miércoles, 10 de octubre de 2018

EROTISMO


EROTISMO
      
Cuando aún era yo un muchacho y aquel cura me hablaba de la "concupiscencia de la carne" o de los "placeres concupiscibles", o de la "templanza"... la verdad, nunca llegué a enterarme, del todo, lo que ello significaba.

Lo "erótico" siempre me sonó a picardía, mientras lo "porno­gráfico"  me resultaba pecado.
Luego leí a Platón, un primer trimestre, en aquel PREU, como hasta no hace tanto lo hacía cualquier estudiante de COU y hoy los de Segundo de Bachillerato.

Pero todo empezó a aclararse sólo cuando tuve que ser yo quien se lo explicara a mis alumnos.

LO ERÓTICO.

EROS es esa fuerza, esa energía, ese deseo, ese ansia de ser más, de existir siempre, de llegar más lejos, de superarse en cada instante, de no decir jamás la palabra "basta".

EROS es un empujón que llevamos dentro, un deseo de desafiar a la muerte, un ansia de inmortalidad.

Todos somos eróticos. Todos, siempre, queremos más. No nos conformamos, ni con lo que tenemos ni con lo que somos.

Platón nos dice que ese EROS debe ser justo, que esa energía debe estar correctamente distribuida entre las tres almas (o partes del alma, o funciones del alma).

El EROS en el “alma concupiscible” (del estómago hasta abajo) se manifiesta en el ansia de PLACER, en los placeres corporales (comer, beber,...) pero sobre todo en el SEXO (máximo placer).

El EROS en el “alma irascible” es el deseo de sobresalir, de vencer, de superar obstáculos. Es el VALOR, LA FUERZA, EL EMPEÑO, LA PORFÍA.

El EROS en el “alma racional”, es el impulso a conocer, a pensar, a descubrir, a inventar.

Es el SABER.

El EROTISMO del SEXO ansía la inmortalidad en la raza, en la especie y, unido a él, va el placer intenso, el gozo sublime, el orgasmo, el disfrute extático, el clímax  y, también, la posible descenden­cia, que no es sino mi mismo yo, pero ahora prolon­gado genéti­camen­te.
Ser padre es querer ser inmortal en sus hijos, es no conten­tarse con desapare­cer del todo.

El EROTISMO  del PODER (político, militar, laboral, económi­co, familiar,…o de cualquier tipo) ansía honores, reconocimien­to, fama,...
Ansía ser inmortal en la memoria de los hombres, estar presente en sus mentes, que se hable de él, dejar recuer­dos, ser reconoci­do merecedor de homenajes.
Se expresa y mani­fiesta en el placer por mandar, por orde­nar, por imponer, por dictar, por legis­lar...
Su razón es "Porque lo digo yo".

Se disfru­ta viéndose por encima, contemplando obedien­cias. Que todos recuer­den su buen hacer. Que sea conside­rado guía, ejemplo. Que la historia no lo olvide. Que los libros lo recuerden.

El EROTISMO del SABER (científicos, filósofos, investigado­res, artistas, músicos, poetas... ) se manifiesta descubriendo algo, inventando algo, desentrañando y encontrando una hipótesis explicativa de un fenómeno que lo haga comprensible, intuyendo, plasmando en esa materia esa idea que pugna por salir, llegando más allá de la última pisada de la humanidad.

Se mani­fiesta en el placer de darse de bruces con la verdad, con la belleza.
Sentirse anegado.
Es el “sabor” del “saber”.

Saborear el saber. El placer de saber.

Pero cuando el sabio da lo que tiene, no sólo no lo pierde (¡Dios, qué milagro!) sino que acrecienta el placer de los demás.

El sabio es padre de almas, de mentes.
Llamarse platónico es considerarse hijo de las ideas de Platón, pero hay que ir más allá, ser más, superarlo, no repetirlo.

El filósofo más platónico fue Aristóteles, que lo superó, y con creces.

Igualmente llamarse cristiano es....

Elige, amigo, tu erotismo.

Puedes ansiar ser cebón de engorde, semental de cuadra, berraco de zahúrda y cuerpo aparcado en abrevadero alcohólico.
Serás inmortal en la especie al esparcir semen a voleo y tu cuerpo reflejará tu masticar y tu beber.
Sé sibarita empedernido, epicúreo grosero, hedonista total, el que más aguante bebiendo, el que se las lleva de calle, el que ya ha perdido la cuenta de cuántas....

O puedes optar por ser el primero, siempre, en todo, pero no por el placer de estar allí, sino por el gozo de mirar como inferio­res a todos los demás, bajo ti.
Sé apóstol del miedo y predicador de la amenaza.
Lo importante es sobresalir para que todos vean que estás ahí, siempre arriba, por encima.
Ser prota­gonista, triunfador, líder...
Eres el más machote condu­ciendo. Todos, a tu lado, somos unos domingueros. Sólo tú dominas la máquina.
Sé insolente. Avasalla y haz que te obedez­can. Disfruta ordenando y compro­bando cómo se cumplen tus órdenes y, al mismo tiempo, di sincera­mente que "lo haces por nuestro bien", que "¿qué sabremos noso­tros de esas cosas?", que "algún día me lo agradece­réis", que "ahí queda eso, marca de la casa"....

Sé paternalista y compren­sivo de la inferioridad ajena. Es lo suyo. Es lo tuyo. Eres la envidia de la pandilla.

O puedes, ansiar ser "sabio".
Gozar en la búsqueda-encuen­tro de ese pequeño descubrimiento que permite abrir esa rendija por donde evacuar esa enfermedad; o haber dado con la tecla de la quinta sinfonía donde el destino llame al banquete del placer extático; o estar radiografiando al hombre unidimensional  tras haber descubierto la cuarta dimensión del espacio y ahora que los cosmólogos nos hablan de espacios pluri­dimensionales; o haber fotografiado con palabras justas la estatua ecuestre "permanece el trote aquí, entre su arranque y mi mano"; o haber hecho posible que semanalmente haya oídoa la, cada vez más avejentada, voz de mi madre a cientos de kilómetros.

Elige, amigo, si eres hombre de verdad.
        
Los placeres del cuerpo.
Los placeres del alma.
Los placeres del espíritu.

EROTISMO del estómago y del sexo.

EROTISMO del agredir, de la fuerza, del tirón, del romper papeleras, de destrozar jardines, de arrancar bancos, de insul­tar, de empujar, de colarte en la cola, de gritar, de transgredir la norma, de molestar al otro con la intensidad de la música, de destripar todo los destripable.

EROTISMO del saber. ¿Habéis gozado alguna vez los "chupitos estéticos" de una exposición o un concierto?, ¿Habéis saboreado, aunque sólo sea por casualidad, los "cubatas poéticos"?, ¿Por qué no te pides cualquier otro "combinado artístico"?. ¿Has ido alguna vez de marcha por el "paseo histórico" de la mano de un buscador de la verdad o de un luchador contra la intolerancia?. ¿Nunca has dado un paseo con Galileo en el XVII ni te has encon­trado con Hume en el XVIII?. ¿No has dialogado con Marx en el XIX ni le has preguntado a Habermas en el XX?. ¿Qué sabes tú de "marcha"?.

Tu no "vas", tú estás "clavado", "aparcado", amarrado al pesebre del instante.

¿Nunca has sentido el placer de la obra bien hecha, del deber cumplido, la satisfacción de haber trabajado, de haber comprendido ese dichoso  problema que se resistía, el placer de viajar a lomos de la verdad y de la mano de la belleza, sabiendo que cada vez sabes menos porque cada vez se sabe más, pero que el horizonte que se divisa es cada vez más maravilloso porque al ascender por el árbol de la ciencia la copa se va agrandando y la satisfacción de divisar aquellos noventa y nueve pájaros volando te sacia infini­tamente más que la asustada mirada del pájaro preso en la mano...

Tú, ¿qué vas a sabe de placeres?. Tú, ¿qué vas a saber de sabores?.

El saber es sabroso, el soso lo serás tú.

“Saborea el saber”.

Hay, sin embargo un cuarto EROS.
Es el amor a los demás, por ser ellos, no por ser hijos de... nadie.
Se manifiesta en la bene-volencia, en la bene-dicencia, en la filantropía, en el altruis­mo.

Los que lo practican dicen que sólo se sienten llenos cuando se vacían, que sólo tienen cuando dan y se dan, que se hacen a sí mismos deshaciéndose por los otros, que están ganándose a sí mismos porque están perdidos en los demás.

Son los cuidadores de lo humano; los jardineros de la humanidad; los vigilantes peren­nes, siempre dispuestos a dispensar cuidados.
Son los amigos del sembrar; los que están de guardia las veinticuatro horas del día en esa UVI de no sé cuantos millones de kilómetros cuadrados; esos ilusos del 0,7%; esos que gritan que ya no hay fronteras porque el amor humano, finalmente, ha oxidado y roto las alambra­das; los que han renunciado a un hogar y a unos hijos porque dicen que su casa es el mundo y su familia los hombres; los que nunca piden documentación.

Son los dialécti­cos que, al final, han comprendido que ser señor ("Dominus", "dominar") es ser servidor ( "servus", "servir").

Este AMOR a los otros lo llaman AGAPE y es lo más parecido a Dios.

Dicen que son los Matrículas de honor en la Universidad de la vida, aunque suspendan muchas asignaturas en la academia de la comodidad.
Dicen los creyentes que Dios es amor. Que Dios es sabiduría. Que Dios es felicidad. Intenta ser "dios" amigo mío.

Ama. ¿No hay drogas por doquier?. Ama.

NO HAY DROGA MÁS DURA Y QUE ENGANCHE MÁS QUE EL AMOR.

Y, para terminar, pedirte un favor:

HAZME EL FAVOR DE SER FELIZ.


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