El aplazamiento de los placeres ha caído en desgracia y nadie
quiere tenerlo como compañero.
Lo queremos todo aquí y ahora y, además, que no nos suponga
mucho esfuerzo.
Las gratificaciones, amplias e intensas, pero, además,
inmediatas y fáciles.
Queremos burra, buche y leche, pero son incompatibles la
presencia de los tres.
Hace algún tiempo escribí un artículo que lleva por título: “Critica, Criterio y Crisis”.
Hace algún tiempo escribí un artículo que lleva por título: “Critica, Criterio y Crisis”.
Y se me escapó que también tienen que ver con el término
“crisálida”, que es la metamorfosis, la transformación.
La crisálida se convierte en mariposa.
Pero si brilla, por su ausencia, la Crítica , entonces no
aparecerá el Criterio, porque rehuimos la Crisis.
¿Qué
tipo de crisálida estamos incubando?.
¿Qué
tipo de mariposa saldrá de ahí?.
No podemos hacernos con todo, no podemos hollar todos los caminos. Optar por uno es renunciar a los restantes. Pero no es verdad que lo que nos configura sea todo aquello a lo que renunciamos. Lo que nos transforma es lo que aceptamos y cogemos, no lo que dejamos.
¡Hay tantos productos ahí fuera que nos incitan a tomarlos¡.
No podemos hacernos con todo, no podemos hollar todos los caminos. Optar por uno es renunciar a los restantes. Pero no es verdad que lo que nos configura sea todo aquello a lo que renunciamos. Lo que nos transforma es lo que aceptamos y cogemos, no lo que dejamos.
¡Hay tantos productos ahí fuera que nos incitan a tomarlos¡.
Pero nuestra ignorancia no nos permite distinguir los solventes
de los disolventes.
¡Cuánto error en nuestras elecciones en esta cultura de la
acumulación que nos rodea y que nos idiotiza¡.
Hago mío un pensamiento en forma de pregunta, de no sé quién: “El niño que fuimos ¿se sentiría orgulloso del adulto que ahora somos”?. ¿Hemos colmado nuestras expectativas de niño o hemos fracasado?. ¿En qué recodo del camino cambiamos de rumbo para mejor o para peor?.
Nosotros, los mayores de 55 años, que acudimos casi a diario allá arriba, a El Egido, a impartir o a recibir clases, practicamos la higiene que nos mantiene, no sólo vivos, sino también, y sobre todo, sanos. Practicamos la gimnasia física, al obligarnos a andar; la gimnasia mental, al obligarnos a pensar; la gimnasia social, al obligarnos a la relación con los otros.
El hombre es un ser activo, que necesita hacer ejercicio. Ejercicio variado.
Pero ejercicio no tanto para tomar, para coger, como para saber qué debemos soltar, de qué no debemos depender.
Hago mío un pensamiento en forma de pregunta, de no sé quién: “El niño que fuimos ¿se sentiría orgulloso del adulto que ahora somos”?. ¿Hemos colmado nuestras expectativas de niño o hemos fracasado?. ¿En qué recodo del camino cambiamos de rumbo para mejor o para peor?.
Nosotros, los mayores de 55 años, que acudimos casi a diario allá arriba, a El Egido, a impartir o a recibir clases, practicamos la higiene que nos mantiene, no sólo vivos, sino también, y sobre todo, sanos. Practicamos la gimnasia física, al obligarnos a andar; la gimnasia mental, al obligarnos a pensar; la gimnasia social, al obligarnos a la relación con los otros.
El hombre es un ser activo, que necesita hacer ejercicio. Ejercicio variado.
Pero ejercicio no tanto para tomar, para coger, como para saber qué debemos soltar, de qué no debemos depender.
“Si quieres hacer feliz a Pitocles, no le des cosas, quítale
necesidades”, sólo así, si no las tiene, no se verá impelido a satisfacerlas.
Se trata de soltar, no de agarrar, se trata de “ser feliz” no de
“estar contento”.
¿Si fuéramos conscientes de que debemos sacrificar algo de lo que somos para poder llegar a ser lo que podemos ser, actualizar la potencialidad que somos?.
¿Si fuéramos conscientes de que debemos sacrificar algo de lo que somos para poder llegar a ser lo que podemos ser, actualizar la potencialidad que somos?.
No debemos renunciar al pasado, que nos ha configurado y
condiciona nuestro presente, como no debemos dejar nuestro presente en manos de
nadie, porque en él está escrito el futuro, lo que seremos.
El día que nos muramos (porque las personas “nos morimos”, los
animales sólo “terminan”,”fenecen”) será cuando los demás (nosotros ya no
estaremos) echen la raya de la suma total y digan “esto fue esta persona”.
Porque mientras vivimos estamos operando, sumando o restando,
estamos “siendo”, no “somos”.
¡Parece una paradoja¡
TOMÁS MORALES
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