes lineales no puede comprenderse la complejidad del entorno, de ahí la necesidad de la trans-disciplinariedad, que no es igual que la yuxta-disciplinariedad.

Sabemos que el hemisferio izquierdo del cerebro está especializado en el lenguaje lógico-racional de carácter lineal, mientras que el hemisferio derecho es más globalizador, intuitivo, por lo que está más relacionado con el mundo estético.
Como todos sabemos, el paradigma tradicional apuesta por el izquierdo, el lineal.
Nada que ver con la imagen, la música, lo audiovisual, del derecho.

Habrá que olvidarse de la clase magistral, vertical, desde el profesor (activo) al alumno (pasivo) y que sea el alumno el centro de la enseñanza y el elemento activo.

Trabajos en grupo (pequeño o grande), comentarios de textos, diálogos, salidas fuera del aula, videos, películas, cintas de música, cómics,…que favorecen la relación personal y la participación más que la clase magistral.

Habrá que cambiar el método didáctico aunque no puede olvidarse que la resistencia al cambio es un mecanismo biológico de defensa.

Y la pregunta es: si lo natural es la homeostasis (la resistencia al cambio) ¿por qué empeñarnos en el cambio?
Porque el hombre, en vez de relacionarse positivamente con el medio ambiente, está destrozándolo, poniendo en peligro el futuro y la supervivencia de la humanidad.

¿Cuándo la Razón Vital se impondrá a la Razón Tecnológica y olvidarse del Método Tradicional, lineal, y apostar por el Método Activo?

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