jueves, 7 de mayo de 2020

FLORILEGIO 10 ( 5 ) PROFESORES Y ALUMNOS. EDUCACIÓN ( 1 )


PROFESORES Y ALUMNOS.

Entre el modelo autoritario y el modelo permisivo o paidocéntrico, ambos negativos para el proceso educativo, es preciso conjugar el reconocimiento de la desigualdad alumno-profesor y la autoridad del segundo, por parte del primero (como proponen Rousseau y Kant) y la atención y solicitud del maestro hacia el alumno (como proponen Gadamer y, sobre todo, Levinás).

Llevamos ya bastante tiempo en que se ha desterrado las formas autoritarias de educación en las que el profesor, como depositario del saber y responsable de la transmisión de un conjunto de conocimientos y valores de la sociedad a las nuevas generaciones, era el polo activo del proceso educativo, mientras que a los alumnos les correspondía sólo el polo pasivo.

El saber seguía un camino descendente que iba del profesor a los alumnos, lo que permitía conseguir un aprendizaje significativo en la medida en que se favorecía una apropiación por parte del alumno de esos conocimientos.

Pero esa enseñanza formal, de arriba abajo, era un ámbito para la imposición adoctrinadora de los valores de la cultura dominante.

En vez de corregir la desviación que había o pudiera haber, se le ha dado la vuelta a la tortilla siendo el niño el centro de la educación (“paidocentrismo”).

De esta manera, el profesorado más progresista y para que la educación fuera lo que debía ser, un proceso de crecimiento liberador de los niños, ha huido de toda forma de ejercicio de la autoridad como de algo deleznable.

De esta manera el niño, de ser súbdito sumiso, pasa a convertirse en centro de referencia quedando desterrado el más mínimo ejercicio de autoridad.

La escuela, así, ha visto reducido su papel y en vez de ser lugar de conocimiento pasa a ser lugar de socialización, y cuanto más gratificante mejor, eludiendo su función educadora.

Se ha producido, pues, una dimisión generalizada del papel del profesor como maestro.

Si no era bueno el autoritarismo, peor es su contrario, la permisividad, antesala del fascismo.

De esta manera va retrasándose el paso a la vida adulta de los niños, que prolongarán innecesariamente su vida adolescente porque carecen de referente de autoridad adulta que podría ayudarle en ese proceso.

¿A quién van a imitar si ya no hay ese referente a imitar?

Disuelta la autoridad, lo siguiente son los confusos momentos en los que van alternándose las actitudes claudicantes de unos (maestros) y otros (alumnos) buscando no desagradar, pero tampoco imponer, y en ese tira y afloja las que llevan de perder son los alumnos.

Aristóteles decía que la “virtud es lo que haría un “hombre prudente” en las mismas circunstancias”.
Y, aplicado esto al arte de la enseñanza, el conflicto entre autoritarismo y permisividad se resuelve haciendo lo que haría un buen profesor en las mismas circunstancias.

Hay algo que debería ser claro para todos: “las relaciones maestro-alumno son relaciones disimétricas, es decir, relaciones basadas en la desigualdad.
El maestro es maestro porque es más que el alumno y el alumno es alumno porque es menos que su maestro.


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