En mi etapa de ardor por
conocer me entusiasmó la doctrina del economista escocés Adam Smith y su obra
“La riqueza de las naciones”, probablemente el manifiesto económico más
importante de todos los tiempos (junto a El Capital).
Y afirmaba Smith que si un
terrateniente, un tejedor o un zapatero obtienen mayores beneficios de los que
necesitaba para mantener a su familia, utilizan el exceso para emplear más
ayudantes con el fin de aumentar todavía más el beneficio y que, así, cuantos
más beneficios obtenga, más ayudantes podrá emplear.
Se sigue, pues, que un
aumento en los beneficios de los empresarios privados es la base del aumento de
la riqueza y la propiedad colectiva.
O, lo que es lo mismo: que el
impulso egoísta humano de aumentar los beneficios privados es la base de la
riqueza colectiva, de toda la sociedad.
Ésta es una de las ideas más
revolucionarias de la
Historia de la
Humanidad.
Idea revolucionaria no sólo
económicamente, también moral y políticamente.
Lo que, en realidad, está
afirmando Smith es que la codicia es buena y que al hacerse rico el empresario
también está beneficiando, al mismo tiempo, a toda la sociedad.
Es decir: “El EGOÍSMO es
ALTRUISMO y de la actividad egoísta de uno se benefician muchos porque el pastel
a repartir aumenta y siempre habrá más porciones a repartir.
O sea: “Si YO no soy RICO, TÚ
serás POBRE”
Y “Si YO soy RICO, también lo
serás TÚ”.
Las puertas del cielo, pues,
estarán abiertas de par en par para los ricos por su Altruismo.
Ser económicamente Rico es
ser moralmente Bueno.
Y si triunfas, en esta vida,
ello es un signo de que Dios está de tu parte y te premiará como a uno de los
elegidos para disfrutar de la vida eterna (que se lo digan a Calvino).
El rico, pues, no se hace
rico robándole a los pobres sino agrandando el pastel del que se beneficiarán
los hombres.
Los ricos, pues, son la gente
más útil y más benévola de la sociedad porque son los que hacen girar las
ruedas del crecimiento en beneficio de todos, empezando por él.
Igual que existen las leyes
de la Física y
de la Química ,
como Leyes Naturales, igualmente ésta es, en Economía, una Ley Natural. Y si
Dios ha sido el que ha impuesto las Leyes Naturales, entonces Dios premiará a
quienes cumplan sus leyes.
Pero ¿y si el rico guarda su
dinero, porque no quiere arriesgar, y no lo invierte?
Pero ¿y si el capitalista
deja de ser capitalista-capitalista e incumple el primer mandamiento sagrado, y
los beneficios de la producción no los reinvierte en aumentar la producción?
¿Y si el capital productivo
se trastoca en capital especulativo?
Y es que una cosa es el
“capital” y otra distinta es la “riqueza”
Mientras aquel busca
beneficios y más beneficios, ésta puede gastarse y/o malgastarse en actividades
no productivas.
¿Y cuando el capital, en vez
de estar manifiesto, al descubierto, para ayudar a sufragar los gastos
sociales, se esconde en paraísos fiscales varios y variados para no cotizar o
apenas cotizar?
¿Cambiará Dios el mensaje y
en vez de “Venid vosotros (los de mi derecha, las ovejas), benditos de mi Padre
y heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” y les
dirá (como a los de la izquierda, a los cabritos) “apartaos de Mí, malditos, al
fuego eterno, preparado para el Diablo y sus ángeles, porque tuve hambre y no…y
tuve sed y no… y fui forastero y no…y estuve desnudo y no…”
“En verdad os digo que cuanto
dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también Conmigo dejasteis de
hacerlo”
Y, tonto de mí, que me vienen
a la mente todos los emigrantes sirios, iraquíes, libios, subsaharianos,… que
están cayendo como moscas en el Mediterráneo.
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