Que el hombre es un animal es algo evidente. Porque si la definición de animal es “viviente sensible”, nosotros, como estamos vivos (comemos, crecemos, nos reproducimos…) y, como además, tenemos sentidos (vemos, oímos, saboreamos, tocamos…), somos unos “perfectos y auténticos animales”.
Pero, en los últimos tiempos, no nos llevamos bien con ellos, o ellos con nosotros.
A pesar de que siempre se dijo que “el mejor amigo del hombre es el perro”, creo que no es verdad.
El mejor amigo del hombre ha sido y es el chivo, (“el chivo expiatorio” –se entiende-). Descargamos sobre él todo lo malo que sólo a nosotros es debido y…con él se van nuestros males.
Pero en los últimos años ¡quién lo diría¡, tan carnívoros como somos…
¿Cuál es la carne que más comemos y mejor nos sabe?.
El jamón del cerdo, los filetes de ternera, los muslos de pollo…
Pues, en los últimos años, se nos han rebelado.
Primero fueron las “vacas locas”, le siguió la “peste aviar” para terminar con la “peste porcina”. ¿Y la próxima?
¿A ver si es verdad que los “enemigos del alma son tres: el demonio, el mundo y LA CARNE” y todo ello no es más que un castigo divino, por no haber sabido guardar la abstinencia de otros tiempos?
Esperemos que no se nos rebelen los langostinos de Sanlúcar, los chanquetes malagueños, el pulpo y las ostras gallegos, … porque, con el agua no se metía la abstinencia…
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