domingo, 9 de octubre de 2011
SEXO Y GÉNERO
El bolígrafo no es del sexo masculino ni la mesa lo es del femenino.
El manzano no es un árbol masculino ni la higuera es un árbol femenino.
Ni los seres materiales (bolígrafo o mesa) ni los seres vegetales (manzano o higuera) tienen sexo.
Los que sí pertenecen al género masculino lingüístico son los términos, las palabras “bolígrafo” y “manzano”, y de ahí que pongamos delante el artículo masculino (lingüístico) “el” y el adjetivo correspondiente también será masculino (lingüístico) “rojo” o “frondoso”.
Exactamente lo mismo ocurre con “mesa” e “higuera”, su correspondiente artículo “la” y sus adjetivos “cuadrada” y “fructífera”.
Pero cuando nos referimos a seres vivientes sensibles (los animales) aquí ya tenemos que hablar de sexo. Serán “machos” o “hembras” o, en el caso de los hombres, “varones” o “mujeres”.
En la naturaleza lo que prima es la diferencia. En ella no existen las fotocopias. Nadie es fotocopia de nadie y nada es fotocopia de otra cosa. En la naturaleza todo es original. No hay dos personas iguales. Varones y mujeres, altos y bajos, gordos y flacos, negros y blancos, fuertes y débiles, sanos y enfermos….
El problema no está, no reside, en las diferencias, que son reales, naturales.
El problema está cuando se da el salto, ilegítimo, desde esa “diferencia”, real, a la “discriminación” injusta.
Como muchas veces he escrito y dicho, la mujer no tiene derechos por ser mujer (diferencia) sino por ser persona (igualdad) y, además, tiene derecho a no ser discriminada por ser mujer (y exactamente lo mismo ocurre con el varón).
Pasar, dar el salto, de la “diferencia biológica, natural” (como lo es el sexo) a la consiguiente atribución de funciones o actividades, superiores o subordinadas, según pertenezcas a un sexo u otro, es una ¡barbaridad!.
¿Qué es el “sexismo”?. La afirmación de que el “sexo” discrimina jerarquizando a las personas, aupando al varón y rebajando a la mujer.
¿Qué tendrán que ver las capacidades, las aptitudes, las actitudes, los comportamientos….con el sexo?. No hay tal encadenamiento natural.
El “sexismo” lo que hace es enfatizar, incidir, en las diferencias entre varón y mujer (diferencias biológicas múltiples) desde una perspectiva discriminatoria que lleva consigo, enganchados, prejuicios y prácticas vejatorias y ultrajantes.
Si el “sexo” hace referencia a algo natural-biológico, el “género” tiene como base y origen, la sociedad, la cultura.
Ser “varón” o “mujer” (sexo) es distinto a ser “masculino” o “femenino” (género).
Atribuir características sociales y culturales a diferencias sexuales, eso es lo que ha ocurrido a lo largo de toda la historia.
De “diferencias biológicas” no pueden deducirse “diferencias socioculturales”, y, menos, con intención de mal reparto (ya sabemos que “el que parte y reparte se queda con la mayor y mejor parte”). Siempre la mujer salió malparada y discriminada en la asignación y reparto de papeles sociales.
El “género”, como construcción socio-normativa que es (si no cumples la norma serás señalada y mal vista por esa misma sociedad), está sujeto a cambios, no solo de una sociedad a otra, sino, incluso, en la misma sociedad. El rol social y laboral de mi abuela y de mi madre nada tiene que ver con el que desempeñan mis hijas (y siguen siendo del mismo “sexo”).
Es la misma dinámica evolutiva de la sociedad la que hace que el “género” cambie.
Los machos-varones, por naturaleza, con su semen, siembran, ponen su semilla, (durante muchos siglos la “única semilla”, de ahí que el hijo fuera 100% del varón, le pertenecía en propiedad, el óvulo no se había descubierto, como la otra parte de la semilla, que al ser fecundado por….. ). Ellos son capaces de engendrar seres parecidos a ellos.
Por su parte las hembras-mujeres son capaces de quedarse preñadas y, con el tiempo, de su útero nacerá un ser parecido a ellas.
Pero, (repetimos una vez más), una cosa es el “sexo” (algo biológico) y otra cosa es el “género” (algo cultural y social).
¿Puede deducirse el “género” del “sexo”?. Las funciones, los comportamientos, los roles, las expectativas, las actitudes…de la mujer o del varón vienen, ya, incluidas en su “sexo”, como algo natural y necesario?. ¿O son sólo culturales, variables, temporales, contingentes,…?.
Podemos analizar el problema desde dos Paradigmas distintos:
1.- El “paradigma del sexo”, que identifica “sexo” y “género”.
2.- El “paradigma del género”, que distingue entre “sexo” y “género”.
-Según el 1º, los comportamientos, las funciones, las actividades… (el “género”) viene determinado por la biología, exigido por la naturaleza. No sólo es así, sino que tiene que ser así.
-Según el 2º, los comportamientos, las funciones, las actividades, actitudes,… (el “género”) es algo adquirido, no natural, dependiente de las culturas y de las sociedades, modificable,… Es así pero no tiene por qué serlo, podría no serlo. No hay razón natural que lo exija.
-Según el 1º un sexo, el del (“macho-varón”), ocupa un lugar superior jerárquico respecto al otra sexo (“hembra-mujer”), es el dominante, tiene un poder por el que el otro sexo está/debe estar subordinado. Fuerza, dominación, jerarquía, poder, … por un lado y obediencia, sumisión, subordinación, acatamiento….por otro.
-Según el 2º debe darse una igualdad total, sin subordinación alguna de un sexo respecto al otro, respetando las diferencias.
-Según el 1º los espacios vitales en los que deben desarrollarse son/tienen que ser exclusivos y excluyentes. El “espacio público” queda reservado a los machos-varones, mientras la hembra-mujer debe desarrollar su vida en el “espacio doméstico”. La “plaza” y la “casa”, la “política” (de “polis” = ciudad) y la “economía” (de “eco” = casa, y “nomos” = ley, norma, mandato). El “rey de la polis” y la “reina de la casa”. “La vara de mando” y “la sartén”.
-Según el 2º los espacios vitales de ambos deben ser los mismos. Ambos en la “plaza” y ambos en la “casa”. Espacios, pues, compartidos. Ambos en ambos, sin exclusiones.
-Según el 1º los trabajos deben ser distintos. No sólo los más fuertes, sino, sobre todo, los más importantes, son exclusivos de los “machos-varones”. Los puestos de mando, las funciones políticas, administrativas, militares, religiosas,.. deben ser, en exclusiva, masculinas.
-Según el 2º ese reparto caprichoso de los trabajos lo ha realizado el macho-varón por su conveniencia, buscando, únicamente, su interés, pero no es algo exigido por la naturaleza. Ha sido una asignación convencional realizada por el género masculino que no responde a exigencia natural alguna. Como la ocupación de un cargo y la responsabilidad del mismo depende de la capacidad personal, todos los trabajos, cualquier trabajo, puede/debe ser compartido, sin exclusión alguna.
Según el 1º se da, existe, una valoración natural de los sexos. En todas las culturas, en todas las sociedades, a lo largo de toda la historia, en todos los países, el varón ha sido y es superior a la mujer, ha valido y vale más, ha sido y es más “valioso”.
Según el 2º del hecho de que, hasta ahora, haya sido así, no puede deducirse que tenga que seguir siendo así. Los hechos no engendran derechos. Equivalencia total y absoluta de ambos géneros. Un ser no vale más que otro por ser varón o mujer. Lo que vale es “la persona”. Y varones y mujeres, mujeres y varones, valen igual en cuanto personas. La persona no viene determinada por el sexo.
Según el 1º la misma fisiología genital apunta a la superioridad del varón. Los genitales externos, como sobrantes del cuerpo, nada tienen que ver con los genitales internos de la mujer. Mientras los del varón son como algo que se tiene, los de la mujer muestran como un hueco, un vacío, algo que falta, una ausencia, incompleto.
Según el 2º lo que nos hace personas no es, precisamente, lo que tenemos entre las piernas, residencia de los instintos al servicio de la especie. Es el “seso” y no el “sexo” lo que cualifica nuestro grado de personalidad.
¡Oiga¡ ¿y la capacidad craneal?
Pues eso.
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