D. José era un maestro de los
de antes de la guerra, por lo tanto “chapao” a la antigua. Era de aquellos cuyo
método de enseñanza era el de machacar el libro de texto.
“Codos, muchos codos, y
pizarrín, pizarra, lápiz, cuaderno y goma de borrar”
El afirmaba que el niño era
“tamquam tabula rasa in qua nihil scriptum est” ( “como un folio en blanco en
el que nada hay escrito”) y son el maestro y el niño, conjuntamente, los que
tienen que empezar a escribir y continuar escribiendo, durante el resto de su
vida, los conocimientos vigentes en la sociedad en la que vive, para estar y
poder seguir estando incardinado adecuadamente, para no desentonar con el
entorno cultural, para poder comprender los problemas que le rodean, para ser
capaz de responder a las exigencias que el mundo, a diario, le está reclamando
y poder cambiar lo que, en ese mundo, ya no vale, sobra o es un lastre.
Saber conocimientos y saber
conductas.
Don José, ese día, que tocaba
matemáticas, le había puesto un problema a Pepito. “Si tu vas al mercado y
llevas treinta y dos pavos del abuelo, y tu padre te dice que le lleves, ya de
camino, cuatrocientos cincuenta y seis pavos, de los suyos, ¿Con cuántos pavos
llegarás tú al mercado?”.
Pepito cogió su lápiz y su
“milán” y en el cuaderno de tareas escribió: “ 32 + 456 = 483 o 480
Don José repasó la cuenta y
puso, en letras grandes y con rotulador rojo, MUY MAL = 0.
Pepito protestó.
Recurrió, en primer lugar al
tutor y luego a la
Asociación de Padres.
Se convocó urgentemente un
Consejo Escolar Extraordinario, con el único punto del día. “El problema de
Pepito”.
Don José no daba crédito a la
reclamación hecha por conducto legal, pero tampoco dio su brazo a torcer,
alegando, únicamente, que la “cuenta estaba mal hecha”.
Se recurrió a la Inspección de la Delegación Provincial
de Educación y Ciencia y ésta envió a un Psico-Pedagogo, especializado en
metodologías interactivas, de tipo imaginativo, en los campos semánticos y
epistemológicos, especialmente aplicadas a ámbitos pedagógico-didácticos, para
que, fríamente, analizase con D. José el antedicho problema de Pepito.
D. José lo tenía claro: “La
cuenta está mal hecha y el resultado está mal”, por lo tanto la nota es un 0.
El Psico-Pedagogo, sin
embargo, disentía totalmente de D. José.
- ¿No irá Ud. a decirme que la cuenta está bien
hecha? – le espetó, de entrada, D. José.
-
Es que Ud, D.
José, evalúa sólo el resultado, y en la psicopedagogía moderna, lo que debe
evaluarse es, sobre todo, el proceso, son los procedimientos, son los caminos
por los que se transita, más que la meta a la que se llega. Y el proceso que ha
efectuado Pepito no está mal. O mejor, está bastante bien.
-
¿Cómo dice? - (alucinaba D. José) - ¿Cómo dice Ud.?.
-
Vamos a analizar
el proceso que ha realizado Pepito. Pero sin ponerse nervioso, D. José, - decía
el Psico-Pedagogo. Fríamente analicemos los procedimientos llevados a cabo por
Pepito.
-
Analice Ud. lo
que quiera.
-
Veamos. Ud. le ha
puesta en letras “treinta y dos pavos” y “cuatrocientos cincuenta y seis
pavos”. ¿De acuerdo?.
-
De acuerdo
–masculló D. José - ¿Y….?
-
Lo primero que ha
hecho Pepito es prescindir de la materia, los pavos, porque él sabe que la
matemática es una Ciencia Formal, en la que sólo se considera la forma, los
números, y no la materia, los objetos, en este caso, los pavos. ¿Ud. no cree,
D. José, que si en vez de pavos, Ud. hubiera puesto, en el problema, ovejas,
cazuelas, sillas o libros, Pepito no habría prescindido, igualmente, de los
objetos con que fuera al mercado y habría puesto sólo la cantidad, obviando y
poniendo entre paréntesis la calidad?.
-
Pues seguramente
sí, pero… ¿qué me quiere Ud. decir?
-
Sencillamente,
que Pepito sabe qué son las Matemáticas. Y esto ya es un punto a su favor. ¡Ahí
es nada comprender la distinción entre Ciencias Formales y Ciencias Empíricas!
-
¿Y…..?-
-
Sigamos, D. José.
Sin que se me ponga Ud. nervioso, por favor. Ud. le había puesto, en letra,
“treinta y dos”. ¿De acuerdo?
-
Sí.
-
Y Pepito ha sido
capaz de traducir, correctamente, la expresión literal “treinta y dos” en “32”,
una expresión numeral. Y sabe, pues, que el 3, al estar en la segunda columna,
en realidad no son unidades, sino decenas, por lo que él interpreta,
adecuadamente, que ese 3 no son 3 sino 30. ¿De acuerdo?
-
De acuerdo.
-
Sin embargo
Pepito sabe que el 2 sí es un 2, porque está en la primera columna, la de las
unidades. Es decir, que ha interpretado correctamente que “treinta y dos” se
expresa con la numeración 32 y no 302.
-
Sí ¿y….?
-
Sigamos D. José.
El segundo miembro, estará Ud. de acuerdo conmigo, en que es más complicado que el primer miembro.
-
Sí.
-
Porque aquí ya
hablamos de centenas. ¿Estará Ud. de acuerdo conmigo en que la expresión “cuatrocientos cincuenta y
seis” está bien expresada, numéricamente, como 456?
-
Sí.
-
Luego Pepito ha
interpretado correctamente que 4 equivale a 400, porque está ubicado en la
tercera columna, la de las centenas; y que 5 equivale a 50, la segunda columna,
que es la de las decenas, mientras que 6 sólo equivale a 6, porque corresponde
a las unidades. ¿Acaso Pepito ha escrito 400506?
-
No.
-
Porque eso sería
“cuatrocientos mil quinientos seis”, y Pepito, sabe, que eso no es así. ¿Está
Ud. de acuerdo. D. José?
-
Sí.
-
Pero es que,
además, D. José, de todas las operaciones matemáticas, Pepito ha puesto “más”
es decir “+”. Podría haber interpretado que tenía que restarlos,
multiplicarlos, dividirlos, elevarlos al exponente X, o sacar la raíz cuadrada,
o…. Pero él sabía que era una suma; Y la suma se representa así, con “+”. ¿De
acuerdo, D. José?
-
De acuerdo.
-
Pero es que es
más. Después de haber unido los dos miembros con el signo “+” de la suma Pepito
ha puesto el signo “ = ”, lo que quiere decir que él sabe que el resultado de
dos sumandos da, como resultado, la suma total, y eso, desde siempre, se ha
expresado con el termino “ igual” que se expresa con el signo matemático “ = “.
¿Supongo que estará Ud. totalmente de acuerdo conmigo?
-
Totalmente.
-
Vayamos, pues, al
resultado final.. ¿Es verdad que 400, se expresa con un cuatro, solamente, en
la tercera columna, la de las centenas?
-
Sí.
-
Luego… ¿está bien
expresado?
-
Sí.
-
Vayamos a la
segunda columna, la de las decenas. ¿No es cierto que 50 + 30 = 80?
-
Sí.
-
Pero al estar en
la segunda columna, 80 se expresa sólo con un 8. ¿Sí o No?
-
Sí.
-
Sigamos,
finalmente, y llegamos a la primera columna, que es la que menos vale, la de
las unidades.
-
¿Y cuántas son 6
+ 2 ? ¿Me lo puede Ud. decir?, gritó, encolerizado, colorado y colérico D. José
-
8, evidentemente.
-
¿Y qué es lo que ha
puesto Pepito?
-
Un 3 o un 0.
-
Luego está mal
¿Sí o no?
-
A medias.
-
¿Cómo que a
“medias”?
-
Verá Ud. Don José, ocho se expresa con el número 8
y cero con el signo 0 ¿De acuerdo?
-
Hombre, claro que
sí.
-
Pero, fíjese, D.
José, en la imaginativa estrategia intelectual llevada a cabo por Pepito.
-
¿De qué
imaginativa estrategia intelectual me está Ud. hablando?
-
Pepito,
realizando un análisis dicotómico, ha llevado a cabo la descomposición del signo + en sus dos elementos que lo
forman: un segmento vertical I y un segmento horizontal --. Y los ha
considerado como dos espejos, y entonces….
-
Pero ¿qué cuento me
está Ud. contando?
-
Es muy fácil, D.
José. Considere Ud. el número 3, que es la primera respuesta que ha dado Pepito,
D. José, y ponga, exactamente en la parte izquierda del 3 el espejo del
segmento vertical I ¿Qué es lo que se ve reflejado en el espejo? Exactamente un
8, que es el número que Ud. está insistentemente reclamando.
-
¿Me está Ud.
diciendo que debo mirar el 3 del folio y su imagen en el espejo para así ver
que es un 8?
-
Y no sólo eso.
Considere Ud. D. José, ahora, la segunda solución propuesta por Pepito, el 0. Y
coloque Ud., ahora, en la parte inferior o superior, la que Ud. prefiera, del 0
el segundo segmento, el horizontal, el espejo ---. ¿Qué es lo que se ve? Un 8.
Justo, igualmente, que lo que Ud. está reclamando. Fíjese la estrategia
intelectual de Pepito, que es capaz de suplementar la imagen real del 3, del
folio, con la imagen reflejada del 3 en el espejo y la imagen real del 0 con la
imagen reflejada en el espejo.
-
Pero... ¿puede
saberse qué quiere Ud. decirme, Sr. Psico-Pedagogo?
-
Que de los diez
pasos que ha dado Pepito están todos bien dados. Más aún, implementados.
-
Pero ¿cómo va a
ser igual 488 que 483 o que 480? ¿No ve Ud. que ahí, siempre me sobrarán 8
pavos o 5 pavos?
-
Evaluando el
proceso, lo que ha hecho Pepito, D. José, es algo genial. Ha ido sembrando
pistas por el camino, al mejor estilo del Código da Vinci, para que Ud. D. José,
fuera capaz de interpretarlas, pero su inteligencia racional, que corresponde a
didácticas trasnochadas, ha sido incapaz
de complementar la inteligencia imaginativa con sus reflejos mentales. Lo más
fácil. D. José, hubiera sido poner el dichoso 8, que Ud. no hace más que
reclamar. Lo realmente imaginativo es poner el 3 y el 0. Y Ud. ha sido incapaz
de interpretarlo. Ud. sólo ha considerado el mensaje manifiesto y ha sido
incapaz de captar el mensaje profundo, la solución, además doble, a su pregunta.
Estoy realmente sorprendido. ¡Genial, este Pepito¡.¡Hay que ver qué simbiosis
armónica o qué armonía simbiótica entre realidad real y realidad virtual¡. ¡Hay
que ver la elegante y creativa complementariedad entre original y copia!.
¡Realmente maravilloso¡
-
Por lo tanto...
-
Por lo tanto, D.
José, y por todo lo que le he expuesto, creo que Ud. ha olvidado poner, con su
rotulador rojo, el 1 delante del 0.
-
¡Por los cojones¡
- expresión impropia y pensamiento impensable en el bueno de D. José.
-
Pero espere Ud.
¿Dónde va D. José?
-
A suicidarme o a morder
una farola o a rezarle a las piedras o a jugar al fútbol con el libro de Petete
o a pedir la jubilación anticipada o a hacer el pino o yo qué sé….
(Tomás Morales Cañedo y lo
que hace jubilarse a tiempo)
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