viernes, 15 de mayo de 2020

FLORILEGIO 11 ( 4 ) EL FILÓSOFO-REY PLATÓNICO


La idea del filósofo-rey platónico, “que gobierne el que más sabe, y como el que más sabe es el filósofo, que sea él el que gobierne la polis”

No se dio cuenta de que el saber filosófico no incluye, necesariamente, la pericia práctica que se requiere para gobernar el país.
¿Se daría cuenta cuando, al intentar ponerlo en práctica, en Siracusa, bajo Dion, acabó siendo vendido como esclavo en un mercado teniendo que ser rescatado por un antiguo alumno, que se negaría a recibir lo que costó el rescate y con lo que fundó/pudo fundar, levantar la Academia?

De ahí que el diálogo Las Leyes sea más realista, menos utópico, que la primera gran utopía social, La República, la del filósofo-rey.

La supremacía reflexiva de la Filosofía es, a la vez, o por eso, la inmediata incompetencia práctica respecto de los manejos de los asuntos sobre los que se dirige la reflexión.

Tampoco Marx parece que no comprendió que contemplar la realidad no ayudaba a la transformación del mundo, incluso podía suponer un obstáculo.

“Hasta el día de hoy la Filosofía ha sido….y no se trata de comprender la realidad, sino de transformarla”

Se decepcionaría al comprobar, en persona, que no valía para eso.

¿Qué tipo de poder es la Filosofía o, de otra manera, cuál es el poder de la filosofía sobre el poder?

La Filosofía no confiere un poder de tipo organizativo o transformador, pero sí aumenta el saber sobre la existencia humana desde una perspectiva que es inaccesible al científico exacto, al productor de leyes, al político apasionado, al pasivo espectador.

La tarea propia de la Filosofía –mitad privilegio, mitad incompetencia- consiste en aclarar, orientar, problematizar e impugnar los fenómenos de la vida cultural, social y política.

Orienta para que los hombres vayan, ella es guía, pero ella no va.

La Filosofía proporciona una cierta aclaración de la realidad, facilita su comprensión subjetiva pero no produce cosas, no produce nada específico, consiste en tener las cosas como sabidas, es la reflexión de la cultura sobre sí misma.

Parafraseando y dándole la vuelta a la famosa “tesis 11: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” nos quedaría así: “Los filósofos se han dedicado a transformar la realidad y de lo que se trata ahora es de saber de qué va”

La función orientadora de la filosofía significa enseñar, indicar el camino pero no despejar las incertidumbres ni ahorrar el esfuerzo de caminar.

La filosofía no soluciona los problemas, sólo puede definir mejor los términos para orientarse mejor y no perderse en el laberinto de las palabras sobre la política, el derecho, la técnica…

El filósofo es el guardián de la interdisciplinariedad.

En el argot cinematográfico el filósofo nunca será el protagonista de la película, sólo su doble en las escenas peligrosas.

Allí donde las ciencias se ven obligadas a guardar silencio, cuando surge el desconcierto y la dificultad, la filosofía asume el riesgo de dar alguna razón más.

La beneficiosa incomodidad de la Filosofía se debe a su afán incorregible de problematizar, de no dar por válidos los estados de hecho, las costumbres y las leyes establecidas, el consenso dominante.

Meter el desacuerdo en el acuerdo general siempre es beneficioso, espolea a los que ya habían acordado.

Una sociedad en la que no hubiera sitio para la filosofía sería una sociedad en la que quedaría muda la protesta ante los estados de hecho insoportables o que vería degenerar los confrontamientos ideológicos en rivalidades irracionales.

El poder de la filosofía es el “poder de impugnar”.
Pocas veces está en disposición de lo que debe hacerse; casi nunca de explicar cómo debe hacerse, pero siempre puede impugnar lo que no debe ser hecho en modo alguno: “de “poder” a “deber” no vale la conclusión” (“ab posse, ad debere, non valet illatio”)

La Filosofía presta voz a la contradicción entre creencia y realidad.

La Filosofía ha surgido siempre de situaciones-límite: perplejidad, admiración, desconcierto, indignación, miedo…

La Filosofía Moderna tiene su origen en la indignación de la libertad amenazada.

Si en su origen moderno surgió en el ámbito de las Ciencias Positivas, después lo fue en el ámbito de las Ciencias Humanas y Sociales.
Si entonces fue estimulada por el determinismo físico luego lo sería por el determinismo social, cultural, psicológico, político,…

Es verdad que se puede vivir sin comprender ni justificar lo que se hace, vivir la vida si preocupaciones, inseguridades, dudas,…pero no sería una vida plena.

Decía Goethe que hay tres cosas que dominan el mundo: el saber, la belleza y el poder.
La sabiduría es la más poderosa porque no domina ni seduce y, además, contiene en sí misma la verdad de la belleza y del poder, y los puede comprender.
Por el contrario ni el poder comprende al saber ni a la belleza, ni la belleza puede hacerse cargo del saber.

Hasta el positivista Comte al declarar la apoteosis de las ciencias positivas y el certificado de defunción de la Filosofía se vería obligado a justificar esta superación contando una “historia”: la de los tres estadios de la humanidad.

Incluso Voltaire, al despreciar la metafísica, tenía su propia metafísica.
No podemos ahorrar al entendimiento las preguntas, porque éstas están implicadas en la naturaleza de la razón, que no se las puede quitar de encima.

“Todos han de pensar algo de su alma” (Kant) y aquello que pensamos de nuestra alma es la mejor definición de la Filosofía.


EL HOMBRE Y LA ENERGÍA.

La humanidad es afortunada al tener la variedad de recursos de energía a su disposición.
A muy largo plaza necesitaremos energía absolutamente limpia de polución: tendremos LUZ SOLAR.
A largo plazo necesitaremos energía que sea inextinguible y moderadamente limpia: tendremos DEUTERIO.
A corto plazo necesitaremos energía que sea fácilmente utilizable y abundante: tendremos URANIO.
Ahora mismo necesitamos energía barata y conveniente (aunque un poco sucia): tendremos CARBÓN Y PETRÓLEO.

La naturaleza ha sido más benigna con nosotros de lo que nosotros tendríamos derecho a esperar


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