sábado, 15 de abril de 2017

LA MUJER (3)

 DOS MITOS


Hay, sobre todo, dos mitos en los que me detendré (quizás algún día me detenga en otros, porque los mitos nunca vienen solos, suelen venir encadenados o de la mano).

Estos dos mitos son:

1.- El mito de que “la mujer es peligrosa”.

2.- El mito de que “la mujer es mentalmente inferior al varón”.

POR LO TANTO, el varón estará “legitimado” para actuar y estarán “justificadas” sus acciones sobre ella.

Ambos mitos llevan a la misma conclusión: “hay que controlarlas, tutelarlas, atarlas en corto”, “la mujer en casa y con la pata quebrada”, “la mujer y la sartén, en  la cocina están bien”…. Y todo, por su bien (el de ellas) y por el bien de toda la sociedad.

1.- LA MUJER ES PELIGROSA.

La mujer es un peligro.
La mujer siempre ha sido, es y será la culpable de todo lo malo que ocurre en el mundo.

Tengo dos estudios/conferencias titulados: “Reflexiones filosóficas sobre: 1.- Una manzana (la manzana de Eva) y 2.- Una caja (la caja de Pandora), que ya han sido expuestas anteriormente.

Todo el cristianismo tiene como base la desobediencia, el pecado de Eva, culpable de la expulsión del Paraíso y, a partir de aquí, culpable de todo lo posterior, por aquello de que “causa causae est causa causati”.

Y exactamente lo mismo ocurre en la mitología griega con la apertura de la caja de Pandora y cómo todos los males se extendieron por el mundo.

Ahora ya sí entendemos el mundo y sus males.
Alguien tiene que haberlos provocado.
Y como no puede(n) ser Dios/los dioses, y como los varones no van a echarse la culpa a ellos mismos, las culpables son las mujeres.

Ellas van a ser los “chivos expiatorios” (¿saben Uds. qué significa esta expresión?).
        
Las mujeres son un peligro, habrá que estar encima de ellas, tenerlas bien sujetas, no siendo que nos preparen otro desaguisado.
Mejor es prevenir que curar.

La mujer siempre ha estado ligada, relacionada, con la naturaleza, mientras el varón, además de con la naturaleza, también con la cultura.

Ella es como la tierra, fértil o infértil.
Y no se discute la capacidad generativa del varón.
Se la supone.
Si la mujer no se queda preñada es su culpa, ella es responsable.

La mujer es a la naturaleza como el hombre es a la cultura.

Tanto el nacimiento como la muerte han estado ligados a las mujeres.
Sólo ellas paren.
Sólo ellas pueden ocuparse de los muertos.

Ellas representan tanto la fuerza creadora como la fuerza aniquiladora.

Todos recordamos a la Venus de Willendorf (¿se escribe así?), símbolo de la fecundidad.
Todos recordamos las persecuciones y quemas de brujas (¿nunca hubo brujos a los que perseguir y quemar?).
Las brujas son mujeres que están/pueden estar/pueden entrar en contacto con las fuerzas de la naturaleza, que escapan al control de los varones, y provocar catástrofes.
Sus conjuros pueden provocar muertes o inundaciones o pestes o…

Las mujeres como fuentes primitivas de la vida y como manantiales constantes de posibles catástrofes y muertes.

Las mujeres siempre han sido misteriosas, o, mejor, un misterio.
        
¿Es que no era un misterio, para todos, durante casi toda la historia, que las mujeres, cada mes sangraran, precisamente por donde sale la vida?

El tabú de la menstruación ha estado y está presente, incluso hoy, en todas las culturas.
Ya saben Uds. lo de la mayonesa que se corta, lo del vino que se avinagra, las plantas que no germinan, la vegetación que se seca y se muere, el hierro que se oxida, los perros que contraen la rabia,….

La sangre menstrual es impura.
Igualmente la mujer es/tiene que ser impura.

¿Es, la sangre menstrual, el recordatorio divino para que cada mes las mujeres recuerden que son las culpables de la expulsión del Paraíso y de todos los males posteriores que acaecen sobre la tierra?

En la Edad Media se prohibía que las mujeres, durante la menstruación, comulgasen; incluso se les prohibía la entrada a la iglesia. Cuánto más que ayudasen en la misa o tocasen los objetos sagrados…

Aunque una mujer tuviera un cuerpo escultural, fuera una Venus,… se lo interpretaba sólo como fachada, porque lo que se oculta tras ella, la casa entera, el fondo, el interior, está podrido y es peligroso.

¿Quién no ha oído hablar de Petrarca y sus poemas de amor a Laura?
Pues este mismo poeta, al lado mismo de estos poemas, escribe sentencias como: “la mujer es un verdadero diablo, un enemigo de la paz, una fuente de impaciencia, una ocasión de disputa, de la que el varón debe mantenerse alejado si quiere disfrutar de la tranquilidad”.

“La belleza física no va más allá de la piel. Si los hombres vieran lo que hay debajo de la piel… solamente verlo les sublevaría el corazón. Cuando no podemos tocar con la punta de los dedos un escupitajo o una porquería (porque nos da asco), ¿cómo podemos desear abrazar ese saco de estiércol?”. Y esto lo dice nada menos que un Abad de Cluny. (¿Lo sabría por experiencia o sólo porque eso es lo que se decía?).

Pepe Rodríguez, un escritor muy crítico y por el que siento bastante aprecio, ha publicado un libro que no sé si recomendarlo para que se lea o para que no se lea. Lleva por título “Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica”, en Ediciones B. Barcelona.

Dice Pepe Rodríguez que cuando el Papa anterior, no ha mucho fallecido, publicó una meditación con el título “Dignitatis mulieris” seguía insistiendo en no permitir el acceso de las mujeres a cargos eclesiásticos, y se basaba en que Jesús eligió a 12 varones para formar su grupo de apóstoles.
Y es verdad. No hay ninguna “apóstola”.
Pero lo que no dice el Papa es que eran israelíes (y no creo que ni el papa, cardenales, obispos… lo sean), y que los 12 estaban circuncidados (y no creo que ni el papa, ni los…. lo estén) y además algunos de ellos estaban casados (y no creo que ni el papa, ni en el colegio cardenalicio, ni en la asamblea episcopal, ni…. lo estén).

Yo, personalmente, no las he contado, pero parece ser que a lo largo de todo el Nuevo Testamento aparece el término “hombre”, como “género”, como “ser humano”, 464 veces; y que los términos correspondientes a “varón” y “mujer” aparecen 215 veces cada uno de ellos.
        
¿Cómo trató Jesús no sólo a las mujeres (María Magdalena, Marta y María,…) sino a las mujeres discriminadas, excluidas, tanto social como religiosamente, de sus comunidades, como la hemorroísa ( que padecía hemorragias de sangre por partes pudendas), a las adúlteras (cuando el adúltero no estaba mal visto), a las extranjeras enemigas irreconciliables y tan mal vistas por los judíos (como la samaritana, con la que entabla un diálogo que, si Uds. lo leen detenidamente, es como si la estuviera “ligando”?.

Jesús y su triste consecuencia, la Iglesia como poder y jerarquía.

Las mujeres son un peligro, por el simple hecho de ser mujeres.

San Carlos Borromeo, en sus Instrucciones a los Confesores, les pide a éstos que tomen todas las precauciones cuando una mujer se acerque al confesionario.
Deben acercarse a confesar con la cara cubierta, con un velo que no sea demasiado transparente.
La confesión debe ser durante el día, en un lugar descubierto de la iglesia.
Además no podrá confesarlas un sacerdote joven, menor de treinta años…

Parece como si la mujer fuera una mecha encendida y se encontrara con un polvorín.

Las mujeres atraen a los hombres con malas artes.
Su cuerpo es el cebo para que el varón pique.
Y ya sabemos lo que le pasa al pez cuando come el cebo, que queda preso del anzuelo mortal.

El cuerpo femenino es el cebo. La mujer es el anzuelo. El pez, hambriento, tiene todos los números para que le toque la lotería de la muerte.

“La mujer fatal”. “Fatal” viene de “fatum” y “”fatum” significa “destino” y éste significa anulación de la libertad, ya “no puedes volverte atrás”. Estás preso en las redes o clavado en el anzuelo. Sólo te espera la muerte.

La mujer es un torbellino, un terremoto, mucho peor que el tornado malagueño de aquel funesto febrero, en las barriadas del nuevo San Andrés y Dos Hermanas.

¿No tendremos los Adanes que tener atado, encerrado, dominado, sujeto, a este peligroso ser llamado “mujer”?.
¿No tendremos que quitarle la caja a Pandora para que ni siquiera la toque (aunque sea la dote de su padre) no siendo que, por su curiosidad, levante la tapa y….?

“Hay tres cosas peligrosas: el fuego, el agua y la mujer”.

LA MUJER ES UN PELIGRO.

Estamos, pues, “legitimados” para hacer con ellas lo que creamos conveniente.

Están “justificadas” las medidas que tomemos contra ellas.

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