Cuando yo era estudiante,
algunos de mis profesores rizaban el rizo para mostrar tanto la Inmaculada Concepción
de María como la maternidad y virginidad de la misma, al mismo tiempo.
Empleaban el siguiente
argumento:
“Si Dios Pudo (hacerlo) y no
Quiso, no es Dios, porque no sería Infinitamente Bueno.
Si Quiso y no Pudo, tampoco
es Dios, porque no sería Omnipotente.
Es así que en la esencia
divina está el ser Infinitamente Bueno y Omnipotente
Por lo tanto Pudo y Quiso.
Luego María fue….”.
Claro que aplicando ese mismo argumento podríamos preguntarnos y preguntarles qué ocurre hoy mismo, que cuando no es una guerra es un terremoto y cuando no es una sequía es un tsunami.
“Si Pudo y no Quiso evitarlo…… Si Quiso y no Pudo evitarlo….Es así que en la esencia de Dios…..Luego….”
Luego ¿qué?
¿Dónde está la firma de Dios?
¿Será verdad que “Dios escribe con los renglones torcidos” como decía un libro que leí de adolescente, y que por eso no nos enteramos de sus mensajes?
Un día sí y otro también tenemos una guerra, civil, racial, internacional,… (Da igual, pero las tenemos). Y también muertos por aquí y muertos por allí, directos, más los de los efectos colaterales.
Y cuando no es una guerra es un terremoto o un maremoto,…Yo ya no sé si es que Dios no Quiere o no Puede graduar la escala Richter o ésta se le ha ido de la mano, pero lo cierto es que, casi siempre, las consecuencias, donde más se hacen notar es lejos de los países ricos y siempre les toca a los países pobres, como dejados de la mano de Dios, cuando precisamente ellos …
Otro de las cuestiones típicas de aquella filosofía escolástica que me enseñaban en
Es lo que se preguntaron aquellos intelectuales liberales ilustrados del siglo XVIII cuando a las 9,20 horas del día de Todos los Santos de 1.755, estando oyendo misa muchas personas, Lisboa casi desapareció del mapa.
Lisboa tenía, entonces, 275.000 habitantes, Se calcula que murieron 90.000. El seísmo que debía haber sido, con las mediciones modernas, de 9 en la escala Richter, fue seguido de tres maremotos más, por si fuera poco o faltara algo, un incendio, causando la destrucción casi total de Lisboa, capital de un país devotamente católico, con muchas inversiones en asuntos religiosos y una amplia e intensa actividad evangelizadora.
Y los ilustrados se preguntaban el porqué.
Voltaire, siempre a la vanguardia de la filosofía crítica arremetía contra Leibniz y Alexander Pope si éste era “el mejor de los mundos posibles”.
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