La realidad ¿se descubre o se construye?
Según el REALISMO, la realidad está ahí, fuera de mí. Pero no se me muestra inmediatamente como ella es, se encuentra tapada, luego, para verla, habrá que destaparla; está cubierta, habrá que descubrirla; está enterrada, habrá que desenterrarla.
Pero existe y está ahí, fuera de mí e independiente de mí.
Según el IDEALISMO, lo anterior no es verdad. ¿Qué es un ratón?. Depende de quien lo mire, si es una rata…. si es un gato…. si es una mujer….. si es un elefante….
El ratón puede ser, pues, un compañero sexual, un bocadillo exquisito, la causa de una situación histérica (aunque supongo que muchas mujeres serán como yo, que a mí los ratones…. “vaya que como que no me afectan en absoluto!), será el desencadenante de pánico.
¿Qué es un ratón, objetivamente, ahí, realmente?.
La pregunta es una pseudo pregunta, hay que especificar para quién.
Las cosas en sí, no son nada, y las cosas conocidas dependen del sujeto cognoscente (la rata, el gato…).
Pero preguntarse qué es el ratón en sí, es una pregunta absurda.
Kant (siglo XVIII) es el padre del Idealismo Trascendental.
Dice Kant que el conocimiento es la suma de dos sumandos: el sumando subjetivo (el que pone el sujeto cognoscente) + el sumando objetivo, el que viene de fuera, de la cosa a conocer.
ST = S1 + S2.
La cosa conocida (ST) nunca puede coincidir con ninguno de los Sumandos, porque éstos, los dos son necesarios para el conocimiento, es decir, que ninguno de ellos es igual a 0.
Nosotros, pues, de la realidad en sí nada podemos decir, sólo podemos decir de ella tal como la conocemos.
Y no es igual la forma de conocer de un niño que la de un adulto, la de un creyente que la de un ateo, la de un culto que la de un inculto.
Ni es igual la forma de conocer de una hormiga que la de un elefante, la de un gato que la de una garrapata.
¿Qué es la realidad en sí?. Ni lo sabemos ni, nunca, podremos saberlo. Más aún, no sabemos si existe, sólo suponemos que está debajo o detrás o más allá de las manifestaciones que nos ofrece.
En palabras de Kant: Los “noumenos” (“las cosas en sí”) nos están ocultos, sólo conocemos “fenómenos” (cosas para nosotros), y como nosotros somos distintos, la realidad se nos muestra en una infinidad de caras.
Pero es que, además, como cada uno de nosotros hemos sido moldeados por la cultura en la que, por suerte o por desgracia, hemos caído, la sociedad influye en nuestra manera de conocer.
Hay una construcción individual del conocimiento, pero también hay una construcción social del mismo.
Un paisaje de arbolado en otoño puede ser mirado por varias personas y cada una ver cosas distintas.
Yo siempre solía poner el ejemplo del leñador, del ebanista, del capitalista, del pintor, del ecologista, del propietario…. ante la arboleda. Todos miran lo mismo, todos tienen ante sí los mismos árboles, pero cada uno ve cosas distintas.
La ST es distinta para cada uno de ellos porque, a pesar de ser uno el mismo sumando (S2) el S1 es diferente. La ST (la cosa conocida) es/tiene que ser diferente.
Pero no sólo es individual la construcción del conocimiento, también es social y cultural.
Un hombre medieval contemplaría el arbolado y vería en él la huella de Dios, al verlo como una creación divina.
Una cultura ecologista, respetuosa con la naturaleza, al mirarla, la verá como algo que no debe ser contaminado por la mano del hombre
Mientras una cultura productivista, utilitarista, lo verá como una fuente de riqueza y, además, como un solar enorme en el que construir adosados.
¿Qué es, pues, una arboleda?. “Tu verdad”, “mi verdad”, “la verdad del otro”….NO a LA VERDAD.
El Construcitivismo de la verdad es la renuncia a LA VERDAD.
(En otro momento y lugar reflexionaré sobre el “constructivismo”).
Pero como ya dije hace unos días acabo de adquirir el último libro de J.A. Marina: “LAS CULTURAS FRACASADAS”. El talento y la estupidez de las sociedades.
ESTE PECULIAR LIBRO ARRANCA CON UNA FÁBULA PROTAGONIZADA POR HORMIGAS.
LOS HORMIGUEROS SON SOCIEDADES PERFECTAS, PORQUE CADA MIEMBRO SE SACRIFICA POR LA PERPETUACIÓN DEL BIEN COMÚN.
PERO UN DÍA LAS HORMIGAS SE VOLVIERON INTELI¬GENTES Y LIBRES, Y ESTO DESBARATÓ SU CONVIVENCIA.
“-REPETI¬MOS ALEGREMENTE –DICE J. A. MARINA – QUE NUESTRA IDENTIDAD DEPENDE DE NUESTRA PERTENENCIA A UN PUEBLO, A UNA RELI¬GIÓN, A UNA RAZA, A UNA CULTURA…. PERO ¿QUÉ OCURRE SI ESA CULTURA SE ENCANA¬LLA?.
¿QUÉ SUCEDE SI ESA SOCIEDAD SE VUELVE ESTÚPIDA?.
LA CULTURA RESUELVE LOS PROBLEMAS BÁSICOS DE LA CONVIVENCIA, UNO DE LOS CUALES ES LA RELACIÓN DEL INDIVIDUO CON LA COLEC¬TIVIDAD.
SE HAN DADO MÚLTIPLES SOLUCIONES, QUE VAN DESDE PASAR AL INDIVIDUO POR LA TRITURADORA IDEOLÓGICA Y CONVER¬TIRLO EN MASA HASTA INOCULARLE EL VIRUS TRIBAL O LA HIPERIN¬DIVIDUALIZACIÓN NARCISISTA.
¿CÓMO LIBERARSE DE LA PRESIÓN SOCIAL SIN CAER EN EL AUTISMO ÉTICO?
DEBEMOS EVALUAR LAS CULTURAS, SOMETER A LAS SOCIEDADES A UN TEST DE INTELIGEN¬CIA.
LA CAPACIDAD CREADORA DE NUESTRA INTELIGENCIA NOS MANTIENE EN PERMANENTE RIESGO, Y SÓLO UNA PODEROSA CREATIVIDAD COMPARTIDA PUEDE PONERNOS A SALVO.-
Solemos hablar de la inconmensurabilidad de las culturas, que no pueden compararse entre sí, que son como todos aislados. Por lo tanto, todas las culturas VALEN.
¿Pero VALEN todas igual?
¿Podemos/debemos defender un MULTICULTURALISMO variopinto?
¿Debemos, más bien, defender un INTERCULTURALISMO?.
¿O, de una vez por todas, evaluamos las culturas, les ponemos nota, y apostamos por un SUPRACULTURALISMO, que será el que defienda las libertades, la autonomía de las personas, la no discriminación por nada (sexo, raza, religión….)?.
Este SUPRACULTURALISMO está por hacer, es una meta a conseguir, es un proyecto a realizar, es la lucha por la instauración de los DERECHOS HUMANOS para toda la humanidad.
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